Terminar el año viendo "La autora de Las meninas" es tener mala suerte.
Nada más empezar aparece Carmen Machi andando como si le pasara algo. Piensas: "igual está impedida la pobre, o tiene algo de huesos". Pero no. Es que es monja. Y las monjas, todos sabemos que andan como si se hubieran hecho popó.
Aparece Carmen Machi y nos adelanta que nos va a contar su historia. La historia de una monja que hace copias de cuadros. De cuadros clásicos aunque en el fondo admire a Kandinski. Se dedica a copiar de forma técnicamente perfecta pero sin nada de alma, de corazón ni de implicación. Correcto, es el planteamiento del autor y no se le pueden poner pegas. La única es que eso te agarre o no te agarre. Particularmente ese punto de partida me interesa poco. Pero es que el drama viene después.
Lo que quiero decir es que lo peor de este espectáculo para mí, es el texto, lo que encierra y lo que provoca. Para explicar cómo lo viví necesito contar bastante del argumento así que... SPOILER.
Bueno, la escenografía de Paco Azorín tampoco me enloquece. Creo que esos bastidores enormes que van a albergar una imágenes que sólo ilustran lo que deberíamos sentir en cada momento son simples y poco expresivos. Además no soporto que me vayan indicando cómo debo sentirme o cuál debería ser mi estado de ánimo o el de los personajes. Aunque eso ya no es responsabilidad de Paco Azorín.
No entiendo tampoco que se muevan porque sí. La única razón que encuentro es que espacialmente, necesiten sitios para que los actores entren y salgan. Ya ves tú.
Pero el principal impedimento para que yo disfrutara o me implicara en este espectáculo fue sin duda el texto. Ideológicamente me pareció horrible que a los pocos minutos nos cuenten que han pasado unos años, estamos en un futuro cercano, y se habla de unos años "de estrecheces" refiriéndose a la crisis que ha arruinado a medio país, ha provocado desahucios, suicidios, bancarrotas. Me parece irrespetuoso, insultante e indignante. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que un partido político llamado "Pueblo unido" o algo así, vamos, Podemos, ha llegado al poder y automáticamente va a cargarse la cultura y a traficar con obras de arte porque, obviamente, no distingue su valor. Lo siento pero me parece demasiado reaccionario para mí.
A ver si es que no me he enterado y en realidad el texto es supermoderno, progre e izquierdoso y soy yo el que estaba a por peras.
Pero no es que lo diga la monja, es que más adelante la directora del Prado se marca una escena totalmente desaforada en la que se descubre como energúmena que odia el arte. Estremecedor.
Lo más reaccionario, por si esto era poco, estaba a punto de llegar. Resulta que cuando la monja descubre que tiene un "pellizquito" de artista, de creadora, entonces se vuelve loca. Pero loca de loca. Claro, porque los artistas están locos. O porque el don de la creación va unido a la locura, al desquicie, a la enfermedad mental. Y como remate, la monja es capaz de pintar una y otra vez "Las meninas" en un par de días. Hombre, yo calculo que la media para pintar una obra maestra será algo más... amplia. Pinta "Las meninas" en dos días" roza el insulto.
No sé si ella es monja por algo en concreto aparte de por los dos chistes con Francisco Reyes. Aunque lo que yo siento es que es monja como coartada. Coartada para que tengas que simpatizar con ella. Quiero decir, es monja, una figura "respetable" y a la que no puedes criticar porque te vuelves un demonio. Si piensas mal de ella o la cuestionas eres un perro malo.
El caso es que entre lo desquiciado e hiperconservador del planteamiento y el desarrollo de un texto absolutamente apolillado, yo me revolvía en la butaca esperando al menos disfrutar del lucimiento de la Machi. Y no.
La mano de Ernesto Caballero va llevándola todo el rato hacia la parodia más absurda y desaforada que se ha visto. Sí, la Machi hace de todo, baila, llora, grita, gruñe, salta y lo da todo. No se le puede poner ni una pega. Sólo que lo que hace es absolutamente desmangado, exagerado, desquiciado y desaforado.
No encuentro palabras para definir el exagerado, afectado y artificial trabajo de su compañera de escenario. Y debo confesar que Francisco Reyes me enloquece. Haga lo que haga me apasiona. Y debo confesar que aquí me da la sensación de que cada uno está a su bola. Francisco está a lo suyo, con su forma de hacer y como autodirigido. Lo que pasa es que lo que hace me enloquece. Por eso me pasé toda la función deseando que apareciese más por escena, porque mis ojos y mi atención no se podían despegar de él.
Incluso el espacio sonoro y la música del grandioso Luismi Cobo aquí queda ensombrecido. Quizá la sombra de un proyecto filosóficamente tan reaccionario haya ido contagiando todo. En cualquier caso, muy flojo fin de temporada para mí. Un gran plof unido al de "Esto no es la casa de Bernarda Alba". Menos mal que el recuerdo de la magia de Tamako Akiyama y Dimo Kirilov permanecen en el espíritu para siempre...
Aquí podrás leer MI opinión sobre los espectáculos que voy viendo. Insisto en que es MI opinión, nada mas. No pretendo adoctrinar ni tener razón. Únicamente te contaré MIS razones para amar o amar menos lo que vaya viendo. El teatro son gustos y aquí leerás los míos. No soy crítico, solo necesito contarle al mundo el porqué de mis amores. Lo que puedes leer aquí es lo que yo he sentido al ver estos espectáculos. Ni más ni menos que mis sensaciones. Si a alguien le sirven, estupendo.
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sábado, 6 de enero de 2018
jueves, 5 de junio de 2014
Los Mácbez. María Guerrero.
Dice el programita de mano: "es muy interesante que la Escocia medieval encaje tan bien en la Galicia de la actualidad". Bueno, pues será porque ellos lo dicen, porque para mi gusto, encaja tan mal como la pobre Carmen Machi en este... desatino (intentaré ser fino y educado) o como encajaría Belén Esteban haciendo de Julieta.
Todo en este... desatino es gratuito. Veamos, revisar a los clásicos está bien y podría ser productivo siempre que uno quiera dar una visión original, distinta o aportar algo a la historia del teatro. Si trasladas un textazo como "McBeth" a un contexto como este, y lo que haces es que algunos de los personajes hablen con acento galego (sólo algunos, no sé por qué) y que esto parezca más el "Mortadelo y Filemón" de Javier Fesser que el textazo de Shakespeare... estamos apañaos.
El texto, quiero decir, al adaptación de Cavestany consiste en cambiar algún nombre, meter refrán tras refrán en galego y meter alguna morcilla en plan "los percebes estaban malos". Poco más. Se ha adentrado hacha en mano en el textazo de Shakespeare pero se dejó fuera el ingenio. Lástima, igual para otra... Ah, por cierto, si se supone que son galegos los verbos deberían ser todos distintos. Nada de "le han nombrado presidente", sino "le nombraron presidente". Así hablan en Galicia.
Escenografía demasiado parecida al McBeth del Real del año pasado. Además no sé pa qué montan ese espacio si luego todo se lo traen a la corbata. Dirección estridente, movimientos pretendidamente caricaturescos y personajes estridentes y vacíos. Desde luego que Lima para mi gusto no acierta desde... ni recuerdo.
Y los actores... la pobre Machi tira de recursos para sacar adelante sus monólogos y que parezca que pone enjundia donde pone oficio. Y encima a la pobre le han recortado su escena del sonambulismo hasta la mínima expresión. Una penita. Javier Gutiérrez moquea, escupe (demasiado, mucho, todo el tiempo) y grita para dar cuerpo a lo que solo es vacío. El resto se reparten entre lo inenarrable, lo inaudito, lo increíble, lo vengonzoso y lo desatinado. Y ya lo de esas brujas como medio inspiradas también en las brujas del "Sleep no more" de los Punchdrunk... aquí resultan ridículas y vergonzantes.
Cada uno sabe lo que hace con su dinero, pero yo no puedo aconsejar que se gasten la pasta en ver este desatino. Una pena destrozar así a Shakespeare y malgastar el buen hacer de Javier Gutiérrez y de la Machi para hacer esto. Claro que algo que empieza con una señora cantando "lo feo es bello, lo bello es feo, arriba es abajo, abajo es arriba" y cosas de ese porte...
Todo en este... desatino es gratuito. Veamos, revisar a los clásicos está bien y podría ser productivo siempre que uno quiera dar una visión original, distinta o aportar algo a la historia del teatro. Si trasladas un textazo como "McBeth" a un contexto como este, y lo que haces es que algunos de los personajes hablen con acento galego (sólo algunos, no sé por qué) y que esto parezca más el "Mortadelo y Filemón" de Javier Fesser que el textazo de Shakespeare... estamos apañaos.
El texto, quiero decir, al adaptación de Cavestany consiste en cambiar algún nombre, meter refrán tras refrán en galego y meter alguna morcilla en plan "los percebes estaban malos". Poco más. Se ha adentrado hacha en mano en el textazo de Shakespeare pero se dejó fuera el ingenio. Lástima, igual para otra... Ah, por cierto, si se supone que son galegos los verbos deberían ser todos distintos. Nada de "le han nombrado presidente", sino "le nombraron presidente". Así hablan en Galicia.
Escenografía demasiado parecida al McBeth del Real del año pasado. Además no sé pa qué montan ese espacio si luego todo se lo traen a la corbata. Dirección estridente, movimientos pretendidamente caricaturescos y personajes estridentes y vacíos. Desde luego que Lima para mi gusto no acierta desde... ni recuerdo.
Y los actores... la pobre Machi tira de recursos para sacar adelante sus monólogos y que parezca que pone enjundia donde pone oficio. Y encima a la pobre le han recortado su escena del sonambulismo hasta la mínima expresión. Una penita. Javier Gutiérrez moquea, escupe (demasiado, mucho, todo el tiempo) y grita para dar cuerpo a lo que solo es vacío. El resto se reparten entre lo inenarrable, lo inaudito, lo increíble, lo vengonzoso y lo desatinado. Y ya lo de esas brujas como medio inspiradas también en las brujas del "Sleep no more" de los Punchdrunk... aquí resultan ridículas y vergonzantes.
Cada uno sabe lo que hace con su dinero, pero yo no puedo aconsejar que se gasten la pasta en ver este desatino. Una pena destrozar así a Shakespeare y malgastar el buen hacer de Javier Gutiérrez y de la Machi para hacer esto. Claro que algo que empieza con una señora cantando "lo feo es bello, lo bello es feo, arriba es abajo, abajo es arriba" y cosas de ese porte...
domingo, 9 de febrero de 2014
El caballero de Olmedo de Lluís Pasqual. Pavón.
Supongo que a estas alturas de la película, sabréis todos que mi director de cabecera, el creador que más admiro por encima de todos mis iconos, es el señor Lluís Pasqual. Sinceramente creo que el hecho de que se ponga al mando de un nuevo espectáculo es un honor que se debería celebrar llenando la sala todos los días. No sé si todos los días pero casi todos tienen ya colgado el cartel. No es para menos. Independientemente de resultados, no cabe discusión o al menos yo no la admito sobre el nivel sobrehumano tanto de cultura como de inteligencia teatral del genio Pasqual. Mi enhorabuena a Helena Pimenta por "prestarle" a Pasqual el honor de llevarse los laureles de este montaje. Eso demuestra su inteligencia y su generosidad.
Según las propias palabras de Lluís Pasqual, esta aventura de unir el Teatro Lliure con la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha sido dura a nivel personal pero tremendamente gratificante. Resaltaba la dificultad de hacer un espectáculo "cercano e intimo" pero en verso. Un verso respetado al máximo, puesto que ahí radica lo complejo y lo divino del verso. Es una cuestión casi numérica, los acentos, las sílabas... toda la musicalidad está encerrada en eso tan antinatural como es el verso. El propio silabeo del verso marca el ritmo de la función, como si se tratara de una sonata (palabras suyas, claro, algo tan acertado tiene que ser suyo). En este caso dirigiendo la orquesta, (o según su propia metáfora, cocinando las patatas con chorizo) ha estado un ser con una capacidad creadora y de comprensión, admiración y respeto por el texto que hace que la nota de partida sea ya alta de cojones.
Tenemos un escenario sobrio. Unas sillas dispuestas aparentemente de forma aleatoria. Una barandilla para apoyar los elementos y los actores. Dos músicos acompañan. Cámara oscura que acogerá yo no diría fondos sino estados de ánimo, iconos trágicos y el alma del drama. Mejor dicho, de la tragicomedia, que es como realmente la tituló Lope de Vega. Y los actores. Como un grupo de comediantes; que es lo que son.
Comienza el recital con una coña muy bien traída para que la gente apague los putos móviles. Brillante. Y literalmente coloca al espectador como un "colega". La cercanía que la Machi acaba de generar inundará el espectáculo y le dará ese toque especial que tiene toda la función.
Es emocionante ver y oír cómo esta generación de actores dicen el verso. Es un gustazo casi "no darte cuenta" de que están hablando en verso. Alcanzar la naturalidad con algo tan "antinatural" es prodigioso.
El espectáculo muestra una España plural, donde se mezclan acentos y orígenes muy a pesar de propio Rey. Un país tiránico donde si el propio dirigente es un intolerante, ¿cómo no va a matar la gente alegremente?
Distintos acentos, distintas músicas, flamenco y ¡¡¡hasta un tango!!! ¡¡¡Con dos cojones!!! Atrevimiento, riesgo, coherencia, precisión y toneladas de emoción. El espectáculo fluye con un ritmo fantástico, con escenas de acción fantásticamente montadas, alternando momentos jocosos con otros íntimos y dramáticos con una suavidad natural como la música de Wagner en donde una nota te lleva a la siguiente como si fuera lo más natural. La sinfonía está servida. Unas luces preciosas, que marcan el tono de cada momento sin exagerarlo, simplemente acompañándolo. Y ese momento surrealista que es la escena del profesor de latín... momento que no sabes a qué viene está resuelto con una maestría de visionario. Pura farsa, puro circo. Sólo un genio y un sabio puede alternar el dramón del amor interrumpido por la puta muerte injusta y a destiempo con la algarabía de un pueblo. Hay un dominio tan gigantesco de los tiempos, de los ambientes, del clima, del ritmo, de la cualidad y de la esencia de cada palabra que uno no puede por menos que quitarse el sombrero ante tal despliegue de inteligencia y de sensibilidad.
El reparto es cosa aparte. Pol López nos da un auténtico recital. Ese acento tan bien llevado, el obispo gallego, la naturalidad con la que te agarra el corazón y te lo estruja en ese monólogo final... prodigioso. Mima Riera está adorable, elegante, dolorosa, y te desgarra el toque fatalista que hay en su voz y en sus gestos. Divina. Francisco Ortiz es prodigioso. Tiene una voz preciosa y prodigiosa, es guapo que te mueres y un pedazo de actor que transmite verdad en cada palabra que dice. Machis aparte, junto con Pol, el mejor actor sobre el escenario. Pepe Motos y Antonio Sánchez adornan con su música y su cante el drama como dos maestros. El resto del reparto muy bien, salvo quizá Javier Beltrán, al que vi algo agarrotado y ligeramente falto de fuerza para un personaje tan gordo. A ver, yo lo que veo, principalmente es aparte de la historia de venganzas y de odios, es una historia de amor celestial truncada antes de tiempo, de forma injusta, cuando no corresponde, y ese fatalismo cósmico inexplicable es lo que no termino de ver en Javier Beltrán. Quizá esté demasiado "natural". Yo habría explotado algo más el lirismo de su personaje. Pero claro, yo, así que no cuenta. Pero vamos, esto por sacar alguna pega.
Bueno, es sabido que el personaje de Fabia lo empezó a ensayar Rosa María Sardá y que un imprevisto la alejó del estreno, aunque se unirá de nuevo al proyecto pronto. Tuvieron que llamar con urgencia a Carmen Machi. Lluís Pasqual la describió el otro día como "Santa María de la generosidad". Si le dices a alguien que se ha preparado el papel en 19 días, no se lo cree. Es como si hubiera nacido siendo Fabia. Dice absolutamente cada palabra cargada de sentido y acompañando todo con el gesto justo. Te juro que pocos seres hay con tantísima inteligencia y fuerza como para hacer lo que ella hace. Una bestia parda que sobresale por encima de todos. No porque se los coma, porque es totalmente respetuosa con sus compis y con el trabajo general, sino por una sabiduría en el escenario que solo tienen los elegidos.
De Madrid irán a Barcelona y luego a Bogotá. No creo que pueda ir a Barcelona, pero como sí voy a ir a Bogotá al festival iberoamericano de teatro, te digo yo que me lo veré otra vez. Tal gozada de espectáculo se merece dos, tres, cuatro o cinco visiones.
Admirado e idolatrado señor Pasqual. Sabe que le admiro a unos niveles cósmicos, pero de verdad le digo que las patatas con chorizo le han quedado de fábula. Que las meigas buenas le acompañen muchos años.
Según las propias palabras de Lluís Pasqual, esta aventura de unir el Teatro Lliure con la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha sido dura a nivel personal pero tremendamente gratificante. Resaltaba la dificultad de hacer un espectáculo "cercano e intimo" pero en verso. Un verso respetado al máximo, puesto que ahí radica lo complejo y lo divino del verso. Es una cuestión casi numérica, los acentos, las sílabas... toda la musicalidad está encerrada en eso tan antinatural como es el verso. El propio silabeo del verso marca el ritmo de la función, como si se tratara de una sonata (palabras suyas, claro, algo tan acertado tiene que ser suyo). En este caso dirigiendo la orquesta, (o según su propia metáfora, cocinando las patatas con chorizo) ha estado un ser con una capacidad creadora y de comprensión, admiración y respeto por el texto que hace que la nota de partida sea ya alta de cojones.
Tenemos un escenario sobrio. Unas sillas dispuestas aparentemente de forma aleatoria. Una barandilla para apoyar los elementos y los actores. Dos músicos acompañan. Cámara oscura que acogerá yo no diría fondos sino estados de ánimo, iconos trágicos y el alma del drama. Mejor dicho, de la tragicomedia, que es como realmente la tituló Lope de Vega. Y los actores. Como un grupo de comediantes; que es lo que son.
Comienza el recital con una coña muy bien traída para que la gente apague los putos móviles. Brillante. Y literalmente coloca al espectador como un "colega". La cercanía que la Machi acaba de generar inundará el espectáculo y le dará ese toque especial que tiene toda la función.
Es emocionante ver y oír cómo esta generación de actores dicen el verso. Es un gustazo casi "no darte cuenta" de que están hablando en verso. Alcanzar la naturalidad con algo tan "antinatural" es prodigioso.
El espectáculo muestra una España plural, donde se mezclan acentos y orígenes muy a pesar de propio Rey. Un país tiránico donde si el propio dirigente es un intolerante, ¿cómo no va a matar la gente alegremente?
Distintos acentos, distintas músicas, flamenco y ¡¡¡hasta un tango!!! ¡¡¡Con dos cojones!!! Atrevimiento, riesgo, coherencia, precisión y toneladas de emoción. El espectáculo fluye con un ritmo fantástico, con escenas de acción fantásticamente montadas, alternando momentos jocosos con otros íntimos y dramáticos con una suavidad natural como la música de Wagner en donde una nota te lleva a la siguiente como si fuera lo más natural. La sinfonía está servida. Unas luces preciosas, que marcan el tono de cada momento sin exagerarlo, simplemente acompañándolo. Y ese momento surrealista que es la escena del profesor de latín... momento que no sabes a qué viene está resuelto con una maestría de visionario. Pura farsa, puro circo. Sólo un genio y un sabio puede alternar el dramón del amor interrumpido por la puta muerte injusta y a destiempo con la algarabía de un pueblo. Hay un dominio tan gigantesco de los tiempos, de los ambientes, del clima, del ritmo, de la cualidad y de la esencia de cada palabra que uno no puede por menos que quitarse el sombrero ante tal despliegue de inteligencia y de sensibilidad.
El reparto es cosa aparte. Pol López nos da un auténtico recital. Ese acento tan bien llevado, el obispo gallego, la naturalidad con la que te agarra el corazón y te lo estruja en ese monólogo final... prodigioso. Mima Riera está adorable, elegante, dolorosa, y te desgarra el toque fatalista que hay en su voz y en sus gestos. Divina. Francisco Ortiz es prodigioso. Tiene una voz preciosa y prodigiosa, es guapo que te mueres y un pedazo de actor que transmite verdad en cada palabra que dice. Machis aparte, junto con Pol, el mejor actor sobre el escenario. Pepe Motos y Antonio Sánchez adornan con su música y su cante el drama como dos maestros. El resto del reparto muy bien, salvo quizá Javier Beltrán, al que vi algo agarrotado y ligeramente falto de fuerza para un personaje tan gordo. A ver, yo lo que veo, principalmente es aparte de la historia de venganzas y de odios, es una historia de amor celestial truncada antes de tiempo, de forma injusta, cuando no corresponde, y ese fatalismo cósmico inexplicable es lo que no termino de ver en Javier Beltrán. Quizá esté demasiado "natural". Yo habría explotado algo más el lirismo de su personaje. Pero claro, yo, así que no cuenta. Pero vamos, esto por sacar alguna pega.
Bueno, es sabido que el personaje de Fabia lo empezó a ensayar Rosa María Sardá y que un imprevisto la alejó del estreno, aunque se unirá de nuevo al proyecto pronto. Tuvieron que llamar con urgencia a Carmen Machi. Lluís Pasqual la describió el otro día como "Santa María de la generosidad". Si le dices a alguien que se ha preparado el papel en 19 días, no se lo cree. Es como si hubiera nacido siendo Fabia. Dice absolutamente cada palabra cargada de sentido y acompañando todo con el gesto justo. Te juro que pocos seres hay con tantísima inteligencia y fuerza como para hacer lo que ella hace. Una bestia parda que sobresale por encima de todos. No porque se los coma, porque es totalmente respetuosa con sus compis y con el trabajo general, sino por una sabiduría en el escenario que solo tienen los elegidos.
De Madrid irán a Barcelona y luego a Bogotá. No creo que pueda ir a Barcelona, pero como sí voy a ir a Bogotá al festival iberoamericano de teatro, te digo yo que me lo veré otra vez. Tal gozada de espectáculo se merece dos, tres, cuatro o cinco visiones.
Admirado e idolatrado señor Pasqual. Sabe que le admiro a unos niveles cósmicos, pero de verdad le digo que las patatas con chorizo le han quedado de fábula. Que las meigas buenas le acompañen muchos años.
lunes, 29 de abril de 2013
Juicio a una zorra. Abadía.
Escribir a estas alturas de "Juicio a una zorra" es como pretender hablar de "La Strada". Todo el que se precie lo ha visto y no voy a decir nada que no hayan dicho mil millones de críticos que evidentemente saben mucho más que yo.
El texto ya de entrada es una maravilla. Un homenaje a la palabra. A la palabra bien escrita, bien entendida y bien dicha. Una auténtica gozada para los oídos. Además la historia mola. El año pasado vimos "Los últimos días de Judas Iscariote" en Matadero y le veo ciertas semejanzas. En "el Judas", Judas era sometido a un juicio para intentar cambiar su sitio en la Historia, y defenderse frente a un Jesucristo no tan bondadoso y sobre todo, frente a una Historia escrita por hombres, con la manipulación que esto supone. Aquel montaje me encantó y éste también.
Efectivamente, "¿quién escribe la Historia?" Helena pide su lugar, pide poder contar su versión de los hechos para ser "juzgada" tras conocer ambas versiones. Por supuesto, la suya convence más que la "oficial". Y ya no es que gane o que pierda, porque a estas alturas, ya ha perdido, pase lo que pase.
Dirección muy medida, llevada con mucho arte, mucho poderío, mucho brío. Miguel del Arco sí se merece todos los aplausos por este montaje. Aquí sí estuvo realmente iluminado.
Y Carmen Machi... bueno, bueno, bueno... No sé si voy a encontrar las palabras para definir lo que ví ayer. Si alguien es capaz de desgarrarse tantísimo, de entregar todo lo que tiene y más, de gritar hasta desgañitarse, de revolcarse, sufrir, hurgarse, llorar, y herirse tanto en cada función... eso es lo que yo llamo UNA ACTRIZ. Y que me perdone Blanca Portillo, que estaba espectacular en "La vida es sueño", pero aparte de las "actrices medium" como Estefanía de los Santos, no hay actriz más brutal, sabia, entregada y terrorífica que doña Carmen Machi.
Ah, y esa comparación entre el nacimiento de Helena y el de Jesucristo... una perla. Me encanta lo de la "perversión aviar" de ambos dioses.
El texto ya de entrada es una maravilla. Un homenaje a la palabra. A la palabra bien escrita, bien entendida y bien dicha. Una auténtica gozada para los oídos. Además la historia mola. El año pasado vimos "Los últimos días de Judas Iscariote" en Matadero y le veo ciertas semejanzas. En "el Judas", Judas era sometido a un juicio para intentar cambiar su sitio en la Historia, y defenderse frente a un Jesucristo no tan bondadoso y sobre todo, frente a una Historia escrita por hombres, con la manipulación que esto supone. Aquel montaje me encantó y éste también.
Efectivamente, "¿quién escribe la Historia?" Helena pide su lugar, pide poder contar su versión de los hechos para ser "juzgada" tras conocer ambas versiones. Por supuesto, la suya convence más que la "oficial". Y ya no es que gane o que pierda, porque a estas alturas, ya ha perdido, pase lo que pase.
Dirección muy medida, llevada con mucho arte, mucho poderío, mucho brío. Miguel del Arco sí se merece todos los aplausos por este montaje. Aquí sí estuvo realmente iluminado.
Y Carmen Machi... bueno, bueno, bueno... No sé si voy a encontrar las palabras para definir lo que ví ayer. Si alguien es capaz de desgarrarse tantísimo, de entregar todo lo que tiene y más, de gritar hasta desgañitarse, de revolcarse, sufrir, hurgarse, llorar, y herirse tanto en cada función... eso es lo que yo llamo UNA ACTRIZ. Y que me perdone Blanca Portillo, que estaba espectacular en "La vida es sueño", pero aparte de las "actrices medium" como Estefanía de los Santos, no hay actriz más brutal, sabia, entregada y terrorífica que doña Carmen Machi.
Ah, y esa comparación entre el nacimiento de Helena y el de Jesucristo... una perla. Me encanta lo de la "perversión aviar" de ambos dioses.
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