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jueves, 8 de septiembre de 2016

Idiota. El Pavón Teatro Kamikaze.

A estas alturas se han escrito kilómetros de líneas sobre la apertura del Pavón bajo las manos de Kamikaze. Pretender aportar algo más es inútil. Así que diré simplemente lo que siento. 
Kamikaze es algo así como esa compañía de la que todos nos sentimos un poco partícipes. Son gente cercana (aunque no tengo el honor de conocer a ninguna personalmente, salvo a Aitor), gente a la que ves en los teatros, colegas, gente real y cercana. Vecinos y currantes. Y encima lo que hacen arrasa y es casi siempre bestial, ejemplar y brillantísimo. En el fondo todos sentimos un poco cada premio que reciben como un poquito nuestro, un poquito de todos. Esa sensación no creo que responda a nada en concreto, a nada tangible. Quiero decir, yo insisto en que personalmente jamás he hablado con ningún Kamikaze, sólo conozco a Aitor. Pero a pesar de no tener un vínculo personal o emocional con ellos, los siento y creo que todos los sentimos así, como unos colegas o un ejemplo de gente trabajadora, muy, muy currante, con ideas brillantes, un conocimiento de la profesión abrumador y un sentido del trabajo, de la filosofía vital escénica y del compromiso con esta profesión sin fisuras. Por eso, lo que hace Kamikaze lo sentimos nuestro y por eso toda la profesión teatral madrileña estamos emocionados con la reapertura de un teatro como el Pavón. El éxito no sólo está asegurado, sino que nos remueve a todos de tal forma que la entrada del teatro estos días es un hervidero de nervios, emoción y una ilusión como si fueras a la fiesta sorpresa que se le organiza a un amigo. 



Y para arrancar, el dios de la escena Israel Elejalde se pone los zapatos de director y regala a Elisabet Gelabert y a Gonzalo de Castro el honor de inaugurar esta nueva etapa. "Idiota" de Jordi Casanovas; un pedazo de texto casi redondo, con una solidez como ya demostró en ese "Ruz/Bárcenas" que aún resuena en nuestras tripas, o esa joya que era "Un hombre con gafas de pasta" por ejemplo.  Este textazo esconde una trampa tras otra. Es jodido hablar de lo que sucede sin caer en el spoiler y sin reventar la función. Sólo diré que lo que comienza como una comedia en la que simpatizas con el héroe de pronto logra que se te congele la sonrisa, empieces a removerte incómodo en la butaca y acabes sudando a chorros de los nervios. Simplemente desde el texto se consigue que vayamos de la mano del pobre protagonista, Carlos, que comencemos siendo amigos de este pobre hombre, mitad pícaro español, mitad buscavidas rozando el límite de lo moralmente admisible. Poco a poco nos distanciaremos de él, justo cuando empezamos a notar que lo que a él le cuesta tanto descubrir, para ti está tirado. En ese momento te distancias de él pero por pura supervivencia, porque distanciándote de él te salvas, salvas tu alma de ser como la suya. Pero quedan más giros, más atajos, más recovecos. Hasta el final, porque no me jodas, ese final... tiene mil caminos posibles. 
Sátira casi socio-política o humano-sociológica. Cien capas y doscientas lecturas. Y como remate, charleta post-función. No se puede pedir más.



Gonzalo de Castro es talmente un personaje sacado de una peli de Billy Wilder, un ciudadano gris (con los matices de gris que tenemos todos), normal, como el Rodríguez que se quedaba un agosto en NY y se le colaba Marilyn como "vecina de arriba". Carlos es tan bueno y tan malo como todos, es apto y no lo es para el trabajo. Simplemente es un ser más o menos superviviente que se ve envuelto en una red que le sobrepasa. Porque la que se le viene encima es casi como tener a Marilyn arriba, muerta de calor y deseando pasear sobre las rejillas del metro de tu mano: una pura trampa mortal. Gonzalo es Carlos y Carlos es Gonzalo. No sé cómo explicarlo, es de esos personajes y de esas creaciones que no admiten otro nombre. Esto o lo hace Gonzalo o lo hace Gonzalo. Está perfecto y planea por la comedia y por el drama con una soltura de fliparlo. Está claro que ha nacido para las tablas. No hay más palabras. Y Elisabet demuestra ser una gran actriz soportando la parte chunga de la función y no sólo estando a la altura sino brillando cuando debe hacerlo. Generosa compañera.



Gran escenografía de Eduardo Moreno, llena de esquinas y de curvas, porque todo es lo que es pero no lo que parece. Juanjo Llorens lo ilumina de maravilla, Ana López lo viste de maravilla y Arnau Vilá crea una partitura fabulosa y mágica. Todos ellos trabajando en un sólo espacio, con el inconveniente de que lo único dinámico es el paso del tiempo. Muy difícil lo que han creado. 

Con todo este material, a Israel Elejalde le queda le trabajo fácil (es figura, está claro). Quiero decir, Elejalde ha conseguido lo mejor de lo mejor. Y una vez que tiene todas esas piezas sólo hay que juntarlas y hacer que la maquinaria gire. La mejor forma de hacerlo es dejando que fluya. Ritmo, pausas, sentido de la escena y mucha mano para la tensión. En "Sótano" ya demostró Elejalde que le mola estudia la crueldad humana. Aquí vuelve a esos terrenos y consigue gracias a saber medir y dosificar, crear un entramado casi perfecto. 

Perfecto arranque de este nuevo proyecto. Y por si fuera poco, seguirán "La función por hacer", "Misántropo", "Juicio a una zorra", "La clausura del amor", "Hamlet", joyas como "El plan" o platos tan apetecibles como la deseada "Perra vida", del gran José Padilla, además de talleres como uno que arrancará en breve Carlota Ferrer, ahí es nada.
Uno no puede más que descubrirse ante Miguel del Arco, Aitor Tejada, Jordi Buxó e Israel Elejalde por regalarnos un proyecto como este, donde parece que la calidad y el rigor son los principales ingredientes y del que los madrileños nos vamos a beneficiar. Bravo a los cuatro y a todos los implicados. En Madrid ha nacido un gran proyecto y entre todos haremos que siga hacia arriba porque todos ganaremos con ello. El teatro es inevitable, y el Pavón Teatro Kamikaze es imprescindible.  



(Las fantásticas fotos son de Vanessa Rabade y están el la web del teatro, supongo que se pueden utilizar)  

miércoles, 9 de abril de 2014

Un hombre con gafas de pasta. La pensión de las pulgas.

Cuando vas a ver una función a "La pensión de las pulgas" puedes ir relajadito porque es más que probable que lo que veas, mole. ¡¡¡Menudo ojo tienen Martret y Puraenvidia!!! Si un día de estos, por ejemplo... hoy mismo, no sabes muy bien qué ir a ver, llama. Pilla para "Un hombre con gafas de pasta". No te lo pierdas. Te vas a mear de la risa y vas a flipar con los actorazos que tenemos en este país.
El texto de Jordi Casanovas es fabuloso. No tiene desperdicio. Utiliza un lenguaje nada rebuscado y resulta natural de verdad. Está escrito fácil y dinámico, tiene una ligereza brillante y un uso de los giros inesperados y del suspense magistral. Combina la coña más divertida con momentos tristes, monólogos serios con escenas de descojonarte vivo. Y mil giros que hacen que la historia de unas vueltas hacia sitios disparatados con una naturalidad y una maestría dignas de un gran autor. Textazo al que no le consigo encontrar ni un solo "pero". Es redondo. Y dirigido con sabiduría, sacándole el máximo partido a cada palabra y cada escena.
SPOILER. Allá tú si sigues leyendo, luego no digas.




Todo comienza con una cena de "amigos" para animar a una pobre a la que acaba de dejar su novio. La verdad es que los organizadores, Laia y Oscar (Olga Rodríguez y Markos Marín) son un poquito impresentables. Pero la nena, Aina, (Inge Martín) parece que ha nacido con un cartel que pone "te puedes pasar conmigo todo lo que quieras" escrito en la frente. Y todos se pasan con ella seis pueblos. Claro, es carne de cañón. Y tú, desde la sillita te descojonas, quizá por esa cosa de saber que no es real, que es teatro, que igual que Chaplin se pegaba hostiazos y tú te podías reír sin sentirte cruel, aquí te puedes descojonar de Aina y no sentirte un ser despreciable. Entonces aparece el cuarto invitado. Marcos. Hay gente que nace mala y es mala desde la cuna. Marcos (José Luis Alcobendas) es malo de nacimiento y lleva gafas de pasta. ¿Qué tendrá que ver, diréis? Pues eso, nada. Es un hijo de puta integral desde que aparece y hasta el final. Le quieres matar. Es como esos amigos capullos que meten el dedo en la herida, que humillan como sin querer, que conocen tus debilidades y allá que van. Pues eso, es lo peor de lo peor. Un auténtico soplapollas al que querrías humillar. Bueno, pero es que es más que eso. Es un auténtico vampiro. Y no es solo un vampiro emocional. Y es en ese momento cuando el texto da un giro absolutamente magistral y lo que venía siendo una farsa grotesca (el monólogo de la lectura del "poema" no tiene desperdicio) de repente se convierte en una peli de suspense o incluso de terror psicológico. Si hasta ese momento, el texto era fabuloso, con ese giro se demuestra una maestría brutal arrastrándote  hacia otros derroteros que ni el más listo se podría esperar. Eso sí, con un nivelamen de escritura tan magistral o más. Durante toda la función se manejan las tensiones perfectamente, y el nivel de tensión va subiendo poco a poco hasta llegar a unas escenas delirantes y fabulosamente dirigidas. Las dos "partes" de la función son totalmente distintas estilísticamente pero complementarias y le dan a todo el texto una maestría pocas veces vista. 
Y los actores... sublimes. A José Luis Alcobendas le quieres arrear dos hostias nada más verle. Quieres que sufra. ¡¡¡¡¡Es asqueroso!!!!! Está perfecto. está en el punto perfecto para no convertir a su Marcos en una astracanada infumable. Markos Marín está genial, te lo quieres comer. Adorable, gracioso, pobrecillo, tontolapolla, y con su sorpresa final aunque esta en un giro argumental que quizá sea lo peor de la función. No entiendo muy bien ese giro ni creo que aporte nada, creo que no está bien resuelto. Inge Martín es que la pobrecita mía... cómo no la vas a querer si le dan por tos laos. Ganial también en su estoicismo y brutal en SU cambio de registro. Olga Rodríguez quizá soporte el personaje más soso. Está fabulosa todo el tiempo, aunque quizá la pena sea que su personaje tiene menos recorrido.
En definitiva, otro acierto más de "La pensión de las pulgas". Este espectáculo va a estar en cartel todo lo que tanto los actores como en la pensión quieran. Va a ser uno de los exitazos del año. Fijo. Si no, al tiempo. Pero es que no es habitual encontrar un espectáculo con un texto tan buenísimo y cerrado como este y un plantel de actores tan cómodos y fantásticos. Venga, llama y reserva.