martes, 27 de febrero de 2018

Una vida americana. Teatro Galileo.




Paloma Clarkson era una chica moderna. Una "chica de hoy en día". Lo era allá por los ochenta, en esa época en la que España quería ser moderna. Cuando entramos en la OTAN para ser modernos y presumíamos de nuestras bases americanas. Porque España también se sentía moderna y quería tener una vida americana. Esa España que buscaba y busca su genitalidad. Mi querida España, esa España viva, esa España muerta, larailaaa.



Pero claro, de lo que uno sueña o lo que luego vive hay un mundo. Mejor dicho; entre los sueños y la vida estamos nosotros. Y aunque cantemos al Boss no entendemos las letras de Mecano (la de “Maquillaje” sí, claro). Y aunque soñemos con nuestro novio americano y nuestro apellido “exótico”, resulta que este se pira un día sin saber por qué y ahí te quedas, sin presente, sin futuro y con el cuerpecito cortado. Como Paloma. Y con dos nenas. Y a ver qué haces.
Paloma habría querido que su vida fuera distinta y haber encontrado un sentido a todo sin tener que luchar a la deriva. Lisa habría querido tener un padre presente. Y haber sabido por qué canta sin cesar la puta canción de Mecano. Robin Rose habría querido tener un centro más claro y quizá el cuerpo correcto. No, eso no, porque a pesar de lo que creen los demás, es el únique que vive feliz, es el únique que “está bien”. Incluso Levi debería haber sido más judío. Pero no lo es. Sin dramas, sólo por naturaleza; él es un poco judío aunque se siente muy poquito judío. Sin acritud. Todos deberían haber tenido otra vida. Pero claro, entre los sueños y la vida estamos nosotros. Y de la vida que pudimos tener a la que nos ha tocado hay un mundo. O un océano. Deberíamos haber tenido una vida mejor, más comprensible, pero al asomar la cabeza por la ventana, tenemos Tetuán, no Minnesota. Y la vida que debería haber sido bonita y consolidada es tan lejana e inexplicable como la letra de la puta canción. De esa canción que aunque no sepamos qué coño significa, seguimos cantando. Porque, ¿quién dijo que esto iba a ser fácil?



Lucía Carballal crea un texto de esos de los que te tienes que enamorar sí o sí. Chispeante, con las coñas matemáticamente medidas para que no resulten cargantes sino en la medida de la realidad más de barrio que te puedas imaginar. Es como si sacaras la cabeza por el patio y escucharas a una vecina, a un ser real y vivo. Eso es muuucho más difícil de lo que uno piensa. Construir personajes y diálogos con la medida justa de la vida real es casi imposible. Y Lucía lo hace así como si nada. Además nos calza así como si nada una defensa del distinto delicada y con la vaselina de la comedia. Una gran decisión la de no recalcar la soflama sino dejarla a la altura de lo cotidiano y plantea un tema tan espinoso y con tantas vueltas como es el tema de los géneros no binarios, la identidad transgénero o simplemente de la libertad. Lo he dicho en otro comentario pero sirve perfectamente para este: El arco iris tiene siete colores, pero el mundo, el Universo, tiene millones, uno por cada ser vivo. Y Robin-Rose vive en esta historia como si tal cosa, el mejor camino hacia la normalización. BRAVA.
Víctor Sánchez Rodríguez dirige con buena mano y con amor por sus personajes. Además les sitúa en medio del bosque y deja que sean ellos los que creen las discusiones y hagan avanzar la historia. Sabia decisión. 
César Camino está fabuloso. Quizá su personaje sea el menos dibujado de todos pero aún así exprime todas las opciones y logra estar de tu a tú con esas mujeres y no desaparecer bajo el torrente femenino. Vicky Luengo está impresionante en su dignidad y en su sufrimiento. Todos parecen emperrados en que esté sufriendo por su vida y sus elecciones y nada más lejos. Sufre pero por rebote ajeno, no por sí mism@. No echa de menos al padre ni sufre por ello. No soporta a su madre ni puede vivir sin ella. Se siente incomprendid@ pero no sufre por ello. Ama a su hermana y no la soporta. Esther Isla se lleva la parte más compleja y la resuelve con la sabiduría de las grandes. Lisa tiene nombre, apellido y genes yankis pero no sabe de qué lado sopla el viento. Alterna intentos de suicidios con desbarres histéricos. Busca respuestas pero tampoco tiene muy claras las preguntas.  En vez de treinta es como si tuviera catorce. Un personaje complejísimo que resuelve como si nada. 



Y la grandiosa Cristina Marcos. No sé, reconozco que no soy objetivo. La Marcos es un de esos seres que desde la primera vez que la vi, sentí que era como yo, que era parte de mí, que era yo, que yo era así. Es un portento de actriz a la que mataría por conocer porque siento que sería como mirarme en un espejo. Es más, casi me veo haciendo la "ruina romana" de "El publico" con ella. Histerias aparte, creo que está fabulosa. Consigue que las palabras broten de su boca por necesidad. Algo extremadamente difícil en una comedia. Paloma es la madre atenta pero despegada. La madre que vigila pero desde lejos. La madre que suelta pistas con cuentagotas y siempre parece que se guarda algo más. Una mujer perdida que da su vida por sus crías y que lo hace lo mejor que sabe, que es como el culo. De joven no supo qué hacer con su vida ni cómo vivirla ni defenderla. Ha madurado a brochazos, dando bandazos de un lado a otro y ahora se encuentra con unas hijas-esquejes a las que ama pero que no comprende, a las que quiere proteger pero que aleja sin querer. Una pobre víctima de un moderneo artificial, que siempre ha vivido por detrás de su vida y que no sabe hacerlo mejor. Por eso usa como comodín el impulso, por eso quiere dar una salida a los traumas de un hije sin traumas o quiere ocultar una verdad dolorosa a una hija suicida que quizá moriría al descubrir la verdad y quedarse sin argumentos para estar pallá. Un ser, en definitiva, que hace lo que puede y como puede, cagándola una y otra vez. Pues coño, a ver, normal. 



Luis Perdiguero ilumina este bosque tratando de poner luz donde hay sombras y de iluminar las zonas oscuras de esos osos montañosos. El genio Alessio Meloni ha creado un bosque que podría ser parte de un parque de atracciones o un monumento a la caravana trash. NO sabes nunca si detrás de un abeto va a aparecer Kim Novak vestida de Madeleine o un personaje de "Deliverance". Es un rinconcito rodeado de incomunicación donde se sienten arropados estos deshechos humanos. Otra obra de arte del gran Meloni. Y hablando de genios, Luismi Cobo inunda el espacio de un toque mágico e irreal. Otro derroche de uno de los mejores compositores del país.




Ay, sí, chica, a la salida me pillé el texto. Me quedé embobado con la facilidad de Lucía Carballal para crear seres vivos. Pero vivos de verdad. Y reales. Con muchas ombras, como todos nosotros y con alguna luz como lagunos de nosotros. Un trabajo emocionante, duro y desestabilizador con los sueños como caldo de cultivo y la puta realidad como catalizador.
Sencillamente IM-PRES-CIN-DI-BLE.


LAS FOTOS SON DE JAVIER NAVAL, ESTÁN EN LA WEB DE LAZONA. SI HAY ALGUN PROBLEMA EN QUE LAS USE, POR FAVOR, DECÍDMELO Y LAS CAMBIO, PERO ES QUE SON... ACOJONANTES. 

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