viernes, 22 de septiembre de 2017

Los universos paralelos. Teatro Español.

David Lindsay-Abaire escribió este texto el año 2006 y ganó el Pulitzer. Incluso se hizo una peli y Nicole Kidman estuvo nominada como mejor actriz protagonista. 



Misterios de la vida, porque a mí el texto me ha parecido lo contrario de lo que David Serrano, director de esta función, cuenta en el dossier. Yo, que soy muy melodramático no sentí la más mínima emoción viendo este espectáculo. Texto lleno de clichés además a medio gas, sin siquiera exprimirlos para buscar la emoción. Ya lo sé, eso sería un truco barato, pero al menos puede que consiguiera emocionar. ¡Coño, más trucos que usaba Douglas Sirk...! 
El texto no me emociona nada, los momentos más... estremecedores o las frases más duras están metidas con calzador. Además la puesta en escena es tediosa, se hace larga. La primera escena entre las hermanas por ejemplo, es eterna y no aporta nada a la función. Si la quitas, todo seguiría igual. Incluso si quitaras el personaje de la hermana todo seguiría igual. Igual de blando.  
La puesta en escena de David Serrano es superflua y nada emocionada. Me gustó cómo administró las armas en "Buena gente" aunque en el resto de espectáculos que le he visto no ha vuelto a interesarme tanto. Aquí se centra en buscar demasiado premeditadamente los momentos sensibleros y deja pasar perlas auténticas, como por ejemplo la relación de los personajes con los objetos y con el entorno. Es imposible que una madre esté doblando la ropita de su hijo muerto sin estremecerse, sin sentir nada, ni querer olerla, sin que se le aparezcan mil imágenes de su hijo. Y la casa, la soledad en la casa, el sofá, el plato, el vaso, la camita, todo lo que debería recordarles al hijo ausente. Nada, no hay nada de eso. 
La baza principal del espectáculo, que debería ser la potencia del drama y la desolación del texto no aparece en la puesta en escena, que a pesar de lo larga que se hace, está como precipitada y los momentos no discurren con naturalidad, sino de forma atropellada y sin dar lugar a que un momento provoque el siguiente. 
Una vez desechado todo eso sólo queda el trabajo de los actores. Daniel Grao está fabuloso. Trata de dar profundidad y sufrimiento a su personaje torturado. Lo consigue a medias porque a pesar de que el está fantástico, lo que le rodea le aprisiona y le deja a punto sólo de conseguir la verdad. Algo real en medio de un bosque de gestos, poses, mohines y sombras no fluye como debiera.
Carmen Balagué está inconmensurable. No se puede estar mejor, con más seguridad y pisando el escenario con más derecho. Llevando las riendas de sus momentos como una sabia de la escena. De lejos y sin duda, lo mejor de la función. Aunque debo confesar que le referencia a esa actriz... amiga... en fin, me sacó de golpe de la escena y me dio de morros con la realidad de la sala. Medio llena, todo hay que decirlo. Eso sí, su monólogo sobre el dolor y la pérdida... magistral. Belén Cuesta también está muy bien.  



Yo lo siento pero hasta para emocionarme prefiero hacerlo cuando yo lo sienta y sin que me dirijan. Y si lo hacen, que lo hagan bien para que o no me de cuenta de que me están llevando o al menos, no me importe dejarme llevar.   

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