lunes, 10 de noviembre de 2014

Sol Picó / Mónica Runde. Madrid en danza

Que me vuelve loco la danza lo sabe todo el que me lea. Que la gente que se dedica a la danza me parecen héroes sacrificados con miles de horas de preparación y una carrera llena de sinsabores y relativamente corta, también. Vamos, que es que siempre digo lo mismo. Pero porque es verdad, qué cojones. Así que ha empezado Madrid en danza y yo he enloquecido. Las dos heroínas de las que hablo hoy son dos ejemplos de carreras largas. Sol Picó "celebra" sus 20 años como compañía y Mónica Runde 25. Que se dice pronto. 




Voy con Sol Picó. Así pabrir boca ya digo que a mí "Petra, la mujer araña y el putón de la abeja Maya" fue unos de los espectáculos que más me gustaron de 2011. Así , incluyendo danza, teatro, circo, patinaje artístico y de todo lo habido y por haber. Vamos, que soy muy de Sol Picó. "One-hit wonders" es un muestrario de números de varios espectáculos elegidos por ella. Tengo la sensación de que el recorrido vital es un poco como de "lo que he querido hacer, lo que he hecho, lo que no he podido hacer y lo que me gustaría que quedara". Esa es mi sensación. Y viendo que en la dirección del espectáculo figura ella con Ernesto Collado, un ser con el que tengo una extraña conexión mental y un idioma común que ambos entendemos creo que no me equivoco. Me partí el culo durante todo el espectáculo y ya sé por qué, Ernesto, jodío. No conozco una persona que conecte mejor conmigo y que decodifique mi lenguaje y yo el suyo con tanta facilidad y empatía. Es como si fuéramos los dos únicos supervivientes de un planeta raro que hemos recalado aquí en la Tierra y no terminamos de reconocernos, pero los dos sabemos que somos de ese planeta. Bueno, coño, que me lío. El sentido del humor del espectáculo es desbordante. Inunda todo y lo cubre de una simplicidad y complicidad que te atrapa y te desarma. Es imposible apartar la mirada de esa mujer y es imposible no descojonarte con la forma en la que se ríe de sí misma, desdramatiza lo que hace y parece que lo recubre de sencillez, cuando lo que hace es una subversión de las normas totalmente punk. Por ejemplo el solo frente al espejo entre cactus. Yo por ejemplo estuve con el corazón en un puño pensando que se iba a pinchar. Pero no,  lo de menos eran los cactus.  Eran importantes pero no. Lo de menos era si los pisaba o si no.




De hecho, acababan volando por los aires. Otra genialidad es el momentazo avión. Te presenta de espaldas a una compi de asiento pedorra como ella sola. Hasta que se gira y ves que la pedorra es ella misma. A todo esto, el azafato corta jamón. Genial. Y el momento álgido de la noche, el flamenqueo subida en esas puntas rojas. No he visto nada más trasgresor en mucho tiempo. Abajo iconos, abajo estereotipos, ¿mayor? ¿acabada? ¿fracaso? El que tenga esas palabras en su diccionario personal, que las sufra, pero Sol Picó no las tiene. Y ahí está, con más morro que nadie, más libre que nadie y levantando la pata como una veinteañera. Y encima va y saca a mi Alberto Velasco y yo me muero vivo!!!




Mónica Runde se exhibió en la Abadía. Y de qué manera. Otra leyenda y otra personalidad con un carisma apabullante. Y una calidad indiscutible, claro. Genia y figura. Y arte desmesurado. Sale, te mira, esboza una medio sonrisa y ya te ha camelado. Ha contado para este espectáculo con cinco creadores. Claudia Faci da forma a todo el conjunto y cobija las cuatro creaciones restantes. Quizá le falte un poco de ritmo, o de magia, o de algo que separe más las cuatro piezas o las aune. No tengo claro qué es lo que no termina de embrujar. Pero le falta esa chispa que hace que lo bueno sea magistral. Y esto es una cuestión personal, pero yo habría acabado con Luque, aunque el tronco de Abreu en definitivo. La pieza de Pedro Berdäyes es quizá la más críptica. Imágenes quizá no tan "danzísticas" y más potentes. La peluca deformante que te hace perder el sentido de las formas y las partes, ese desencajar las formas y recolocarlas a su antojo sea terriblemente expresivo y un pelín frío. Claro que luego llega mi admiradísima Carmen Werner y con sus lugares habituales te conquista. Brazos, piernas, rupturas y auto ayuda. Me basto y me sobro, y me derrumbo y me levanto. Carmen y sus genialidades que le van que ni pintadas a Mónica Runde y a su sonrisa. Como colofón vendrá otro premio nacional de danza, el de este año, compartido con otra genia indiscutible, Nazareth Panadero, grande donde las haya. Daniel Abreu le pone una camiseta con un ecce homo, le planta un tronco y a pasear. Esa imagen es casi como una pasión, una virgen con camiseta de hijo con un hijo o un tronco en brazos. Y a tomar por culo el tronco. Déjame, que soy libre, que no quiero cargas ni ataduras. Por eso bailo. 




He dejado para el final la pieza de Luis Luque, paradójicamente la más "danzística" de todas. Mónica, una mesa, una pieza musical de ese otro genio que es Luis Miguel Cobo que de verdad no puede ser más bella y un recuerdo. Lo primero, antes de que se me olvide, yo quiero la capa de Elisa Sanz. ¡¡¡Qué cosa más preciosísima, pordiosssss!!! Desde que arranca notas que el corazón empieza a volar. Se despega de la butaca y se eleva por encima de la sala. Flotas y llegas al cielo y ves, tocas, hueles, acaricias, te refugiasen el calorcito de tu madre ausente. El recuerdo ,el dolor, la ausencia, la rabia, la dulzura, la necesidad, todo se vuelve un sentimiento envolvente. Esas cositinas pequeñas que hacen que te vuelvas más pequeño que ellas y te quieras esconder en un regazo ausente. Y de pronto surge la imagen. Mezcla a partes iguales de féretro y útero. y la muerta es la criatura escondida en el calor materno. Y muerte y vida son lo mismo. Y tras ese viaje emocional comprendes que hay gente que piensa con el corazón o que quizá tenga un miembro más que los demás humanos y ese miembro les permita sentir pensando y pensar sintiendo, porque lo de Luque no es normal. Ni humano. Es como cuando ves un arco iris. Ha visto miles, pero estés donde estés, ves un arco iris y te paras, lo quieres compartir, se te pone una sonrisa y te parece lo más bello que has visto nunca. Eso hace Luque. Pone arco iris en nuestros corazones.




Y Mónica Runde es la pitonisa perfecta porque entiende y transmite cada matiz de estos cinco bestiajos emocionales y con su sonrisa a media asta te deja con un regustito de haber visto y disfrutado de una proeza, del arte único de una artista tocada por la varita de los dioses.               

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