Público entreagadísimo y generoso. Pero generoso porque había muchísima calidad, claro. Así que tenía que ser una noche mágica sí o sí. Y lo fue.
Sadaise Arencibia hizo una Swanilda dulce, traviesa y pa comértela. Bailó de maravilla. Aunque hubo un momento en el que rozó el drama. En pleno torrente de giros, la pobre perdió el eje y empezó a inclinarse. Se mascaba la tragedia. Pero su compi, Arián Molina pero un saltito y la cogió cuando apenas quedaban dos centímetros para que la pobre perdiera todo el glamour. Maravillosa.
Arián Molina es un prodigio. Hizo de todo y todo lo hizo de maravilla. Salta, gira, corre, sonríe, hace de todo y todo de una forma absolutamente mágica. Brutal.
Y ya lo siento, pero poco más que añadir. Que es un gusto ver a esta gente bailar. Aunque las amigas de Swanilda fueran algo más irregulares. Pero es una pasada ver bailar tan bien, de una forma tan grupal, tan seria y tan encantadoramente dulce y maravillosa. La esencia de la danza clásica. Y el viernes que viene... "El lago de los cisnes", ahí es ná.
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