Quizá no sean los que mejor cantan del mundo, pero son los que le echan más arrojo y con eso basta. Se meten al público castellano en el bolsillo en dos minutos. Y la peña se parte el rabo con Lady Veneno y con Norman Johansson. Normal. Son brillantes, divertidos, sinvergüenzas, dos clásicos padrinos cabareteros con mil puticlubs a sus espaldas.
La gente de Rayuela busca arte por cualquier lado y en Valladolid hay arrrte paburrir. Dan una patada y de pronto se juntan con los genios de esos músicos brillantes, de esa Olga Mansilla con su voz y su presencia fantasmagóricas y únicas, con el arte y el desparpajo de Rulo y de sus compis, actorazos y actrizonas metidas a cabareteros por una noche y con un pellizco que pa sí lo quisieran muchos "burlesqueros" de carrera y con el apabullante poderío en el trapecio, en las telas y en todas las artes circenses de Cristina Calleja y con Marta Ruiz de Viñaspre y su voz de terciopelo rojo sangre. Y flipas, pero del verbo flipar. Porque todo es salvajemente berlinés, sucio y transgresor.
En definitiva, que entras dispuesto a pasar un buen rato y a los 3 minutos se te ha desencajado la mandíbula de admiración y sólo quieres que Lady Veneno te suba al escenario para poder disfrutar con y como ellos en el escenario. Un lujazo de la máxima altura, que además demuestra una vez más que gente variada, cada uno de su padre y de su madre se pueden unir en un proyecto común siempre que la base sea el trabajo riguroso y las ganas de jugar. Me quito mil sombreros ante ustedes, maestros, todos, uno tras otro.
Y no me digas, pero que te metan un número jotero en medio de un cabaret y que encima sea el número rey del espectáculo tiene un mérito... Y colar un numerazo erótico-lésbico en pleno Valladolid ni te cuento.
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