jueves, 4 de diciembre de 2014

Los brillantes empeños. Nave 73.

No sé si será por mis años, porque estoy blando, cansado o porque mi umbral de belleza  hay días que lo tengo disparado, pero últimamente suelo flipar bastante en el teatro. También ha habido veces que me he aburrido como un cisne de Lladró. Todo esto hablo de los últimos tiempos. Y luego hay experiencias que trascienden la realidad, el espíritu, la belleza, el éxtasis, el orgasmo y la vía láctea entera. Servidor es así, un desmangao, un hiperbólico. Y "los brillantes empeños" me ha arrebatado el corazón y no me lo ha devuelto aún. 
Una vez mas, San Pablo Messiez escribe una epístola al resto de los humanos y nos suelta como si tal cosa, un muestrario de sabiduría, decisión, sensibilidad y lenguaje visceral como pocas veces he visto. Y mira que he visto. Que llevo más de 30 años viendo, hostiasssss.



Un caldero hirviendo, un montón de patatas, un radiocasette, un par de ventiladores y libros. Palabras, palabras, palabras, versos, versos, versos, las palabras más elegidas, las más únicas, las más concretas, específicas, pensadas y decididas. Y esa bestia parda de la interpretación que es José Juan Rodríguez está haciendo música con su cuerpo. Y se arranca con el famoso "hipógrifo violento". Mis esquemas en ese momento se fueron a tomar por culo. Y claro, la obsesión esta humana que tenemos de reconstruir lo que ha pasado ataca. Aunque afortunadamente según me ataca, la consigo esquivar. Y al grito de "A cenar" aparece esta familia en fila, a devorar patatas cocidas. Y a intentar relacionarse en verso. Al verles a todos en el banco devorando la patata mientras Rebeca Hernando y yo oímos un coro cantando... me relajo en mi sitio, aflojo las piernas y el corazón y me dejo fluir. Poco importa ya si esa familia lleva ahí años, siglos, o qué pasó para acabar así. El recuerdo del padre ausente despierta una angustia en ellos que acabará en violencia, como en mí provocó llanto interno, ausencia mal curada y pelea conmigo mismo. Poco importa quién de los presentes (o no) ha dejado embarazada a Olga. Lo mundano me la pela. Mi corazón fluye por ese espacio como el humo de la cazuela y me desparramo como el agua de esa cubeta. 



Una sola letra marca una diferencia inmensa entre "mar" y "amar" o entre "dormir" y "morir". Si una letra marca la diferencia, ¿cómo no la va a marcar decidir Cervantes o Calderón? Usar una palabra significa que lo que nombras existe. "Mesa". "Silla". "Padre". Existe lo que nombran, y eligen lo que nombran porque saben que existirá. Por eso eligen. Para que su ceremonia seguramente repetida día tras día de reencuentro y mezcla brutal de pasado, presente e incluso futuro, sea. Exista. Bautismo o baño purificador incluido. Y la música. la palabra es música, tiroritiroritotí.   
Ellas son las tres hermanas, ellos los hermanos Karamazov y yo un manojo de lágrimas y de sensaciones desbocadas. ¡Yo qué sé si el padre murió o no o si ha habido una catástrofe o si san Pablo ha visto "Canino! Ni me importa un pito. Yo sólo sé, que admiro de forma sobrehumana la capacidad de entrega no solo física sino emocionalmente desgarrada de Mikele Urroz, de la divina Carlota Gaviño, de Iñigo Rodríguez-Claro, de ese prodigio humano que es José Juan Rodríguez, de ese ángel auténtico con una magia que le sale por cada gesto y por cada respiración. Ese ser único con seguramente una de las miradas más electrizantes e intensas del mundo que es Rebeca Hernándo y... mi debilidad absoluta; ese prodigio de naturalidad ,de riesgo, de juego, de capacidad, esa bestia interestelar, ese caballero que el primer día que le tenga delante, a diez centímetros de mi cara va a verme llorar como un crío. Sólo de pensar en tenerle cerca... me desgarra el alma y quiero llorar. 




Hala, pa que no digáis. ¿Soy o no soy desmangao e hiperbólico cuando algo me gusta? Y una cosa te voy a decir; porque no tengo vida suficiente,si no, estaría viendo y volando con esta función todos los días. Debería se de obligado disfrute todos los días. El mayor vuelo que he disfrutado estos últimos... chorrocientos años. Gracias es poco.                        

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