domingo, 4 de noviembre de 2018

El cascanueces. Compañía Nacional de Danza.

Las decisiones que toma un director son incuestionables. Él o ella dirige y él o ella decide qué quiere contar y cómo. Los demás sólo podemos aceptar esas decisiones y dejarnos hacer para ver si esas decisiones nos tocan. 



José Carlos Martínez se despide de la CND contentando a todo el mundo. Y monta un "Cascanueces" en el que no hurga en la psicología de los personajes ni en la complejidad de las situaciones. Clara simplemente recibe como regalo un cascanueces y ese muñeco hace que en sueños viaje por un mundo de fantasía. Punto. Cada uno es muy dueño de meterse en los berenjenales que quiera y José Carlos Martínez ha elegido despedirse entre sonrisas, buen gusto, belleza y suavidad. Y ese objetivo lo logra con creces, porque "El cascanueces" de la Compañía Nacional de Danza es precioso de ver y de gozar y te deja un sabor de boca azucarado y relajante.



"El cascanueces" es un ballet estrenado en 1892, con música de Chaikovski y coreografía de Ivanov y Petipa, quien también se encargó del libreto. La partitura es una sucesión de piezas hiperfamosas e hipermagistrales. En el foso, Manuel Coves se encarga de sacar el máximo brillo a los artistazos de la orquesta titular del Real. El mismo optimismo naif que vemos sobre el escenario está en cada nota que arranca el maestro Coves de los grandes músicos del foso. Juego, picardía, lirismo y mucha variedad cromática. Impecable tanto Manuel Coves como la orquesta. 
Mónica Boromello se ocupa de la escenografía, Olga García Sánchez la ilumina y los bailarines van vestidos por Iñaki Cobos. La luz es perfecta y ayuda a crear ese ambiente irreal que inunda en todo momento el escenario. Iñaki Cobos crea un vestuario fastuoso, absolutamente maravilloso, usando la paleta de colores ideal para cada momento y derrochando brillos y más brillos que consiguen que el escenario se ilumine más y más. Y la Boromello es una referencia. Unas bolas navideñas como símbolo perenne de la época ensoñadora que vive Clara. Más realista en el primer acto y más simbólica en el segundo. Esas bolas son el símbolo del mundo de fantasía e irrealidad que vive esa niña que se resiste a crecer y se agarra con fuerza a su mundo simple y cómodo de niña burguesa en 1910. Mónica es maravilla. 

Los elencos van a ir variando pero voy a hablar del que yo he visto. 
Ion Agirretxe es Drosselmeyer, el político y juguetero local que regala el cascanueces a Clarita. Ion es fabuloso y su figura destaca sobre el escenario por la solidez que demuestra en cada momento. Además sorprende con unos cuantos trucos de magia creados por Manu Vera. 



Cristina Casa es Clara, la nena que viajará al mundo de fantasía de la mano de los ratones. Siempre sonriente, Cristina baila correctamente su rol. Cristina es buena, baila bien, sonríe sin parar y cumple su cometido de representar a una niña monísima que viaja como si tal cosa a un mundo de fantasía que no parece sorprenderla mucho y en el que se siente como en una fiesta de cumpleaños en la que ella es el centro. Sin mayores complicaciones psicológicas ni prorofundidad dramática, Cristina sale, baila, sonríe, brilla y enamora. 




Alessandro Riga es el cascanueces, el sobrino guapetón que obviamente lleva a la niña de la mano por el mundo de fantasía. Alessandro es primera figura de la CND. Pues eso, punto. Es la primera figura, baila que te caes de espaldas, sonríe que ilumina el patio de butacas y es guapo hasta dolerle la cara. Chimpún. El galan perfecto. Lo que no sé es cómo aguanta Clara, porque vamos... 
Haruhi Otani y Ángel García son el hada de azúcar y el príncipe. Ambos bailan muy bien y sacan adelante con mucha solvencia el compromiso de encarnar a estos personajes icónicos. Personalmente vi a Ángel más sólido, bailando prodigiosamente, con una capacidad física bestial mientras que Haruhi estuvo un pelín más apagada. Imagino que con una función más sacará el relumbrón que le faltaba. Es cuestión de seguridad, no de capacidad, porque de eso va sobrada. 



Brillantes y divertidos los ratones y la Reina Rata. Fabulosa la danza española (coreografiada por Antonio Pérez Rodriguez) y muy, muy bien resueltas la danza china, la danza rusa, Arlequín y Colombina, la pastoral con unos grandiosos Lucie y Yanier, la danza árabe... El cuerpo de baile reconozco que estuvo algo confuso a ratos, y casi diría que las mujeres transmitían cierta desgana, como que les faltara magia. El brillo que sí tenían al actuar en el primer acto, se diluyó un poco al bailar el segundo. No así lo hombres, que sí mantuvieron el mismo nivelazo todo el tiempo. Bravo Álvaro, Marcos, Rodrigo, Iván... todos. 




El espectáculo es precioso de ver, tiene imágenes de una belleza desbordante. Musicalmente qué te voy a contar. Escenografía fabulosa, vestuario precioso, luz chula y bailarines entregados y técnicamente cada uno cumplió su objetivo. El no querer contar para este montaje con bailarines invitados es por un lado una buena oportunidad para algunos de los bailarines de la compañía de demostrar sus capacidades, aunque por otro lado también deja en evidencia ciertas carencias. El nivel es el que es y está bien. Bien no, es admirable lo bien que bailan TODOS. Creo que hay nivel en la compañía. No una cosa estratosférica, pero sí buen nivel. Pero también te digo que me da pena no ver lucirse a grandísimos profesionales. A ver, en este ballet clásico quizá no haya sitio para artistas más de otros palos, pero para palo el que me da no ver a Agnes, a Isaac, a Daan, a Mar, no ver más a Erez (esa danza árabe, madredelamorhermoso...), o no ver el tremendo potencial de Elisabet en compromisos mayores. A ver, que mola y que es inteligente terminar un ciclo dejando buen sabor de boca y contentando al público, aunque no puedo evitar que el diablillo asome por mi hombro y me haga echar de menos a otros intérpretes grandiosos de la compañía. Todo no se puede, lógico. Y este "Cascanueces" es un espectáculo de mucha altura. Acabar con un gran chimpún es un éxito y este espectáculo va a ser un grandísimo éxito. Magia, ilusión, espíritu navideño..., todo lo que hace la vida más suave está en este "Cascanueces"Y vamos, esto gira por todo el planeta durante mucho tiempo como que me llamo David.
Martínez se despide a lo grande, con un espectáculo sólido y de calidad. Es un resumen de lo que ha Compañía desde que él se hizo cargo. El sitio en el que está la CND es ese. Y además de lo que vemos tiene a otros artistas, intérpretes, creadores, magos, extraterrestres descomunales a los que no veremos en este Cascanueces. La CND está así a día de hoy. Sólo espero que el que tome las riendas de la Compañía esté a la altura del trabajo grandioso que para mi gusto, a nivel de resultados, ha logrado José Carlos Martínez durante estos años.       



 Las impresionantes fotazas son de Carlos Quezada. Otro artista descomunal. Si otra cosa no habrá, pero ARTE en esta Compañía hay para dar y tomar.
      

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