miércoles, 17 de octubre de 2018

Romancero gitano. Teatro de la Abadía.

Poder presenciar historias de amor intensas y vitales como la que han forjado Nuria Espert, Lluís Pasqual y Fedrico García Lorca es un lujo que esta época convulsa y envidiosa nos ha permitido disfrutar. 
Lo que podemos ver en la Abadía es el nuevo hijo nacido de esta historia de amor. De amor necesario, de amor imperecedero, de amor desbocado e hiperbólico y de amor que sobrevuela el paso de los años. Este "Romancero gitano" es como volver al origen. Tras "La oscura raíz", "Haciendo Lorca" y "La casa de Bernarda Alba" vuelven a reunirse tres seres que pese a haber navegado solos en muchas ocasiones, estaba escrito que tendrían que volver a reunirse. Porque hay amores y necesidades que son inevitables. Nuria ha viajado con Federico, Lluís ha viajado con Federico también y Federico ha viajado con muchos y muchas. Pero juntos, este trío es amor puro y necesario. 
Los amores necesarios de verdad no necesitan de aderezos ni de adornos. Una flor lo dice todo, un apretón de manos, un beso en el momento preciso o sentir juntos y por igual un aria de ópera pueden ser muestras del amor más hiperbólico e inevitable. Porque amar es estar y es ser. Por eso el escenario está vacío de aderezos o de palabras sobadas y desgastadas. Un escenario vacío y Nuria haciendo resonar las palabras de Lorca. Simplemente unas butacas. Fuera cuarta pared y leches. Aquí sí de verdad. Porque esto es entre tú y yo, entre iguales. "Te voy a contar una historia". Por eso el escenario es el patio de butacas por del revés. There's no greater love.  



A Federico le gustaba leer sus poemas a sus amigos. Quería ver sus reacciones y comprobar el efecto que producían sus palabras al sonar en voz alta y llegar al otro. Eso es sencillamente lo que pasa en la Abadía, que las palabras de Fedrico vuelan por el aire en la voz de Nuria y nos llegan directas al corazón, a los entresijos y al hígado como peces luna. 
En cierta ocasión, con motivo de una conferencia que Lorca pronunció en 1935, escribió también una introducción a cada uno de los poemas de su "Romancero gitano". Esos textos, junto con pequeñas "chispitas" de las experiencias personales de Nuria en sus acercamientos a Lorca, son la base de este hermoso trabajo. 

Pero vayamos por partes. Nuria habla por boca de Federico. Siente tal conexión y su nivel de comprensión de los textos de Federico es tan profundo y certero, que siente que habla con el ritmo interno de Federico. Incluso cuando interpreta al rey Lear, la forma de hablar, el ritmo de las palabras, es el ritmo del latido de Lorca. La verdad de las palabras está en ese latido interno. A eso hay que añadir que tanto Nuria como Lluís sienten que los poemas de Lorca, aun siendo poemas, son como pequeñas obras de teatro. O podrían serlo. Por eso, estudiando bien los textos (o simplemente leyéndolos con los ojos del amor en vez de con los ojos del entendimiento) se puede descubrir qué personajes intervienen en cada poema, cuándo habla cada uno y hasta las répilcas a los demás personajes. Ese tratamiento de los textos desde la máxima profundidad y compenetración hacen que lo que Nuria nos cuenta no sean "los-poemas-del-Romancero-gitano" sino directamente lo que Fedrico nos quería transmitir en cada poema. Lo que vemos no es un recital, ni siquiera un recital glorioso ni un recital mágico sino que es sencillamente un diálogo entre Federico y nosotros y nuestros corazones. Y la forma que tiene Nuria de acercarse a eso textos es simplemente magistral.



Hay quien dirá que utiliza muchos recursos y hay quien dirá, como yo, que lo que hace es llevar su compromiso con la escena a sus últimas consecuencias. Con un leve gesto, ensancha su voz, descuelga los hombros, clava la mirada y se transforma en todos los personajes del poema e incluso dialoga entre ella y ella misma. Y de pronto se quiebra y es La madre, o se vuelve a quebrar y es Yerma o Doña Rosita. Me da igual si se lo cree o no, si usa recursos de dama sabia del teatro, el caos es ue el efecto que debe conseguir, que es que yo en mi butaca me lo crea, eso lo consigue y yo la veo mutar. Delante de tus morros. Con profesión se puede dar el pego, pero sin corazón y sin el compromiso total con el hecho escénico no se traspasa, no se consigue que todo el teatro llore estremecido al oír "Con un cuchillo, con un cuchillito..." o al menos en mi caso, al comprender por primera vez en mi vida el significado del Romance Sonámbulo. Y mira que a Federico me lo tengo estudiado, requeteestudiado y asimilado. Pero Nuria nos lleva un paso más allá.
Y si Nuria habla por boca de Federico, Lluís Pasqual ES Federico. No voy a explicar aquí por qué, ni voy a contar lo del nacimiento, lo de Gonzalo (el ángel que ilumina) ni nada. TODO está en esa joya literaria y vital que es "De la mano de Federico", libro en el que Pasqual habla de y desde Federico. 
Así que si juntamos la voz de Federico y el espíritu de Lorca, ¿qué puede salir? Magia. Un viaje en el tiempo, amor. 

Pascal Mérat ilumina el espacio como si fuera un rincón del corazón. La luz y las sombras laten, respiran, iluminan y ocutan deseos, sueños, frustraciones, navajas, lunas y amores. Y Roc Mateu les pone sonidos a esas lunas. Los mismos sonidos nacidos de la necesidad y el amor. Un toque de guitarra, una pandereta o un simple zumbido.
Si alguien espera batas de cola, guitarras, gitaneo y referencias de esas que los limitados llaman "lorquianas" mejor que se quede en casa. Este montaje es lorquiano cien por cien porque no hay nada más "lorquiano" que sumergirte sediento en sus palabras y dejar que te mojen. Eso es lo que han hecho Nuria y Lluís. Alejarse de estereotipos, de clichés, de tópicos y de cadenas y dejarse llevar. Reconocer que todos tenemos peces luna en nuestras vidas. Y cuchillos. Que no hay nada más revolucionario ni más estabilizador que el amor. Que vivimos para amar y que ellos dos, Lluís y Nuria son amor. Y es que "Romancero gitano" tiene poco de Andalucía. A ver s, sí, es Andalucía, pero es amor, es muerte, es soledad, es pena, una pena mu grande, mu interna y mu desoladora. 




Imagino, supongo, sospecho que quizá Nuria necesitaba volver a casa tras el azote de "Incendios" y Lluís también necesitaba volver a casa tras el golpe de estado de este verano. Los dos se han vuelto a reunir con el tercer amante, Federico y entre los tres han vuelto a hacer un acto sencillo, delicado y estremecedor. Algo tan revolucionario como sencillo. Un acto de amor. Los dos se han cobijado en un nido seguro y calentito, en las palabras y los remolinos de Lorca. Los unos arropados en los otros y los otros en los unos.Y encima lo rematan con el "Soneto de la dulce queja", un grito desesperado de necesidad de amar, un grito al universo que sólo se lanza desde el conocimiento del amor necesitado, el que se sacia con un gesto sencillo. El mayor amor imaginable se contenta con un abrazo, con un paretoón, con una sonrisa o un "te quiero " bajito, dicho al oído. O dejándome ser la sombra de tu perro. Como colofón, el "Grito hacia Roma", ese alarido frente a la injusticia de la Iglesia y su falta de amor hacia el ser humano total. Un vómito a la altura de un Koltés bravo y suicida. Un ajuste de cuentas con la INJUSTICIA, LA FALTA DE VISIÓN, LA FALSEDAD y la mierda que embarra a los que van de dignos. Quizá los dos gritos más desgarrados y desgarradores de Federico; el grito al amor y el grito a la injusticia.  



Puede que como espectáculo teatral no pase a la historia; nada es epatante aunque todo es excelso. Y vivimos una época en la que un fisting vale más que un soneto y una buena vídeoproyección conmueve más que una sola palabra de Federico. Así que todo seguirá igual después de este "Romancero gitano", aunque en la oscuridad de la sala los cuerpos se ondulen con las palabras de Lorca y los cuerpos sientan que pueden "bordar una rosa en la uña de un niño recién nacido". Yo no soy el mismo que era antes de entrar. He comprendido cosas, he colocado otras, he perdonado muchas pendientes y me muero de amor como nunca. 
Repetiría todos los días de mi vida, porque las palabras de Federico en boca de Nuria y con la intención de Lluís sanan. Gracias por este espectáculo.

Y chico, como si no lo digo reviento, mejor lo suelto. De paso, Nuria y Lluís han demostrado que el original es infintamente mejor que la copia, que el maestro entiende y el mediocre desbarra y que mueve más un ceño relajado y un aria de Saint-Saëns que una plantilla vacía.     



           

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