domingo, 25 de octubre de 2015

Darling. Valle Inclán.

A mí Ricci/Forte me ponen. 


Me ponen mucho.
Me pone su lenguaje, me pone lo que creo que me quieren contar y me pone la forma en la que me lo cuentan. 
Me pone el sitio que escogen para contármelo.No hablo del sitio físico,  claro sino al mental, al ético.  
Me pone su sensibilidad y su salvajismo. 
Me pone su irreverencia. 





La primera vez que les vi fue en La casa encendida, en un espectáculo llamado "Macadamia nut brittle". No tenía ni pajolera de qué hacían y de qué rollo llevaban. Y salí disparado, triste y exultante a la vez. Estremecido y revolcado. Me habían removido los entresijos y eso, a mí, me pone.
En esta ocasión iba deseando volver a verme expuesto. Y vaya si lo estuve. 
Ricci/Forte son dignos herederos de su maestro, Luca Ronconi. Hasta algo hay por ahí volando como con ecos de comedia dell'arte. Es más, hasta te diría que algo de herencia queda tanto en la composición de la Ana ¿Bolena? del primer y sufrido monólogo como incluso en su aspecto. Había momentos en los que parecías estar viendo a Raina Kabaivanska y que se iba a arrancar a cantar "Al dolce guidami". Aunque esto son pajas mías, porque Raina siempre será una gran trágica mezclada con Adriana Lecouvreur y el físico de Nedda. 




En "Darling" hablan de romper con lo preestablecido, cargarte las normas, romper moldes, agarrar esquemas usados, destrozarlos, romperlos, cagarlos y tirar por otro lado. Especialmente en el amor. Desde la muerte de amor, al matar amando al amor suicida, al amor habitual. Todo se lo cargan. Lo estrujan, lo revientan y te dejan a ti en medio, destruido, deconstruido y abatido. Destruyen por inútil lo establecido, las normas, las reglas, las costumbres, el concierto de año nuevo, un monólogo. Pero no lo destruyen por crueldad, sino por criterio, por decisión y por capacidad. Por eso el primer monólogo de la grandiosa Anna Gualdo es así, con la voz destrozada, destruida, rota y antiteatral al máximo. Por eso bailan y luchan mientras destruyen la casa, el hogar, el calor, por eso plantan niños y los riegan para traerlos a este mundo hostil y cruel. Por eso el primer monólogo de Giusseppe Sartori te hiela la sangre. Por eso se intentan descolgar desde el techo sin conseguirlo, por eso desnudan una tragedia griega y se la llevan a la esencia, por eso bailan en bolas y por eso desnudan tanto sus cuerpos prodigiosos como sus raíces. Por eso te desgarran y hacen que se te dispare la adrenalina y tengas ganas de subir al escenario a maldecir, a gritar, a desnudarte y a rebozarte en vómito. 
Porque es Kubrik, y es Koltes, y es el Piccolo y es asfalto y es amor y son lágrimas. Y por eso es el teatro que me pone. Y por eso seguiría a esta compañía allá donde fueran. Los necesito. Necesito sentirme expuesto y vulnerable. 
Porque a mí Ricci/Forte me ponen.





Iba a comentar algo sobre el caballero que se ofendió tanto que se esperó a verles el pito a los actores para ponerse a gritar ofendido, pero... sería malgastar el tiempo. A cagar. 


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