martes, 13 de noviembre de 2018

La casa de Bernarda Alba. Teatro de la Zarzuela.

Federico García Lorca es es autor de "La casa de Bernarda Alba". Él escribió la obra teatral.
Esta Bernarda que podemos ver en la Zarzuela tiene más autores. Lorca, Miquel Ortega y Bárbara Lluch. Y de refilón Rubén Fernández Aguirre. Pero vayamos por partes. 



Lorca veraneaba con su familia en una casa que alquilaban en Asquerosa, un pueblo que obviamente cambió su nombre por Valderrubio. Frente a esa casa vivía una tía de Federico. Al otro lado de un muro delgadito y compartiendo pozo vivían Frasquita Alba y sus hijas. Lorca escuchó cientos de discusiones de Frasquita con sus hijas. Incluso en Asquerosa se contaba una historia bastante parecida a la del hijo de La Librada. Y según contaban, las vecinas el pueblo coreaban por las calles el famoso "carbón ardiendo en el sitio de su pecado". Por si fuera poco, la tía de Federico le contó que en una ocasión ella misma se puso varios vestidos de fiesta que le acababan de coser para dar a Frasquita en los morros tras una discusión de las que llegaban por el patio. Y como remate, el propio Lorca deja claro al comienzo de su obra que "el poeta advierte que estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico". 
Personalmente siempre he creído que un director, cuando decide enfrentarse a un trabajo, toma las decisiones que cree y que le dan la gana. Luego nosotros, espectadores, nos dejaremos tocar o no por esas decisiones, pero la decisión es siempre del director. Bárbara Lluch a decidido seguir las indicaciones de Lorca y recrear un documental fotográfico, llevándonos a una recreación realista (todo siempre tamizado) del patio de la casa de Bernarda. 
Bueno, que me lío. Comenzaré por el principio. 



Rubén Fernández Aguirre es no sólo un pianista con una carrera deslumbrante sino un ser con una inteligencia, una cultura y una sabiduría sólo comparable con su humildad y su carisma. Ah, incluso a tocado en conciertos en los que Lorca ha sido eje central. Bueno pues este ser fue el primer y principal instigador de este proyecto. Si a alguien hay que "culpar" es a Rubén. No sólo eso, sino que en un momento dado del proceso de ensayos, Rubén vio claro que sería mejor para el proyecto si el propio Miquel Ortega se hacía cargo de la dirección musical y en un acto de generosidad envidiable, dejó la batuta en manos de Ortega y él se quedó sentado al piano. ¿Cuánta gente haría algo así pensando en el bien del espectáculo y cediendo el "honor" el lugar de honor en el cartel y en la prensa? A Daniel Bianco se le pusieron los ojos en blanco porque vio en esa idea, una joya. Bianco lleva a Lorca en las venas. No sólo por el mítico montaje de "El público"sino por mil referencias, trabajos y cercanía. Bianco habla con Miquel Ortega, llaman a Bárbara Lluch y ya tenemos el milagro en marcha. 



Miquel Ortega recuerda que con apenas trece años, iba al cole con un libro en la mochila, "La casa de Bernarda Alba". Hace años empezó a componer lo que desde entonces fue una necesidad. Bruno Bruch (Julio Ramos) se encargó del libreto suprimiendo personajes, quitando paja (con todo el respeto, claro), puliendo situaciones y limando diálogos. Tristemente Julio no, pero Miquel sí consiguió terminar la versión sinfónica de "La casa de Bernarda Alba" y estrenarla en Rumanía en 2007. De todas formas, casi desde el principio, Miquel Ortega pensó en esta Bernarda como en una obra de cámara. Musicalmente inspirado en Britten y en su forma de enfrentar ciertas creaciones desde la cercanía y la melodía continua y sinuosa. A pesar de eso, estilísticamente, la presencia de los leitmotivs son la mayor aportación de Ortega. La casa, Pepe, los tres leitmotivs de Bernarda... hacen que musicalmente "La casa de Bernarda Alba" sea una obra personal, original y maestra. Porque esta obra es poderosa en sí misma. La música juega con la melodía y la atonalidad como buenas y sabias armas para conseguir una progresión dramática asombrosa. Los leitmotivs te sitúan emocionalmente en un sitio ideal, porque hacen que sientas antes de que pase nada. Tu cuerpo, sin querer, gracias a su memoria sensorial, oye, escucha, procesa y te pone en el sitio que Ortega quiere y donde debes estar para recibir lo que viene a continuación. Porque esta obra, que juega con la atonalidad pero se basa en la melodía, combina Puccini y Menotti como algo natural y realmente logra estar al servicio de la progresión dramática.Está al servicio de la obra dramática, no al revés. Hay leves mezclas de género y de estilo pero siempre al servicio del drama. Incluso hay cambios estilísticos en cada personaje, alternando las frases cortas y secas de Bernarda con las frases sincopadas de alguna de sus hijas. La música, como el espacio y la luz son un personaje más en el espectáculo. De ahí lo que decía al principio sobre la "autoría". Esta Bernarda tiene varios autores. De momento llevamos dos, Federico y Miquel. 



Nos falta Bárbara Lluch. Lluch es nieta de Nuria Espert. Vamos, casi familia de Lorca. Hija de Nuria y sobrina de Alicia. Teatro en los genes. Tras quince años como ayudante de dirección en Covent Graden, donde ha trabajado con LOS MEJORES, dirigió su primer proyecto en 2017, con "Le Cinesi" en el mismo Teatro de la Zarzuela. Con "la casa de Bernarda Alba" se encuentra con, según sus palabras, "el mejor libreto de la historia". Decide hacer caso a Lorca y para llevar a cabo esta "recreación documental". Llama nada más y nada menos que a Franca Squarciapino para que vista a estas mujeres, a Vinicio Cheli para que las ilumine (con esa luz invisible, que no notas que esté ni que vaya cambiando) y a Ezio Frigerio para que cree un patio que podría ser de la casa de Asquerosa o de una cárcel o de un monasterio. A fin de cuentas, qué diferencia hay. Pero resulta que para más inri, Frigerio debutó en teatro con un montaje de Strelher de..."La casa de Bernarda Alba". 
Para María Josefa, Bianco pensó en Julieta Serrano, gran amiga y grandiosa actriz. 
Julieta Serrano confiesa que a sus años, no hay ningún personaje que sueñe con interpretar. O porque ya los ha hecho o porque ya no los puede hacer. Salvo la María Josefa. Así que la llamada de Bianco fue como un milagro para ella. 
¿No me digáis que este proyecto no estaba predestinado a que lo llevaran a cabo Ortega, Lluch, Bianco, Aguirre, Frigerio o Serrano?    


La puesta en escena es clásica y efectivamente, fotográficamente documental. La grandiosa escenografía de Frigerio (aplaudida al levantarse el telón), acoge a ese rebaño de mujeres, vecinas y criadas de luto, sufrientes, iguales, sometidas, acogotadas, encarceladas, fanáticas y terroríficas. Ellas entran, salen, hacen labores cotidianas y se relacionan entre ellas como si nuestra visión fuera la de  una cámara de seguridad. Lluch ha trabajado con las actrices (incluida Luis Cansino, claro) como si se tratara de un montaje teatral. Han hecho un trabajo de mesa, literario y dramático como si hubieran ensayado un montaje teatral. Han estudiado y decidido aspectos como la temperatura de las habitaciones, la época exacta del año, la hora del día de cada situación, la relación entre cada hermana, aspectos que se trabajan en los trabajos teatrales pero que quizá no se trabajen tan a fondo en óperas o zarzuelas en las que el trabajo musical y vocal ya es tan intenso que no se les puede dedicar el mismo tiempo a estos aspectos, para mí igual de importantes. Pero no da tiempo, es imposible. Yo creo, pienso y siento que una ópera, una zarzuela o un musical son obras de teatro pero encima CANTADAS. Bueno pues esa concepción se ha podido explotar esta vez, quizá llevados porque el origen era Federico o quizá por la concepción del espectáculo de Bárbara Lluch y de Miquel Ortega. Además Lluch evita caer en la tentación de hacer una versión "impactante", de esas que por sí solas te dejan boquiabierto. No, rehuye eso y trabaja al servicio de la obra, del conjunto, del drama, de Lorca.

Tener a Milagros Martín en un elenco es un honor y arrancar la obra con ella, un seguro de calidad. 
Tanto Berna Perles como Angustias (la que se ahoga), Belén Elvira como Magdalena (la que llora), Marifé Nogales como Amelia (la invisible) y Carol García como Martirio (la cheposa) bordan sus papeles. La forma d cantar, de mirarse, de callar, de respirar y de ahogarse es brillante.



Carmen Romeu interpreta una Adela de libro. Fabulosa como actriz, demuestra que para cantar hay que sentir y si uno se toma su trabajo como un trabajo interpretativo y de comunicación, ese trabajo estará relleno de verdad traspasará al espectador que lo vea. Romeu es una cantante/actriz de las que sienten lo que cantan. Incluso si el resultado es imperfecto, si hay alguna mínima incorrección, es justamente lo que hace que su trabajo esté vivo. No digo que cantara mal, ni mucho menos. Al contrario, cantó de maravilla, pero un agudo de pronto algo descontrolado no se nota al oído pero sí da vida al impulso de Adela. Es como cuando escuchas un live de la Callas. Una nota trémula, un descontrol leve hacen que eso cobre vida, porque de lo académico se salta a lo real. Y lo real es lo vivo. Lo académico, para las grabaciones. Fabulosa. 



Luis Cansino se llevó una de las grandes ovaciones de la noche. Merecidísima, claro, porque canta como dios, con una voz amplia y madura. Y su creación de una Poncia fresca, echada palante, confidente y madre fue histórica. No recrea a una mujer, sino que actúa como una mujer. Se siente mujer y se siente amiga, protectora, valiente y hermana. Una Poncia que se atreve a retar a Bernarda y de hablarle de tú a tú quizá porque ella sea la única que conoce el gran secreto de Bernarda. Es posible, es un gran punto de partida. ¿Quién sabe si, como decía la Sardá, Poncia y Bernarda no sean hermanas, Poncia hija bastarda del mismo padre y que por eso Bernarda le consiente todo? Me parece un punto de partida maravilloso. Y Cansino vocalmente lo borda y escénicamente también. 



Julieta Serrano grita desde fuera del escenario. Así comienza la función. Y tu corazón da un vuelco. Desde ese punto, todo es un no parar. Julieta está SU-BLI-ME. Es la María Josefa más madura, inteligente y amorosa que he visto jamás. Generosa y perfecta en cada gesto. Una maestra de entrega y de capacidad.  



Nancy Fabiola Herrera está fantástica. Vocalmente es una bestia, tiene unos graves profundos y redondos y en la zona alta se maneja con soltura y poderío. Escénicamente tiene una presencia inolvidable, camina con un peso brutal y domina con la mirada. Simplemente su imagen transmite ya la crueldad de la madre que haciendo lo que cree mejor para sus hijas, las destroza y provoca el drama. Fabulosa.¿No os recuerda a Cándida Losada, con esa cara de perra mala? ¿Y si digo que en el montaje quedirigió Bardem el año 64 Julieta Serrano hacía de Adela...?

La noche del estreno ocurrió una cosa mágica que yo echo en falta siempre. Lo normal es que cuando empieza a caer el telón haya un ansioso/ansiosa que quiere ganar la medalla al espectador avispado y arranca a aplaudir como si fuera el único que se ha enterado de que eso es el final. Bueno, pues el otro día bajó el telón, terminó la música, dejó de oírse el eco de la última nota, flotó por el aire el silencio necesario para que todos bajáramos al mundo real y ya de nuevo en la butaca, arrancaron los aplausos. Creo que la música y el teatro necesitan que como espectador regreses a tu butaca. Lo que oyes o ves provoca unas sensaciones y emociones y lo que has experimentado tiene un eco. Provoca un eco, un recuerdo, una reverberación emocional que es necesario que se extinga para poder reaccionar. El que aplaude cuando el telón está cayendo y la música sonando es que lo ha visto desde fuera. 

Esto totalmente convencido de que este espectáculo va a ser unos de mayores pelotazos de esta temporada del Teatro de la Zarzuela. Siempre he dicho que este género está en la UCI y que la única forma de acercarlo a la gente, al siglo XXI es "retocando" los libretos y con las direcciones de escena. Es el pequeño margen que hay para dar una visión de hoy y atraer a un público nuevo y regenerador. Si a eso le unimos la experimentación nuevas obras, como esta joya de "Bernarda Alba", el éxito y la supervivencia están aseguradas.

Y como no me puedo callar nada, ahora voy con lo que NO me gustó. Mejor dicho, con lo que yo habría hecho de otra forma si yo lo hubiera dirigido, jajaja.
No me gustó, según me han contado, que al parecer, cuando se abre el portón... no se ve nada desde los laterales. Vamos, que el final... desde los laterales no se ve, porque las puertas lo tapan. 
No me gustaron ciertas decisiones del libreto. Para mí hay frases como "Me sirves y te pago. Nada más" de Bernarda a Poncia. Lo eché de menos. "Me sirves y nada más" no es lo mismo. Como el famoso "Me vais a soñar" de Bernarda. Es una frase icónica. Es como hacer un Hamlet y quitar el "algo huele a podrido en Dinamarca".
Si yo fuera el director... habría intentado entreactos sin bajar el telón, sólo con luz. 
Recnozco que estamos ante un medio distinto al teatro y a la literatura y que cada medio necesita un lenguaje y unas normas distintas. Reconociendo que el libreto es bueno y que respeta sobre todo el espíritu de la obra original, echo en falta el sonido de las palabras de Federico. En sus obras no es sólo lo que dice sino las palabras y la musicalidad que ellas tienen para contar lo que cuenta. El sonido de las palabras de Lorca, su cadencia, su sonoridad, es un lástima que en cierta medida se pierdan en esta versión. Pero es lógico que no se pueda hacer tal cual él la escribió.   
Si yo fuera el director no había puesto los ladridos de los perros ni los cascos de los caballos. Una vez creada y asumida la convención de que se habla de cosas y no tienen por qué oírse, el público las acepta enseguida. es un acuerdo entre el escenario y el público asumido y habitual. Los sonidos en off a mí me descolocan, me suenan irreales. Como me sonaban rarunos los relinchos cada vez que salía un caballo en "Curro Jiménez". 

Pues nada, todos como locas a la Zarzuela, porque de este espectáculo se va a hablar y aún puedes ser de los afortunados que digan "yo estuve allí". 

Las fotacas son de Javier del Real, como siempre, asombrosas. 
La foto de arriba es de una habitación real de la casa real de Frasquita Alba. Los pelos como escarpias






               
       

domingo, 4 de noviembre de 2018

El cascanueces. Compañía Nacional de Danza.

Las decisiones que toma un director son incuestionables. Él o ella dirige y él o ella decide qué quiere contar y cómo. Los demás sólo podemos aceptar esas decisiones y dejarnos hacer para ver si esas decisiones nos tocan. 



José Carlos Martínez se despide de la CND contentando a todo el mundo. Y monta un "Cascanueces" en el que no hurga en la psicología de los personajes ni en la complejidad de las situaciones. Clara simplemente recibe como regalo un cascanueces y ese muñeco hace que en sueños viaje por un mundo de fantasía. Punto. Cada uno es muy dueño de meterse en los berenjenales que quiera y José Carlos Martínez ha elegido despedirse entre sonrisas, buen gusto, belleza y suavidad. Y ese objetivo lo logra con creces, porque "El cascanueces" de la Compañía Nacional de Danza es precioso de ver y de gozar y te deja un sabor de boca azucarado y relajante.



"El cascanueces" es un ballet estrenado en 1892, con música de Chaikovski y coreografía de Ivanov y Petipa, quien también se encargó del libreto. La partitura es una sucesión de piezas hiperfamosas e hipermagistrales. En el foso, Manuel Coves se encarga de sacar el máximo brillo a los artistazos de la orquesta titular del Real. El mismo optimismo naif que vemos sobre el escenario está en cada nota que arranca el maestro Coves de los grandes músicos del foso. Juego, picardía, lirismo y mucha variedad cromática. Impecable tanto Manuel Coves como la orquesta. 
Mónica Boromello se ocupa de la escenografía, Olga García Sánchez la ilumina y los bailarines van vestidos por Iñaki Cobos. La luz es perfecta y ayuda a crear ese ambiente irreal que inunda en todo momento el escenario. Iñaki Cobos crea un vestuario fastuoso, absolutamente maravilloso, usando la paleta de colores ideal para cada momento y derrochando brillos y más brillos que consiguen que el escenario se ilumine más y más. Y la Boromello es una referencia. Unas bolas navideñas como símbolo perenne de la época ensoñadora que vive Clara. Más realista en el primer acto y más simbólica en el segundo. Esas bolas son el símbolo del mundo de fantasía e irrealidad que vive esa niña que se resiste a crecer y se agarra con fuerza a su mundo simple y cómodo de niña burguesa en 1910. Mónica es maravilla. 

Los elencos van a ir variando pero voy a hablar del que yo he visto. 
Ion Agirretxe es Drosselmeyer, el político y juguetero local que regala el cascanueces a Clarita. Ion es fabuloso y su figura destaca sobre el escenario por la solidez que demuestra en cada momento. Además sorprende con unos cuantos trucos de magia creados por Manu Vera. 



Cristina Casa es Clara, la nena que viajará al mundo de fantasía de la mano de los ratones. Siempre sonriente, Cristina baila correctamente su rol. Cristina es buena, baila bien, sonríe sin parar y cumple su cometido de representar a una niña monísima que viaja como si tal cosa a un mundo de fantasía que no parece sorprenderla mucho y en el que se siente como en una fiesta de cumpleaños en la que ella es el centro. Sin mayores complicaciones psicológicas ni prorofundidad dramática, Cristina sale, baila, sonríe, brilla y enamora. 




Alessandro Riga es el cascanueces, el sobrino guapetón que obviamente lleva a la niña de la mano por el mundo de fantasía. Alessandro es primera figura de la CND. Pues eso, punto. Es la primera figura, baila que te caes de espaldas, sonríe que ilumina el patio de butacas y es guapo hasta dolerle la cara. Chimpún. El galan perfecto. Lo que no sé es cómo aguanta Clara, porque vamos... 
Haruhi Otani y Ángel García son el hada de azúcar y el príncipe. Ambos bailan muy bien y sacan adelante con mucha solvencia el compromiso de encarnar a estos personajes icónicos. Personalmente vi a Ángel más sólido, bailando prodigiosamente, con una capacidad física bestial mientras que Haruhi estuvo un pelín más apagada. Imagino que con una función más sacará el relumbrón que le faltaba. Es cuestión de seguridad, no de capacidad, porque de eso va sobrada. 



Brillantes y divertidos los ratones y la Reina Rata. Fabulosa la danza española (coreografiada por Antonio Pérez Rodriguez) y muy, muy bien resueltas la danza china, la danza rusa, Arlequín y Colombina, la pastoral con unos grandiosos Lucie y Yanier, la danza árabe... El cuerpo de baile reconozco que estuvo algo confuso a ratos, y casi diría que las mujeres transmitían cierta desgana, como que les faltara magia. El brillo que sí tenían al actuar en el primer acto, se diluyó un poco al bailar el segundo. No así lo hombres, que sí mantuvieron el mismo nivelazo todo el tiempo. Bravo Álvaro, Marcos, Rodrigo, Iván... todos. 




El espectáculo es precioso de ver, tiene imágenes de una belleza desbordante. Musicalmente qué te voy a contar. Escenografía fabulosa, vestuario precioso, luz chula y bailarines entregados y técnicamente cada uno cumplió su objetivo. El no querer contar para este montaje con bailarines invitados es por un lado una buena oportunidad para algunos de los bailarines de la compañía de demostrar sus capacidades, aunque por otro lado también deja en evidencia ciertas carencias. El nivel es el que es y está bien. Bien no, es admirable lo bien que bailan TODOS. Creo que hay nivel en la compañía. No una cosa estratosférica, pero sí buen nivel. Pero también te digo que me da pena no ver lucirse a grandísimos profesionales. A ver, en este ballet clásico quizá no haya sitio para artistas más de otros palos, pero para palo el que me da no ver a Agnes, a Isaac, a Daan, a Mar, no ver más a Erez (esa danza árabe, madredelamorhermoso...), o no ver el tremendo potencial de Elisabet en compromisos mayores. A ver, que mola y que es inteligente terminar un ciclo dejando buen sabor de boca y contentando al público, aunque no puedo evitar que el diablillo asome por mi hombro y me haga echar de menos a otros intérpretes grandiosos de la compañía. Todo no se puede, lógico. Y este "Cascanueces" es un espectáculo de mucha altura. Acabar con un gran chimpún es un éxito y este espectáculo va a ser un grandísimo éxito. Magia, ilusión, espíritu navideño..., todo lo que hace la vida más suave está en este "Cascanueces"Y vamos, esto gira por todo el planeta durante mucho tiempo como que me llamo David.
Martínez se despide a lo grande, con un espectáculo sólido y de calidad. Es un resumen de lo que ha Compañía desde que él se hizo cargo. El sitio en el que está la CND es ese. Y además de lo que vemos tiene a otros artistas, intérpretes, creadores, magos, extraterrestres descomunales a los que no veremos en este Cascanueces. La CND está así a día de hoy. Sólo espero que el que tome las riendas de la Compañía esté a la altura del trabajo grandioso que para mi gusto, a nivel de resultados, ha logrado José Carlos Martínez durante estos años.       



 Las impresionantes fotazas son de Carlos Quezada. Otro artista descomunal. Si otra cosa no habrá, pero ARTE en esta Compañía hay para dar y tomar.
      

lunes, 29 de octubre de 2018

Generación WHY. Teatro en Vilo.

El teatro es algo tan mágico e intangible, que a veces basta un gesto o una mirada para que se produzca el milagro. Y en "Generación Why" hay uno bestial
Pero mejor empiezo por el principio. 



Andrea Jiménez García nos recibe, convertida en una voz en off, casi como la voz de un dios o de nuestra conciencia y nos presenta a tres mujeres, tres actrices, tres chicas en torno a los treinta, que van a participar en el espectáculo que vamos a ver. Y aparecen Chiara Goldsmith, Noemí Rodriguez y Roisin O'Mahony en escena. Una a una, porque son individuos. Bailando porque son felices. Mientras nos cuentan un poco su trayectoria hasta aquí, porque tienen un pasado y son un presente. 
Pero esa imagen happy, esa energía positiva, optimista y brillante de alguien que disfruta de su presente de pronto se tambalea cuando las someten a una pregunta en apariencia simple o inofensiva: ¿qué quieres para tu futuro? 

Chiara, Noemí y Roisin bucearán por sus pesadillas, verán que soñar es jodido cuando lo que se espera de ti es indefinido y que si la herencia que les dejaron sus padres está tan envenenada como un bombón el 28 de diciembre. 



Porque la generación anterior, la que ronda los 50, la que nació en el famoso año 68, el del mayo, el de los jipis (viene así en la RAE, lo juro), el del me la chupas y te debo una, no dejó un mundo muy colocado que digamos. Aunque tampoco lo hizo (lo hicimos) tan mal. Como todos, hicimos lo que pudimos. Y así está el mundo. Y así están ellas, con una sensación de responsabilidad que las aprisiona, con una sensación de que deben hacerlo bien y enderezar el mundo caótico que les hemos dejado y con el que no pueden. 
Yo soy de esa generación y también sentí lo mismo. Y sentí la misma responsabilidad. Y sentía que estaba en mí mejorar el mundo. Supongo que quizá nos pasa a todos cuando pasamos del jijijaja a ver que tenemos que pagar un piso, tener un curro y que el futuro ya es el presente. ¿Madurar? ¿Hacerte dueño de tus responsabilidades? 
La vida es ir cambiando el banco en el que te sientas en la iglesia. Empiezas en brazos de tus padres al bautizarte, luego entras estirado el día de la comunión, luego te sientas en el banco de los amigos de los novios, luego en el de los amigos del bautizado, luego en el de los hijos del padre muerto y después en el del viudo/viuda para acabar siendo de nuevo el prota.
Estas tres actrices están cambiando de banco y sienten una angustia y una ansiedad de esas que te cortan la respiración o que te hacen salir corriendo, como Roisin. Bueno, las tres no, las cuatro, porque Andrea, desde su aparente lugar de poder, tampoco sabe manejarlo con la soltura que ella esperaba y también termina sorteando imprevistos e improvisando soluciones. Como hacen ellas, como hacemos todos, como hace la generación why, la X, la grunge, la perdida, la del 27, la mía y la de mis abuelos. Porque finalmente ellas verán que bastante tenemos con el presente como para preocuparnos por el futuro. Ese final luminoso nos salva. Las salvaa ellas y nos salva a los demás porque es verdad; si quieres ser Julieta, serás Julieta. Y si ahora no sabes, da igual, vive el ahora. Que con vivir tenemos bastante.



Miguel Ruz ilumina de maravilla el escenario casi desnudo que viste María José Martínez con un par de elementos y ya. Andrea Jiménez dirige a estas tres bestias pardas de los escenarios y crea con muchísima solidez un espectáculo vibrante, luminoso, tierno, amargo, positivo y muy conmovedor. Manejar el ritmo, dosificar los mensajes, frenar en el momento preciso y transmitir la transcendencia del recado mediante la aparente intrascendencia de la forma es un reto durísimo. Y Andrea demuestra un dominio abrumador. 



Chiara y Soisin son una pareja perfecta, tienen un poderío aplastante y un morro increíble. Se mueven con soltura por la farsa, la ternura o el dramón. Y todo de maravilla. Por Noemí Rodríguez siento debilidad. Si en "Interrupted" se metía la público en el bolsillo, en "Generación Why" vuelve a hacerlo pero sin egoísmos ni chupando cámara. Es que Noemí es un manual de registros. Es incapaz de sentarse en el suelo de forma normal, ALGO hace que convierte es simple gesto en un puro desparrame. Su monologo en el que habla de lo que soñaba y lo que ha conseguido, de lo que le gustaría ser o tener o desear en el futuro y la realidad es de una amargura y de un descojone digno de Buster Keaton. Te dice con toda naturalidad y desde la verdad más absoluta que le gustaría "tener mucho, pero saber conformarse con poco" y se queda tan ancha. Es de una amargura casi dolorosa y de una ingenuidad casi igual de dolorosa. Es un ser PRIVILEGIADO y de una inteligencia DESCOMUNAL. Ya querría yo pa mí un mínimo del talento que tiene esta mujer. 



El momento turbante (no quiero desvelar nada) en el que se encuentran el futuro soñado con el presente conseguido es de una dureza aplastante. Ayudada por una luz hermosa y una réplica generosa, Noemí consigue que desaparezca la sala y te metas es un mundo real, amargo y desolador. El de los sueños que se han dado de morros con la puta realidad.  


 Ah, el momento que decía al principio es uno muy sencillo pero desolador. 
Andrea dice algo sencillo: "a veces pienso que el verdadero valor es mirar y dejarse mirar". Y en ese momento Chiara y Noemí giran lentamente sus cabezas y miran durante un instante mínimo al público. A oscuras. Y a mí en ese momento el alma se me resquebrajó de arriba a abajo. 
Eso es el milagro del teatro. 

            

sábado, 20 de octubre de 2018

FIRCO. Teatro Circo Price.





Si la danza es una de las artes escénicas peor tratadas, el circo ya ni te cuento. Quitar de la mente del público la imagen de los tigres enjaulados, de los números apolillados y de la falta de creatividad está costando un esfuerzo gigantesco. Quizá los más valientes hayan ido alguna vez a gastarse un pastizal en el Circo del Sol y puede que algún aventurero (entre los que afortunadamente conozco a bastantes) vaya habitualmente al circo. Ah, que conste que me gusta El Circo del Sol. Pero como la auto crítica creo que es positiva y que no siempre la culpa de los errores es de los demás, también hay que decir que la promoción de sitios como el Price siempre ha dejado mucho que desear. No hay forma de enterarse de lo que pasa en el Price a no ser que tú estés encima. Hay cero promoción de los eventos, cero intención de convertir el circo en algo moderno, divertido y atractivo. No hay interés por atraer a un público nuevo. Así es muy difícil crear afición y llenar el Price. Por eso artistazos como Alexander Weibel tienen que irse por ahí a buscarse la vida. O sitios míticos como la escuela de circo Carampa luchan contra viento y marea por seguir desarrollando a gente con un talento infinito. Si esto pasa entre los propios y principales interesados, ni te cuento ya con las instituciones a las que la cultura se la pela y la cultura circense (esa de los elefantes y los payasos tristes) infinitamente más.
¿Os suena lo de los bailarines que tiene que irse al extranjero a trabajar y algunos a triunfar? Pues multiplica.   




En medio de este panorama, surgen propuestas como Circontinentes, asociación de amantes del circo de varios países (creo que todos iberoamericanos) para defender, potenciar y promover el intercambio cultural entre países que compartimos a veces un idioma, a veces una raíz y siempre un hermandad. Es normal que cuando uno está en peligro, busque la ayuda y el apoyo de sus afines.  
La primera y principal actividad ha sido crear este festival de circo. Las condiciones para participar eran muy claras: presentar números de corta duración (de 6 a 12 minutos) ser una compañía de 1 a 3 componentes de los cuales al menos el 50% debían ser iberoamericanos y de entre 18 y 35 años.
¿El objetivo? Hacerse fuertes en el panorama internacional, presentar números con lo mejor de lo mejor de lo mejor y demostrar que el circo que se hace en Iberoamérica es de primer nivel y sus artistas, auténticos salvajes. Y de paso, hacer ver que el circo puede ser divertido, emocionante, arriesgado y vibrante. 

El festival se compone de dos galas en las que participan cada día ocho artistas de los cuales cuatro pasarán a la final del domingo. Un jurado experto será quien juzgue a esos artistas. Además, habrá un premio del público votado por los espectadores. Las galas las presentará nada más y nada menos que Inma Cuevas, intentando también de esa forma acercar el circo al público. La presencia de Inma es un puntazo que a la gente le encanta y además permite que disfrutemos de ooootra faceta más de esta grandiosa actriz.

Aquí iré añadiendo lo que suceda cada día. De momento voy por la GALA 1.    





Totó de Chile presentó un numerazo de malabares. Si alguien pensaba que había visto todo con las mazas es que no ha visto a Totó. Un auténtico salvaje que no es que haga ochos con cuatro mazas, es que hace dieciseises con seis mazas. Lo nunca visto. 

El dúo Requiem, de Colombia nos dejó a todos con el corazón encogido. Riesgo, belleza, tensión y una forma de llevar al límite un número de straps como NUNCA ANTES HABÍAS VISTO.

El español Dannyzoo hizo un número que mezclaba verticales y break dance de morirte. Si todos ellos cuidan la puesta en escena como un elemento VITAL a estas alturas de la vida, Dannyzoo incluye elementos casi de danza contemporánea y consigue que se te caigan las lágrimas de la belleza que hay en el escenario. 

Lucas Escobedo, también español, hizo un número original de pelotas de rebote en el que buscaba rizar el rizo en cada movimiento. Y coño si lo conseguía. 

Duo2Filles de Brasil pusieron al público en pie. Su número de cuadro aéreo no sólo era arriesgadísimo, sino que tenía su historia. Meter algo de dramaturgia en un número De circo hace que crezca y llegue más. Es una disciplina escénica y como tal, debe contar con otras para potenciarse. Suele cuidarse la música, pero tener una "historia" y una puesta en escena teatral es algo vital. 

Fernanda Sumano trajo desde Méjico un número de hula hop solvente y divertido. Ella es autodidacta y te digo que hay que quitarse el sombrero. Su número es difícil de narices y ella domina el escenario. Quizá algún guiño humorístico estuvo fuera de lugar, pero bueno, eso son apreciaciones personales.

De Cuba vino Hermes Pompa y arrasó. Nos dejó a todos boquiabiertos con un número bestial, precioso y emocionante en el mástil aéreo, una especialidad no muy habitual pero arriesgadísima y de una belleza acojonante. 

Cerró la gala el Dúo Laos, desde Argentina. Un número de mano a mano sensual, vibrante y asombroso. Como dice una amiga mía... "se nos pusieron los pelos de gallina". Riesgo, elegancia y emoción. 

GALA 2.



Julia y Lianna vinieron de Méjico y Colombia par hacer un número de cuerda volante y voz en el que además intentaban concienciar al público de las injusticias históricas a las mujeres. Sororidad, empoderamiento y justicia. Circo y mensaje. Entretenimiento y lucha.

Bastian, de Chile hizo un numerazo IMPRESIONANTE de mazas. Cien por cien original y bellísimo en el que además mezclaba pasos de danza con una forma novedosa de tratar a las mazas. He visto miles de números de mazas, pero como este, ninguno. Hipnótico y bello.

Sofía Speratti, argentina, hizo un número de verticales original y en el que iba de menos a más con inteligencia. Danza gimnástica y dificultad. Brava.

Iara Gueller, brasileña que estudia en Bélgica deslumbró con un numerazo de aro aéreo asombroso. Impecable en la ejecución y de altísimo riesgo, nos dejó a todos flipados.

De Perú llegaron el Dúo Vitalys. Mano a mano, el más difícil todavía. El público en pie aplaudiendo sin parar. Muy mal se tiene que dar para que no ganen. Al menos el premio del público parece claro. ASOMBROSOS.

Tripotes la Compagnie, españoles con un número de báscula divertido y arriesgado. 

Aimé Morales se metió al público en el bosillo con su número de aro. Hiperdifícil, precioso visualmente y con una puesta en escena currada y muy, muy chula. Un numerazo de una profesionalidad asombrosa. Bravo, Venezuela.

Javier Varela vino de Chile para hacer un número de trapecio fijo.      
A LA FINAL ACCEDIERON:


Aimé Morales.
DannyZoo.
Dúo Vitalys.
Tripotes la Compagnie.
Dúo Requiem.
Hermes Pompa.
Dúo Laos.
Düo2Filles.



Mucha suerte a todos, aunque ganar es lo de menos. El objetivo es acercar más el circo al público y en eso TODOS habéis ganado.



En las dos galas se cuenta con la presencia de una artista invitada. Y como yo soy así, que no me callo nada, debo decir que tanto la orquesta que tocaba en directo no me gustó nada, esta artista tampoco. Me explico: la orquesta toca bien, mola lo de la multiculturalidad (a ver cuándo aprendemos que en la mezcla está la riqueza y en la variedad el crecimiento)  pero la elección de las canciones me pareció fuera de lugar. Y llamar a una artista rusa para unas galas en defensa del circo iberoamericano tampoco me cuadra. Nata Galkina es bestial, y su número de antipodismo es un gustazo. No es por eso, es porque creo, aunque parezca "chauvinista" que debería haber sido un artista iberoamericano. Personalmente me parece una lástima tener a Alexander Weibel entre el público y que no actúe (y haga ver que se puede triunfar en el mundo del circo) o incluso... podían haber llevado como artistas invitados a jóvenes que estén estudiando ahora mismo. Aunque lo que hagan no sea asombroso, da igual. Pero así veríamos que HAY GENERACIONES JÓVENES amantes del circo. Además, la artista rusa hizo exactamente el mismo número los dos días. No sé, pero hay que pensar que mucha gente fuimos los dos días y tanto las bromas como los números o las canciones, si son las mismas todos los días, pierden interés.        




Yo siempre he creído que en el mundo del circo, el error no es para tanto. Quiero decir que hacer un número sin fallos es importante, claro que sí, pero si a un malabarista se le cae una maza o una pelota no pasa nada. El fallo es normal. Lo difícil es atreverse a hacer algo tan bestial como lo que ellos hacen. Obviamente en los ensayos, el 99% de las veces, les saldrá todo. Sí. Pero que en la actuación haya un fallo no importa, importa el valor y el querer llevar tu disciplina artística al límite. Ese afán de superación, el buscar le más difícil todavía es la verdadera esencia del circo. Por eso pase lo que pase con los resultados y con los premios, para mí todos son ganadores, porque dedicar tu vida al circo, a emocionar al  público, a buscar el riesgo, a rozar el peligro, a querer ir más allá y a vivir para estremecer al que te mira, eso para mí es de ganadores. 





miércoles, 17 de octubre de 2018

Romancero gitano. Teatro de la Abadía.

Poder presenciar historias de amor intensas y vitales como la que han forjado Nuria Espert, Lluís Pasqual y Fedrico García Lorca es un lujo que esta época convulsa y envidiosa nos ha permitido disfrutar. 
Lo que podemos ver en la Abadía es el nuevo hijo nacido de esta historia de amor. De amor necesario, de amor imperecedero, de amor desbocado e hiperbólico y de amor que sobrevuela el paso de los años. Este "Romancero gitano" es como volver al origen. Tras "La oscura raíz", "Haciendo Lorca" y "La casa de Bernarda Alba" vuelven a reunirse tres seres que pese a haber navegado solos en muchas ocasiones, estaba escrito que tendrían que volver a reunirse. Porque hay amores y necesidades que son inevitables. Nuria ha viajado con Federico, Lluís ha viajado con Federico también y Federico ha viajado con muchos y muchas. Pero juntos, este trío es amor puro y necesario. 
Los amores necesarios de verdad no necesitan de aderezos ni de adornos. Una flor lo dice todo, un apretón de manos, un beso en el momento preciso o sentir juntos y por igual un aria de ópera pueden ser muestras del amor más hiperbólico e inevitable. Porque amar es estar y es ser. Por eso el escenario está vacío de aderezos o de palabras sobadas y desgastadas. Un escenario vacío y Nuria haciendo resonar las palabras de Lorca. Simplemente unas butacas. Fuera cuarta pared y leches. Aquí sí de verdad. Porque esto es entre tú y yo, entre iguales. "Te voy a contar una historia". Por eso el escenario es el patio de butacas por del revés. There's no greater love.  



A Federico le gustaba leer sus poemas a sus amigos. Quería ver sus reacciones y comprobar el efecto que producían sus palabras al sonar en voz alta y llegar al otro. Eso es sencillamente lo que pasa en la Abadía, que las palabras de Fedrico vuelan por el aire en la voz de Nuria y nos llegan directas al corazón, a los entresijos y al hígado como peces luna. 
En cierta ocasión, con motivo de una conferencia que Lorca pronunció en 1935, escribió también una introducción a cada uno de los poemas de su "Romancero gitano". Esos textos, junto con pequeñas "chispitas" de las experiencias personales de Nuria en sus acercamientos a Lorca, son la base de este hermoso trabajo. 

Pero vayamos por partes. Nuria habla por boca de Federico. Siente tal conexión y su nivel de comprensión de los textos de Federico es tan profundo y certero, que siente que habla con el ritmo interno de Federico. Incluso cuando interpreta al rey Lear, la forma de hablar, el ritmo de las palabras, es el ritmo del latido de Lorca. La verdad de las palabras está en ese latido interno. A eso hay que añadir que tanto Nuria como Lluís sienten que los poemas de Lorca, aun siendo poemas, son como pequeñas obras de teatro. O podrían serlo. Por eso, estudiando bien los textos (o simplemente leyéndolos con los ojos del amor en vez de con los ojos del entendimiento) se puede descubrir qué personajes intervienen en cada poema, cuándo habla cada uno y hasta las répilcas a los demás personajes. Ese tratamiento de los textos desde la máxima profundidad y compenetración hacen que lo que Nuria nos cuenta no sean "los-poemas-del-Romancero-gitano" sino directamente lo que Fedrico nos quería transmitir en cada poema. Lo que vemos no es un recital, ni siquiera un recital glorioso ni un recital mágico sino que es sencillamente un diálogo entre Federico y nosotros y nuestros corazones. Y la forma que tiene Nuria de acercarse a eso textos es simplemente magistral.



Hay quien dirá que utiliza muchos recursos y hay quien dirá, como yo, que lo que hace es llevar su compromiso con la escena a sus últimas consecuencias. Con un leve gesto, ensancha su voz, descuelga los hombros, clava la mirada y se transforma en todos los personajes del poema e incluso dialoga entre ella y ella misma. Y de pronto se quiebra y es La madre, o se vuelve a quebrar y es Yerma o Doña Rosita. Me da igual si se lo cree o no, si usa recursos de dama sabia del teatro, el caos es ue el efecto que debe conseguir, que es que yo en mi butaca me lo crea, eso lo consigue y yo la veo mutar. Delante de tus morros. Con profesión se puede dar el pego, pero sin corazón y sin el compromiso total con el hecho escénico no se traspasa, no se consigue que todo el teatro llore estremecido al oír "Con un cuchillo, con un cuchillito..." o al menos en mi caso, al comprender por primera vez en mi vida el significado del Romance Sonámbulo. Y mira que a Federico me lo tengo estudiado, requeteestudiado y asimilado. Pero Nuria nos lleva un paso más allá.
Y si Nuria habla por boca de Federico, Lluís Pasqual ES Federico. No voy a explicar aquí por qué, ni voy a contar lo del nacimiento, lo de Gonzalo (el ángel que ilumina) ni nada. TODO está en esa joya literaria y vital que es "De la mano de Federico", libro en el que Pasqual habla de y desde Federico. 
Así que si juntamos la voz de Federico y el espíritu de Lorca, ¿qué puede salir? Magia. Un viaje en el tiempo, amor. 

Pascal Mérat ilumina el espacio como si fuera un rincón del corazón. La luz y las sombras laten, respiran, iluminan y ocutan deseos, sueños, frustraciones, navajas, lunas y amores. Y Roc Mateu les pone sonidos a esas lunas. Los mismos sonidos nacidos de la necesidad y el amor. Un toque de guitarra, una pandereta o un simple zumbido.
Si alguien espera batas de cola, guitarras, gitaneo y referencias de esas que los limitados llaman "lorquianas" mejor que se quede en casa. Este montaje es lorquiano cien por cien porque no hay nada más "lorquiano" que sumergirte sediento en sus palabras y dejar que te mojen. Eso es lo que han hecho Nuria y Lluís. Alejarse de estereotipos, de clichés, de tópicos y de cadenas y dejarse llevar. Reconocer que todos tenemos peces luna en nuestras vidas. Y cuchillos. Que no hay nada más revolucionario ni más estabilizador que el amor. Que vivimos para amar y que ellos dos, Lluís y Nuria son amor. Y es que "Romancero gitano" tiene poco de Andalucía. A ver s, sí, es Andalucía, pero es amor, es muerte, es soledad, es pena, una pena mu grande, mu interna y mu desoladora. 




Imagino, supongo, sospecho que quizá Nuria necesitaba volver a casa tras el azote de "Incendios" y Lluís también necesitaba volver a casa tras el golpe de estado de este verano. Los dos se han vuelto a reunir con el tercer amante, Federico y entre los tres han vuelto a hacer un acto sencillo, delicado y estremecedor. Algo tan revolucionario como sencillo. Un acto de amor. Los dos se han cobijado en un nido seguro y calentito, en las palabras y los remolinos de Lorca. Los unos arropados en los otros y los otros en los unos.Y encima lo rematan con el "Soneto de la dulce queja", un grito desesperado de necesidad de amar, un grito al universo que sólo se lanza desde el conocimiento del amor necesitado, el que se sacia con un gesto sencillo. El mayor amor imaginable se contenta con un abrazo, con un paretoón, con una sonrisa o un "te quiero " bajito, dicho al oído. O dejándome ser la sombra de tu perro. Como colofón, el "Grito hacia Roma", ese alarido frente a la injusticia de la Iglesia y su falta de amor hacia el ser humano total. Un vómito a la altura de un Koltés bravo y suicida. Un ajuste de cuentas con la INJUSTICIA, LA FALTA DE VISIÓN, LA FALSEDAD y la mierda que embarra a los que van de dignos. Quizá los dos gritos más desgarrados y desgarradores de Federico; el grito al amor y el grito a la injusticia.  



Puede que como espectáculo teatral no pase a la historia; nada es epatante aunque todo es excelso. Y vivimos una época en la que un fisting vale más que un soneto y una buena vídeoproyección conmueve más que una sola palabra de Federico. Así que todo seguirá igual después de este "Romancero gitano", aunque en la oscuridad de la sala los cuerpos se ondulen con las palabras de Lorca y los cuerpos sientan que pueden "bordar una rosa en la uña de un niño recién nacido". Yo no soy el mismo que era antes de entrar. He comprendido cosas, he colocado otras, he perdonado muchas pendientes y me muero de amor como nunca. 
Repetiría todos los días de mi vida, porque las palabras de Federico en boca de Nuria y con la intención de Lluís sanan. Gracias por este espectáculo.

Y chico, como si no lo digo reviento, mejor lo suelto. De paso, Nuria y Lluís han demostrado que el original es infintamente mejor que la copia, que el maestro entiende y el mediocre desbarra y que mueve más un ceño relajado y un aria de Saint-Saëns que una plantilla vacía.     



           

martes, 9 de octubre de 2018

Tierra Baja. Teatro de la Abadía.

El comentario de un espectáculo en el que empleé menos palabras fue uno que me llevó exactamente... dos. 
Para hablar de "Tierra baja" no voy a emplear demasiadas. Porque hablar de este espectáculo es como intentar explicar un atardecer en el mar. Es algo que sucede poco a poco, que te inunda el espíritu sin que te des cuenta y cuando quieres bajar a la Tierra, ya ha pasado.



Sobre "Tierra baja", su importancia en el mundo de la literatura universal, su estilo, toda la simbología que encierra, su dimensión teatral y su peso específico como texto se ha escrito muchísimo. Hay interminables estudios y artículos desgranando todas las capas de este texto de Ángel Gimerá y no voy a ser yo el listillo que intente ni siquiera acercarme a la profundidad y profesionalidad de quienes ya han escrito. 

Yo creo, estoy convencido, es mi filosofía, que cuando uno decide trabajar un texto y exponerlo ante el público, tiene que ser por una necesidad. Quien decide escoger un texto concreto, investigarlo, estrujarlo, trabajarlo, definirlo, delimitarlo, y exhibirlo tiene siempre que ser porque necesite hacer eso en concreto, con ese texto en concreto y de esa forma en concreto. Mañana quizá será otra, pero hoy día D, hora H es esta concreta. Y creo que Lluís Homar necesitaba hacer este trabajo ahora. En este momento de su vida.
Ya en el año 90 interpretó a Manelic en un montaje histórico dirigido por un ángel, Fabiá Puigserver. Punto. Todos en pie. 



Casi 25 años después, Homar, junto con Pau Miró, agarran de nuevo este texto, lo desmenuzan y crean una adaptación monologada con solo cuatro personajes. Ni que decir tiene que el resultado es un texto de una belleza descomunal. La delicadeza de los diálogos contrasta con la crudeza y el horror del drama y consigue dibujar con trazos finos las capas de vida que envuelven los campos, la tierra, las traiciones, los engaños, las texturas y el amor. Texto con las aristas de los seres humanos y el paisaje. Tierra alta y Tierra baja, confianza y traición, bondad y crueldad, amor y muerte, sexo y caricias, soledad y horizonte. Todas las dimensiones del ser humanos están en esas palabras bellas como punzadas y en esos amores. Cierto es que tendemos a empatizar con los perdedores. Quizá algo nos resuene dentro, pero es así. Manelic y Marta llevan escrita la tragedia en la frente. Por eso, a pesar de todo les amamos. Y seguramente por eso, Gimerá no fue capaz de ahogar a Marta y de convertir a Manelic un asesino. Había que salvarlos por la naturaleza misma del amor. Si no, es mejor que nos suicidemos todos un noche de estas y se acabó la tontería.

Pau Miró dirige esta puesta en escena con una sutileza y un buen gusto que encima consiguen un tono casi mitológico a lo que vemos. La escenografía es austera y sutil. Un espacio blanco con una tela al fondo que Homar abrirá y cerrará. Pocos elementos. Los justos. Un vestuario parco y tan sutil como el espacio. Y un movimiento escénico flotante, como si Homar navegase entre las nubes del recuerdo y la tristeza. Brillante y respetuosa. 



Y Lluís Homar. De nuevo todos en pie. 
Mi primer recuerdo de Homar fue el Quimet de "La plaza del Diamante". Ya entonces me pareció bestialmente guapo y agitador. Su sutileza y su mirada afilada y acerada transmitían más que muchos actores coleccionistas de recursos y tics. En escena creo que fue aquella "Señorita Julia" con la Lizaran, creo que en el difunto Teatro Martín. Desde entonces Homar ha sido un icono para mí. Y aquí demuestra una vez más por qué. 
La bestialidad de esta "Tierra baja" es, aparte del descomunal texto, el trabajo de Lluís Homar. Porque Homar sale, sutil, y con un leve gesto relleno de verdad y compromiso (o quizá de oficio, pero mientras me engañe, qué más da) aparece sobre el escenario Nuri. Y con un leve gesto, un minúsculo giro de cabeza, surge Marta. Y estirando un poco la espalda se transforma en Manelic. Y volviendo más intensa y cruel la mirada nace Sebastian. Así. Chas. Sutilmente. Nada de aspavientos ni de demostraciones. Por eso tu alma no se mueve, por eso navega por esas tierras. y ves sobre el escenario a Marta y ves a Manelic, y ves a Nuri y ves a Sebastian. Porque eso es interpretar, es encarnar, es hacer carne lo inasible. Es ser dentro, es ser por dentro. Hay una distancia milimétrica entre lo que Homar hace cuando es uno y cuando es otro. Es imperceptible. Pero lo ves, lo notas, lo sientes, lo respiras. Es Lluís Homar haciendo lo mismo, poco, casi nada, pero es otro. Y ahí está el truco de este espectáculo. En que lo sutil está vivo. 
Yo no creo en eso de que "menos es más". Menos es menos. Lo que hay que buscar es lo necesario. Y en este caso lo necesario es esto, lo que vemos, poco, casi nada. La distancia entre el genio y lo muy bueno es muy débil y Homar se queda en el punto justo del genio. 
Poco más se puede añadir al comentario de lo que viví y sentí la otra noche. Un texto de un belleza descomunal y un actor sutil y sabio. En el matiz delicado y pequeño está el mayor mérito de este trabajazo, arropado, por si fuera poco por la voz y la sensibilidad de Silvia Pérez Cruz. 
Trabajo grandioso de todos y cada uno de los responsables. Gracias por regalarnos la alegría, la paz y el orgullo del teatro bien hecho.