lunes, 29 de enero de 2018

Beatriz Galindo en Estocolmo. Sala de la Princesa.

No se debe confundir el propósito de un espectáculo, el por qué de su origen ni su pretensión con la valoración de su resultado. 



"Beatriz Galindo en Estocolmo" es un encargo de Ernesto Caballero a Blanca Baltés, autora de este texto, para intentar reivindicar la figura de las mujeres de la Generación del 27. Quizá ahí radique el punto débil. Es un encargo, del que puedes enamorarte y poner en él toda tu pasión y sabiduría, pero que NO nace de una necesidad. No es esa tenga que ser una condición indispensable, pero sí ayuda a que el resultado sea febril y que lleve un trozo de tu alma.  
Blanca Baltés ha escrito un texto en el que efectivamente reivindica a todas aquellas mujeres no sólo olvidadas sino directamente silenciadas, mutiladas de la historia. Jamás existieron. O fueron puteadas y muteadas. Las mujeres siempre han sido peligrosas, por supuesto las educadas más y las creadoras ni te cuento. Un polvorín que ponía (y pone) en peligro la supremacía de la testosterona. Y eso da mucho miedito. Mejor seguir explotando el cuento de la superioridad, de la cocina, del gen distinto y que la Historia y la cultura la vayan formando los tíos, que por supuesto son los que mandan y por tanto los que deciden.    

Este mensaje y este propósito son indudablemente incuestionables y cualquiera con dos dedos de frente reconocerá que una injusticia tan flagrante como esta necesitaba y merecía un resarcimiento a la altura del atropello. Desgraciadamente la intención queda por debajo del resultado y el texto se convierte en un listado de nombres, datos y anécdotas sacadas de wikipedia con menos calado del deseado.   
El hilo conductor de la historia es el supuesto rodaje de una película dirigida por otra injusta olvidada, Concha Méndez . Este juego teatral es lo más interesante porque permite jugar con la ficción y la realidad y hacer más ágil tanto el trasiego de personajes como de anécdotas. Este punto sí funciona y le da una agilidad que contrarresta la pesadumbre del resto del texto. Quizá se podría haber optado por no intentar nombrar a tanta gente ni tantos datos e intentar crear una historia directamente ficticia que ejemplarizara y lograra el mismo objetivo pero sin convertirse en un artículo enciclopédico. 
Carlos Fernández de Castro tiene un extensísimo currículum y demuestra maestría jugando con los elementos que tiene. Mueve y dinamiza bien al elenco y saca partido de todo lo que tiene de su parte.   
Carmen Gutiérrez es Isabel Oyarzábal, defensora de la república y primera embajadora española. Su destino: Estocolmo.  Escritora , diplomática, actriz, periodista... una mujer increíble y totalmente desconocida. Eligió como seudónimo, Beatriz Galindo, escritora y humanista del siglo XV, más conocida como La Latina. La figura de Isabel es bestial, una mujer desconocida en la historia de España y de su cultura. Borrada directamente del mapa. Carmen Gutiérrez convierte le personaje en una mujer algo mal encarada, soberbia y antipática. Tiene una dicción limpísima pero afectada y una forma de actuar artificiosa. Algo más naturales están Ana Cerdeiriña y Gloria Vega aunque también están en un sitio algo afectado y poco natural. Eva Higueras sin embargo sí está más relajada y siente sus papeles desde otro sitio más real y vivo.



Y Chupi  Llorente vuelve a demostrar que es una actriz de raza y seguridad. Chupi lleva haciendo teatro y viviendo el teatro 30 años y eso se nota en su forma de pisar el escenario y de exprimir al máximo todos los recursos que un personaje como Concha Méndez pone a su disposición. Chupi es sólida, viva, crea un personaje cercano, con fondo, un ser vivo con brillo propio y con un dominio de la voz y de la expresión bestiales. Es sin duda, un pedazo de actriz integral que merece un papelón a su altura en teatro importante en la sala grande. 

Así que... id a ver este espectáculo necesario que realmente tiene el mérito de poner en su sitio a todas estas heroínas capadas. Es obligación de todos el intentar devolverles su pasado robado y poner a todas estas mujeres en el lugar de la historia que les corresponde. Para eso lo primero es conocer su vida y obra.  En ese sentido es casi obligado ir a ver este espectáculo. Aunque el texto no consiga volar a la altura que merecen esas mujeres, esas creadoras, pensadoras y artistas.    

1 comentario:

  1. Hacía tiempo que no leía una crítica tuya. Quizá me dedico menos al Facebook ese o se me han pasado tus comentarios, no sé. Como siempre magnífica crítica, compañero. Un abrazo.

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