miércoles, 5 de noviembre de 2014

La fille du régiment. Teatro Real.




Antonino Siragusa. ¿Que quién es? Pues el otro tenor que está cantando "La fille" en el Real. Pobre. Ni caso. Canta bien, tiene un timbre chulo, de esos dulces y líricos. Quizá plagado de vicios pero bueno. El caso es que el hombre está en el Real, pero... de él no se habla. Lógico. Porque es que lo de Camarena ha sido antológico. Lo del bis en el MET lo sabéis todos, así que me lo ahorro. La locura estaba servida. Pero claro, cuando le escuchas, enloqueces tú también. Y es que es una cosa mala. 
Bueno, poco a poco. El montaje es el conocido de 2007 de la Dessay, Juan Diego Flórez y Carlos Álvarez con la Caballlé haciendo la duquesa se Krakenthhorp. La verdad es que ese montaje es histórico y muy eficaz. Quizá la escenografía esté un poco pasada. Las montañas de mapas, las cuerdas con ropa, los carromatos, el castillo... resulta un poco pasado aunque siga siendo igual de eficaz. Pero ya no deslumbra (si es que alguna vez deslumbró) Lo que tiene el conocer ya el montaje es eso, que ya no te parece todo tan mono y tan divertido. Pero vamos, que insisto, sigue funcionando. Lo que me canta es la plancha. Parecerá una bobada, pero esa plancha que es como la mía... no me pega. No habría costado nada buscar o crear otra no tan anacrónica. El resto de los elementos escénicos son igualmente correctos y poco personales. La luz, sosa, eficaz y fría, sin emoción. Buen movimiento del coro, sin embrago. Ágil, divertido y ligero.     



La batuta de Bruno Campanella consiguió sacar el brillo y la chispa que le ha faltado en otras ocasiones a la orquesta del Real y de paso volvía a Madrid con la misma partitura con la que dirigió en la Zarzuela otra versión histórica, nada menos que con Kraus y una de las cantantes que a mí me parece que han desafinado más de la historia, June Anderson. Volviendo a la orquesta del Real, tampoco es que fuera una cosa loca, pero en ciertos momentos sí tuvo el pellizco que le ha faltado con Rossini o con Mozart. Así que al menos la orquesta sonó brillante, correcta y con chispa. Gran ovación.  
Todo esto dentro de que lo que presenciamos es una ópera sin ninguna complicación. Evidentemente está el "Ah, mes amís", el "Il faut partir", la escena de la lección de música y la cachondada de turno con la Krakenthorp. Aparte de eso, la partitura personalmente tampoco me parece antológica. Pero vamos, que se ve divinamente, se disfruta, no tiene mayor complicación, el argumento es ligero y bien digerible y florituras aparte, tampoco te deja un regusto de haber visto algo inolvidable y que te deje huella.
Ángela Molina estuvo bien. Bueno, digamos que... estuvo. Le puso mucha entrega y todo su... arte pero le faltó diversión, humor, gracia, salero, cachondeo, ironía... no sé, algo. Tuvieron que meterle unas frases en castellano a ver si así la gente se reía un poco. Y sí, la gente se rió. Un poco.



Pietro Spagnoli fantástico. Gracioso, vozarrón, cachondo, buena presencia y mucho carisma. No se arrugó frente a sus compis.   
Ewa Podles es una burra parda. Sigue conservando ese vozarrón poderoso y con poderío. Unas notas increíbles y una capacidad interpretativa cautivadora. Os sugiero que busquéis la "Suor Angelica" que se cantó con Patricia Racette en 2012. Su "Il principe Gualtiero..." es brutal. 


   
Aleksandra Kurzak estuvo maravillosa. Algo dubitativa en algunas notas aunque con unos agudos precisos, chulos y a pesar de sonar algo débiles, se notaba que había dominio del instrumento. Actoralmente se defendió muy bien. Es buena actriz de comedia, divertida, , pizpireta, zafia, graciosa y con muchísima complicidad con el público. Maravillosa. Se nos cantó un "Il faut partir" hermosísimo y con un dolor en la voz realmente impactante. Se notaba además que estaba dándolo todo y yo eso siempre lo agradezco.



Javier Camarena es un prodigio. Tiene una facilidad cantando que resulta insultante. Va como deslizándose por las notas, como si patinara sobre ellas. No choca con ninguna, no se tropieza con ellas, ni son riscos que el compositor he puesto delante de sus morros. No. Son peldaños de una escalera por la que se desliza hacia arriba y hacia abajo con la misma facilidad, con el mismo brillo y con el mismo carisma. Claro, empieza el "Ah, mes amis" y todos apretamos el culo esperando el momentazo. Y aunque los dos primeros los atacó un poco bruscamente, los otros... dieciséis  "do de pecho" fueron asombrosamente fáciles, preciosos y brillantes, divertidos y estratosféricos. Magistral, portentoso, acojonante. Sólo por ese momento y por el "pour me rapprocher de Marie" mereció la pena la noche. Eso sí que fue un momento histórico. Con los años se recordará este espectáculo por Camarena. Y con toda justicia porque es una bestia parda, un portento y aunque el físico no le ayude tanto como a Flórez, sin duda el lugar que está adquiriendo como "portento revelación" es totalmente merecido. Asombroso. 
Luego cenita por la zona con un vino rico. A los pocos días el recuerdo se ha diluido y queda el inmenso impacto de haber oído a Camarena y sus nueve notas como nueve soles.        

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo David. El domingo fui con mi chica, q me invitó por mi cumple y aunque disfruté mucho porque no voy muy a menudo a la opera, creo que las hay mejores. Y sin duda el que más me gustó fue Camarena.Los primera media hora se me atragantó un poco con esa búsqueda de la comedia un poco forzada, pero luego todo fue cogiendo un poco más color, el segundo acto disfruté mucho más, igual ayudó que en el descanso nos cambiamos a un sitio un poco mejor y no me tenía q romper el cuello para verles..jijij.Yo me di cuenta que quería ser actor trabajando de figurante en Tosca. Me ha gustado tú opinión.
    Un abrazo

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