domingo, 12 de abril de 2015

Ojos de agua. Sala Margarita Xirgu.

Coño, ver a Charo López haciendo de La Celestina  tiene todo el morbo del mundo. Y allá que te fuimos. 
El espacio escénico ya es... curioso. Una serie de elementos que van a estar todos bien utilizados, aunque algo desaprovechados, como el telar. Por lo demás, escenografía correcta, bine utilizada, coherente y plásticamente.. bien. Luces también correctas. Quizá un poco cabareteras, marcando demasiado a base de cenitales. En cualquier caso... también correcto. Vestuario chulísimo de Tatiana de Sarabia, uno de los nombres más importantes hoy en día y para seguirle la pista, sin ninguna duda.   



Fran García arranca la función con un monólogo realmente desagradecido, afectado y poco atractivo. Luego, durante la función, va cantando y lo hace bien, aunque son las propias canciones las que resultan anticuadas, cursis, repetitivas y apolilladas. Pero Fran las defiende de maravilla. 
La dirección de Yayo Cáceres  no destaca por nada. El planteamiento ese de estar como en una especie de confesión entre monjas no funciona. Se intenta crear una complicidad con el espectador desde el segundo uno que resulta forzada y antinatural. eso sólo crea distancia y frialdad. Los intentos de complicidad no funcionan. Sólo el poderío y el magnetismo de Charo López rompen un poco ese bloqueo. No está claro ni el punto de vista, ni el lugar desde el que nos cuenta Yayo Cáceres esta función. y sin esa implicación, el resultado acaba siendo un ejercicio de complicidad basado en Charo López. El resto... no importa. 
La principal traba sin embargo no es una dirección fría o la simple corrección formal sino el propio texto. Llevamos unos años en los que hemos visto unos cuantos textos en los que se "reivindica" una figura de la literatura o de la tradición y se le hace una especie de "juicio" moderno. Menos "Juicio a una zorra", no recuerdo ningún otro que para mi gusto funcionara. Aquí Álvaro Tato ha escrito un texto en el que para mi gusto, ni reivindica la figura de la Celestina ni nada. Simplemente nos cuenta un par de momentos de su vida, los adereza con un par de "picardías", tres figuras algo soeces y ya está. Celestina queda igual que estaba. Su imagen, su figura, lo que representa, lo que esconde, lo que manipula sigue siendo exactamente lo mismo. La visión que tenemos de ella es la misma que teníamos antes de ver la obra. Sólo que entre medias hemos oído un par de "desmayóse" o "rompiela". 



Charo López da todo lo que tiene. Su sola presencia es abrumadora. Además domina las tablas a su antojo. Va, viene, baila, grita, susurra, sufre, narra y vive todo lo que hay en el texto. Y le pone mucha más carne a todo de la que realmente hay. Sinceramente, si algo consigue cimentar la función y que no te aburras soberanamente es el poderío de esta bestia exageradamente bella y animal. Lástima que hay que disfrutar de una actriz así de salvaje con un texto tan normalito y una puesta en escena simplemente correcta. Eso sí, supongo que la gira la tienen garantizada. Oye, y merecida, porque alguien como Charo López se merece eso y más.            

1 comentario:

  1. Estoy plenamente de acuerdo con la opinión que te merece este texto y este montaje. Para colmo de males lo vi en un teatro en el que la acuústica es muy mala y los actores no lo tuvieron en cuenta, por lo que me quedé a medias. Me parece perfecto no abusar de micrófonos para que el espectáculo resulte más natural, pero no siempre esto es posible.

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