martes, 13 de noviembre de 2018

La casa de Bernarda Alba. Teatro de la Zarzuela.

Federico García Lorca es es autor de "La casa de Bernarda Alba". Él escribió la obra teatral.
Esta Bernarda que podemos ver en la Zarzuela tiene más autores. Lorca, Miquel Ortega y Bárbara Lluch. Y de refilón Rubén Fernández Aguirre. Pero vayamos por partes. 



Lorca veraneaba con su familia en una casa que alquilaban en Asquerosa, un pueblo que obviamente cambió su nombre por Valderrubio. Frente a esa casa vivía una tía de Federico. Al otro lado de un muro delgadito y compartiendo pozo vivían Frasquita Alba y sus hijas. Lorca escuchó cientos de discusiones de Frasquita con sus hijas. Incluso en Asquerosa se contaba una historia bastante parecida a la del hijo de La Librada. Y según contaban, las vecinas el pueblo coreaban por las calles el famoso "carbón ardiendo en el sitio de su pecado". Por si fuera poco, la tía de Federico le contó que en una ocasión ella misma se puso varios vestidos de fiesta que le acababan de coser para dar a Frasquita en los morros tras una discusión de las que llegaban por el patio. Y como remate, el propio Lorca deja claro al comienzo de su obra que "el poeta advierte que estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico". 
Personalmente siempre he creído que un director, cuando decide enfrentarse a un trabajo, toma las decisiones que cree y que le dan la gana. Luego nosotros, espectadores, nos dejaremos tocar o no por esas decisiones, pero la decisión es siempre del director. Bárbara Lluch a decidido seguir las indicaciones de Lorca y recrear un documental fotográfico, llevándonos a una recreación realista (todo siempre tamizado) del patio de la casa de Bernarda. 
Bueno, que me lío. Comenzaré por el principio. 



Rubén Fernández Aguirre es no sólo un pianista con una carrera deslumbrante sino un ser con una inteligencia, una cultura y una sabiduría sólo comparable con su humildad y su carisma. Ah, incluso a tocado en conciertos en los que Lorca ha sido eje central. Bueno pues este ser fue el primer y principal instigador de este proyecto. Si a alguien hay que "culpar" es a Rubén. No sólo eso, sino que en un momento dado del proceso de ensayos, Rubén vio claro que sería mejor para el proyecto si el propio Miquel Ortega se hacía cargo de la dirección musical y en un acto de generosidad envidiable, dejó la batuta en manos de Ortega y él se quedó sentado al piano. ¿Cuánta gente haría algo así pensando en el bien del espectáculo y cediendo el "honor" el lugar de honor en el cartel y en la prensa? A Daniel Bianco se le pusieron los ojos en blanco porque vio en esa idea, una joya. Bianco lleva a Lorca en las venas. No sólo por el mítico montaje de "El público"sino por mil referencias, trabajos y cercanía. Bianco habla con Miquel Ortega, llaman a Bárbara Lluch y ya tenemos el milagro en marcha. 



Miquel Ortega recuerda que con apenas trece años, iba al cole con un libro en la mochila, "La casa de Bernarda Alba". Hace años empezó a componer lo que desde entonces fue una necesidad. Bruno Bruch (Julio Ramos) se encargó del libreto suprimiendo personajes, quitando paja (con todo el respeto, claro), puliendo situaciones y limando diálogos. Tristemente Julio no, pero Miquel sí consiguió terminar la versión sinfónica de "La casa de Bernarda Alba" y estrenarla en Rumanía en 2007. De todas formas, casi desde el principio, Miquel Ortega pensó en esta Bernarda como en una obra de cámara. Musicalmente inspirado en Britten y en su forma de enfrentar ciertas creaciones desde la cercanía y la melodía continua y sinuosa. A pesar de eso, estilísticamente, la presencia de los leitmotivs son la mayor aportación de Ortega. La casa, Pepe, los tres leitmotivs de Bernarda... hacen que musicalmente "La casa de Bernarda Alba" sea una obra personal, original y maestra. Porque esta obra es poderosa en sí misma. La música juega con la melodía y la atonalidad como buenas y sabias armas para conseguir una progresión dramática asombrosa. Los leitmotivs te sitúan emocionalmente en un sitio ideal, porque hacen que sientas antes de que pase nada. Tu cuerpo, sin querer, gracias a su memoria sensorial, oye, escucha, procesa y te pone en el sitio que Ortega quiere y donde debes estar para recibir lo que viene a continuación. Porque esta obra, que juega con la atonalidad pero se basa en la melodía, combina Puccini y Menotti como algo natural y realmente logra estar al servicio de la progresión dramática.Está al servicio de la obra dramática, no al revés. Hay leves mezclas de género y de estilo pero siempre al servicio del drama. Incluso hay cambios estilísticos en cada personaje, alternando las frases cortas y secas de Bernarda con las frases sincopadas de alguna de sus hijas. La música, como el espacio y la luz son un personaje más en el espectáculo. De ahí lo que decía al principio sobre la "autoría". Esta Bernarda tiene varios autores. De momento llevamos dos, Federico y Miquel. 



Nos falta Bárbara Lluch. Lluch es nieta de Nuria Espert. Vamos, casi familia de Lorca. Hija de Nuria y sobrina de Alicia. Teatro en los genes. Tras quince años como ayudante de dirección en Covent Graden, donde ha trabajado con LOS MEJORES, dirigió su primer proyecto en 2017, con "Le Cinesi" en el mismo Teatro de la Zarzuela. Con "la casa de Bernarda Alba" se encuentra con, según sus palabras, "el mejor libreto de la historia". Decide hacer caso a Lorca y para llevar a cabo esta "recreación documental". Llama nada más y nada menos que a Franca Squarciapino para que vista a estas mujeres, a Vinicio Cheli para que las ilumine (con esa luz invisible, que no notas que esté ni que vaya cambiando) y a Ezio Frigerio para que cree un patio que podría ser de la casa de Asquerosa o de una cárcel o de un monasterio. A fin de cuentas, qué diferencia hay. Pero resulta que para más inri, Frigerio debutó en teatro con un montaje de Strelher de..."La casa de Bernarda Alba". 
Para María Josefa, Bianco pensó en Julieta Serrano, gran amiga y grandiosa actriz. 
Julieta Serrano confiesa que a sus años, no hay ningún personaje que sueñe con interpretar. O porque ya los ha hecho o porque ya no los puede hacer. Salvo la María Josefa. Así que la llamada de Bianco fue como un milagro para ella. 
¿No me digáis que este proyecto no estaba predestinado a que lo llevaran a cabo Ortega, Lluch, Bianco, Aguirre, Frigerio o Serrano?    


La puesta en escena es clásica y efectivamente, fotográficamente documental. La grandiosa escenografía de Frigerio (aplaudida al levantarse el telón), acoge a ese rebaño de mujeres, vecinas y criadas de luto, sufrientes, iguales, sometidas, acogotadas, encarceladas, fanáticas y terroríficas. Ellas entran, salen, hacen labores cotidianas y se relacionan entre ellas como si nuestra visión fuera la de  una cámara de seguridad. Lluch ha trabajado con las actrices (incluida Luis Cansino, claro) como si se tratara de un montaje teatral. Han hecho un trabajo de mesa, literario y dramático como si hubieran ensayado un montaje teatral. Han estudiado y decidido aspectos como la temperatura de las habitaciones, la época exacta del año, la hora del día de cada situación, la relación entre cada hermana, aspectos que se trabajan en los trabajos teatrales pero que quizá no se trabajen tan a fondo en óperas o zarzuelas en las que el trabajo musical y vocal ya es tan intenso que no se les puede dedicar el mismo tiempo a estos aspectos, para mí igual de importantes. Pero no da tiempo, es imposible. Yo creo, pienso y siento que una ópera, una zarzuela o un musical son obras de teatro pero encima CANTADAS. Bueno pues esa concepción se ha podido explotar esta vez, quizá llevados porque el origen era Federico o quizá por la concepción del espectáculo de Bárbara Lluch y de Miquel Ortega. Además Lluch evita caer en la tentación de hacer una versión "impactante", de esas que por sí solas te dejan boquiabierto. No, rehuye eso y trabaja al servicio de la obra, del conjunto, del drama, de Lorca.

Tener a Milagros Martín en un elenco es un honor y arrancar la obra con ella, un seguro de calidad. 
Tanto Berna Perles como Angustias (la que se ahoga), Belén Elvira como Magdalena (la que llora), Marifé Nogales como Amelia (la invisible) y Carol García como Martirio (la cheposa) bordan sus papeles. La forma d cantar, de mirarse, de callar, de respirar y de ahogarse es brillante.



Carmen Romeu interpreta una Adela de libro. Fabulosa como actriz, demuestra que para cantar hay que sentir y si uno se toma su trabajo como un trabajo interpretativo y de comunicación, ese trabajo estará relleno de verdad traspasará al espectador que lo vea. Romeu es una cantante/actriz de las que sienten lo que cantan. Incluso si el resultado es imperfecto, si hay alguna mínima incorrección, es justamente lo que hace que su trabajo esté vivo. No digo que cantara mal, ni mucho menos. Al contrario, cantó de maravilla, pero un agudo de pronto algo descontrolado no se nota al oído pero sí da vida al impulso de Adela. Es como cuando escuchas un live de la Callas. Una nota trémula, un descontrol leve hacen que eso cobre vida, porque de lo académico se salta a lo real. Y lo real es lo vivo. Lo académico, para las grabaciones. Fabulosa. 



Luis Cansino se llevó una de las grandes ovaciones de la noche. Merecidísima, claro, porque canta como dios, con una voz amplia y madura. Y su creación de una Poncia fresca, echada palante, confidente y madre fue histórica. No recrea a una mujer, sino que actúa como una mujer. Se siente mujer y se siente amiga, protectora, valiente y hermana. Una Poncia que se atreve a retar a Bernarda y de hablarle de tú a tú quizá porque ella sea la única que conoce el gran secreto de Bernarda. Es posible, es un gran punto de partida. ¿Quién sabe si, como decía la Sardá, Poncia y Bernarda no sean hermanas, Poncia hija bastarda del mismo padre y que por eso Bernarda le consiente todo? Me parece un punto de partida maravilloso. Y Cansino vocalmente lo borda y escénicamente también. 



Julieta Serrano grita desde fuera del escenario. Así comienza la función. Y tu corazón da un vuelco. Desde ese punto, todo es un no parar. Julieta está SU-BLI-ME. Es la María Josefa más madura, inteligente y amorosa que he visto jamás. Generosa y perfecta en cada gesto. Una maestra de entrega y de capacidad.  



Nancy Fabiola Herrera está fantástica. Vocalmente es una bestia, tiene unos graves profundos y redondos y en la zona alta se maneja con soltura y poderío. Escénicamente tiene una presencia inolvidable, camina con un peso brutal y domina con la mirada. Simplemente su imagen transmite ya la crueldad de la madre que haciendo lo que cree mejor para sus hijas, las destroza y provoca el drama. Fabulosa.¿No os recuerda a Cándida Losada, con esa cara de perra mala? ¿Y si digo que en el montaje quedirigió Bardem el año 64 Julieta Serrano hacía de Adela...?

La noche del estreno ocurrió una cosa mágica que yo echo en falta siempre. Lo normal es que cuando empieza a caer el telón haya un ansioso/ansiosa que quiere ganar la medalla al espectador avispado y arranca a aplaudir como si fuera el único que se ha enterado de que eso es el final. Bueno, pues el otro día bajó el telón, terminó la música, dejó de oírse el eco de la última nota, flotó por el aire el silencio necesario para que todos bajáramos al mundo real y ya de nuevo en la butaca, arrancaron los aplausos. Creo que la música y el teatro necesitan que como espectador regreses a tu butaca. Lo que oyes o ves provoca unas sensaciones y emociones y lo que has experimentado tiene un eco. Provoca un eco, un recuerdo, una reverberación emocional que es necesario que se extinga para poder reaccionar. El que aplaude cuando el telón está cayendo y la música sonando es que lo ha visto desde fuera. 

Esto totalmente convencido de que este espectáculo va a ser unos de mayores pelotazos de esta temporada del Teatro de la Zarzuela. Siempre he dicho que este género está en la UCI y que la única forma de acercarlo a la gente, al siglo XXI es "retocando" los libretos y con las direcciones de escena. Es el pequeño margen que hay para dar una visión de hoy y atraer a un público nuevo y regenerador. Si a eso le unimos la experimentación nuevas obras, como esta joya de "Bernarda Alba", el éxito y la supervivencia están aseguradas.

Y como no me puedo callar nada, ahora voy con lo que NO me gustó. Mejor dicho, con lo que yo habría hecho de otra forma si yo lo hubiera dirigido, jajaja.
No me gustó, según me han contado, que al parecer, cuando se abre el portón... no se ve nada desde los laterales. Vamos, que el final... desde los laterales no se ve, porque las puertas lo tapan. 
No me gustaron ciertas decisiones del libreto. Para mí hay frases como "Me sirves y te pago. Nada más" de Bernarda a Poncia. Lo eché de menos. "Me sirves y nada más" no es lo mismo. Como el famoso "Me vais a soñar" de Bernarda. Es una frase icónica. Es como hacer un Hamlet y quitar el "algo huele a podrido en Dinamarca".
Si yo fuera el director... habría intentado entreactos sin bajar el telón, sólo con luz. 
Recnozco que estamos ante un medio distinto al teatro y a la literatura y que cada medio necesita un lenguaje y unas normas distintas. Reconociendo que el libreto es bueno y que respeta sobre todo el espíritu de la obra original, echo en falta el sonido de las palabras de Federico. En sus obras no es sólo lo que dice sino las palabras y la musicalidad que ellas tienen para contar lo que cuenta. El sonido de las palabras de Lorca, su cadencia, su sonoridad, es un lástima que en cierta medida se pierdan en esta versión. Pero es lógico que no se pueda hacer tal cual él la escribió.   
Si yo fuera el director no había puesto los ladridos de los perros ni los cascos de los caballos. Una vez creada y asumida la convención de que se habla de cosas y no tienen por qué oírse, el público las acepta enseguida. es un acuerdo entre el escenario y el público asumido y habitual. Los sonidos en off a mí me descolocan, me suenan irreales. Como me sonaban rarunos los relinchos cada vez que salía un caballo en "Curro Jiménez". 

Pues nada, todos como locas a la Zarzuela, porque de este espectáculo se va a hablar y aún puedes ser de los afortunados que digan "yo estuve allí". 

Las fotacas son de Javier del Real, como siempre, asombrosas. 
La foto de arriba es de una habitación real de la casa real de Frasquita Alba. Los pelos como escarpias






               
       

domingo, 4 de noviembre de 2018

El cascanueces. Compañía Nacional de Danza.

Las decisiones que toma un director son incuestionables. Él o ella dirige y él o ella decide qué quiere contar y cómo. Los demás sólo podemos aceptar esas decisiones y dejarnos hacer para ver si esas decisiones nos tocan. 



José Carlos Martínez se despide de la CND contentando a todo el mundo. Y monta un "Cascanueces" en el que no hurga en la psicología de los personajes ni en la complejidad de las situaciones. Clara simplemente recibe como regalo un cascanueces y ese muñeco hace que en sueños viaje por un mundo de fantasía. Punto. Cada uno es muy dueño de meterse en los berenjenales que quiera y José Carlos Martínez ha elegido despedirse entre sonrisas, buen gusto, belleza y suavidad. Y ese objetivo lo logra con creces, porque "El cascanueces" de la Compañía Nacional de Danza es precioso de ver y de gozar y te deja un sabor de boca azucarado y relajante.



"El cascanueces" es un ballet estrenado en 1892, con música de Chaikovski y coreografía de Ivanov y Petipa, quien también se encargó del libreto. La partitura es una sucesión de piezas hiperfamosas e hipermagistrales. En el foso, Manuel Coves se encarga de sacar el máximo brillo a los artistazos de la orquesta titular del Real. El mismo optimismo naif que vemos sobre el escenario está en cada nota que arranca el maestro Coves de los grandes músicos del foso. Juego, picardía, lirismo y mucha variedad cromática. Impecable tanto Manuel Coves como la orquesta. 
Mónica Boromello se ocupa de la escenografía, Olga García Sánchez la ilumina y los bailarines van vestidos por Iñaki Cobos. La luz es perfecta y ayuda a crear ese ambiente irreal que inunda en todo momento el escenario. Iñaki Cobos crea un vestuario fastuoso, absolutamente maravilloso, usando la paleta de colores ideal para cada momento y derrochando brillos y más brillos que consiguen que el escenario se ilumine más y más. Y la Boromello es una referencia. Unas bolas navideñas como símbolo perenne de la época ensoñadora que vive Clara. Más realista en el primer acto y más simbólica en el segundo. Esas bolas son el símbolo del mundo de fantasía e irrealidad que vive esa niña que se resiste a crecer y se agarra con fuerza a su mundo simple y cómodo de niña burguesa en 1910. Mónica es maravilla. 

Los elencos van a ir variando pero voy a hablar del que yo he visto. 
Ion Agirretxe es Drosselmeyer, el político y juguetero local que regala el cascanueces a Clarita. Ion es fabuloso y su figura destaca sobre el escenario por la solidez que demuestra en cada momento. Además sorprende con unos cuantos trucos de magia creados por Manu Vera. 



Cristina Casa es Clara, la nena que viajará al mundo de fantasía de la mano de los ratones. Siempre sonriente, Cristina baila correctamente su rol. Cristina es buena, baila bien, sonríe sin parar y cumple su cometido de representar a una niña monísima que viaja como si tal cosa a un mundo de fantasía que no parece sorprenderla mucho y en el que se siente como en una fiesta de cumpleaños en la que ella es el centro. Sin mayores complicaciones psicológicas ni prorofundidad dramática, Cristina sale, baila, sonríe, brilla y enamora. 




Alessandro Riga es el cascanueces, el sobrino guapetón que obviamente lleva a la niña de la mano por el mundo de fantasía. Alessandro es primera figura de la CND. Pues eso, punto. Es la primera figura, baila que te caes de espaldas, sonríe que ilumina el patio de butacas y es guapo hasta dolerle la cara. Chimpún. El galan perfecto. Lo que no sé es cómo aguanta Clara, porque vamos... 
Haruhi Otani y Ángel García son el hada de azúcar y el príncipe. Ambos bailan muy bien y sacan adelante con mucha solvencia el compromiso de encarnar a estos personajes icónicos. Personalmente vi a Ángel más sólido, bailando prodigiosamente, con una capacidad física bestial mientras que Haruhi estuvo un pelín más apagada. Imagino que con una función más sacará el relumbrón que le faltaba. Es cuestión de seguridad, no de capacidad, porque de eso va sobrada. 



Brillantes y divertidos los ratones y la Reina Rata. Fabulosa la danza española (coreografiada por Antonio Pérez Rodriguez) y muy, muy bien resueltas la danza china, la danza rusa, Arlequín y Colombina, la pastoral con unos grandiosos Lucie y Yanier, la danza árabe... El cuerpo de baile reconozco que estuvo algo confuso a ratos, y casi diría que las mujeres transmitían cierta desgana, como que les faltara magia. El brillo que sí tenían al actuar en el primer acto, se diluyó un poco al bailar el segundo. No así lo hombres, que sí mantuvieron el mismo nivelazo todo el tiempo. Bravo Álvaro, Marcos, Rodrigo, Iván... todos. 




El espectáculo es precioso de ver, tiene imágenes de una belleza desbordante. Musicalmente qué te voy a contar. Escenografía fabulosa, vestuario precioso, luz chula y bailarines entregados y técnicamente cada uno cumplió su objetivo. El no querer contar para este montaje con bailarines invitados es por un lado una buena oportunidad para algunos de los bailarines de la compañía de demostrar sus capacidades, aunque por otro lado también deja en evidencia ciertas carencias. El nivel es el que es y está bien. Bien no, es admirable lo bien que bailan TODOS. Creo que hay nivel en la compañía. No una cosa estratosférica, pero sí buen nivel. Pero también te digo que me da pena no ver lucirse a grandísimos profesionales. A ver, en este ballet clásico quizá no haya sitio para artistas más de otros palos, pero para palo el que me da no ver a Agnes, a Isaac, a Daan, a Mar, no ver más a Erez (esa danza árabe, madredelamorhermoso...), o no ver el tremendo potencial de Elisabet en compromisos mayores. A ver, que mola y que es inteligente terminar un ciclo dejando buen sabor de boca y contentando al público, aunque no puedo evitar que el diablillo asome por mi hombro y me haga echar de menos a otros intérpretes grandiosos de la compañía. Todo no se puede, lógico. Y este "Cascanueces" es un espectáculo de mucha altura. Acabar con un gran chimpún es un éxito y este espectáculo va a ser un grandísimo éxito. Magia, ilusión, espíritu navideño..., todo lo que hace la vida más suave está en este "Cascanueces"Y vamos, esto gira por todo el planeta durante mucho tiempo como que me llamo David.
Martínez se despide a lo grande, con un espectáculo sólido y de calidad. Es un resumen de lo que ha Compañía desde que él se hizo cargo. El sitio en el que está la CND es ese. Y además de lo que vemos tiene a otros artistas, intérpretes, creadores, magos, extraterrestres descomunales a los que no veremos en este Cascanueces. La CND está así a día de hoy. Sólo espero que el que tome las riendas de la Compañía esté a la altura del trabajo grandioso que para mi gusto, a nivel de resultados, ha logrado José Carlos Martínez durante estos años.       



 Las impresionantes fotazas son de Carlos Quezada. Otro artista descomunal. Si otra cosa no habrá, pero ARTE en esta Compañía hay para dar y tomar.