sábado, 11 de enero de 2014

Carlota. María Guerrero.

He estado fuera unos días, entre Navidades y asuntos propios. Os he dejado descansar y sobre todo, esto ha permitido que varias funciones y funcioncillas se hayan librado de mis crueles garras. Y por supuesto, si no lo hice en su momento, ahora ya no pienso perder un segundo en hablar de esos espectáculos que vi en diciembre y de los que no hablé. Mejor para ellos.
Aunque para eso tenemos enero. Mes feo de cojones que no me gusta una mierda. Y esta primera semana de actividad teatral me ha aportado un par de cosillas interesantes. Y poco más.
Para mí, volver al María Guerrero siempre es volver atrás en el tiempo. A cuando había cafetería donde ahora está la sala pequeña. Pero que yo vuelva en mi memoria hasta hace veintitantos años es una cosa y que me lleven hasta los años 50 en pleno teatro nacional es otra.
Es sabido que yo soy muy mitómano de mis mitos. Y Carmen Maura es un mito muy mito mío. Claro que la adoro, claro que la amo, claro que me gusta TODO lo que hace, claro que me enamoré de ella la primera vez que la vi y me volví a enamorar para los restos cuando la vi en "La ley del deseo". Sí, Carmen Maura está pa comérsela. Está perfecta, maravillosa, divertida, sarcástica, monísima, delgadísima, y yo me la querría llevar a casa pa siempre. También es verdad que hace casi lo mismo de siempre. La composición que hace en "Carlota" es lo que ella hace con la punta nada más levantarse. Vamos, que sin el más mínimo esfuerzo, me la imagino bajando a por el pan y haciendo lo que hace en el escenario. No digo que no tenga mérito, todo lo contrario. Carmen Maura es de esos seres intergalácticos que casi siempre hacen lo mismo, hace de "ella misma" o de la imagen que tenemos de ella y sin grandes composiciones, lo que hace, funciona. Está siempre maravillosa haciendo de ella misma. Hay actrices que se meten y se van al terreno de sus personajes y otras que se llevan los personajes a su terreno y funciona igual de bien. Eso hace Carmen Maura, hace un poco lo de siempre (o casi siempre) y consigue que funcione. Eso es de tener mucho arte y mucha musa dentro. Me refiero, eso sí, a ese tono frívolo, de tonito alto, codos doblados, manos hacia arriba y juego soylistaperomehagolatonta o soytontaaunqueparezcolista que para una comedia sin la más mínima pretensión, funciona de perlas. No me imagino a otra actriz mejor que mi amada Maura. Lo que no me explico tampoco es por qué ha elegido esta función para su "regreso a las tablas". Esto lo hace ella sin pestañear, y no es un obrón que le vaya a dar todos los premios del año.



Pero ya está. Esto es lo único que salvo de esta "Carlota" en pleno siglo XXI. A mi Maura y porque la amo.
La puesta en escena es simple, no tiene la más mínima gracia ni nervio ni ná. Han puesto un pedazo de escenario gigante que no aporta nada, pero en el que se han gastado una pasta, lo han iluminado normalito, han llamado a un puñado de buenos actores y ya está. Comienza con unos títulos de crédito proyectados en el telón que son talmente una versión española de Saul Bass aderezados con una música remedo de Bernard Herrmann. Te crees que vas a ver una peli de Hitchcock. A eso lo llamo yo "modestia". Y ya está. Ni Hitchcock, por supuesto ni nada. Mihura. Pa lo bueno y pa lo malo. El texto no tiene ninguna pretensión, es una gracieta sin más. Pero la puesta en escena tampoco. Eso sí que es chungo. Los actores están correctos salvo alguno que bordea el ridículo, como la pobre Pilar Castro que está más que vendida con ese papel que no sabe qué hacer con él. Ah, otra cosa: dentro de mi ignorancia... ¿cómo es que hay un director de escena y un encargado del "movimiento escénico"? ¿No dirige el tráfico el director? ¿Entonces qué hace en un montaje como este si no es dirigir el tráfico?
Ya sé que si vas a ver un Mihura no puedes esperar nada más que lo que hay en esta "Carlota", pero me parece un poco de juzgado de guardia que en pleno siglo XXI sigamos con estos ataques de naftalina y alcanfor. Todas las señoronas con abrigazos de pellejos que había se rieron y disfrutaron, es verdad, pero tampoco se despellejaron las manos aplaudiendo. Vamos que les gustó, pero tampoco enloquecieron. Si esto lo ponen en un teatro privado, pues tan ricamente, a ganar dinero que de eso se trata. Pero que se haga con el dinero de todos en un intento de contentar a todos los públicos... como que no. Hay muy poco dinero para teatro, y todo cuesta mucho. Desde los nacionales creo que la obligación es hacer cosas más interesantes que un Mihura de segunda. Y no quiero dar nombres de directores pasados, pero si echamos la vista atrás... qué lástima ver las programaciones de hace años.   
   

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