Mostrando entradas con la etiqueta María Hervás. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta María Hervás. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de mayo de 2017

Iphigenia en Vallecas. Pavón Teatro Kamikaze.

Cuando alguien pasa una mala racha, se replantea casi toda su existencia y su razón de ser y de pronto se topa con un texto del que se enamora, un proyecto que siente que NECESITA hacerlo, el resultado sólo puede ser un acto de amor. 
María Hervás; deslumbrante actrizón que ha demostrado ya sobradamente que es la rehostia en un escenario, se encontró con el texto de Gary Owen y se empeñó por pura necesidad en darle vida. Ella misma se encargó de trasladar la acción a España, a Madrid, a Vallecas y de firmar la fabulosa versión que ha estado regalándonos en el Ambigú del Pavón. Por cierto, si la programación de la sala grande es cojonuda, la del Ambigú ni te cuento. 
Bueno pues por decirlo en pocas palabras, lo que rezuma este espectáculo por encima de textos, de interpretaciones, de dirección, de luces y de lo que sea, es un amor descomunal por el oficio de actriz, una pasión por el curro y una valentía al enfrentarse al público admirables. 
Por supuesto no quiere decir esto que el espectáculo esté mal, ni ella, dios me libre, sino que esa es la moraleja que yo me llevo a casa. 



Por partes: el texto del que se enamoró María y adaptó es muy bueno. Desde su arranque nos sitúa donde quiere. Ella, Ifi mola todo y nosotros, cobardes acomodados agachamos la cabeza cuando nos la cruzamos. "Quinqui de mierda, pedazo de guarrrrra".  La traslación del mito griego es evidente. Pa qué explicarlo. Es tal cual. Ifi se sacrifica por el bien común. Lo peor es que incluso después de ese sacrificio seguimos pensando de ella: "quinqui de mierda, pedazo de guarrrra". 
Quizá haya algo en el texto como de reproche masticado. Quiero decir, el "recado" me lo dan por activa y por pasiva y por si acaso no me he enterado, me lo explica. Y vale que es verdad y que cuando uno se sabe culpable agacha la cabeza y recibe sin rechistar porque sabe que se lo merece. Pero quizá el mensaje sea demasiado evidente. Y reincidente. Quizá un pelín más de dejarme a mí que sienta lo que por otro lado YA estoy sintiendo podría molar más. Ya sé yo y encima, al ver la función ya siento yo como evidente que el sacrificio de unos sirve para el bien común como para necesitar que me lo digan con palabras. Por eso el epílogo podría sobrar. No lo sé, sólo pienso en voz alta. 
Durante el relato hemos pasado por que una jubilada trabaje (¿?¿?¿), o que un aprovechado y sus amigotes pasen por jóvenes educados y elegantes y terminen en los bajos de Argüelles... , por que  Ifi renuncie a lo que le corresponde, o incluso por que Ifi, superviviente, nini sin horizonte, sumida y asumiendo su destino cero sepa que tiene muy poquito margen de salvación. Hemos pasado por todo eso y lo hemos aceptado porque en el fondo es verdad. Un pequeño respiro para que uno mismo saque sus conclusiones no habría estado mal. Creo. 

Espacio escénico correcto, luces poderosas de Daniel Checa (qué grandes iluminadores hay en este país...), dirección correcta y por encima de todo y como principal baza el trabajazo histórico de María Hervás.



Engancho de nuevo con el principio; el amor y la pasión de María Hervás por el texto se nota. Y es lo mejor que puede pasar; que un actor ame lo que dice y revive. Y así María consigue un trabajo vocal acojonante, un alarde de expresiones, tonos, fonética y voz nasal totalmente barriobajera como pocas veces se han visto. Pero no sólo eso, que ya de por sí la convertirían (de nuevo) en una de las mejores actrices de su generación sino que además de todo eso, se lanza a revivir a Ifi (y de paso a su abuela, al Rique, a la Silvi, a la gorda, a cien personajes) con una valentía como pocas veces se puede ver en un escenario. Porque hay muchos actores y actrices buenos, los hay buenísimos, los hay entregados, los hay entregadísimos, los hay valientes, los hay suicidas, los hay generosos, y luego está María Hervás (y algún otro nombre que me viene la mente) que no tiene el menor reparo a la hora de soltar moco y de meterse en estados de ánimo peligrosos a 20 cm de tu cara, justo donde se descubre la mentira. Ella juega en un registro arriesgado, en el más arriesgado, y lo hace no sólo con valentía sino que se nota que eso le pone. Ella ha nacido para recrear vidas desde la implicación más absoluta. Y luego sale a recibir los aplausos con una carita de niña pequeña que te derrite. Porque encima es humilde. Pero no por pose, sino porque sabe y entiende que el riesgo y el peligro son la base de la actuación. No verás en ella ni un solo gesto acomodaticio, ni un momento de respiro. Vive y actúa en el filo. Eso justamente la convierte en una actriz que llega, que traspasa, que convence, que hipnotiza, que crea. 

Por el amor de dios, señores, si no han visto a esta Ifi, no se la pierdan, si lo ven anunciado en la otra punta del país, corran. No hay que perderse a María Hervás en esta historia (va más allá de ser un monólogo) porque pocas veces verán a una actriz arriesgando su alma por dársela a un personaje como hace María Hervás con Ifi. 

ABSOLUTAMENTE NECESARIO.  

viernes, 13 de diciembre de 2013

Confesiones a Alá. Teatro del Arte.

También es mala suerte ir justo el último día. Lo digo porque desgraciadamente no voy a poder animar a nadie a que vaya. Pero también te digo que si los responsables de los teatros nacionales tuvieran un poco de inteligencia, no dejarían escapar esta joya. 
Textazo de Saphia Azzeddine en el que la protagonista, Jbara va contando su vida o sus penares desde su poblado hasta que acaba siendo esposa de un imán. Simplemente de los 16 a los 24 años. Adapta y dirige Arturo Turón. El alma la pone María Hervás.
Jbara vive en un poblacho de Marruecos. Sobrevive más bien. Allí más o menos se la folla todo el que quiere. ¿Qué va puede hacer ella sino dejarse? Su mente sobrevive a eso. Hasta que un día... De esta función sí que no se puede contar nada. Todo es un cúmulo de situaciones cada vez más desgarradoras y sorprendentes. O no. 
El principal acierto y quizá el mayor inconveniente que tiene la función sea el propio texto. Quiero decir, el texto es brutal. Las situaciones que plantea son salvajes, y seguramente sean bastante cercanas a la realidad. Esas cosas pasan. Esas y peores. Y es un acierto total plantear todos los interrogantes que al menos a mí, se me pasan siempre por la cabeza con estos temas. Se plantean millones de preguntas desde todos los puntos de vista imaginables. Pecado, no pecado, libertad, mujer, hombre, posesión, obligación, rebeldía, culpa, sometimiento, velo, puta, inteligente... Es difícil hablar sin contar más de función. Aunque a estas alturas seguro que casi todos la habéis visto y sabéis de lo que hablo. Pero quizá por plantear tantísimas dudas y puntos de vista, se haga un poco largo. Quiero decir, todo de lo que se habla es espeluznante, necesario, brutal e ineludible. No sobra nada, todo debería ser materia obligatoria de estudio y debate. Pero dramáticamente, para el espectáculo, quizá provoque momentos, hacia el final, en el que el interés decaiga un poco, el ritmo y se haga pelín largo. Y no hablo del contenido, sino de la forma. Eso sí, yo lo que saco es que cada uno tiene lo que tiene. Luego, lo que tú hagas con eso que tienes es decisión tuya. En un último extremo tú eres el responsable de lo que hagas con tu vida.  



La dirección de Arturo Turón es muy solvente. Sencilla, no se mete en berenjenales ni en jardines de difícil solución. Todo es sencillo pero efectivo. Ni un "pero" se le puede poner a este trabajo impecable. El único "pero" es hacia la sala. Desde el primer espectáculo que vi allí siempre he notado unos problemas tremendos de acústica. Algo pasa que se oye fatal. Esta noche estábamos en fila 2, y cuando la pobre María Hervás se giraba y nos daba la espalda, había que ponerse como los murciélagos para cazar algo. No es posible que en la fila 2 no se entienda lo que dicen los actores. Y esto ha pasado SIEMPRE. Por favor, responsables de la sala, cuiden el trabajo de los artistas que trabajan allí y al público. Aparte del jari que se monta con lo de que no estén numeradas las entradas. No puede ser que haya que ir casi una hora antes para hacer cola y plantarte como en la cola del super, sacando codos pa que no se te cuele ningún listo. Vamos, me parece horrible lo de que no estén numeradas. 
Y luego está la artífice del milagro. María Hervás. Decir que su trabajo vocal es una pasada es hablar de lo evidente. Se ha currado un acento que flipas. Y la evolución del acento que va acompañando a la evolución del personaje. Y encima esta mujer compone un personaje plagado de matices, de cambios de registro, de humor, de código, con una simpatía arrolladora y un sufrimiento nada autocomplaciente. Sencillamente creo que este año se han visto muy poquitas interpretaciones femeninas de este nivel. Aguantar casi dos horazas yendo de burrada en burrada y de salvajada en salvajada y que la peña no se retuerza en los sofás esos blancos, tiene muchísimo mérito.
Ay, otra pega. Esto es cosa del adaptador, me temo. Arturo, si me permites, creo que hay veces en las que el lenguaje que emplea Jbara es un poco redicho. Quiero decir, que a veces usa verbos o sustantivos demasiado rebuscados. No parece una chica sencilla, sino una erudita. Pero vamos, eso por decir algo. Lo que sí está claro es que "Confesiones a Alá" debería ser de obligada asistencia pa to hijo de vecino. Estremecedor, esencial y ejemplar.