lunes, 29 de octubre de 2018

Generación WHY. Teatro en Vilo.

El teatro es algo tan mágico e intangible, que a veces basta un gesto o una mirada para que se produzca el milagro. Y en "Generación Why" hay uno bestial
Pero mejor empiezo por el principio. 



Andrea Jiménez García nos recibe, convertida en una voz en off, casi como la voz de un dios o de nuestra conciencia y nos presenta a tres mujeres, tres actrices, tres chicas en torno a los treinta, que van a participar en el espectáculo que vamos a ver. Y aparecen Chiara Goldsmith, Noemí Rodriguez y Roisin O'Mahony en escena. Una a una, porque son individuos. Bailando porque son felices. Mientras nos cuentan un poco su trayectoria hasta aquí, porque tienen un pasado y son un presente. 
Pero esa imagen happy, esa energía positiva, optimista y brillante de alguien que disfruta de su presente de pronto se tambalea cuando las someten a una pregunta en apariencia simple o inofensiva: ¿qué quieres para tu futuro? 

Chiara, Noemí y Roisin bucearán por sus pesadillas, verán que soñar es jodido cuando lo que se espera de ti es indefinido y que si la herencia que les dejaron sus padres está tan envenenada como un bombón el 28 de diciembre. 



Porque la generación anterior, la que ronda los 50, la que nació en el famoso año 68, el del mayo, el de los jipis (viene así en la RAE, lo juro), el del me la chupas y te debo una, no dejó un mundo muy colocado que digamos. Aunque tampoco lo hizo (lo hicimos) tan mal. Como todos, hicimos lo que pudimos. Y así está el mundo. Y así están ellas, con una sensación de responsabilidad que las aprisiona, con una sensación de que deben hacerlo bien y enderezar el mundo caótico que les hemos dejado y con el que no pueden. 
Yo soy de esa generación y también sentí lo mismo. Y sentí la misma responsabilidad. Y sentía que estaba en mí mejorar el mundo. Supongo que quizá nos pasa a todos cuando pasamos del jijijaja a ver que tenemos que pagar un piso, tener un curro y que el futuro ya es el presente. ¿Madurar? ¿Hacerte dueño de tus responsabilidades? 
La vida es ir cambiando el banco en el que te sientas en la iglesia. Empiezas en brazos de tus padres al bautizarte, luego entras estirado el día de la comunión, luego te sientas en el banco de los amigos de los novios, luego en el de los amigos del bautizado, luego en el de los hijos del padre muerto y después en el del viudo/viuda para acabar siendo de nuevo el prota.
Estas tres actrices están cambiando de banco y sienten una angustia y una ansiedad de esas que te cortan la respiración o que te hacen salir corriendo, como Roisin. Bueno, las tres no, las cuatro, porque Andrea, desde su aparente lugar de poder, tampoco sabe manejarlo con la soltura que ella esperaba y también termina sorteando imprevistos e improvisando soluciones. Como hacen ellas, como hacemos todos, como hace la generación why, la X, la grunge, la perdida, la del 27, la mía y la de mis abuelos. Porque finalmente ellas verán que bastante tenemos con el presente como para preocuparnos por el futuro. Ese final luminoso nos salva. Las salvaa ellas y nos salva a los demás porque es verdad; si quieres ser Julieta, serás Julieta. Y si ahora no sabes, da igual, vive el ahora. Que con vivir tenemos bastante.



Miguel Ruz ilumina de maravilla el escenario casi desnudo que viste María José Martínez con un par de elementos y ya. Andrea Jiménez dirige a estas tres bestias pardas de los escenarios y crea con muchísima solidez un espectáculo vibrante, luminoso, tierno, amargo, positivo y muy conmovedor. Manejar el ritmo, dosificar los mensajes, frenar en el momento preciso y transmitir la transcendencia del recado mediante la aparente intrascendencia de la forma es un reto durísimo. Y Andrea demuestra un dominio abrumador. 



Chiara y Soisin son una pareja perfecta, tienen un poderío aplastante y un morro increíble. Se mueven con soltura por la farsa, la ternura o el dramón. Y todo de maravilla. Por Noemí Rodríguez siento debilidad. Si en "Interrupted" se metía la público en el bolsillo, en "Generación Why" vuelve a hacerlo pero sin egoísmos ni chupando cámara. Es que Noemí es un manual de registros. Es incapaz de sentarse en el suelo de forma normal, ALGO hace que convierte es simple gesto en un puro desparrame. Su monologo en el que habla de lo que soñaba y lo que ha conseguido, de lo que le gustaría ser o tener o desear en el futuro y la realidad es de una amargura y de un descojone digno de Buster Keaton. Te dice con toda naturalidad y desde la verdad más absoluta que le gustaría "tener mucho, pero saber conformarse con poco" y se queda tan ancha. Es de una amargura casi dolorosa y de una ingenuidad casi igual de dolorosa. Es un ser PRIVILEGIADO y de una inteligencia DESCOMUNAL. Ya querría yo pa mí un mínimo del talento que tiene esta mujer. 



El momento turbante (no quiero desvelar nada) en el que se encuentran el futuro soñado con el presente conseguido es de una dureza aplastante. Ayudada por una luz hermosa y una réplica generosa, Noemí consigue que desaparezca la sala y te metas es un mundo real, amargo y desolador. El de los sueños que se han dado de morros con la puta realidad.  


 Ah, el momento que decía al principio es uno muy sencillo pero desolador. 
Andrea dice algo sencillo: "a veces pienso que el verdadero valor es mirar y dejarse mirar". Y en ese momento Chiara y Noemí giran lentamente sus cabezas y miran durante un instante mínimo al público. A oscuras. Y a mí en ese momento el alma se me resquebrajó de arriba a abajo. 
Eso es el milagro del teatro. 

            

sábado, 20 de octubre de 2018

FIRCO. Teatro Circo Price.





Si la danza es una de las artes escénicas peor tratadas, el circo ya ni te cuento. Quitar de la mente del público la imagen de los tigres enjaulados, de los números apolillados y de la falta de creatividad está costando un esfuerzo gigantesco. Quizá los más valientes hayan ido alguna vez a gastarse un pastizal en el Circo del Sol y puede que algún aventurero (entre los que afortunadamente conozco a bastantes) vaya habitualmente al circo. Ah, que conste que me gusta El Circo del Sol. Pero como la auto crítica creo que es positiva y que no siempre la culpa de los errores es de los demás, también hay que decir que la promoción de sitios como el Price siempre ha dejado mucho que desear. No hay forma de enterarse de lo que pasa en el Price a no ser que tú estés encima. Hay cero promoción de los eventos, cero intención de convertir el circo en algo moderno, divertido y atractivo. No hay interés por atraer a un público nuevo. Así es muy difícil crear afición y llenar el Price. Por eso artistazos como Alexander Weibel tienen que irse por ahí a buscarse la vida. O sitios míticos como la escuela de circo Carampa luchan contra viento y marea por seguir desarrollando a gente con un talento infinito. Si esto pasa entre los propios y principales interesados, ni te cuento ya con las instituciones a las que la cultura se la pela y la cultura circense (esa de los elefantes y los payasos tristes) infinitamente más.
¿Os suena lo de los bailarines que tiene que irse al extranjero a trabajar y algunos a triunfar? Pues multiplica.   




En medio de este panorama, surgen propuestas como Circontinentes, asociación de amantes del circo de varios países (creo que todos iberoamericanos) para defender, potenciar y promover el intercambio cultural entre países que compartimos a veces un idioma, a veces una raíz y siempre un hermandad. Es normal que cuando uno está en peligro, busque la ayuda y el apoyo de sus afines.  
La primera y principal actividad ha sido crear este festival de circo. Las condiciones para participar eran muy claras: presentar números de corta duración (de 6 a 12 minutos) ser una compañía de 1 a 3 componentes de los cuales al menos el 50% debían ser iberoamericanos y de entre 18 y 35 años.
¿El objetivo? Hacerse fuertes en el panorama internacional, presentar números con lo mejor de lo mejor de lo mejor y demostrar que el circo que se hace en Iberoamérica es de primer nivel y sus artistas, auténticos salvajes. Y de paso, hacer ver que el circo puede ser divertido, emocionante, arriesgado y vibrante. 

El festival se compone de dos galas en las que participan cada día ocho artistas de los cuales cuatro pasarán a la final del domingo. Un jurado experto será quien juzgue a esos artistas. Además, habrá un premio del público votado por los espectadores. Las galas las presentará nada más y nada menos que Inma Cuevas, intentando también de esa forma acercar el circo al público. La presencia de Inma es un puntazo que a la gente le encanta y además permite que disfrutemos de ooootra faceta más de esta grandiosa actriz.

Aquí iré añadiendo lo que suceda cada día. De momento voy por la GALA 1.    





Totó de Chile presentó un numerazo de malabares. Si alguien pensaba que había visto todo con las mazas es que no ha visto a Totó. Un auténtico salvaje que no es que haga ochos con cuatro mazas, es que hace dieciseises con seis mazas. Lo nunca visto. 

El dúo Requiem, de Colombia nos dejó a todos con el corazón encogido. Riesgo, belleza, tensión y una forma de llevar al límite un número de straps como NUNCA ANTES HABÍAS VISTO.

El español Dannyzoo hizo un número que mezclaba verticales y break dance de morirte. Si todos ellos cuidan la puesta en escena como un elemento VITAL a estas alturas de la vida, Dannyzoo incluye elementos casi de danza contemporánea y consigue que se te caigan las lágrimas de la belleza que hay en el escenario. 

Lucas Escobedo, también español, hizo un número original de pelotas de rebote en el que buscaba rizar el rizo en cada movimiento. Y coño si lo conseguía. 

Duo2Filles de Brasil pusieron al público en pie. Su número de cuadro aéreo no sólo era arriesgadísimo, sino que tenía su historia. Meter algo de dramaturgia en un número De circo hace que crezca y llegue más. Es una disciplina escénica y como tal, debe contar con otras para potenciarse. Suele cuidarse la música, pero tener una "historia" y una puesta en escena teatral es algo vital. 

Fernanda Sumano trajo desde Méjico un número de hula hop solvente y divertido. Ella es autodidacta y te digo que hay que quitarse el sombrero. Su número es difícil de narices y ella domina el escenario. Quizá algún guiño humorístico estuvo fuera de lugar, pero bueno, eso son apreciaciones personales.

De Cuba vino Hermes Pompa y arrasó. Nos dejó a todos boquiabiertos con un número bestial, precioso y emocionante en el mástil aéreo, una especialidad no muy habitual pero arriesgadísima y de una belleza acojonante. 

Cerró la gala el Dúo Laos, desde Argentina. Un número de mano a mano sensual, vibrante y asombroso. Como dice una amiga mía... "se nos pusieron los pelos de gallina". Riesgo, elegancia y emoción. 

GALA 2.



Julia y Lianna vinieron de Méjico y Colombia par hacer un número de cuerda volante y voz en el que además intentaban concienciar al público de las injusticias históricas a las mujeres. Sororidad, empoderamiento y justicia. Circo y mensaje. Entretenimiento y lucha.

Bastian, de Chile hizo un numerazo IMPRESIONANTE de mazas. Cien por cien original y bellísimo en el que además mezclaba pasos de danza con una forma novedosa de tratar a las mazas. He visto miles de números de mazas, pero como este, ninguno. Hipnótico y bello.

Sofía Speratti, argentina, hizo un número de verticales original y en el que iba de menos a más con inteligencia. Danza gimnástica y dificultad. Brava.

Iara Gueller, brasileña que estudia en Bélgica deslumbró con un numerazo de aro aéreo asombroso. Impecable en la ejecución y de altísimo riesgo, nos dejó a todos flipados.

De Perú llegaron el Dúo Vitalys. Mano a mano, el más difícil todavía. El público en pie aplaudiendo sin parar. Muy mal se tiene que dar para que no ganen. Al menos el premio del público parece claro. ASOMBROSOS.

Tripotes la Compagnie, españoles con un número de báscula divertido y arriesgado. 

Aimé Morales se metió al público en el bosillo con su número de aro. Hiperdifícil, precioso visualmente y con una puesta en escena currada y muy, muy chula. Un numerazo de una profesionalidad asombrosa. Bravo, Venezuela.

Javier Varela vino de Chile para hacer un número de trapecio fijo.      
A LA FINAL ACCEDIERON:


Aimé Morales.
DannyZoo.
Dúo Vitalys.
Tripotes la Compagnie.
Dúo Requiem.
Hermes Pompa.
Dúo Laos.
Düo2Filles.



Mucha suerte a todos, aunque ganar es lo de menos. El objetivo es acercar más el circo al público y en eso TODOS habéis ganado.



En las dos galas se cuenta con la presencia de una artista invitada. Y como yo soy así, que no me callo nada, debo decir que tanto la orquesta que tocaba en directo no me gustó nada, esta artista tampoco. Me explico: la orquesta toca bien, mola lo de la multiculturalidad (a ver cuándo aprendemos que en la mezcla está la riqueza y en la variedad el crecimiento)  pero la elección de las canciones me pareció fuera de lugar. Y llamar a una artista rusa para unas galas en defensa del circo iberoamericano tampoco me cuadra. Nata Galkina es bestial, y su número de antipodismo es un gustazo. No es por eso, es porque creo, aunque parezca "chauvinista" que debería haber sido un artista iberoamericano. Personalmente me parece una lástima tener a Alexander Weibel entre el público y que no actúe (y haga ver que se puede triunfar en el mundo del circo) o incluso... podían haber llevado como artistas invitados a jóvenes que estén estudiando ahora mismo. Aunque lo que hagan no sea asombroso, da igual. Pero así veríamos que HAY GENERACIONES JÓVENES amantes del circo. Además, la artista rusa hizo exactamente el mismo número los dos días. No sé, pero hay que pensar que mucha gente fuimos los dos días y tanto las bromas como los números o las canciones, si son las mismas todos los días, pierden interés.        




Yo siempre he creído que en el mundo del circo, el error no es para tanto. Quiero decir que hacer un número sin fallos es importante, claro que sí, pero si a un malabarista se le cae una maza o una pelota no pasa nada. El fallo es normal. Lo difícil es atreverse a hacer algo tan bestial como lo que ellos hacen. Obviamente en los ensayos, el 99% de las veces, les saldrá todo. Sí. Pero que en la actuación haya un fallo no importa, importa el valor y el querer llevar tu disciplina artística al límite. Ese afán de superación, el buscar le más difícil todavía es la verdadera esencia del circo. Por eso pase lo que pase con los resultados y con los premios, para mí todos son ganadores, porque dedicar tu vida al circo, a emocionar al  público, a buscar el riesgo, a rozar el peligro, a querer ir más allá y a vivir para estremecer al que te mira, eso para mí es de ganadores. 





miércoles, 17 de octubre de 2018

Romancero gitano. Teatro de la Abadía.

Poder presenciar historias de amor intensas y vitales como la que han forjado Nuria Espert, Lluís Pasqual y Fedrico García Lorca es un lujo que esta época convulsa y envidiosa nos ha permitido disfrutar. 
Lo que podemos ver en la Abadía es el nuevo hijo nacido de esta historia de amor. De amor necesario, de amor imperecedero, de amor desbocado e hiperbólico y de amor que sobrevuela el paso de los años. Este "Romancero gitano" es como volver al origen. Tras "La oscura raíz", "Haciendo Lorca" y "La casa de Bernarda Alba" vuelven a reunirse tres seres que pese a haber navegado solos en muchas ocasiones, estaba escrito que tendrían que volver a reunirse. Porque hay amores y necesidades que son inevitables. Nuria ha viajado con Federico, Lluís ha viajado con Federico también y Federico ha viajado con muchos y muchas. Pero juntos, este trío es amor puro y necesario. 
Los amores necesarios de verdad no necesitan de aderezos ni de adornos. Una flor lo dice todo, un apretón de manos, un beso en el momento preciso o sentir juntos y por igual un aria de ópera pueden ser muestras del amor más hiperbólico e inevitable. Porque amar es estar y es ser. Por eso el escenario está vacío de aderezos o de palabras sobadas y desgastadas. Un escenario vacío y Nuria haciendo resonar las palabras de Lorca. Simplemente unas butacas. Fuera cuarta pared y leches. Aquí sí de verdad. Porque esto es entre tú y yo, entre iguales. "Te voy a contar una historia". Por eso el escenario es el patio de butacas por del revés. There's no greater love.  



A Federico le gustaba leer sus poemas a sus amigos. Quería ver sus reacciones y comprobar el efecto que producían sus palabras al sonar en voz alta y llegar al otro. Eso es sencillamente lo que pasa en la Abadía, que las palabras de Fedrico vuelan por el aire en la voz de Nuria y nos llegan directas al corazón, a los entresijos y al hígado como peces luna. 
En cierta ocasión, con motivo de una conferencia que Lorca pronunció en 1935, escribió también una introducción a cada uno de los poemas de su "Romancero gitano". Esos textos, junto con pequeñas "chispitas" de las experiencias personales de Nuria en sus acercamientos a Lorca, son la base de este hermoso trabajo. 

Pero vayamos por partes. Nuria habla por boca de Federico. Siente tal conexión y su nivel de comprensión de los textos de Federico es tan profundo y certero, que siente que habla con el ritmo interno de Federico. Incluso cuando interpreta al rey Lear, la forma de hablar, el ritmo de las palabras, es el ritmo del latido de Lorca. La verdad de las palabras está en ese latido interno. A eso hay que añadir que tanto Nuria como Lluís sienten que los poemas de Lorca, aun siendo poemas, son como pequeñas obras de teatro. O podrían serlo. Por eso, estudiando bien los textos (o simplemente leyéndolos con los ojos del amor en vez de con los ojos del entendimiento) se puede descubrir qué personajes intervienen en cada poema, cuándo habla cada uno y hasta las répilcas a los demás personajes. Ese tratamiento de los textos desde la máxima profundidad y compenetración hacen que lo que Nuria nos cuenta no sean "los-poemas-del-Romancero-gitano" sino directamente lo que Fedrico nos quería transmitir en cada poema. Lo que vemos no es un recital, ni siquiera un recital glorioso ni un recital mágico sino que es sencillamente un diálogo entre Federico y nosotros y nuestros corazones. Y la forma que tiene Nuria de acercarse a eso textos es simplemente magistral.



Hay quien dirá que utiliza muchos recursos y hay quien dirá, como yo, que lo que hace es llevar su compromiso con la escena a sus últimas consecuencias. Con un leve gesto, ensancha su voz, descuelga los hombros, clava la mirada y se transforma en todos los personajes del poema e incluso dialoga entre ella y ella misma. Y de pronto se quiebra y es La madre, o se vuelve a quebrar y es Yerma o Doña Rosita. Me da igual si se lo cree o no, si usa recursos de dama sabia del teatro, el caos es ue el efecto que debe conseguir, que es que yo en mi butaca me lo crea, eso lo consigue y yo la veo mutar. Delante de tus morros. Con profesión se puede dar el pego, pero sin corazón y sin el compromiso total con el hecho escénico no se traspasa, no se consigue que todo el teatro llore estremecido al oír "Con un cuchillo, con un cuchillito..." o al menos en mi caso, al comprender por primera vez en mi vida el significado del Romance Sonámbulo. Y mira que a Federico me lo tengo estudiado, requeteestudiado y asimilado. Pero Nuria nos lleva un paso más allá.
Y si Nuria habla por boca de Federico, Lluís Pasqual ES Federico. No voy a explicar aquí por qué, ni voy a contar lo del nacimiento, lo de Gonzalo (el ángel que ilumina) ni nada. TODO está en esa joya literaria y vital que es "De la mano de Federico", libro en el que Pasqual habla de y desde Federico. 
Así que si juntamos la voz de Federico y el espíritu de Lorca, ¿qué puede salir? Magia. Un viaje en el tiempo, amor. 

Pascal Mérat ilumina el espacio como si fuera un rincón del corazón. La luz y las sombras laten, respiran, iluminan y ocutan deseos, sueños, frustraciones, navajas, lunas y amores. Y Roc Mateu les pone sonidos a esas lunas. Los mismos sonidos nacidos de la necesidad y el amor. Un toque de guitarra, una pandereta o un simple zumbido.
Si alguien espera batas de cola, guitarras, gitaneo y referencias de esas que los limitados llaman "lorquianas" mejor que se quede en casa. Este montaje es lorquiano cien por cien porque no hay nada más "lorquiano" que sumergirte sediento en sus palabras y dejar que te mojen. Eso es lo que han hecho Nuria y Lluís. Alejarse de estereotipos, de clichés, de tópicos y de cadenas y dejarse llevar. Reconocer que todos tenemos peces luna en nuestras vidas. Y cuchillos. Que no hay nada más revolucionario ni más estabilizador que el amor. Que vivimos para amar y que ellos dos, Lluís y Nuria son amor. Y es que "Romancero gitano" tiene poco de Andalucía. A ver s, sí, es Andalucía, pero es amor, es muerte, es soledad, es pena, una pena mu grande, mu interna y mu desoladora. 




Imagino, supongo, sospecho que quizá Nuria necesitaba volver a casa tras el azote de "Incendios" y Lluís también necesitaba volver a casa tras el golpe de estado de este verano. Los dos se han vuelto a reunir con el tercer amante, Federico y entre los tres han vuelto a hacer un acto sencillo, delicado y estremecedor. Algo tan revolucionario como sencillo. Un acto de amor. Los dos se han cobijado en un nido seguro y calentito, en las palabras y los remolinos de Lorca. Los unos arropados en los otros y los otros en los unos.Y encima lo rematan con el "Soneto de la dulce queja", un grito desesperado de necesidad de amar, un grito al universo que sólo se lanza desde el conocimiento del amor necesitado, el que se sacia con un gesto sencillo. El mayor amor imaginable se contenta con un abrazo, con un paretoón, con una sonrisa o un "te quiero " bajito, dicho al oído. O dejándome ser la sombra de tu perro. Como colofón, el "Grito hacia Roma", ese alarido frente a la injusticia de la Iglesia y su falta de amor hacia el ser humano total. Un vómito a la altura de un Koltés bravo y suicida. Un ajuste de cuentas con la INJUSTICIA, LA FALTA DE VISIÓN, LA FALSEDAD y la mierda que embarra a los que van de dignos. Quizá los dos gritos más desgarrados y desgarradores de Federico; el grito al amor y el grito a la injusticia.  



Puede que como espectáculo teatral no pase a la historia; nada es epatante aunque todo es excelso. Y vivimos una época en la que un fisting vale más que un soneto y una buena vídeoproyección conmueve más que una sola palabra de Federico. Así que todo seguirá igual después de este "Romancero gitano", aunque en la oscuridad de la sala los cuerpos se ondulen con las palabras de Lorca y los cuerpos sientan que pueden "bordar una rosa en la uña de un niño recién nacido". Yo no soy el mismo que era antes de entrar. He comprendido cosas, he colocado otras, he perdonado muchas pendientes y me muero de amor como nunca. 
Repetiría todos los días de mi vida, porque las palabras de Federico en boca de Nuria y con la intención de Lluís sanan. Gracias por este espectáculo.

Y chico, como si no lo digo reviento, mejor lo suelto. De paso, Nuria y Lluís han demostrado que el original es infintamente mejor que la copia, que el maestro entiende y el mediocre desbarra y que mueve más un ceño relajado y un aria de Saint-Saëns que una plantilla vacía.     



           

martes, 9 de octubre de 2018

Tierra Baja. Teatro de la Abadía.

El comentario de un espectáculo en el que empleé menos palabras fue uno que me llevó exactamente... dos. 
Para hablar de "Tierra baja" no voy a emplear demasiadas. Porque hablar de este espectáculo es como intentar explicar un atardecer en el mar. Es algo que sucede poco a poco, que te inunda el espíritu sin que te des cuenta y cuando quieres bajar a la Tierra, ya ha pasado.



Sobre "Tierra baja", su importancia en el mundo de la literatura universal, su estilo, toda la simbología que encierra, su dimensión teatral y su peso específico como texto se ha escrito muchísimo. Hay interminables estudios y artículos desgranando todas las capas de este texto de Ángel Gimerá y no voy a ser yo el listillo que intente ni siquiera acercarme a la profundidad y profesionalidad de quienes ya han escrito. 

Yo creo, estoy convencido, es mi filosofía, que cuando uno decide trabajar un texto y exponerlo ante el público, tiene que ser por una necesidad. Quien decide escoger un texto concreto, investigarlo, estrujarlo, trabajarlo, definirlo, delimitarlo, y exhibirlo tiene siempre que ser porque necesite hacer eso en concreto, con ese texto en concreto y de esa forma en concreto. Mañana quizá será otra, pero hoy día D, hora H es esta concreta. Y creo que Lluís Homar necesitaba hacer este trabajo ahora. En este momento de su vida.
Ya en el año 90 interpretó a Manelic en un montaje histórico dirigido por un ángel, Fabiá Puigserver. Punto. Todos en pie. 



Casi 25 años después, Homar, junto con Pau Miró, agarran de nuevo este texto, lo desmenuzan y crean una adaptación monologada con solo cuatro personajes. Ni que decir tiene que el resultado es un texto de una belleza descomunal. La delicadeza de los diálogos contrasta con la crudeza y el horror del drama y consigue dibujar con trazos finos las capas de vida que envuelven los campos, la tierra, las traiciones, los engaños, las texturas y el amor. Texto con las aristas de los seres humanos y el paisaje. Tierra alta y Tierra baja, confianza y traición, bondad y crueldad, amor y muerte, sexo y caricias, soledad y horizonte. Todas las dimensiones del ser humanos están en esas palabras bellas como punzadas y en esos amores. Cierto es que tendemos a empatizar con los perdedores. Quizá algo nos resuene dentro, pero es así. Manelic y Marta llevan escrita la tragedia en la frente. Por eso, a pesar de todo les amamos. Y seguramente por eso, Gimerá no fue capaz de ahogar a Marta y de convertir a Manelic un asesino. Había que salvarlos por la naturaleza misma del amor. Si no, es mejor que nos suicidemos todos un noche de estas y se acabó la tontería.

Pau Miró dirige esta puesta en escena con una sutileza y un buen gusto que encima consiguen un tono casi mitológico a lo que vemos. La escenografía es austera y sutil. Un espacio blanco con una tela al fondo que Homar abrirá y cerrará. Pocos elementos. Los justos. Un vestuario parco y tan sutil como el espacio. Y un movimiento escénico flotante, como si Homar navegase entre las nubes del recuerdo y la tristeza. Brillante y respetuosa. 



Y Lluís Homar. De nuevo todos en pie. 
Mi primer recuerdo de Homar fue el Quimet de "La plaza del Diamante". Ya entonces me pareció bestialmente guapo y agitador. Su sutileza y su mirada afilada y acerada transmitían más que muchos actores coleccionistas de recursos y tics. En escena creo que fue aquella "Señorita Julia" con la Lizaran, creo que en el difunto Teatro Martín. Desde entonces Homar ha sido un icono para mí. Y aquí demuestra una vez más por qué. 
La bestialidad de esta "Tierra baja" es, aparte del descomunal texto, el trabajo de Lluís Homar. Porque Homar sale, sutil, y con un leve gesto relleno de verdad y compromiso (o quizá de oficio, pero mientras me engañe, qué más da) aparece sobre el escenario Nuri. Y con un leve gesto, un minúsculo giro de cabeza, surge Marta. Y estirando un poco la espalda se transforma en Manelic. Y volviendo más intensa y cruel la mirada nace Sebastian. Así. Chas. Sutilmente. Nada de aspavientos ni de demostraciones. Por eso tu alma no se mueve, por eso navega por esas tierras. y ves sobre el escenario a Marta y ves a Manelic, y ves a Nuri y ves a Sebastian. Porque eso es interpretar, es encarnar, es hacer carne lo inasible. Es ser dentro, es ser por dentro. Hay una distancia milimétrica entre lo que Homar hace cuando es uno y cuando es otro. Es imperceptible. Pero lo ves, lo notas, lo sientes, lo respiras. Es Lluís Homar haciendo lo mismo, poco, casi nada, pero es otro. Y ahí está el truco de este espectáculo. En que lo sutil está vivo. 
Yo no creo en eso de que "menos es más". Menos es menos. Lo que hay que buscar es lo necesario. Y en este caso lo necesario es esto, lo que vemos, poco, casi nada. La distancia entre el genio y lo muy bueno es muy débil y Homar se queda en el punto justo del genio. 
Poco más se puede añadir al comentario de lo que viví y sentí la otra noche. Un texto de un belleza descomunal y un actor sutil y sabio. En el matiz delicado y pequeño está el mayor mérito de este trabajazo, arropado, por si fuera poco por la voz y la sensibilidad de Silvia Pérez Cruz. 
Trabajo grandioso de todos y cada uno de los responsables. Gracias por regalarnos la alegría, la paz y el orgullo del teatro bien hecho.  
    

          

domingo, 7 de octubre de 2018

Katiuska. Teatro de la Zarzuela.


Daniel Bianco, uno de los mejores y más coherentes directores de nuestros teatros ha vuelto a acertar de lleno. ¿Qué mejor forma de inaugurar una temporada que con un gran título, un gran elenco, un gran maestro en la batuta, un gran director de escena y la satisfacción de poder vivir esta temporada con mucho más relax que la pasada?



Muy a pesar de PRISA y de sus intentos de dinamitar este estrenazo con artículos coloridos, el estreno de "Katiuska" fue un éxito. Y no sólo por la amplia presencia de rostros famosos (hablo de profesionales, no de rostros televisivos, que también) sino por la intensidad de las ovaciones y la calidad del resultado.
“Katiuska, la mujer rusa” fue el primer trabajo escénico de Pablo Sorozábal y es perfecta para arrancar la temporada. La partitura es brillante, tiene momentos de lucimiento para todos los cantantes, para la orquesta, para los actores e incluso para el coro y aunque el libreto es sencillo, tiene encanto y es fácil de seguir. Quizá la poda a la que lo han sometido haya sido algo excesiva, hay momentos en los que la acción avanza con demasiada velocidad, pero bueno. Creo que pese a ser algo excesiva, no es un sacrilegio, ya que tampoco es que la trama sea digna de James Joyce, con lo cual, se sigue bien y no plantea grandes abismos intelectuales. El acercamiento merece la pena. Aunque... quizá Sagi (a quien presupongo responsable de la versión) podría haber recortado menos y no pasaría nada  
Emilio Sagi se encarga de la dirección de escena. Y lo hace de manera brillante. Consigue unos momentos cómicos brillantes con los personajes secundarios y logra que todo parezca verosímil en medio de la escenografía simbólica de Bianco. El quinteto de personajes secundarios demuestra grandes dotes interpretativas y eso es labor del director de escena. Aparte, obviamente, de talento de los actores/cantantes. Estupenda iluminación de Eduardo Bravo, así como el vestuario de Pepa Ojanguren. La escenografía de Daniel Bianco representa el marco de un cuadro gigantesco sobre los restos de un antiguo palacio, hoy convertido casi en un campo de batalla. Tonos grises y tierra para resaltar la decadencia de una época que sobrevive en medio de la desolación y la guerra. Personalmente mi mente viajó a alguna imagen de "La Gioconda está triste", pero más por el poder evocador, claro está, que por parecido. Reconozco que para los cantantes, en algún momento no resultaba demasiado cómoda, jeje, pero la seguridad se consigue con trabajo y se acostumbrarán a caminar entre escombros. O quizá la gracias esté justo ahí, en moverse con cierta inseguridad, como los personajes en un mundo derruido y asolado que no es el suyo.
Guillermo García Calvo dirige a la ORCAM y consigue a base de sensibilidad, sacar de la orquesta titular algunos de los sonidos más puros y bellos que yo recuerde. Poderosa en algunos momentos, delicada en otros, divertida en otros y casi siempre melancólica, la Orquesta de la Comunidad de Madrid suena a música del corazón. Bravo por todos. Lo mismo se puede decir del coro titular. En sus breves intervenciones brillan como nunca.



El elenco principal es simplemente inmaculado. Antonio Torres, Enrique Baquerizo, Emilio Sánchez y Amelia Font son respectivamente Bruno, Amadeo, Boni y Tatiana. Los cuatro están divertidísimos y demuestran sus grandes dotes interpretativas. Milagros Martín es Olga, el nexo de unión entre todos ellos. Milagros Martín es una leyenda en la Zarzuela, ha cantado todos los títulos y todos los roles. Aquí vuelve a demostrar que es una bestia escénica que siempre está CELESTIAL. Con su Olga vuelve a brillar y por ello se llevó una grandiosa ovación. Personalmente siento una debilidad absoluta por esta prodigiosa actriz y cantante. 
Jorge de León, Ainhoa Arteta y Carlos Álvarez son el trío protagonista. Jorge de León es el príncipe Sergio. Su papel no tiene demasiados momentos de lucimiento, pero sí supo aprovecharlos y regalarnos su timbre precioso y esa elegancia en su forma de cantar que hace que no apartes la mirada de él cuando canta. Esa elegancia suple cierta rigidez en su gestualidad. La desolación no tiene que ser sinónimo de estatismo. Más bien es una actitud corporal, un estar con otro peso, con la espalda cargada de dolor y la mirada cansada, pero activo y pisando con fuerza. 
Ainhoa Arteta era la estrella de la noche. Tiene una gran presencia escénica e interpretativamente, aunque algo errante estuvo bien. Vocalmente tiene una facilidad para los agudos que sigue asombrando y un timbre precioso. Y hace algo que sólo pueden hacer algunas personas: es capaz de terminar una romanza con un agudo precioso que nos deja a todos embobados y consigue que nos olvidemos de su … creatividad con el libreto. Personalmente eso me sorprende un poco. Es capaz de inventarse palabras enteras y frases completas y acabar con un piano precioso que hace que te derritas y olvides esa creatividad. 
Carlos Álvarez está sin duda en su mejor momento. Vocalmente es un prodigio escucharle, con esa voz magistral, esa dicción fantástica y esa sabiduría a la hora de poner carne en cada palabra. Escénicamente es un peso pesado y vocalmente está en su mejor momento. Es imposible cantar mejor ni con más inteligencia. Sin duda el punto más celestial de esta grandísima producción.
Rocío Ignacio, Maite Alberola, Ángel Ódena y Alejandro del Cerro se encargarán de los papeles principales el resto de las funciones. Y seguro que brillan con la misma intensidad que el elenco del estreno, porque todos ellos son grandísimos cantantes e intérpretes. 



Arranque vigoroso de la temporada de la Zarzuela, con un espectáculo digno de los mejores teatros líricos del mundo. Eso es así. "Katiuska" es un título conocido, la partitura permite descubrir una música bellísima, la trama a pesar de todo es fácil de seguir y cuenta con un reparto (cualquiera de ellos) de lujo. ¿Que es una apuesta bastante segura? Tal vez. Pero, en cualquier caso hay que llevarla a cabo. Y acertar. Y de momento ya es otro acierto más. El primero de esta temporada. Ole. 
Ah, y se llama caché. No brecha salarial. Y existe desde el principio de los tiempos. 



Aprovecho este espacio para rendir mi máxima admiración y tristeza por la muerte de Montserrat Caballé. El universo entero nota ya su falta. Su voz y su risa convertían el mundo en un lugar más feliz.


Mundo obrero. Sala Margarita Xirgu.

Cuando fui al instituto, en la época en la que se estudiaba BUP y COU, tuve un profesor de Ética y Filosofía, Jesús García, que me enseñó a pensar por mí mismo, a ser crítico, a beber de muchos sitios y elaborar mis propias consecuencias, cuestionando lo cuestionable y responsabilizándome de mi propia ética y de sus resultados. Jesús García fue el mejor profesor que he tenido jamás. Porque me hizo ser humano; ser humano pensante, consciente y crítico. 



Yo como viendo la Sexta y el discurso de Alberto San Juan es el mío, es el que me gusta oír y es con el que estoy de acuerdo casi totalmente. Del todo no, porque de eso se encargó Jesús García.
A pesar de ser casi un reflejo de lo que suele contar San Juan, debo confesar que mi lado teatral, dramático, escénico, suele echar en falta en sus espectáculos un poco más de trabajo e investigación en la forma. El contenido me mola, eso es así. Pero a veces he visto que la forma se quedaba en una sucesión de artículos o de datos o de manifiestos e incluso panfletos con poco cuidado por la forma. 
Puede que se pueda llamar "teatro documental" y en ese caso, vale, lo compro. Pero se puede contar la misma verdad con una buena metáfora, o con una buena historia que dentro tenga escondido todo el mensaje, igual de descarnado y de real pero envuelto en una forma que escénicamente sea más atractiva que el simple panfleto. Por eso Jesús García me hizo ser humano, porque me enseñó a pensar por mí mismo y a llegar yo solo a conclusiones Quizá las ganas de inmediatez, o el ardor por contar cosas gordas y terroríficas como las que cuenta San Juan hagan que quizá se quede en la primera o segunda fase de investigación. Que en cuanto toma algo de forma el contenido, se de ya por suficiente y se quiera compartir. Que sí, que sí, que la decisión es del director y de nadie más. Y si a él le parece que eso debe ser así, pues perfecto. Sólo hablo de lo que yo como espectador simpatizante echo en falta. Pero el que dirige es él y hace lo que quiere y como quiere, faltaría más.  



Bueno, pues esta duda, o esta demanda o esta pretensión mía, me la ha resuelto el propio Alberto San Juan. Y quizá suene petardo o hasta muy petardo pero por fin ha hecho casi casi el espectáculo que yo soñaba. 
En esta ocasión ha intercalado sus famosos momentos panfletarios (no es un término peyorativo, ni mucho menos, todo lo contrario) de los que se encargan él y la grandiosa Marta Clavó y lo representan dramáticamente a través de la historia de una familia Luis Bermejo y Pilar Gómez.
San Juan y Marta Calvó van contando datos, fechas, realidades y verdades como puños mientras Pilar Gómez y Luis Bermejo nos cuentan la historia de Luis y Pilar ( y Pili, y Mari Pili, y María del Pilar). Las conclusiones a las que deberíamos llegar con las escenas de San Juan y Calvó llegamos con Pilar y Luis. Y yo, ya no personalmente sino teatralmente, prefiero esa forma. Prefiero llegar yo a la moraleja.
A ver, insisto; todo lo que cuentan es verdad, es dolorosamente cierto y punto. Eso no lo cuestiono. Pero me mola más la forma teatral, la dramática, la escénica, la de Pilar y Luis. Pero es que además es muy buena. El texto es precioso, con un toque poético justo y acertado, una dureza seca y amarga y un rigor incontestable. El texto es duro y precioso, el desarrollo medido y perfecto y la forma, delicada y dolorosa. Y encima Luis Bermejo aunque compone un personaje en la línea del que construyó en "Los mariachis", está adorable, simpático y empático. 



Y Pilar Gómez... en fin... no sé cómo decirlo. Creo que está en un momento dulce de su madurez artística. Digo madurez no por su edad, que ni la sé ni me importa, sino por la sabiduría y la seguridad con la que trabaja. Si lo que hacia en "Emilia" era absolutamente perfecto e inmejorable, la Pilar de "Mundo obrero" es un manual de recursos, un muestrario de matices y una enciclopedia de emociones vivas. NO HAY NADA QUE PUEDA ESTAR MEJOR. Ni un gesto, ni una búsqueda, ni un buceo, ni una lágrima, ni una respiración. Y eso se debe a su compromiso con el escenario y con lo que hace. No sé si también con lo que cuenta, aunque eso me da igual. Que comparta o no el mensaje es lo de menos. Como actriz está pringada hasta el cuello en hacer que todo lo que pasa en el escenario esté vivo y sea real. Ese compromiso la lleva a sitios asombrosos y a un nivel de comunicación con el espectador ejemplar. Y consigue lo mismo que Jesús García, que tú sólo seas crítico, que seas autosuficiente y que quieras salir a la calle. 



Alberto San Juan y Marta Calvó son complementos el uno del otro, son las dos caras del barón Ashler, son lo mismo y son iguales. Cantan, recitan, remueven y conmueven desde el convencimiento. Brillantes y guapos de morirte. Y sólidos tanto en lo que hacen como en cómo lo hacen. Les hago la ola.
Y encima todo este conjunto está arropado por grandes compañeros: Beatriz San Juan los viste y les crea la escenografía, la gran Paloma Díaz  les mueve por ese espacio que ilumina de forma magistral Raúl Baena y como remate, dios, digo.. Santiago Auserón compone la banda sonora que bucea por el espacio sonoro creado por Adrián Foulkes. Ea. Casi ná. 

Insisto, Alberto San Juan o cualquier director hace lo que quiere y como quiere, toma sus decisiones y manda sobre su material. Lo que los demás "hubiéramos hecho en su lugar" es sólo una audacia nuestra o una presunción. Pero como espectador, este espectáculo de San Juan me ha tocado mucho más que otros y reconozco que lo siento más y mejor, más maduro y más acertado dramáticamente hablando.
Yo salí con ganas lo primero de comérmelos a besos a todos y lo segundo, con ganas de salir a la calle. De respirar, que nos falta el aire, coño. De salir a la calle y recuperar lo nuestro. De hacer lo que quiero hacer cada vez que veo el telediario. Bueno, al menos yo. 


Las fotacas son de Sergio Parra y espero que no haya problema por ponerlas. 

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