jueves, 8 de diciembre de 2016

Violetta, Simone et moi – Variations sur le thème de Traviata. Teatro de la Abadía

Aída Gómez dirige esta edición del festival Madrid en Danza. Y ella o alguien de su confianza ha sido el responsable de traer a Madrid este espectáculo. 
Lleno hasta la bandera. 



Comienza el espectáculo con la proyección sobre un escenario lleno de humo, de imágenes de una peli del año 60, "La verdad" (La verité). En ellas se ve a unas monjas paseando por un convento y despertando a las chiquillas que hay en las celdas (curiosa palabra para definir un dormitorio). ¿Monjas y la Traviata? A ver si me he equivocado.
Más tarde ya veremos a Brigitte Bardot, la prota de la peli, en otras imágenes. La peli es de juicios. ¿Brigitte, juicios y la Traviata?
A ver si me he equivocado.
Hay una especie de sotana colgada. De dentro salen una mujer vestida de forma masculina y un hombre con una camisa blanca y un pantalón negro. Ella comienza a moverse por le escenario. Él también. Poca danza. Comienza a sonar la Traviata. Precisamente la versión histórica de Callas, Di Stefano, Bastianini y Carlo María Giulini. Ahí es nada. La mejor Traviata de la historia. Suena la obertura. Y empieza sonar la voz de Callas. Yo muero del gusto. Pero de pronto esa voz desaparece y continúa cantando  Thomas Lichtenecker, un contratenor. Pero no contentos con eso, se zampa los agudos. Supongo que el hombre no llega. Con lo cual ni canta Traviata ni na. Canta media Traviata. Por supuesto sin orquesta, no es ni un karaoke. Suena como un organillo de esos electrónicos mientras este hombre se zampa la mitad de las notas. 
A ver si me he equivocado.
La mujer,  Catherine Habasque sigue moviéndose por el escenario. Se siguen alternando imágenes de la peli de BB con textos de las cartas de amor que Simone de Beauvoir escribió a su amante estadounidense Nelson Algren. Quizá haya una conexión entre estas tres cosas. Yo la desconozco y no la descubro aquí tampoco. 
A ver si me he equivocado.
El hombre tira de camisa y resulta que es un camisón completo. ¿Será él Violeta? ¿Y ella será Alfredo y Germont y todos los hombres y por eso él canta partes de Violeta? A todo esto poquito baile. Y además hay tanto humo que no se leen los sobretítulos. 
Entre la musiquita infernal que alterna con la música sublime de Verdi, escuchar a Di Stefano alternándose con Lichtenecker cantando la mitad de las notas, los sobretítulos que no hay forma de descifrar y la imagen de BB guapísima subida a un estrado, tengo un lío que pa qué. Me desazono. Me pregunto a mí mismo pa mis adentros: ¿por qué?
Sigue le destrozo de la partitura de Verdi y a la voz de Callas. Habasque sigue dando vueltas por el escenario. Él se pone la sotana que había colgada y ella se disfraza de monaguillo. Ella se mete entre sus piernas y saca los brazos de cuando en cuando. La visión de esto al menos es bizarra que te cagas, una sensación novedosa en el rato que llevamos sentados. Ella finalmente digamos que... sale por la parte trasera de la sotana. Vale, ahora creo que lo he entendido. Era eso. Ya sólo nos queda que destrocen el "Addio del passato" y que él (en camisón) mate a la mujer (vestida de hombre) a sombrerazos en un juego de metáforas que no alcanzo a comprender. Fin. Plas plas.



Dice mi maestro con toda la razón del mundo que casi siempre, opinar de algo y decir que es malo es un acto de arrogancia y que seguramente en algún momento del proceso creativo, ese espectáculo que nos ha parecido horrible ha sido NECESARIO para alguien y por eso se ha hecho. Esa es una verdad total. En algún momento, alguien ha sentido que contar esto de esa forma era necesario y por eso se ha hecho. De ahí debería nacer nuestro reconocimiento. Así que intentando sinceramente hacer un ejercicio de humildad y tratando de apartar de mí cualquier tipo de soberbia, me quito el sombrero ante los responsables de este espectáculo. Cualquiera que se suba a un escenario merece respeto y admiración por exponerse y por compartir lo que ellos quieran con nosotros. 
También dice mi maestro que cuando algo no te gusta, lo mejor es buscar algo que sí te mole y mirar eso. Buscar con tu mirada la salvación. Porque seguramente el problema esté en tu mirada, no en lo que ves. 
Así que coñas aparte, admito y confieso que el fallo fue totalmente mío, ni supe escarbar para encontrar algo a lo que dirigir mi mirada, ni encontré de qué forma eso que estaba viendo habría podido ser "necesario" para alguien en algún momento. Simplemente me dejé llevar por varias cosas, aparte de por mi arrogancia de espectador "chulito" y poseedor de la verdad: me parecía un crimen lo que estaban haciendo con Verdi, con Callas, con DiStefano y con la música en general, no encontraba sentido a que esa mujer no bailara en un espectáculo de danza, no sabía por qué ella iba vestida de hombre y él de mujer, no entendí por qué él cantaba (a medias) partes femeninas, no entendía por qué veíamos imágenes de BB, no entendía por qué escuchábamos (y no podíamos leer) textos de Simone de Beauvoir ni entendía el significado de los objetos y los símbolos que veíamos, ni entendía por qué habían sustituido la música de Giulini por esa musiquita de tómbola. En definitiva no entendía el por qué. Obviamente y lo digo de corazón, la culpa fue mía por no dejar que el espectáculo hablara por sí sólo y por no dejarle ocupar su propio espacio. Directamente lo catapulté al rincón de espectáculos olvidables y me fui a cenar convencido de que acababa de ver un espanto. 
Un pena, porque en los aplausos (tibios), una chiquilla se puso en pie y aplaudió como con muchas ganas. Mira, yo seré muy listo, muy chulo, muy sabio y muy majo, pero esta chica desfrutó y yo salí podrido. ¿Quién salió ganando? ¿Quién aprovechó mejor la tarde? Pues toma, por listo.      

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