domingo, 27 de marzo de 2016

Juanita Calamidad. Teatros Luchana

El TEATRO así, con mayúsculas, es como unas lentejas; tiene muchas posibilidades. Tú puedes hacer unas lentejitas ricas con verduras, o con chorizo, o con costillas, con o sin patatas, con todo tipo de especias e incluso con canela, como las hago yo. En teatro pasa igual; puedes ver teatro más social, más dramático, con más mensaje, con ganas de cambiar el mundo, más experimental, del que investiga nuevas formas, del que mueve, del que conmueve, del que promueve... "Juanita Calamidad" es el nuevo guiso del famoso chef Antonio Álamo que esas genias que son las Chirigóticas se encargan de guisar a medio metro de tus narices. ¿Pretensiones? Ni lo sé ni me importan. Lo que sé es que yo vi una carga social y una intención de romper tópicos con la que estoy absolutamente de acuerdo y que defiendo. Y un envoltorio prodigioso y divertidísimo.
Tuve el gustazo de conocerlas en "La copla negra" y caí rendido a sus pies. A los pies de los cuatro. Porque Chirigóticas son las tres actrices, sí, (ahora con la incorporación de Rocío Marín, divina y perfecta) pero también es Antonio Álamo, autor y director. "Juanita Calamidad" es un derroche de creatividad y arte desde que arranca hasta que acaba. En esta ocasión, pasan del retrato de una España negra como la copla a contarnos casi casi un cuento tenebroso de una realidad oscura.



Juanita vive la vida como le sale del coño, que pa eso es su vida. Curra, si, y también sale, goza, bebe, se mete to lo que pilla y folla to lo que puede y le apetece. Ahí justo radica el mayor y mejor mérito del trabajo de Antonio, que presenta a ese personaje y esa vida sin enjuiciarlo, ni para bien ni para mal. Pocas veces ha visto servidor que la prota de una historia sea una mujer que vive la vida con total y absoluta libertad y se comporta "como lo haría un hombre" en su lugar, pero sobre la que no se proyecta tampoco la imagen de heroína. Quiero decir, a eso lo llamo yo normalización. Habría sido tentador mostrar a Juanita viviendo la vida "como un hombre" pero remarcando que lo hace siendo mujer. Y precisamente eso es lo grandioso del retrato que hacen Chirigóticas, que Juanita es y vive así de forma normal, lógica, sana y porque sí. No ensalzan que ella viva libre sino que lo es y punto. Eso, suponiendo que el salir, beber, follar, drogarse y vivir el minuto sea algo "masculino", que por supuesto es algo indiscutiblemente falso, rancio y enfermizo. Pero en este mundo en el que se etiqueta todo (hasta este comentario) ver a una mujer con un comportamiento "masculino" sin que se someta a juicio ni tenga que ser "salvada" por nadie, sino que todo lo que hace sea natural, me parece un avance grandioso hacia la normalización y el derrumbe de estereotipos. 



Desde esa libertad normalizada Juanita goza con lo que le gusta y le da placer. Vive la vida y la noche con su amiga y con la peña que se cruza en su vida, ¿sabes cómo te digo, tronca? hasta que se le aparece "su reloj biológico" y le toca las narices. A partir de ese momento quizá el texto pierde un poco de fuelle, porque la determinación de Juanita y su hacer lo que le da la gana (a pesar de los remordimientos típicos de la resaca) se quedan algo apartados y sus historia de determinación y solidez se vuelve algo pasiva y aparca un poco su chispa. 
En cualquier caso, esta nueva joya de Antonio Álamo y de Chirigóticas es un monumento a la libertad y a la grandeza del ser humano. Juanita debería convertirse en un icono de la autodeterminación. Ella bebe porque quiere, sale porque quiere, folla porque quiere y le apetece, goza todo lo que puede porque quiere y decide tener a su hijo porque quiere y puede. Decide todos y cada uno de los pasos que da en la vida por eso todo el público ama a Juanita, porque querríamos vivir como ella. 
Y claro, que mejor que envolver un mensaje revolucionario y antisocial (pa como es nuestra sociedad) que con canciones. Canciones con unas letras prodigiosas, ácidas, mordientes y con una retranca desarmante). Las tres cantan que te cagas, aunque confieso que Ana López me enloquece. Amo todo lo que hace, cada mirada, cada suspiro, cada nota que canta, cada sonrisa, cada llanto, cada quiebro. Es sencillamente prodigiosa. Alejandra López es brutal también. Su Rosi es de antología de la interpretación y el "reloj biológico" ni te cuento, de libro. Bestial y descojonante. Y Roció Marín Es un hallazgo y una fantástica incorporación. Bueno, yo vi a Rocío, aunque alterna su papel con Teresa Quintero, de la que me enamoré en "La copla negra". Vamos, que veas a la que veas, vas a flipar.     



Ya era Chirigotista antes, pero después de literalmente mearme encima con esta "Juanita Calamidad", me he hecho Chirigotista de por vida, fanático y enfermizo.    

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