lunes, 9 de octubre de 2017

Gross Indecency. Teatro Fernán Gómez.

Gabriel Olivares y David DeGea adaptan el plomizo texto de Moisés Kaufman y consiguen pulir bastantes de las aristas que tiene el texto. El resto queda en las expertas manos de Olivares que ya demostró con "Our town" que sabe manejar a la perfección los repartos mogollónicos y la fragmentación como arma. 



Vamos por partes. De entrada ya te avanzo que el montaje me parece desigual. 
De entrada le texto, aunque tremendamente interesante, me parece denso y demasiado largo. Quiero decir, el primer juicio es largo, hay mucho texto, muchos datos, mucha información. Se repite la misma estructura en el segundo juicio y cuando comienza le tercero te revuelves en la butaca porque temes que volver al mismo bucle de nuevo. Cierto, no es así, pero es verdad que yo sentí cierto vértigo al comenzar le tercer juicio.    
Obviamente me interesa mucho la historia de Oscar Wilde y cómo una "metedura de pata" pudo llevarle a la cárcel y finalmente la muerte en la más absoluta decadencia. Todo por vivir en una sociedad hipócrita que no consentía el amor entre dos hombres. Ni siquiera el sexo entre dos hombres. Pero a pesar de que la historia me interesa, el texto no tanto. El recurso de utilizar recortes de prensa, titulares, cartas, fragmentos de textos, artículos o declaraciones mola todo. Sorprende al principio, enseguida aceptas el código y lo asumes y lo disfrutas. Hasta que llegado un momento quizá acabe saturando. El teatro documental quizá podría haber dejado paso al terrenal para pellizcar más el alma del público. Pero habría sido otro texto, claro, este es el que es.



Con este material áspero Gabriel Olivares sin embargo hace lo mejor que se puede hacer. Meterle mano de lleno y sacar todo el jugo posible al juego escénico. 
Maneja a la perfección la coreografía de ese conjunto de actores (y una actriz) y vuelve dinámico un material que sobre el papel podría ser plomizo. Imagina una puesta en escena ingeniosa, divertida y sorprendente y logra que a pesar de que inevitablemente el ritmo y el efecto sanador de su propuesta escénica decaiga un poco, mantenga siempre el suspense de "qué coño va a pasar ahora". Así que, la puesta en escena de Olivares es sin duda lo mejor y más acertado.  Incluso los "intermedios musicales" me parecen acertadísimos. Quizá los dos momentos "sodomía" fueran pelín excesivos. No por su contenido, evidentemente sino por su efecto repetitivo. 

Felype de Lima acierta de pleno una vez más tanto en su escenografía como en el vestuario y Carlos Alzueta ilumina magistralmente esas sombras y esos huecos oscuros en el alma de Wilde. Bravo. 
El reparto me pareció desigual. Tengo debilidad  por Carmen Flores y viéndola se entiende por qué. Está fantástica y con una presencia arrasadora. Javier Martín aunque está bien, creo que se mantiene demasiado en un tono irónico y lejano que le resta empatía. Algo más de humanidad de la sincera ,de la de verdad les vendría bien a él y al personaje. David DeGea como Bosie a mi parecer está sobreactuado. Pero aparte de tener la adrenalina disparada le noté incluso ciertos problemas de dicción. Una dicción espesa y esforzadísima. Y cierta tendencia a estar igual siempre, en el mismo sitio (como personaje, digo, no físicamente). La mirada de superioridad y el gesto de enfado unido a la tendencia a gritar demasiado hacían que pareciera demasiado histérico como para simpatizar con él. El resto del reparto muy bien. Y por supuesto hay que destacar el trabajazo dificilísimo que hacen todos físico y coreográfico. Quiero destacar a Andrés Acevedo porque aparte de una presencia sólida, tiene una mirada que es una mina. Aunque a veces se engole un poco y quiera buscar una voz grave que aunque sea la suya natural, a ratos suena un poco forzada.



En resumen, con este montaje me pasa como con "Our Town". Creo que son montajes mayores y deberían estar no en la sala pequeña sino en la grande. Porque lo merecen, porque lo necesitan y porque lucirían mucho más si pudieran extenderse más cómodamente.  Este "Gross indecency" merece larga vida porque el montaje en sí lo merece y porque el trabajo de Olivares es solido y merece muchísima proyección.          

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