Aquí podrás leer MI opinión sobre los espectáculos que voy viendo. Insisto en que es MI opinión, nada mas. No pretendo adoctrinar ni tener razón. Únicamente te contaré MIS razones para amar o amar menos lo que vaya viendo. El teatro son gustos y aquí leerás los míos. No soy crítico, solo necesito contarle al mundo el porqué de mis amores. Lo que puedes leer aquí es lo que yo he sentido al ver estos espectáculos. Ni más ni menos que mis sensaciones. Si a alguien le sirven, estupendo.
viernes, 18 de marzo de 2016
La distancia. Teatro Galileo.
Salí de casa nervioso porque había quedado y no sabía lo que me iba a encontrar. Era una cita a ciegas y aunque lo poco que había visto prometía un encuentro mágico, uno nunca sabe y hasta que se apagan las luces y empieza la vida... uno no sabe por dónde te va a agarrar, si es que te agarra. También es posible que lo que sentí fuera irreal, inventado y producto de un subidón de fiebre. No recuerdo estar malo, pero eso no quita para que me diera un ataque de fiebre y viviera durante unas horas más allá de la realidad.
En mi cita me encontré con tres mujeres y un hombre, que se habían puesto en manos de un señor para revivir unos hechos terroríficos y estremecedores. Acabó siendo una cita amorosa. Pero no lo parecía.
Al poquito de salir, ya en casa, ya en mi territorio de seguridad, ya protegido entre mis recuerdos y mis peluches vitales quise escribir mi primer impulso. Sonó así: "Cuando termina una función, se encienden las luces y el tiempo es cruel, te ha desplazado, traspasado, aniquilado y eres incapaz de moverte del sitio y sólo puedes mirarte, reencontrarte, reconocerte e intentar salir a flote de nuevo, entonces es que lo que has visto te ha gustado. Eso se llama teatro".
Yo a oscuras siento, me lanzo. Y si Amanda es gerundia y vive en presente continuo y siente en pluscuamperfecto, yo nado en pretérito imperfecto y a veces en futuro simple. Así lo hice en mi cita y lo que pasó fue que me rompí. Vi que mi distancia de rescate es casi inexistente, que no me salvaré ni pa dios. Si Carla no vio venir el destino, si David ha transmigrado hacia vaya usted a saber, si a Amanda se le escapa su hijita Nina (siempre Nina), a mí me paso tres cuartos de lo mismo. Me sobrepasó. Mi pareja en esa cita se llamaba "La distancia" y es una criatura sana y fuerte, navega de dimensión a dimensión, cabalga de pasado a presente y a futuro como si tal cosa. Como esa escenografía de planos interceptados unos con otros. De verde cortado, de praderas sajadas.
Estuve hora y pico mirándome por dentro, midiendo mi distancia de rescate, la que debería tener conmigo mismo o con los demás. Porque en mi cita me dio tanto miedo medirme yo como medir mi necesidad de otros, de los otros, de mis otros. Y darte cuenta de que uno necesita piel porque mi distancia de rescate es cero te machaca. Y salí de mi cita machacado.
Las citas son amor, o deberían ser amor. Esta lo fue. Si Amanda es gerundia y en pocos minutos morirá y necesita saber, yo, en mi butaca vi que saber, ver y ver morir y vaciar me llevó a sitios delicados. Al terminar mi cita, mi cita amorosa a ciegas me quedé en mi sitio, clavado, sin poder moverme, mirando al vacío y buscando dónde estoy, a dónde he ido, a dónde me han llevado.
En mi cita hubo varios compañeros de viaje, Paloma Parra poniendo unas luces mágicas e hirientes sobre un espacio de Elisa Sanz que te lleva, te transporta a la belleza maldita de la manzana de Blancanieves. Allí estaban Fernando, un ser de luz con una de las miradas más llenas que yo recuerdo, Luz que sufre y busca, Estefanía que va y viene a donde quiere y como quiere, viaja, se transfigura, muta, araña y escuece. Y María, que es el límite, el tope, no existe nada más allá de María. Y Pablo en medio de todas las dimensiones. Es un mago; no sé si le conocéis pero os cuento que mira desde otro sitio, se mueve en otra dimensión y viaja entre sueños y truenos. Es él, es Pablo. Todos juntos tuvimos esta cita amorosa. Y aunque me dolió mucho y me rompió por varios sitios, me iluminó y me enseño un camino. Sí, sencillamente. No sólo salí roto, sino removido, cambiado y despojado. Habíamos quedado todos para amarnos y así fue, durante hora y pico nos amamos entre dolores, lágrimas, pesticidas, soledades y necesidades.
¿Os da envidia y ahora queréis una cita como la mía? Corre, ahí están. Y cada día quedan con gente nueva. YO volveré. Porque esto no te recorre todos los días. Y es que estos compañeros de romance hacen lo más difícil que hay, le hacen bien al mundo.
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¡Qué apetecible, maestro de la crítica!
ResponderEliminarOhhh, gracias. Si puedes, no te la pierdas!!!!
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