sábado, 31 de mayo de 2014

Como gustéis. Valle Inclán.

Yo es que le tengo un cariño especial a esta función. Los interesados saben por qué. Y Roberto Enríquez también.  Así que iba a verla realmente con muchas ganazas.
No conocía de nada al director, Marco Carniti, la verdad. Reconozco que sacar adelante un Shakespeare no demasiado conocido y larrrrrrgo como dos días sin pan es arduo. Lo saca con solvencia. Eso si hablamos de lo que es el texto tal cual, porque personalmente opino que los números musicales directamente sobran, se los podían haber evitado y nos los podían haber evitado. Musicalmente son aburridas, no aportan nada a la historia de la música y sólo ralentizan una acción que en Shakespeare ya está de por sí lastrada por esas escenas de relleno muchas veces vacías. En el descanso (en el que hubo desbandada generalizada) la mayoría de la gente decía lo mismo: "si quitaran las canciones, mucho mejor". Pues sí, las canciones fuera. Además, muchos de los actores no tienen una dotes para la música nada destacables. Alguno incluso consiguió cantar su tema desafinando todas y cada una de las notas. Un desastre. Los que actuaban bien, cantaban regu o directamente mal y los que cantaban bien eran justitos como actores. Aparte, por supuesto, Verónica Ronda, que ella sí era fabulosa. Un portento vocalmenete y de presencia escénica. Bestial. 

  

Pero seamos positivos. Canciones aparte el montaje en sí está bien, todo está montado con buen ritmo y el tono jocoso del texto está ahí. Quitando las canciones, el montaje en sí de la obra de Shakespeare está bien, es correcto. Para mi gusto Iván Hermes está soberbio y Beatriz Argüello está increíble. Tenía ganas de ver en vivo a Iván Hermes y reconozco que es un gran actor con un manojo de recursos y de armas de grannnnn actor, aunque me da que en comedia le falta saber reírse de sí mismo un pelín más. Ya es un grandísimo actor, pero en unos años va a ser una bestia de los escenarios. Beatriz Argüello ya lo es. Es apabullante cómo alguien hace todo perfecto desde la primera a la última sílaba que sale por su boca. Fabulosa física y vocalmente. Y a nivel de energía, es una apisonadora. Si estaba genial en "Noche de reyes" y te la comías en esa joyita que era "Kafka enamorado", aquí se lleva por delante la función. Gracias a ella todo cobra sentido. El resto está desigual.



El grandísimo Roberto Enríquez está para mi gusto desaprovechado, además de estar el pobre tocado de la garganta. Eso me parecía al menos, y eso lastró un poco tanto su energía, como su poder de comunicación con el público (que siempre es mágico) e incluso le fastidió en sus canciones.
Pues lo dicho, que la función como tal, lo que es el texto de Shakespeare está bien, bien montado y bien dirigido. Así, sin mayores pasiones. Los actores, Iván y Beatriz fabulosos, Roberto, grande, el resto, desigual moviéndose entre lo correcto y lo asombroso (para mal, claro). Y Verónica Ronda que está en otro plano. Bestial. Un fenómeno de la naturaleza. Lástima que no se pueda separar el texto de la parte musical, que esa sí que es un desastre total. Una pena, porque este espectáculo lo dejas en 2 horas en lugar de las casi tres que dura (descanso aparte) y la gente saldría mucho más contenta.         

Compañía Nacional de Danza. Teatro Real.

Todos somos muy españoles y muy patrios cuando se trata de fardar. Nos encanta que la selección de fútbol gane mundiales, que las niñas de rítmica queden por delante de las búlgaras, que Ruth Beitia se lleve un bronce, etc... Pero para eso hay que trabajar. Los bailarines son probablemente, junto con los atletas y gimnastas los que llevan su cuerpo más al límite para ser los mejores, los que más levantan la pata y los que más saltan. Pero para poder serlo y que el resto podamos fardar de tener una gran compañía de danza, estos monstruos deben practicar, prepararse, calentar, hacer barra y mil ejercicios y ensayar millones de horas. Si no, no podrán bailar como bailan, que es como nos gusta a los que luego fardamos de tener una gran compañía de danza. Exactamente lo mismo digo de músicos y de cantantes. Son artistas, necesitan prepararse muchísimo, estudiar cada día, practicar, calentar y ensayar para que los españoles podamos fardar. Son artistas en continua formación y desarrollo, no son funcionarios de ventanilla. Y sus horas de preparación NO son horas extras.

Tuve la desgracia y la suerte de ir el jueves al Real a ver a mi amada Compañía Nacional de danza. La desgracia porque justo ese día no bailaba mi adorado y admiradísimo hasta la eternidad Isaac Montllor. Y la suerte porque así pude ver al resto de sus compañeros, todos maravillosos y admirables. Especialmente mis admiradísimos Daan Vervoort, Tamako Akiyama y sobre todo, Jessica Lyall.
El programa, confieso que me pareció algo irregular. Supongo que hay que demostrar una poco que se baila de todo, que no hay especialización, que todo el mundo esté tranquilo. Y hay que contentar a todo el público. A los más osados y a la señora que tenía a mi lado, que se durmió todo el "Casi-Casa". El "Allegro brillante" de Balanchine me pareció irregular. La pareja me resultó regular aunque se fueron calentando poco a poco y acabaron bastante más centrados de como empezaron. Las niñas estuvieron imprecisas y descoordinadas. No digo que fuera un churro pero fue bastante más flojo que el resto del programa. La "Delibes suite" de Martínez sin embrago me pareció una delicia. La coreo es suave, rigurosa, delicada y bellísima y los dos artistas estuvieron fantásticos.   


    
Claro que es que luego vino "In the middle, somewhat elevated" de Forsythe y yo toqué el cielo. A ver si me explico sin que nadie se me ofenda... ESTO es lo que baila mejor mi amada CND. Ser buenísimos en clásico es muy difícil. Tienes a todos los rusos que es que levantan la pata casi desde que nacen. Alcanzar el nivelamen de los mejores es casi imposible. Pero es neoclásico o contemporáneo nuestros artistas (apelo a la cosa patria para enfatizar el mensaje, claro) son punteros. Aquí además la música enlatada funcionó infinitamente mejor que en la primera parte. Y nuestros artistas demostraron ya no solo que bailan que te cagas, sino que entienden mejor este repertorio y que este reto gigantesco que es la coreo de Forsythe lo hacen con la punta la polla (y con millones de horas de preparación, claro) Fabulosos, potentes, intensos, relajados, y con un nivel de comunicación con el patio de butacas brillante.
Y si servidor creía haber tocado el cielo pero lo que faltaba fue incluso mejor. Mejor no, distinto y tan bueno como el Forsythe. O mejor, no sé. Es que los artistas de "Casi-Casa" son mis favoritos (junto con mi adorado y admiradísimo hasta la eternidad, Isaac Montllor) y claro, a uno le pueden las pasiones, es lo que tengo. 
La coreo de Mats Ek es magistral, es una puta pasada. Tiene todo lo que me gusta y lo que me pone. Y nuestros artistas la entienden y la transmiten con una fuerza gigantesca. Es como ver a Laurence Olivier interpretando a Shakespeare. Han nacido para bailar eso y así. 




"Televisión" magistral, no se puede bailar mejor ni que parezca más fácil. Lucio Vidal, soberbio. Con "La cocina" pasa una cosa. Y es que tanto Tamako como Daan son dos prodigios de la naturaleza. Son de esos seres que yo no me los imagino caminando como el resto. Parece como si su gestualidad natural fuera la danza. Usando otra comparación de esas seguramente odiosas; igual que la forma natural de expresarse de María Callas era cantando, la forma natural de expresarse de estos dos seres sobrehumanos es danzar. No es que tengan asumidos los movimientos sino que parecen su forma natural de moverse por el mundo. Vamos, que si un día me cruzo con Tamako por La Latina y va bailando, me parecerá lo más normal. Es tal la integración del artista con su trabajo que no me lo puedo imaginar de otra forma. Y una vez tocado el cielo, comprobado que existe y no querer moverme de ahí, aparece esa hada llamada Jessica Lyall y yo quiero morir sólo para poder resucitar y volver a verla. Su fragilidad, su carita, su virtuosismo, su hacer fácil lo difícil, y sobre todo esa forma de interpretar con su cara cada movimiento que hace la convierten en única. Deberían bailar su dúo dos veces. Una para disfrutar de sus movimientos y otra para disfrutar de sus gestos y de su cara. Es una actriz bailando. Una gran actriz. Y eso a mí me gana.  



Así que, señores míos de Hacienda o del gobierno o de dónde sea... por dios, dénse cuenta de que no todos los funcionarios son iguales. El arte y la creación artísticas son otra cosa. No sólo hay que protegerlas y fomentarlas, sino cuidarlas y saber que sin preparación constante y rigurosa, no podremos tener un conjunto de rítmica que mole, ni una orquesta o un coro nacionales que sean nuestro orgullo o unas compañías de danza que se puedan exportar. Lucirnos en estos temas  también es lucir eso que ustedes llaman "marca España".      

viernes, 30 de mayo de 2014

La violación de Lucrecia. La Abadía.

No hay ni una sola tacha que ponerle a este espectáculo. Bueno, si nos ponemos exquisitos quizá el arranque contemporáneo, con Nuria hablando por teléfono con "alguien". Alguien que nos da igual, que no vuelve a a parecer y que si lo quitas todo seguirá igual. Quizá sirva como mini prólogo antes de sumergirnos en el mundo de Lucrecia. Bueno, vale, tampoco estorba, pero... es quizá gratuito. Por sacarle punta. 
El texto es fabuloso, un monumento brutal y bello con unos pasajes hermosísimos y una belleza general incluso narrando un episodio salvaje y sucio, tremendamente hermoso.
Escenografía de Ikerne Jiménez sencilla y funcional. Necesaria y precisa. Ni una pega. Luces de Juanjo Llorens fabulosas, expresivas y dramáticamente fuertes y preciosas.



Miguel del Arco dirige la función, y lo hace desde el sitio que no se nota. No hay nada en la puesta en escena que llame la atención. Todo es como debería ser. Movimiento escénico lógico, coherente y muy acertado. Su verdadera labor como director está oculta, está en conseguir que Nuria Espert haga lo que hace. Que la Espert es de las más sabias y grandiosas actrices españolas vivas es obvio. Pero dirigir a alguien así de sabio debe de ser difícil. No porque una diva no se deje dirigir, sino por tener tal filón de matices delante que saber administrarlos es un reto del copón. Quiero decir; si tienes delante a un actor o actriz que le pidas lo que le pidas te lo va a saber dar, la pelota se queda en tu tejado y eres tú el que debe demostrar que es un director a la altura y elegir siempre la mejor opción. Y como Miguel del Arco es de los mejores directores de teatro españoles vivos, pues ya está. El resultado es redondo. Dos genios juntos tiene poco margen de error, quizá sólo en la   elección de "desde dónde" quieren contar la historia. Y han elegido el mejor sitio.



Y luego Nuria. La Espert. Una leyenda. En UK sería "Dame Nuria Espert". Aquí es simplemente "la Espert". Indiscutible. Y hay que reconocer que da un recital de sabiduría teatral. Hace absolutamente DE TODO. Habla como nadie, pronuncia todas las letras (parece una perogrullada, pero no lo es), dota de sentido y de sentimiento a todas y cada una de sus frases, encarna a varios personajes con la sutileza del trabajo inteligente... No sé, de verdad. Igual no es este un montaje histórico, pero el recital que nos da Nuria es para que pase a los libros de teatro y a las escuelas de interpretación. Todo un manual de profesión. 
Gozada total, un ejercicio de maestría lo mires por donde lo mires. Un monumento al teatro, a la palabra, a la narración y al drama. Quizá falte algo para que se produzca "el milagro" pero sinceramente, no sé qué es.    

jueves, 29 de mayo de 2014

El saber prohibido. Sala Tú.

Coral Igualador escribe y dirige este espectáculo delicado, intimista y con un extraño poder de seducción. La actriz Mara Ballestero se encarga de dar vida a Amparo, una mujer mayor, que cuando intuye que su vida puede ir acercándose a esos tiempos inseguros y ciertamente peligrosos, decide saldar sus deudas con su pasado, con su historia, y resolver los asuntos que tiene pendientes con su vida y con su amor.
Amparo invoca o mejor dicho, habla, dialoga quizá como lleva haciendo toda la vida, con el auténtico amor de su vida. Y lleva a su término la catarsis que necesita para poder despedirse definitivamente de él. 
La función parte de un texto que a mí me fascinó. Cierto es que tiene algún regusto añejo o trasnochado, pero tiene una magia, que provocó que en algún momento se me llenaran los ojillos de lágrimas.  A mí es que eso de que pasen los años y haya alguien esperando a su amor o que no quiera reconocer que ese amor que es su razón de vivir nunca será correspondido... a mí eso me puede, me gana, me abate.



Confieso que nada más empezar, la forma de hablar y la gestualidad de Mara Ballestero me estremecieron. Me parecía totalmente antinatural y casi amateur. Pero... por esas magias del teatro bien hecho... a los pocos minutos se convierte en una forma coherente y casi te diría que en la única forma de hacer ese texto tal y como está escrito y tal y como está dirigido. Y esa forma extraña de Mara de interpretar funciona. Y funciona de maravilla, y emociona. Y encima la mujer habla, grita, se revuelca por el suelo y hace todo lo que le han marcado con una naturalidad pasmosa. 
El contratenor José Mena  es Antonio, el amor de Amparo. Su figura fantasmagórica es total. Y su primera aparición es también desconcertante. Te echas a temblar. La escena no puede ser más pastelosa. Pero con otro golpe de magia... vuelve a funcionar todo el engranaje. Y flipas con José Mena, con cómo canta, con la belleza de su voz y con su imagen y presencia. Alba Mena con la viola es el punto justo que falta para llegar a la emoción sincera y directa al corazón. Y toda esa amalgama de elementos pastelosos y hasta cursis se convierten en un espectáculo duro, tremendamente triste y muy, muy amargo. 



No me pidas que lo explique, porque no sabría, pero es de esas veces en las que toda una serie de elementos horribles se transforman en algo mágico, que funciona muy bien y que te pilla el corazoncito. Por algo será. ¿La magia del teatro? Yo diría que sí.   

miércoles, 28 de mayo de 2014

El tesorero. La pensión de las pulgas.

De pequeño recuerdo que mi madre estaba empeñada en que me tomara por las noches, una taza (verde, de duralex) con leche y 8 galletas María de Fontaneda. Todo eso se machacaba bien y quedaba hecho una especie de pasta grumosa que a mí me sabía a gloria. PERO a veces, mi madre tenía la feliz idea de poner un huevo crudo, tal cual, en el fondo de la taza. Eso me daba una ascazo que no te imaginas. La leche con galletas me sabía riquísima, pero al llegar al fondo, cuando quedaba ya poquito,  de repente me topaba con un puto huevo crudo y a tomar por culo la leche, las galletas, el rechupete y todo. Pero ella, noche tras noche juraba y perjuraba que no había puesto nada en la papilla. Supongo que si me lo hubiera dicho no me lo habría tomado. Pues José Ignacio Tofé me ha hecho lo mismo. Me ha colado un pedazo de crítica al sistema político en general y al temita de la corrupción escondido en el fondo de una taza de comedia delirante mezclada con dos interpretaciones prodigiosas. Igual si me llega a avisar...  



"El tesorero" es una puta joya. El textazo de José Ignacio Tofé no tiene desperdicio. Nos hace un retrato de la corrupción política acidísima, profunda, hiriente, sincera y me temo que nada irreal. Además te lo coloca sin ponerle nombre a ningún partido ni ideología. Lógico, todos son iguales y todos lo hacen. Todos nos roban a manos llenas. Bueno, vale, casi todos. Así que la crítica brutal no tiene nigún compennete añadido ni de simpatía ni de repelús particular. No te sientes "ofendido" porque hablen de los tuyos ni te frotas las manos porque hablen "de los otros". Habla de todos, qué cojones. Y ahí nos pilla en alma y la dignidad a todos. Y encima te descojonas vivo. Porque el texto tiene un humor ingenioso, inteligente, brillante, corrosivo e hiriente como pocas veces se ha visto. Es una gozada disfrutar de un texto inteligente, descacharrante e incisivo a la vez. Confieso que me recordó en el nivelamen de crítica institucional y altura cómica a otro gran clásico de "La casa de la portera".  Textazo de altura. Sólo por esa primera escena con el jamón y el vino ya merece la pena el espectáculo. En serio. Direccion ágil y realmente acertada. Quizá se me hizo larga la escena del "discurso", pero ya está. La verdad es que las escenas repiten un poco el mismo esquema, y esta peque de cierta...espesura. Yo le metía tijera y la agilizaba un poco. La función no es corta y puesto que todas las escenas son un poco similares... hay que sostener el ritmo como sea.
Mario Tardón está genial. Divertidísimo, cabronazo, y con una gestualidad que llega. Y esa risa contagiosa y asquerosa... que te dan ganas de darle dos hostias. 
Y por encima de todo, José Navar. FABULOSO. BRUTAL. Te lo comes. Hace varios personajes, todos en la misma línea pero todos distintos. Eso ya dice mucho de un actor, que sabe crear varios personajes similares pero que todos resulten distintos. Por algo. Por matices. Por cosas pequeñitas. Y eso que está haciendo una comedia gruesa. Gruesa de trazo y fina de alcance. Los detallitos, el chasquido de la lengua, la hebrilla del jamón, una forma de mirar, cómo sostiene una carpeta, cómo agarra la copa de vino... son detallines de grandísimo actor que den vida a los personajes en un alarde de sabiduría de actor de toda la vida. 
En resumen, que aunque esta función lleva tiempo en cartel, que viene de "La casa de la portera", que ha debido de pasar por allí medio Madrid, por diosssss, id a verla. No os la perdáis. Y si ya la habéis visto, seguro que os apetece volver a descojonaros cualquier tarde de estas. Y esto os lo pido casi como favor personal. Si teneís amigos a los que relamente queréis, les deberíais recomendar que vean "El tesorero". Van a disfrutar, se van a cagar en todo, van a soltar mierda, se van a partir el culo y van a disfrutar de dos actorazos acojonantes. Si no, ya me lo dirás. ¡¡¡Coño, si es que hasta el cartel es genial!!!!


         

miércoles, 21 de mayo de 2014

Trinidad. La casa de la portera.

Ir a "La casa de la portera" y acertar es ya casi un clásico. Así lo digo, na más empezar. Llamad ahora mismo y reservad para "Trinidad" si queréis acertar de lleno.



El texto de Ana Fernández Valbuena está inspirado en la obra "Okey" de Isaac Chocrón (obra que yo no conozco). Es una gozada descubrir un texto tan arcaico y a la vez tan fresco y natural como este. Porque a ratos parece que estás en medio de un capítulo de "Amar en tiempos revueltos", y oyes expresiones de nuestras abuelas pero todo de una forma totalmente fresca, orgánica, natural y coherente, con lo cual no te choca en absoluto. Cuando algo está bien escrito no chirría por ningún lado. Y este texto está fabulosamente escrito. Reconozco que a veces me parecía más que estaba situada la acción en los años 40 que en los 60, como dice el programa, pero bueno, da igual. En cuanto a la trama... quizá la primera parte sea algo lenta, algo renqueante sobre todo teniendo en cuenta el ritmo más vertiginoso de la segunda parte. Quizá se pierda demasiado tiempo en plantearnos la relación entre Soledad y Trinidad (junto con Ángela parecen nombres casi lorquianos). Está clara y no es necesario darle tantas vueltas, sobre todo porque la aparición de Ángela también resulta algo cadenciosa. Está claro lo que va a pasar en esa primera parte, y quizá merezca la pena darle cañita para luego frenar en la segunda y demoledora parte de la función. Pero vamos, eso es gusto personal mío. Dirección sólida y coherente, con algún altibajo pero que creo que corresponden más a que mi gusto no coincide con el del director más que a otra cosa. Quiero decir, hay muchas opciones para montar algo, y cada uno escoge una. El que manda el el director, evidentemente, en este caso Nacho Sevilla. Que yo hubiera variado el ritmo de alguna escena es problema mío, no de que me parezca mal cómo está. Así que insisto, dirección sólida. Selección musical acertadísima. 




Y las tres partes de esta Trinidad, los tres corazones rotos y complementarios son tres actrices soberbias. Tres soledades y tres ángeles que forman esta trinidad. Sin las otras dos están incompletas y con las otras dos son demasiadas. El drama de necesidades está servido. Sacrificio, maldad, hijoputez, supervivencia, amor incondicional, amor chungo, amor equivocado, amor desafinado... los ingredientes de un drama romántico o de una peli de Douglas Sirk si Douglas Sirk hubiera sido español y hubiera podido hacer un melodrama lésbico. Tres mujeres, tres soledades. Sole ha tenido que hacer el paripé de "adoptar" a Trini para poder vivir su amor sin habladurías, o al menos acallándolas. Una tercera que aparece con la intención de arrancarse del alma la puta tradición del luto por un hombre al que no amaba. Juntas tendrán que romper no sólo con la barrera de vivir un amor "distinto" sino encima en un trío. Lorena Toré, Marta Guerras y Cristina Bernal están fabulosas. Quizá en la primera parte, Marta Guerras resulte algo antipática y Cristina Bernal abuse algo de los tics cómicos. Pero vamos, es algo sutil. Lorena Toré está sin embargo absolutamente fantástica en todas y cada una de sus frases, en cada palabra, en cada gesto, en cada coz. 




Tener que hablar a estas alturas del valor de una obra por mostrarnos una historia de amor lésbico me parece terrible. Así que passsso. En esta obra se cuenta una historia de amor dramática, triste y dura de cojones. Se cuenta maravillosamente y las actrices están soberbias. Punto. Hubo gente del público que lloraba sin parar. Eso sólo ese consigue con un trabajo sincero. Eso no quita para que la dedicatoria final a la lucha LGBT sea absolutamente merecida y tristemente necesaria. Claro que lo es. Mientras haya países en los que exista la pena de muerte por amar, donde esté perseguido el derecho a amar, habrá que seguir luchando, aunque nos toque los cojones. Así que ya tenéis otra razón más para ir a ver "Trinidad". Aparte de por ser un gran texto, muy bien dirigido e interpretado de forma magistral, hay que verlo y apoyar la puta lucha LGBT para que lo antes posible haya que dejar de hacerlo. Para que lo antes posible el mundo vea "Trinidad" como lo que es, como una simple historia de amor.    
       

martes, 20 de mayo de 2014

Adela. Fernán Gómez.

Habíamos estado viendo algún trocito antes y nos habíamos quedado con ganas de más. Con ganas de todo. Alicientes tenía un montón. De entrada el juego de ver qué habría pasado si Adela y Pepe el Romano hubiesen conseguido materializar su amor. 
La función plantea qué habría pasado si Adela, la hija de Bernarda Alba no hubiera muerto y hubiera logrado huir con Pepe el Romano. Rosel Murillo Lechuga juega a inventar una vida en pareja más allá de Federico, una vida en otro pueblo, lejos de Barnarda y de sus hijas. Un universo igual de cerrado pero ahora sin escusas. Adela y Pepe solos, con sus celos, con el tiempo que pasa, con amargura, con "quéhabríapasado" y con las dudas de si en su momento hicieron bien huyendo. Pepe duda de todo, está amargado. Duda de si no habría sido mejor haber seguido con su plan de casarse con Angustias para quedarse con su dinero y luego haber vivido feliz con Adela. Pero eso no pasó. Ahora se arrepiente. Adela también. Menos. Ella vive sufriendo al ver que Pepe se le escapa. No sabe ya cómo retenerle. Sin él su vida y su huida no tendría sentido. Pero se le va. Dramonazo brutal y tan trágico como el texto de Federico. 



Rosel Murillo saca adelante un texto rico, ingenioso y coherente con cómo podría haber sido la historia si... Pero para mi gusto faltan cosas como la luna. En mi humilde opinión, el texto tendría que ser una especie de "continuación" del drama lorquiano. Y para serlo es vital que aparezcan elementos como la luna. Un texto lorquiano o con Federico por ahí rondando necesita que aparezca la luna. YO lo necesito. 
A ver, lo que cuenta Rosel Murillo es una opción. Y válida, evidentemente, a ver por qué no. Pero me da coraje que los pobres, después de lo que han pasado para estar juntos, sean tan desgraciados. Pepe está demasiado encabronado y Adela traga con demasiados desprecios. Sobre todo para ser el alma libre y verde que era en su obra original. Pero vale, es una opción y es coherente. Y está bien escrita. El texto es bueno y aguanta bien. La dirección sin embargo, a pesar de ser imaginativa, brillante en muchos momentos y dinámica, cae en ciertas trampas en algún momento que lastra un poco el resultado total. El espacio es muy atractivo, hermoso, con una mesa, la soga con la que murió Adela y tierra. la tierra que oculta elementos muy bien empleados. PERO al final, cuando la mesa se convierte en puerta, no funciona. Los pobres actores están más preocupados por que no se les caiga que por disfrutar de lo que están haciendo. Y luego, no sé, quizá es una sensación mía, pero el juego de luces es demasiado complejo. ya no sólo los focos de colores, a veces un poco verbeneros (ese final bicolor por ejemplo es excesivo), sino que a veces notaba que los actores estaban más pendientes de ir a la marca del siguiente foco. Iban continuamente buscando la luz el sitio en el que colocarse porque allí iba el siguiente foco. No sé si me explico, yo creo que ellos dos sí me entenderán. Creo que es un espectáculo para dejarse llevar más. Tanto el texto como la acción deberían llevar a los actores flotando como los acentos de un verso. Flotar y disfrutar. Y están pendientes de demasiadas cosas que no les corresponden. Con todo y con eso, insisto en que tanto el texto como la dirección son buenos. Estos flecos creo que se podrían quizá pulir un poco. 



Lucía Astigarraga está espectacular. Aparte de ser bellísima, porque lo es, es que ES Adela. No me puedo imaginar una Adela mejor. Está perfecta en su amor, en su pasión, en sus celos, en tus chantajes, en su rabia y en su desesperación. Fabulosa. Todo un descubrimiento. PERO también noté una cosa. Que también es posible que me la invente. Me explico. Está fabulosa en todo, gestualmente, en movimientos, en sentimiento, y en cómo los transmite. Pero vocalmente me pareció que cuando habla  en un tono normal o fuerte, bien, pero que algo le falla en el tono más íntimo, el más pequeñito, y yo ahí echo en falta que se rompa más, que quiebre la voz, que saque los agudos e incluso la voz de niña. está vocalmente demasiado "entera". Porque cuando se acerca más al público y habla más bajito y más agudito, gana muchísimo. A ver, todo en su momento, claro, pero ese matiz le vendría perfecto tanto al personaje como a la actriz y descubriría un mundo de matices brutal. 
Y lo siento pero Victor Algra, que está muy bien y entregadísimo para mi gusto, se me aleja de la imagen mental que yo tengo de Pepe el Romano. Claro, cada uno se lo imagina de una forma y yo siempre me lo he imaginado más... machorro. Perdona, Victor, no es una cuestión de hombría ni de masculinidad, no. Pero mi imagen era más tipo...machorro de pelo en pecho. Tontunas mías, pero me alejaron un poco del trabajo de Victor, fabuloso también, por otro lado. Son bobadas mías. 



En definitiva, un espectáculo más que recomendable que me temo que está pasando sin la repercusión que merece. Pero bueno, ahí siguen todavía unos días y siempre puede haber un programador listo que se lo lleve a cualquier otra sala. El currazo que tienen se lo merece, y así más humanos podrían disfrutar del gran trabajo de Lucía Astigarraga.                

lunes, 12 de mayo de 2014

Barrocamiento. Off del Lara.

El montaje viene ya de atrás pero en su momento no lo habíamos visto. Ahora, aparte de que queríamos verlo, teníamos el aliciente de volver a ver a ese pedazo de actriz con una sonrisa y una mirada delicadas y embaucadoras, Alicia Lobo. Maravillosa en "Lágrimas, mocos y sangre" y maravillosa en este "experimento". 
La idea de juntar los "espíritus" de estas tres fantásticas mujeres es muy interesante. Y funciona realmente bien. Al menos al principio. La historia es atractiva, el planteamiento también. El desarrollo también es muy interesante. El texto de Fernando Sansegundo es una maravilla. Escribir así de bien, con ese lenguaje y que suene tan bonito sólo puede hacerlo alguien sabio. Desde luego, Fernando Sansegundo es todo un experto. Un maestro diría yo.




Pero... la historia, que empieza bien, avanza despacito y llega un momento en el que se estanca un poco. Es en el momento en el que te das cuenta de que no hay mucho meollo dramático y que lo que vas a ver es casi exclusivamente la vida de las tres mujeres. A ver si me explico. Su vida es atractiva, claro. Desconocida y atractiva. Las tres fueron mujeres valientes, incomprendidas, pioneras y desconocidas incluso ahora y reivindicar su importancia es vital por muchos motivos. Pero en esta función lo que hace es volverla algo tediosa. Eso sí, las actrices despliegan todo tipo de recursos y consiguen enamorarte. Unas más que otras también es verdad. Alicia Lobo es un portento de matices, de sabiduría, de expresar exactamente lo que quiere con CADA palabra. Un portento. Y bella, y elegante, y con un dominio del espacio magistral. Rocío Marín es una fuerza de la naturaleza. Quizá algo desbocada, pero cuando controle algo más ese torrente de energía va a ser una bestia parda.

Así que os recomiendo que veáis esta función. Por su texto, por su lenguaje bello, por la propuesta en sí y sobre todo por Alicia Lobo y por Rocío Marín.  

Carne viva. La pensión de las pulgas.

Pues es una leche, pero vamos de lado a lado sin salvavidas ni nada. Bueno, mira, no, no me gustó "Carne viva". Ya lo siento pero no. 




Denise Despeyroux es la autora y directora de la fabulosísima "La realidad" con santa Fernanda Orazi, la mujer mito. Aquí escribe y dirige también este proyecto ambicioso. Tras un proceso largo y de mucho trabajo, han conseguido sacar a la luz esta función que transcurre a la vez en los tres espacios de "La pensión de las pulgas". El público, separado en tres grupos, va viendo la función cada vez en un espacio y a través de unos personajes distintos. En tu mente tendrás que recomponer la totalidad de lo que ha ocurrido. Eso mismo quizá sea el lastre. La historia en sí, recompuesta, a mí no me interesó demasiado. No quiero desvelar nada de la trama, pero lo que ocurre en uno de los espacios no me interesa, es una historia no muy cautivadora, la que sucede en otro de los espacios queda inexplicada y la tercera no me interesa tampoco demasiado y creo que no pega mucho con el resto ni en tono ni en lenguaje. En definitiva, que al menos conmigo, no funciona el experimento de los tres espacios y las tres tramas simultáneas. Los tres segmentos se me hicieron largos y decayó mi interés mucho antes de que acabaran. En cuanto a dirección, yo noté a los actores como faltos de ritmo y de energía. Todo estaba demasiado coreografiado pero poco "bailado". No sé explicarlo, me pareció que los actores se movían buscando movimientos marcados pero de forma demasiado premeditada y poco "suelta". Todos están bien, no es eso, son buenos actores y lo demuestran, es un problema de energía.
Dos horas y pico es mucho tiempo y si no mantienes el interés todo el rato... el espectáculo se acaba cayendo. Últimamente he visto algún espectáculo con este planteamiento y en todos el ritmo y el suspense eran primordiales. Ambas cosas quedan escasas en este caso. Lástima.      

Elepé. La casa de la portera.

Mira que se estrenó hace tiempo "Elepé", pues nada, nosotros como gilipollas no lo habíamos visto todavía. Pero claro, igual es que el destino estaba esperando para hacernos ir este domingo y así coincidir allí con Carmen Maura. Los famosos no es que e impresionen especialmente, pero Carmen Maura es un icono. Un icono de los 80 y un icono mío. Pues toma, rodilla con rodilla.



"Elepé" es una gozada. Nos cuenta la historia de tres personajes del Madrid de finales de los ochenta que sí, sí, podrían ser personajes sacados de una peli de Almodóvar. Drogas, sexo, travestis, más sexo, más droga y el mazazo dramático al que nos tiene acostumbrados Carlos Be y que no voy a desvelar por si algún pardillo como yo todavía no la ha visto.  
Fran Arraéz está INCONMENSURABLE. Se tira de la peluca con la otra diva de "La casa de la portera" para ver quién es más reina. Pa comértelo. Divertido, picante, descarado, dramático, seco, borde, simpático, querible lo mismo te canta que te baila. Magistral Fran, magistral. 
Carmen Mayordomo que parece experta en cosas densas, dramones y cosas así como profundas derrocha petardeo y una bis cómica alucinantes. Las puta ama de la guasa y la comedia. Chica Almodóvar total. Iván Ugalde está entregadísimo pero lidia con el personaje más antipático. Fabuloso y valiente también. 

Una gozada. Homenaje cachondo, amable y dramático a unos años que marcaron a toda una generación, su forma de divertirse, de amarse, de entender la vida y la muerte. Bueno, qué coño, mi generación, que yo los 40 ya no los vuelvo a cumplir, jajaja.

Estupendo texto de Carlos Be, tierna, con mil elementos y mil giros sinceros, humanos y reales que te tocan el corazón con el envoltorio siempre perverso de la comedia. Actores magistrales, ritmo fabuloso y un toque como de "espectáculo de culto" que bueno, eso lo dirán los años, pero yo creo que sí, que ya es un clásico. Bravo de nuevo, Carlos Be, y bravísimos actores. Coño, y con la Maura al lao y poniéndose de pie al final y gritando "bravo" que es como si Velázquez te dijera que le gusta un cuadro tuyo. Brutal.        

Yo amé a Edgar Allan Poe, La casa de la portera.

Las cosas claras. Soy hipermegafan de "La casa de la portera", eso lo sabe to Cristo. No sé si sabéis que me encanta Carmen Mayordomo. Pues si no lo he dicho más veces, lo aclaro ahora. 
Dicho eso por delante, vamos al lío. 
No me ha gustado "Yo amé a Edgar Allan Poe". A ver. Está muy cuidada la puesta en escena. Ellas van muy bien vestidas, el espacio está muy bien iluminado y las dos actrices "dicen" muy, pero que muy bien. 



Creo que no funcionan tan bien los cambios de espacio. Eso de que rompan el "ambientillo" creado para decirte eso de "acompáñenme a la otra habitación" como que te corta el rollo. Luego no puede ser que una de las actrices esté haciendo como que lee y a la vez te vaya indicando dónde tienes que sentarte. No estaba lleno, quiero decir que no había problemas de falta de sitio. Eso a mí me saca del todo. Porque te está indicando dónde tienes que sentarte y al segundo mira hacia el libro como si estuviera en trance. Pero ya no cuela. Y luego es que es hablar y hablar y hablar. En realidad, más que teatro, es un cuentacuentos. Teatralmente no ocurre nada. Te sientas, te narran una historia de Poe (muy bien contada, eso sí, las dos son estupendas actrices, eso que quede claro) te cambian de habitación, te narran otra, te cambian de nuevo y te narran a la tercera. Y se callan y es que ha terminado.
Todo muy bien ambientado, muy bien interpretado, muy bien dicho, muy bien leído. Si vas buscando un cuentacuentos de historias truculentas no te lo pierdas. Si vas buscando algo un poco más "teatral", sintiéndolo en el alma, esta vez para mi gusto, no han acertado.  

Las plantas (2). Sala Mirador.




Lo primero que tienes que hacer es darle al buscador ese chiquitito que tienes por ahí a la dere y buscar lo que escribí en su momento, la primera vez que vi "Las plantas". Cuando lo hayas leído, entonces vuelves a este segundo pensamiento. Es una forma de hablar, claro, porque "pensar" es lo peor que se puede hacer en esta función. Bueno, no, lo pero es llamarlo "función". Lo dije y lo repito, es directamente una ouija. Un numerazo de espiritismo en el que un personaje se apodera del cuerpo de una actriz médium y esa actriz se apodera, nos roba e invade nuestros entresijos, nuestras criadillas, nuestras tripas, nuestras lefas, nos retuerce y nos estruja el corazón y la pena y luego nos suelta otra vez a la vida para que te las apañes como puedas. Y yo no puedo. Yo después de que me hayan hurgado en la pena, y me hayan diseccionado de esa forma las negruras que he vivido y que he enterrado en el fondo de mi alma para poder sobrevivir, no puedo salir a la calle y mirar el sol. Necesito llorarmelo, curarme con lo que pueda, con música, con un abrazo de Estefanía (de los dioses) y de los Santos o suicidándome. No hay alivio para tanto dolor. 




Habitación a un lado del patio. Fani tirada en bolas. Suena la música y ella se despereza. Y se le empieza a llenar la cara de dolor. Se transforma, con la consciencia de estar despierta toma consciencia de que está sola y de que le duele. Y con ese cuerpo bello y esos ojos bellos y esa sonrisa bella a mi ya me ha hipnotizado y me lleva con ella. Como en esas pelis de fantasmas, mi espíritu o lo que sea eso que es como translúcido y vuela abandona mi cuerpo y me voy con Fani, 
El mago San Pablo la ha vuelto a liar. Ha cogido la parte más dolorosa del dolor, la pena más pena de las penas negras, la ha mezclado con lefa, con tres bromas más amargas que la pena, te las suelta, te revuelca por el dolor más secreto e íntimo, te lo pone delante impunemente y ahí te deja. y tú tienes que saber qué hacer con eso. Yo no sé. Si es que todo bicho amante ha pasado por algo así en su vida. Todos sabemos de qué nos están hablando. Yo son sentimientos que me tengo capados por pura supervivencia. Y hostias, que me los arranquen así, me los suelten a la cara y se piren... duele que te cagas. 




Mi Estefanía lo dice clarito: "prometo daros lo mejor de mí". Y te da lo mejor, vaya que sí. Y te pone delante el dolor más negro que te puedas imaginar. Y vas viendo con ella el cuerpo del tío que está tirado ahí en medio. Y su ombligo perfecto. Y el pollón. Y ves a su abuelo, y te mueres por un helado de pistacho. Y te preguntas por qué sabes que duele el amor si nunca has visto ni el dolor ni el amor. Pero es como los helados de pistacho. Cuando no sabes qué es un pistacho no te gustan. ¿Se puede ser más incongruente? Pues sí, claro que se puede. Si hasta sufrimos por amor. O por no tenerlo. Bueno, pero sí sabemos que hay algo que duele. Que duele mucho. 
Mi Estefanía se acerca a las plantas y les dice: "dadme un abrazo". En ese momento David decide dejarse de chorradas, dejarse llevar y suelta su primera lágrima. Es tan triste...
Y de ahí un no parar. Todo me duele, todo me destroza por dentro. Todos los sitios por los que me lleva mi Estefanía son los que más me duelen. Pero a ella se lo consiento porque a ella le duele más. Ella es la que desde el fondo del pozo miró a su amigo y supo que era amor. Ese amigo que antes era mayor que ella pero ahora ya no, porque murió (ahí se me vienen a las tripas todos mis amigos muertos y que también se quedaron más jóvenes) y ya no puedo llorar más. Toda la pena universal está en mis entrañas. 
Y decido salir a caminar hasta que no pueda más. Y me paro porque no puedo más. Pero sigo porque es mentira. Cagoentó. No puedo seguir. Os aseguro que no es una figura ni una exageración ni nada, es verdad absoluta, en mi puta vida hay un antes y un después de haber visto "Las plantas".




Y ahora me voy a comer un solomillazo bien rojo.            

Los ojos. Sala Mirador.

Que conecto de una forma extrañamente cósmica con lo que cuenta y con cómo cuanta las cosas San PabloMessiez es ya algo sabido. Que Fernanda Orazi es de las pocas actrices que deja el diccionario sin sinónimos de "talento" es también algo obvio. Que Marianela Pensado es un animal nacido para el escenario es también evidente. Que Óscar Velado es un actorazo elegante y sensible lo sabe to dios. Que Violeta Pérez consigue estar a la altura de tanto mito junto fue un descubrimiento para mí, porque (perdóname, Violeta) no la conocía. Y si encima ves la función con tu novio y con Estefanía (de los dioses) y de los Santos entonces ya qué quieres que te diga. Uno puede morir ya porque habrá vivido un de sus momentos vitales más apoteósicos.

Yo no siento el desarraigo que siente Messiez. Tengo uno pero pequeñito. Nací en Madrid, me crié en Valladolid y con 18 me volví a Madrid. Mi familia sigue en Valladolid y durante estos... muchísimos años que llevo sólo y lejos de ellos he sentido muchos momentos de soledad, de indefensión, de lejanía, de vacío, de absurdo. Yo no me vine por amor. Messiez dejó su país. Marianela y Fernanda también. Tres de los vértices de este milagro son seres desarraigados, criaturas que viven lejos de su "tierra". Los temazos de "los ojos" creo que son esos, la tierra y como siempre, el amor. 




Natalia es el ser central de la función. Se supone que le lugar de uno está donde esté alguien que nos quiera, ¿no? Sí, yo también lo creo. Pero a ella no la quiere nadie. La quiere su hija. Ella se quedó enganchada como un alga a un barco hundido a ese señor con nombre de señora, Andrea. Y se fue tras él. Cruzó un océano y todo. Con su hija. Arrancó a su hija de su sitio, de su tierra. Una tierra en la que no tenía mucho tampoco. Por no tener no tenía ni papá. Aunque tenía abuela, que siempre te quiere no más pero sí mejor que una madre. Total que Natalia se encuentra ahora lejos de su tierra, con una hija a la que ama pero desde su dolor, desde lejos. Desarraigada por amor y abandonada al vacío. Y con esa cría que representa Tucumán. El pasado, una tierra extrañada, un origen, un engaño y un ancla. Vive entre sonrojos, cigarros, alcohol, teléfonos, maletas, llantos y un odio ("vas a llorar dolor licuado", frase para la historia del odio o del amor). Nela no se quiere. No pertenece a ningún sitio en concreto (en todo caso a Tucumán, de donde fue arrancada hace siglos), se sabe fea. Ella tiene novio. Un novio sin ojos. Ella cree que si él viera la dejaría porque es fea. Pero en el colmo de la paradoja ella es precisamente los ojos de su novio. Ella es lo que va a odiar en Pablo. Necesidades complementarias, complementos necesarios. Y una amenaza. Esa doctora a la que nadie toma en serio sólo por su nombre y que opera con canciones. No sé, es como el colmo de la melancolía.

Como siempre, Messiez se enfrenta al tema del amor desde las tripas. Lo digo siempre, pero es que es verdad; hay que estar muy enamorado o muy sano mentalmente para meter el bisturí en esas zonas profundas del alma y que no te pase nada. Coño, a mí me pasa como espectador. Salgo tocado. No estoy preparado para que me hablen de ese dolor del amor, de la falta de amor, de la búsqueda del amor. A todos los personajes les duele el amor. y a mí, como espectador, también porque yo soy sobre todo, un ser amante. Coger la "Marianela" de Galdós y convertirla en una historia de desarraigos físicos y emocionales es de ser un ser absolutamente superior. Si algún día sufro un desamor, llamaré a San Pablo para que me explique cómo vivir. O para que me retuerza por dentro y me saque la bilis y el dolor amargo. La pena. Esa pena que te carcome. 




Violeta Pérez está estupenda en ese personaje desagradecido. El más "soso" de todos. Pero hay que hacerlo de forma inteligente para estar a la altura de los demás. Además si falla Chabuca, se cae todo, deja de ser creíble. Y Violeta está fabulosa. Óscar es un caballero. Un galán elegante, suave, delicado, respetuoso y hace un trabajo bellísimo y elegante. Genial. Marianela es increíble. Desde su primer diálogo con esa virgen con cabeza de muñeca (¿puede haber algo más tierno e irreverente?) te planta un nudo en la garganta. Sólo quieres llevártela a casa, abrazarla mucho y darle todo lo que parece necesitar. El momentazo "fea, fea, fea, fea" es como el aullido de un animal moribundo. El grito de la naturaleza.  




Y luego santa Fernanda Orazi. Siempre es un prodigio ver a la dama de la naturalidad. cada palabra, cada gesto sale de la verdad. Hasta cuando está a oscuras y fuera de foco, el jo se te va a ella, a seguir un poco lo que ella sigue viviendo mientras hablan los demás. No es falta de respeto a los otros, no, es todo lo contrario. Es un respeto tan brutal por lo que está pasando que no baja la guardia ni un segundo. Cada monólogo suyo es un puto prodigio. Su llamada a Andrea es digna de una Magnani colgada de Cocteau. 
Y el momento más espeluznante. Cuando crees que ya te lo has llorado todo, de repente se te viene a medio metro santa Fernanda y te dice que su cría a muerto. Y que le duele. Que le duele el cuerpo. Y ves a medio metro cómo a santa Fernanda le tiembla el labio. Pero sólo una parte. Le tiembla un trozo del labio de abajo. Eso no se "interpreta". Eso te sale. Y yo que ya llevaba hora y pico queriendo morir de pena, me doy cuenta de que no hay dolor mayor que el dolor de esa mujer. El de santa Fernanda en ese momento. Y te quieres ir a Moscú. Y descubres cosas de "Las palabras" y te quieres morir más. Y ves que el amor no salva pero te lleva. Ves que te puede acompañar toda la vida y aún así seguir sólo. Y ves que si nadie te quiere, ¿a dónde coño vas a ir? Y ves que el dolor de cada día no es nada. Y ves que el dolor es como el amor, que no tienen fondo. Y ves que están más cerca de lo que crees. Pero quieres amar y no quieres dolor. Y quieres tirarte al suelo y revolcarte y gritar y llorar y gritar y abrazarte a santa Fernanda y llorar juntos por el amor universal. 




Esa mañana había estado con una amiga a la que se le ha muerto de repente su amor de toda la vida. Y me decía que le dolía el corazón. Literalmente. Le duele el corazón. Le han dicho los médicos que es que es verdad. Que el corazón duele. A santa Fernanda le duele el cuerpo. Le duelen tres sitios. Y es porque es verdad. El corazón duele. 

Messiez  me toca lo que más me duele. Siempre lo hace. Pero me deja tirado después y yo no sé qué hacer con mi dolor. No me cura la música ni me curan las palabras ni me curan las canciones de Nina Simone. Sólo encuentro consuelo en los lagrimones que incluso hoy, escribiendo esto, se me escapan de los ojos sin pedirme permiso.