miércoles, 7 de marzo de 2018

El dúo de La Africana. Teatro de la Zarzuela.




Ha vuelto el "Proyecto Zarza" al teatro de la Zarzuela.
En su empeño por acercar este género al público del siglo XXI, Daniel Bianco ha traído al teatro de la Zarzuela "El dúo de La Africana" en versión libre de Susana Gómez, que también es responsable de la dirección escénica, mientras que el fabuloso pianista y director musical Miguel Huertas se ha encargado de la dirección musical.




Vaya por delante que a mí particularmente este proyecto coordinado por Almudena Pedrero me enloquece. El año pasado gocé como un bellaco con "La revoltosa" y este año he disfrutado muchísimo viendo con qué alegría y falta de pudor los jóvenes espectadores empatizaban y disfrutaban con esta versión "actualizada" de la obra de Manuel Fernández Caballero.

Susana Gómez ha escrito una versión a la que ha quitado paja, ha pulido naftalina y ha añadido referencias y referencias actuales para así tratar de meterse en el bolsillo a los jóvenes que llenaban el teatro. Toques chonis, chicas reivindicando su derecho a decir "no", un grupo de chicos no machirulos, un despampanante David Pérez cantando "Lo malo" y varios guiños más a nuestros días. Esas referencias obviamente enganchan a estos espectadores. Y abuchean al abusador, animan a la chica que se defiende sola, se parten y aman al mariquita gracioso. Todo eso hace que los aplausos sean atronadores y que en sí la experiencia sea un total exitazo. Otro más de Bianco y de su gestión.

A ver, el montaje es modesto en medios. Quiero decir, que cuenta con lo mejor de cada casa como Miguel Huertas al mando, rodeado por un grupo de músicos jóvenes que te cagas de buenos, Susana Gómez dirigiendo, la grandiosa Elisa Sanz creando la escenografía o gente como Gabriela Salaverri o Alfonso Malanda a cargo de vestuario o luces. Nivelazo. Y aunque no cuenten con los mismos medios que una gran producción, el resultado es brillante. 




El elenco de jóvenes artistas es brillante. Cantan muy bien, bailan, se mueven y pisan el escenario y de todo como si llevaran ahí toda la vida. Tengo que destacar a Alberto Frías porque siempre está fabuloso, aunque quizá debería intentar dar más peso a su presencia. Mitxel Santamarina está fantástico. Tiene morro, desparpajo y se come a todo el que se le pone por delante. Natán Segado Y David Pérez no pueden ser más guapos ni tener más carisma. Los dos serán grandes estrellas. Al tiempo. Cielo Ferrández y Lara Chaves brillan y tiene unas capacidades asombrosas. Y para mi gusto, Felipe Forastiere se sale. Canta que te caes patrás del gusto, actoralmente es una bestia que hace de todo y todo bien y se nota que tiene una inteligencia escénica apabullante. YA es un grande de la escena. El resto, todos para quitarse el sombrero. Bravo, chicos.  






Sin embargo se me plantean ciertas dudas que quizá merecerían una tarde frente a unos vinitos y charlar largo y tendido con el corazón abierto y ganas de oír bien las palabras. 
A ver si me explico: atraer al público joven a la zarzuela es un reto y una meta admirable, está claro. Lo que no tengo tan claro es el precio a pagar por ello. Quiero decir, ¿de verdad sentimos que estos chavales van a volver a la Zarzuela voluntariamente? No, no quiero decir eso. Empiezo otra vez.  
El principal obstáculo para acercarse a la zarzuela son sus libretos. La música es música, es intocable, las notas son las que son y ni se deben ni pueden tocar (al menos eso pienso yo a día de hoy). Entonces lo que hay que tocar son los textos, las palabras. Y la puesta en escena. No hay mucho más. Para eso lo suyo es contar con directores de escena actuales, libres y valientes. Y con versiones que busquen los puntos que puedan ser revisables. Poner a un chico cantando "Lo malo" está bien, los chicos lo pillan y se mean. Pero, ¿es así como hay que atraerlos? ¿No corremos el riesgo de que si vuelven a la zarzuela y no se encuentran algo así quizá no vuelvan más? Está claro que al ver al gordo mariquita simpaticón todas ellas le quieran como amigo y ellos le quieran proteger. En eso, en esa reacción, los jóvenes afortunadamente van muy delante de nosotros. Pero, ¿es necesario que el chico hable en femenino, lleve tacones y cante por Alaska? A ver, que el chico puede ser como le de la gana y tener toda la pluma que le salga de los huevos, no es eso. Quiero decir que así es más fácil empatizar, pero quizá estemos adoctrinando de más en vez de mostrar a un chico simplemente gay y tratar de que el publico empatice con él tal cual, sin plumas ni tacones ni faldas. Insisto que no el una cuestión de plumofobia ni mucho menos. El chico puede ser y sentir como quiera. Precisamente por eso lo digo. Igual es una tontería lo que digo, pero creo que a lo mejor es más importante la normalización de las cosas que el afán por buscar la simpatía. Al final, en esa actitud puede haber algo de condescendencia. Y una mirada amable es peligrosa. Yo prefiero las miradas de igual a igual. Que en definitiva es lo que somos.  
Insisto; está claro que la intención mola todo y que los chicos responden. Eso por sí solo ya es positivo. Pero quizá podríamos dar un paso más, confiar más en ellos y aunque sea dentro de la guasa, del cachondeo y la diversión de un espectáculo en definitiva frívolo, intentar plantear preguntas y que ellos solos se respondan. Como se hace con los adultos. No sé si me estoy liando.
En la charla posterior salió el tema del bulling y eso mola. Que los chicos se queden con ese mensaje es bueno, es sano, pero no deja de rechinarme un poco el que haya que recurrir al estereotipo del mariquita simpático para buscar la reflexión y el mensaje. Quizá estaría bien confiar más en estos jóvenes y dejar que ellos saquen las conclusiones solos. Siempre he creído más en intentar fomentar que la gente desarrolle un sentido crítico que en tratar de enseñar lo que es bueno y malo. Prefiero la ética a la moral. 
Que quede claro que la intención me parece cojonuda y el resultado y el efecto es justamente el que se pretende. Lo que yo planteo quizá sea para ir un paso más allá.   
Hay ocasiones, como esta en las que el libreto te puede permitir jugar y cambiar cosas para "actualizar" y acercar a hoy las movidas de las zarzuelas. Pero, ¿qué va a pasar con las obras que no haya cómo salvarlas? A lo mejor estaría bien aprender (y me refiero a todos, yo el primero) a distinguir que lo que pasa en un escenario NO es la vida. Es una ficción y a veces ni siquiera se parece a la realidad. La forma de atraer al público joven es ofrecerles productos atractivos para ellos. Musicalmente quizá mostrándoles lo bellas que son ciertas partituras. Y escénicamente o contando con elementos reconocibles como en este caso o enseñando que la ficción es ficción y puede ser atractiva si es coherente, madura y si habla al publico de tú a tú, no desde un atril o desde la condescendencia. ¿Qué tal si apostamos por no adoctrinar (por muy positivo que sea el mensaje) e intentamos que lleguen ellos a donde tengan que llegar? ¿Intentamos un espectáculo joven en su concepción y maduro en su planteamiento?   




Una vez más insisto en que el espectáculo me gustó, que disfruté como un crío, que los chicos se lo pasaron que te cagas y que aplaudieron mogollón y además empatizaron con todas las situaciones de maravilla. Misión cumplida. Pa quitarse otra vez más el sombrero. Pero... ¿damos otro paso más y en vez de intentar atraer mostramos lo que es y confiamos en que sea lo suficientemente atractivo como para que quieran volver al mes siguiente a ver otro espectáculo?   


Ah, y que conste que soy sssssuperfan de Aitana-War pero me quedo con la versión de David.


  Las fotazas, como siempre, de Javier del Real, una pasada.             

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