Ultrainocencia.
Es preciso ser utrainocente para creer en según qué cosas. Hay que ser ultrainocente para conseguir que de sentido a tu vida determinada imagen, determinado icono, o incluso determinado profeta. Hay que ser ultrainocente para que la fe mueva montañas, para que una moto de sentido a tu vida o para abrir un melón que se aparezca la cara de Santa Gemma. David Climent y Pablo Molinero se pasan por el rosario de su madre todo y a todos. Todo tipo de creencias, todo tipo de necesidades. Dos cachondos mentales que dan caña por doquier y con los que te partes el culo. ¿Irreverentes o ultrainocentes? Hay que ser ultrainocente para creer. Otra cosa es que no quieras creer.
Los gorgoritos y sus motores.
Hay cosas que resulta difícil definirlas, hay momentos en los que no das crédito y cosas que te hacen definir el momento. El de anoche fue... inenarrable.
Cualquiera de las muchas y variadas partes que acaban componiendo esta... ¿"radioperformance"? es más absurda, antigua, pasada y hortera que la anterior. El momento transistores, el momento "Tutti frutti", el momento relato orgásmico (o problema estomacal, no lo tengo claro), el momentazo "mujeres que han hecho cosas importantes en la historia", me sirvieron para fijarme en la iluminación de Matadero, en el anochecer tan chulo que hubo el sábado, en pensar a ver cuándo coño hago la compra mañana, y en lo supermegamoderno que resulta en 2014 el "O Superman" de Laurie Anderson, tía.
Aquí podrás leer MI opinión sobre los espectáculos que voy viendo. Insisto en que es MI opinión, nada mas. No pretendo adoctrinar ni tener razón. Únicamente te contaré MIS razones para amar o amar menos lo que vaya viendo. El teatro son gustos y aquí leerás los míos. No soy crítico, solo necesito contarle al mundo el porqué de mis amores. Lo que puedes leer aquí es lo que yo he sentido al ver estos espectáculos. Ni más ni menos que mis sensaciones. Si a alguien le sirven, estupendo.
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