sábado, 9 de mayo de 2015

Our town. Fernán Gómez.





Gabriel Olivares, responsable de pelotazos económicos como "Burundanga" o "La caja" se pasa al teatro serio con este precioso texto de Thornton Wilder y junta a un puñado de actores procedentes de su taller de investigación teatral con otros de enorme y contrastada carrera para ofrecernos un trabajazo sólido, emocionante y emocionado. Uno de esos montajes que sin levantar mucho ruido funcionan de maravilla, encandilan al público que acude al Fernán Gómez y seguramente acabe convirtiéndose en uno de los montajes más respetados y prestigiosos del año. Por su planteamiento y por su desarrollo.




La historia de un pueblo, Grover's Corner, con las vidas normales de sus habitantes también normales se acabará convirtiendo en una metáfora del paso del tiempo, de la herencia, de la fragilidad del recuerdo, de la falta de disfrute del presente. Un juego cruel y frío que nos viene de la mano de un maestro de ceremonias y que nos llevará de su mano por las vidas de dos enamorados, de sus familias, de su entorno y de sus carencias. La vida vivida y la vida sin vivir. Presente, pasado y futuro mezclados en un texto hiperpoético que sin darte cuenta te lleva del costumbrismo del primer acto al casi expresionismo del segundo y al desbarre poético del tercer y maravilloso acto. Gabriel Olivares coreografía de maravilla el trabajo de ese mogollón de actores. Los mueve muy bien por el reducido espacio de la Girau y consigue que transiten por distintos estados emocionales, estilísticos y formales como si nada. Lo que quizá necesite sea un poco de poda de texto. Quiero decir, el espectáculo se hace un pelín tedioso justo antes del tercer acto. Sin embargo tanto el ritmo como el tono son los que tienen que ser, así que lo que sobra quizá sea algo de texto. Digo yo, no sé.
Efraín Rodriguez está fabuloso llevándonos de la mano por el tiempo y el espacio. Su maestro de ceremonias es fabuloso y él está potente, encantador como una serpiente bella y venenosa y totalmente embaucador. El mundo que vemos es tan correcto, dulce y engañoso como la vida de cada uno de nosotros. Y cuando puedes ver la realidad y lo frágil del tiempo ya es tarde. Y decides volver al cielo. ¡Es tan difícil vivir la vida y verla al mismo tiempo!




Efraín nos lleva por un mundo poblado por actorazos. Chupi Llorente hace su enésima creación perfecta. En su dilatada y sólida carrera ha hecho de todo y todo bien. Es ridículo que tras más de veinticinco años de carrera tenga que decir yo que es un valor que se deberían pelear TODOS los directores de este país. Pero es que es así. Y ya verás como ahora, de una vez por todas, cuando corra la voz (porque este espectáculo es carne del boca/oído) y vean a este portento de sencillez y de facilidad creativa que es Chupi Llorente, se la van a rifar. Al tiempo. 
Mónica Vic encabeza el repartazo de esta función en la que se disputan el puesto de "actor/actriz más natural y convincente. Están todos absolutamente fantásticos. Es un auténtico muestrario de actores prodigiosos sacando adelante un espectáculo de esos que te tocan bastante más de lo que esperabas y que a la chita callando se convertirán en uno de los espectáculos sorpresa del año. Fijo.

Y qué coño, es de agradecer que alguien que se debe de estar forrando con "Burundanga" se gaste luego el dinero en sacar adelante un trabajazo tan serio y fascinante como este "Our town".        

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