sábado, 5 de octubre de 2019

El caserío. Teatro de la Zarzuela.




El maestro Miquel Ortega lo explicó perfectamente hace un tiempo. Se llama "género chico" no a las obras menores, a las casposas, a las modestas y mucho menos a las zarzuelas como género. Denominar "género chico" a una zarzuela es un error. La diferencia entre el "género chico" y el "género grande" está en la duración de las obras. "Chico" son las obras en un acto que no pasan de una hora de duración y "grande" las de dos actos o más y lógicamente, mayor duración. En el caso de "El caserío" hablamos de "género grande" no solo por propia definición (tres actos y hora y tres cuartos de duración) sino, metafóricamente por su dimensión artística. Quiero decir, que estamos ante un espectáculo grandioso. Sé que la definición no es correcta, pero uso la figura para elevar mis elogios a esta producción. Técnicamente es "género grande" y es grande en cuanto a resultado. Si en otros medios leéis algún comentario mío hablando de "género chico" y grandeza, es por seguir usando la figura, pero la definición del maestro Ortega es inapelable. Y si a continuación vuelvo a usar ese término, será de forma incorrecta pero siempre apelando a la figura.

Daniel Bianco lo tuvo clarísimo cuando se planteó este espectáculo hace años, cuando se gestó. Y así se lo ha vuelto a plantear al recuperar ese mismo montaje para abrir esta nueva temporada del Teatro de la Zarzuela. 
Pleno. 



Para darle el fuste necesario, Bianco cuenta con un maestro indiscutible, internacionalmente reconocido y musicalmente sabio. Juanjo Mena se pone al mando musical y consigue que la ORCAM, que suele sonar de maravilla, lo haga de forma gloriosa. Creo que nunca les he escuchado tan empastados, tan cómplices unos con otros y con un sonido tan sólido, compacto y denso. Quizá un pelín intensos en algunos acompañamientos, pero sonando siempre wagnerianos, sólidos y emocionalmente vibrantes. Tengo entendido que es la primera vez que trabajan con una partitura completa para orquesta y se nota que la batuta sabia del maestro les ha hecho sentirse cómplices, y transmiten todos ellos que están trabajando en lo mismo y para lo mismo. 
La mezcla de partes veristas con otras partes de música tradicional, las danzas y toda la mezcla musical es muy, muy complicada. Pero ahí demuestra Guridi su grandeza al componer una partitura tan maravillosa como esta en una época en la que el conocer las tendencias, las formas y los parámetros de composición en el resto del mundo eran complicado. Musicalmente es una gozada autentica y nos regala una obertura preciosa, unos dúos bellísimos y otros originales y graciosos y unas romanzas inolvidables. 



La escenografía del propio Daniel Bianco representa la puerta de entrada de Sasibil, el caserío del tío Santi y el frontón de Arrigorri. En ese frontón, convertido en ágora donde el pueblo se reune para debatir, juzgar, criticar, observar, crear y acabar con todo lo que pasa en ese pueblo. Un auténtico coro griego vigilará en todo momento los movimientos de los amantes. Bellísimo trabajo de Bianco en esta coproducción de 2011 entre el Arriaga y el Campoamor. Insisto; 2011.  
El coro resulta tan solvente como siempre, cantando de maravilla y escénicamente entregados, aunque sigue notándose que alguna miembra tiene un nivel de entrega justito. 
El vestuario de Jesús Ruiz es precioso y detallista y la iluminación de Juan Gómez-Cornejo es interesante y colorida.
La compañía Aukeran Dantza nos regalan unas danzas vascas inmejorables. Coreografiadas por Eduardo Muruamendiaraz, aportan el toque tradicional que hace que el nivel artístico se dispare a la vez que lo hace el entusiasmo en el patio de butacas. 



Itxaro Mentxaka como Eustasia encabeza un elenco de lujo. Despliega una vis cómica de gran actriz y se mete al público en el bolsillo desde el minuto uno.
Ana Cristina Marco está graciosa como Inosensia y aunque su timbre y su forma de cantar me descolocan un poco, escénicamente está impecable. Jorge Rodriguez-Norton, aparte de tener uno de los timbres más personales, únicos y preciosos del mundo mundial, es un actorazo y siempre lo demuestra. Su Txomin es divertido, fantoche, farsesco y amoroso. Genial, como siempre. 
José Luis Sola es José Miguel. Sola tiene infinidad de recurso vocales; canta bien y canta bonito y fácil  y aunque su timbre también me desconcierte a veces, cumple vocalmente con muuuuucha facilidad su cometido. Escénicamente le noto envarado, algo tieso y no demasiado convincente.
José Antonio López está asombroso. Tiene una voz prodigiosa de timbre hermoso y una técnica arrolladora. Y escénicamente tiene buena presencia y se mueve por el escenario con libertad y soltura. Grande. 



Y Carmen Solís es Ana Mari. A estas alturas de mi vida y de la vida del planeta no es ningún secreto mi debilidad por esta soprano extremeña. Pero es que no es pa menos. Anoche cantó como una diosa, con una amplitud de registro de flipar, con unos graves rellenos y profundos, unas notas medias infinitamente bellas y con unos agudos fáciles, perfectamente afinados y con un brillo, una potencia y una soltura que te dejan muerto de placer. Canta como quiere y canta como si nada, como si fuera su forma natural de expresarse. Y escénicamente es un actrizón. Sobria, dulce, serena y con halo de estrella. Tiene una calidad infinita como artista total y un carisma en el escenario que te hipnotiza. Deberían nombrarla Patrimonio de la Humanidad, porque es de esas joyas que no nos merecemos. 

El otro elenco (no diré primero ni segundo, porque ambos son inmejorables) seguro que también hace un trabajo de quitar el hipo. Con nombres como Ángel Odena, Raquel Lojendio o Andeka Gorrotxategui acompañados de Marifé Nogales y Pablo García-López el resultado sólo puede ser MARAVILLA. 

Estuve viendo "El caserío" con mi amiga Mari Carmen. Vasca, ochenta y pico años, vecina de Conchita Panadés y con la zarzuela metida en la sangre. De hecho sus sobrinos se llaman José Miguel y Ana Mari. Y salió emocionada y encantada con el montaje. NO digo más. 


En breve termina el contrato de Daniel Bianco. Rezo, suplico y me arrodillo pidiendo que por nuestro bien, se lo renueven. No sólo porque vende tooooodas las entradas de toooodos los espectáculos que programa, sino porque su visión global de la dimensión de los espectáculos va más allá de las funciones. Arriesga, busca, extiende, propaga, contagia AMOR  por el género y busca la complicidad de todos. Ama lo que hace, y ese amor supura en cada actividad del teatro. 
Empezar la temporada con un espectáculo como "El caserío" es un regalo. 
    




















          

No hay comentarios:

Publicar un comentario