domingo, 7 de octubre de 2018

Katiuska. Teatro de la Zarzuela.


Daniel Bianco, uno de los mejores y más coherentes directores de nuestros teatros ha vuelto a acertar de lleno. ¿Qué mejor forma de inaugurar una temporada que con un gran título, un gran elenco, un gran maestro en la batuta, un gran director de escena y la satisfacción de poder vivir esta temporada con mucho más relax que la pasada?



Muy a pesar de PRISA y de sus intentos de dinamitar este estrenazo con artículos coloridos, el estreno de "Katiuska" fue un éxito. Y no sólo por la amplia presencia de rostros famosos (hablo de profesionales, no de rostros televisivos, que también) sino por la intensidad de las ovaciones y la calidad del resultado.
“Katiuska, la mujer rusa” fue el primer trabajo escénico de Pablo Sorozábal y es perfecta para arrancar la temporada. La partitura es brillante, tiene momentos de lucimiento para todos los cantantes, para la orquesta, para los actores e incluso para el coro y aunque el libreto es sencillo, tiene encanto y es fácil de seguir. Quizá la poda a la que lo han sometido haya sido algo excesiva, hay momentos en los que la acción avanza con demasiada velocidad, pero bueno. Creo que pese a ser algo excesiva, no es un sacrilegio, ya que tampoco es que la trama sea digna de James Joyce, con lo cual, se sigue bien y no plantea grandes abismos intelectuales. El acercamiento merece la pena. Aunque... quizá Sagi (a quien presupongo responsable de la versión) podría haber recortado menos y no pasaría nada  
Emilio Sagi se encarga de la dirección de escena. Y lo hace de manera brillante. Consigue unos momentos cómicos brillantes con los personajes secundarios y logra que todo parezca verosímil en medio de la escenografía simbólica de Bianco. El quinteto de personajes secundarios demuestra grandes dotes interpretativas y eso es labor del director de escena. Aparte, obviamente, de talento de los actores/cantantes. Estupenda iluminación de Eduardo Bravo, así como el vestuario de Pepa Ojanguren. La escenografía de Daniel Bianco representa el marco de un cuadro gigantesco sobre los restos de un antiguo palacio, hoy convertido casi en un campo de batalla. Tonos grises y tierra para resaltar la decadencia de una época que sobrevive en medio de la desolación y la guerra. Personalmente mi mente viajó a alguna imagen de "La Gioconda está triste", pero más por el poder evocador, claro está, que por parecido. Reconozco que para los cantantes, en algún momento no resultaba demasiado cómoda, jeje, pero la seguridad se consigue con trabajo y se acostumbrarán a caminar entre escombros. O quizá la gracias esté justo ahí, en moverse con cierta inseguridad, como los personajes en un mundo derruido y asolado que no es el suyo.
Guillermo García Calvo dirige a la ORCAM y consigue a base de sensibilidad, sacar de la orquesta titular algunos de los sonidos más puros y bellos que yo recuerde. Poderosa en algunos momentos, delicada en otros, divertida en otros y casi siempre melancólica, la Orquesta de la Comunidad de Madrid suena a música del corazón. Bravo por todos. Lo mismo se puede decir del coro titular. En sus breves intervenciones brillan como nunca.



El elenco principal es simplemente inmaculado. Antonio Torres, Enrique Baquerizo, Emilio Sánchez y Amelia Font son respectivamente Bruno, Amadeo, Boni y Tatiana. Los cuatro están divertidísimos y demuestran sus grandes dotes interpretativas. Milagros Martín es Olga, el nexo de unión entre todos ellos. Milagros Martín es una leyenda en la Zarzuela, ha cantado todos los títulos y todos los roles. Aquí vuelve a demostrar que es una bestia escénica que siempre está CELESTIAL. Con su Olga vuelve a brillar y por ello se llevó una grandiosa ovación. Personalmente siento una debilidad absoluta por esta prodigiosa actriz y cantante. 
Jorge de León, Ainhoa Arteta y Carlos Álvarez son el trío protagonista. Jorge de León es el príncipe Sergio. Su papel no tiene demasiados momentos de lucimiento, pero sí supo aprovecharlos y regalarnos su timbre precioso y esa elegancia en su forma de cantar que hace que no apartes la mirada de él cuando canta. Esa elegancia suple cierta rigidez en su gestualidad. La desolación no tiene que ser sinónimo de estatismo. Más bien es una actitud corporal, un estar con otro peso, con la espalda cargada de dolor y la mirada cansada, pero activo y pisando con fuerza. 
Ainhoa Arteta era la estrella de la noche. Tiene una gran presencia escénica e interpretativamente, aunque algo errante estuvo bien. Vocalmente tiene una facilidad para los agudos que sigue asombrando y un timbre precioso. Y hace algo que sólo pueden hacer algunas personas: es capaz de terminar una romanza con un agudo precioso que nos deja a todos embobados y consigue que nos olvidemos de su … creatividad con el libreto. Personalmente eso me sorprende un poco. Es capaz de inventarse palabras enteras y frases completas y acabar con un piano precioso que hace que te derritas y olvides esa creatividad. 
Carlos Álvarez está sin duda en su mejor momento. Vocalmente es un prodigio escucharle, con esa voz magistral, esa dicción fantástica y esa sabiduría a la hora de poner carne en cada palabra. Escénicamente es un peso pesado y vocalmente está en su mejor momento. Es imposible cantar mejor ni con más inteligencia. Sin duda el punto más celestial de esta grandísima producción.
Rocío Ignacio, Maite Alberola, Ángel Ódena y Alejandro del Cerro se encargarán de los papeles principales el resto de las funciones. Y seguro que brillan con la misma intensidad que el elenco del estreno, porque todos ellos son grandísimos cantantes e intérpretes. 



Arranque vigoroso de la temporada de la Zarzuela, con un espectáculo digno de los mejores teatros líricos del mundo. Eso es así. "Katiuska" es un título conocido, la partitura permite descubrir una música bellísima, la trama a pesar de todo es fácil de seguir y cuenta con un reparto (cualquiera de ellos) de lujo. ¿Que es una apuesta bastante segura? Tal vez. Pero, en cualquier caso hay que llevarla a cabo. Y acertar. Y de momento ya es otro acierto más. El primero de esta temporada. Ole. 
Ah, y se llama caché. No brecha salarial. Y existe desde el principio de los tiempos. 



Aprovecho este espacio para rendir mi máxima admiración y tristeza por la muerte de Montserrat Caballé. El universo entero nota ya su falta. Su voz y su risa convertían el mundo en un lugar más feliz.


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