Hace y tres años que me morí de gusto y de tristeza viendo "André y Dorine" de la compañía Kulunka, especialistas y virtuosos del teatro físico y de máscaras. Aquel trabajo ya fue una maravilla y pasará a los libros de historia del teatro. De hecho, siete años después de su estreno sigue girando por todas partes y la gente se mata por verlo. "Solitudes" confieso que no he tenido la suerte de poder verlo. Cuando vi anunciado "Edith Piaf. Taxidermia de un gorrión" creí morir de gusto. Puse alertas de todos los colores para que NO se me pasara. El día que salieron las entradas a la venta yo estaba con el dedo en el ratón esperando para hacer "click". ¡Toma ya! Fila 1, butacas 1 y 3. Y a esperar.
Ayer sábado era el día. Kulunka, Lola Casamayor y Fernando Soto al mando. Imposible fallar.
Se apagan las luces, comienza el espectáculo. Digo la magia, digo... la vida.
Y mi corazón se estremece con la primera imagen, con el primer sonido, con la primera luz, con la primera nota. Y no deja de latir de forma posesiva hasta que intuyo el final de esta obra de arte. Cuando siento que el círculo se va a cerrar, las luces se van a apagar y Lola se va a levantar... en ese momento doy las gracias a la vida por haberme puesto al alcance uno hora y media como esta.
Bueno, a ver si soy capaz de escribir algo sin que se me salga el alma en las palabras...
El texto de Ozkar Galán es una maravilla. No solo por cómo maneja los tiempos y dosifica la información, sino porque consigue que una biografía que creíamos conocer, se vuelva sorprendente, novedosa y nos tenga agarrados a la butaca en todo momento. El juego dramático de introducir los personajes ficticios es brillante y sirve para crear una densidad dramática sólida e irrespirable.
Fernando Soto dirige de forma magistral. Ama a sus personajes, sabe qué quiere contarnos y desde dónde quiere hacerlo. Para Fernando la Piaf era y es una diosa. Una diosa humana, débil, cruel, enferma, enfermiza, sufridora, tirana y desolada. Un mito lejano. Un ave que no canta convertida en cantante legendaria por el amor de los desconocidos, no por el suyo. La figura de la diva está tratada con amor y con la suficiente distancia como para salvarla. La periodista experta en animales salvajes que la entrevista es el Mengele perfecto que diseccionará a la diosa siguiendo las ordenes del tirano: el mundo.
Pero no solo ama a la Piaf sino que ha logrado momentos de una magia escénica sobrecogedora. Con pocos elementos escenográficos (brillante trabajo de Ikerne Giménez), un vestuario acertadísimo y unas luces salidas del epicentro del drama (bravo, Javier Ruíz de Alegría) ha imaginado unas soluciones a transiciones, cambios de... todo tipo y un desarrollo dramático y escénico magistral. El momento "espejo" es pura magia. Bravísimo, Fernando Soto.
Alberto Huici tiene la parte más desagradecida. Es los hombres. Todos. Y está magistral. Todos y cada uno es distinto a los demás y único en sí mismo. Realmente genial. Se lleva la parte menos lucida del espectáculo pero lo vive de una forma apabullante.
Intentar decir algo novedoso y justo sobre Lola Casamayor es inútil. Es como querer definir un atardecer o el fluir de un río. Lola es grandiosa, es natural, es sabia, habla con y por derecho y tiene un don especial para saber y transmitir dónde está en cada momento. Es foco y es secundaria, llega, brilla, se retira, regresa, manda, grita, susurra, se oculta, sufre, llora, goza y disfruta de cada emoción. Es obvio que es una de las mejores actrices de este país. Y cuando veas esta "Taxidermia.." verás de qué forma domina la emoción y espera agazapada a que llegue su momento. Y ves cómo se transforma y cómo vuela, y como renace y cómo cae.
A Garbiñe Insausti la había visto en "André y Dorine". Estaba deliciosa y fascinante. Pero aquí además habla. Y canta. Y TODO lo hace de forma prodigiosa. Me acuso de conocer más a este prodigio de actriz. Quizá por ese pecado mortal mío me ha sorprendido tanto su trabajo.
Canta que te caes de espaldas. Domina el espacio, la escena, el ritmo, la tensión, los saltos de registro, los vaivenes emocionales, se tira la vacío de la locura y sube al Olimpo de las divas como si fuera algo natural. Tener delante a Lola Casamayor y que no te tiemblen las canillas debe de ser jodido. Para Garbiñe eso es un aliciente. Y no es que no se arrugue, es que le sirve de aliciente. Bebe de Lola y despega. El reto es un impulso para demostrar lo que sabe y lo que vale. Y se vuelve diosa, se eleva y cae cómo y cuando quiere. Si merece la pena emplear tu tiempo y tu dinero en enriquecerte viendo este espectáculo, otra poderosa razón es gozarrrrr viendo el inmenso trabajo de las dos actrices y de su compañero. Uno de los platos más fuertes de la cartelera.
Emoción, una grandísima puesta en escena llena de recursos inteligentes, un espacio, un vestuario, unas luces fascinantes y un trío actoral descomunal.
Y como remate; no creo que se pueda poner sobre un escenario de forma más impactante el Hymne à l'amour. Lo más de la cartelera ahora mismo.
Si tú lo dices, es que hay que verlo, David. Un abrazo
ResponderEliminarVe a disfrutarlo y luego hablamos!! Gracias por compartir, maestra!!!!
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