Mostrando entradas con la etiqueta Ana Rayo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ana Rayo. Mostrar todas las entradas

viernes, 19 de junio de 2015

La casa de la portera




Las experiencias que nacen como una necesidad acaban siendo las más viscerales, sinceras y comunicativas del mundo. Martet y Puraenvidia sintieron la necesidad de crear su propio espacio. Y lo hicieron. Y nos regalaron no sólo ese bajo de Abades, no sólo esas dos habitaciones, no sólo esa "taquilla", esos cuadros, esa Duquesa de Alba, esa virgen doliente, ese reloj, esas puertas, esos suelos y esos ventanucos sino que nos regalaron un concepto estremecedor. Estremecedor y necesario.
Mi tío Eduardo y mi tía Josefa vivían en una portería. En realidad eran mis tíos abuelos y cada vez que íbamos a verles era como si entráramos en un mundo de rincones, de sombras, de huecos y de recovecos. La portería de Abades era exactamente igual. Yo entré por primera vez para ver esa obra de la que tanto se hablaba; "Ivan-off". Claro, ni puta idea de lo que me iba a encontrar. Pero nada más entrar y ver a Raúl Tejón ahí en medio, echándote encima su aliento, mi cuerpo se rajó, se me salieron por los suelos las tripas y así hasta hoy.



La clave del teatro, creo yo, está en "subir" al espectador al escenario, meterle dentro de la acción y hacerle partícipe de los sentimientos y tensiones de los personajes. Y eso exactamente es lo que podías vivir en "La casa de la portera". El sentimiento voyeur que uno lleva dentro explotaba brutalmente al verte sentado entre la madre y Axel, o entre Bárbara Lennie y Santi Marín, o entre Carmen Mayordomo y Fran Arráez. La verdad teatral se volvía necesidad y encima tú estaban en medio, eras el espía de sentimientos que siempre habías soñado. Esa inmersión emocional en las obras que allí se representaban era única. Y el subidón de adrenalina con el que salías no se quemaba con nada. Todo el que ha ido alguna vez a "La casa de la portera" ha salido tocado.



No contentos con eso, Martret y Puraenvidia han sido consecuentes con su pensamiento y se han escabullido de la tentación de llevarse el experimento por el lado comercial y empezar a meter textos populares, o elencos... famostes y cercanos. Y prefirieron apostar por valores sólidos pero menos "conocidos". Apostaron por la CALIDAD y metieron en sus habitaciones a los mejores. Los mejores autores, los mejores directores y los mejores actores. Muchos venían ya avalados por trabajazos enormes y no es que fueran unos "desconocidos", pero es cierto que desde su paso por Abades... ha habido un antes y un después. Como nombrar a gente es injusto por definición, mejor me corto, aunque me quedo con ganas. Pero estaréis de acuerdo conmigo en que por la casa ha pasado lo mejor de lo mejor. Y las listas de espera para pillar entrada eran por algo. Martret y Puraenvidia supieron llevar adelante su sueño. Y quizá sin saberlo estaban dando forma a NUESTRO sueño. Con el corazón en la mano te digo que en mi percepción del teatro y de la comunicación, hay un antes y un después desde aquella noche en la que entré a ver "Ivan-off".



Lo mismo que mi vida cambió cuando vi, olí, sentí y casi toqué a Raquel Pérez, a Raúl Tejón, a German Torres, a Luis Luque, a Carlos Be, a Fran Arráez, a  José Padilla, a Codina, a Ana Rayo, a Rosa Mariscal, a Chevi, a Alberto Velasco, a Jorge Calvo, a Irene Arcos, a Santi Marín, Trinidad, Petra, Abel Zamora... tantísimos nombres... Y quizá por encima de todos ellos, ese auténtico bombazo que a día de hoy sigue y seguirá durante muchos años. El mayor pelotazo de "La casa". La apuesta más rompedora y auténtica. Esa joya indiscutible que es "Cerda" de Juan Mairena. 



Lo dije una vez y lo repito. Gracias a los creadores, y a Pablo Martínez, por supuesto, por haberme salvado muchas noches de una vida triste. Por hacer de este mundo un lugar más bello y por llevar emociones puras, sinceras y cercanas a nuestros corazones. Gracias desde lo más profundo de nuestros corazones, porque la que nos habéis liado ya no nos lo quita nadie.



lunes, 3 de marzo de 2014

Marca España. Teatro del Barrio.

¿Si digo que "Marca España" es exactamente lo que me esperaba suena muy mal? Pues es que es exactamente lo que me esperaba. Bueno, casi. La verdad es que me esperaba un panfleto rojeras anti-gobierno. Y claro que lo es. Y lo es sin el más mínimo esfuerzo. Han cogido un puñado de intervenciones reales, la mayoría las han puesto en escena tal cual sucedieron y a unas pocas les han dado un "toquecillo" teatral o incluso de farsa. Pero claro, con ese material era fácil convertirlo en farsa, porque hay cosas que porque nos han pasado, que si no, no nos las creeríamos. En esta colección de "brochazos" hay discursos, comparecencias, entrevistas, declaraciones, ruedas de prensa y demás joyitas que políticos, banqueros y demás mandamases nos han regalado en su empeño por justificar una crisis puta. Todo lo que hay en la función es historia. Todo es real y ha sucedido. Aunque sea pa mear y no echar gota. Pero eso es lo que nos encontramos en los poderes que nos dirigen. Y la peña se descojona. Pero porque parece tan irreal que no das crédito (nunca mejor dicho) hasta que te das cuenta de que nadie ha escrito esta tragedia, que el único autor de este texto es el poder, no hay detrás ningún dramaturgo tocahuevos. No majo, no. Y ahí se te estrujan los intestinos, se te hiela la sangre, se te pone un nudo en los mondongos y te dan ganas de saltar y darle dos hostias al actor que está ahí con el marronako de interpretar al político de turno.   



Préstamos, hipotecas, créditos, cerditos, hijos de puta, plasmas, ectoplasmas, bancos, dramas, paro y hambre.
Y sí, todo lo que se dice me gusta. Quiero decir, me espeluzna, pero es el discurso que me gusta oír. ¿Que no hay mucha dramaturgia ni mucha historia y que es una sucesión de panfletos? Pues sí. ¿Que es justo lo que tanto yo como el 100% del público asistente queremos oír? Pues claro, nadie va a ver esta función engañado, vamos, digo yo. ¿Que es demasiado parcial? Pues no. Bueno sí, pero como es del lado que me mola, me gusta, me pone. ¿No hay congresos de partidos, reuniones, misas y demás congregaciones de peña que piensa igual? Pues ya está, yo voy a estas.

Adoro a Marta Calvó y me estremece su historia y la frialdad con la que la cuenta. La adoro más todavía que antes de ver la función. Como a Ana Rayo, que la tía consigue que hasta te emociones con sus discursos (tiene cojones la cosa) pero es que es tan buena... Mi Estefanía (de los dioses) y de los Santos que no se pué ser más guapa ni mejor actriz. Vozarrón. Y no sólo literalmente, que también, sino que es el vozarrón del pueblo, de Andalucía, del trabajador, del humilde, del pueblo. ¡¡Como para no amarla  hasta los límites!!
De los chicos destaco a Raúl Jiménez porque... porque sí, porque me gustó mucho. Pero todos están pa comértelos. 

De verdad, si quieres un poco de teatro indignado, no te lo pierdas. Es lo que es, sí, pero todavía necesitamos que nos recuerden esto a todas horas. Y por dios, que alguien grabe esto en vídeo. Debería permanecer para siempre en la memoria de todos nosotros, no sea que con el tiempo se nos olviden desmanes semejantes.

Ah, la foto es de Armando Vázquez, la he pillado de por ahí. Armando si quieres que la quite y ponga otra, la quito, pero esta me gusta muchísimo.

viernes, 13 de diciembre de 2013

La vida en blanco. La casa de la portera.

Amos a ver, lo dirige José Manuel Carrasco, el director de "Nuestro hermano", con lo cual, categoría asegurada. Y a esto le añades a una mala bestia como Ana Rayo. Pues claro, ¿qué te vas a esperar? Pues un obrón de tomo y lomo con los ingredientes que más me gustan. Bueno, unos de los que más me gustan. 
A la mayoría de las cosas de las que escribo las llamo "espectáculos". Pero "La vida en blanco" entra en la categoría de radiografías, terapias o casi liturgias.
¿Existe algo más difícil que escribir sobre un ser gris? Gris de normal, de poco sobresaliente, no de aburrido. No hay vidas aburridas, hay vidas sin color. Vidas en blanco. Que pueden esconder tristezas, amarguras, traumas o podredumbres tan grandes o más que las de las vidas brillantes. Una vida en blanco que desvelará a un ser incapacitado. Pobrecita, da como pena, ¿verdad? Tan sosa, tan anodina... ella misma lo dice y se confiesa así. Aunque poco a poco acabará confesando ya no sólo que su vida sea blanca, sino que está en blanco por decisión propia, por sus propias mezquindades. Es una tía asquerosa y llena de complejos que ha decidido vivir encerrada un su amargura y en su propia incapacidad. Y con todo y con eso, aunque ya no sea tan pobrecita, te sigue dando una pena que te cagas porque sufre. Y como tú te crees mejor que ella, lloras al verla. Y si ella ha llorado y moqueado como una perrrrrrra al mirar su propio interior, no ha sido porque sienta compasión de sí misma, eso sería pobre. Se ha desmontado entera porque ve y sabe que es un puto despojo. Y que ella solita se lo ha currado. Ayudada por la fatalidad, eso sí, pero ella solita. No sientes compasión, sientes una profunda tristeza negra que te pone un jersey de ochos alrededor del corazón y te hace querer llorar por las desgracias universales y por la gente que no sabe hacerlo mejor y acaba construyendo mierda. Pero sin querer, por eso te llega.
Dramón intensísimo, que te corroe el interior y te hace pensar cuántas cagadas has hecho en tu vida y por qué poco te has librado. ¿Quién no se ha sentido invisible mil veces? ¿A quién no le han dicho alguna vez que la soledad es muuuuuu mala?
Dificilísimo hacer creíble y coherente un dramón sobre un personaje gris, apagado, sin grandes pasiones ni grandes cosas. El drama de lo cotidiano, de lo real y cercano. Si es que puede ser tu vecina. O tu madre. O tú, si la suerte y/o el destino no te hubieran salvado. 



A este ser vivo le presta su cuerpo y su ser total Ana Rayo. Un fenómeno de la naturaleza de esos que se producen pocas veces. Natural, gris, sufriente, vive en sus adentros todo el dramonazo y el desgarro de su personaje. Pero es que no hay personaje. Ana y esta mujer son un solo ser. Comienza en un punto chungo y jodido y como quien no quiere la cosa, se mete a pasitos en un tobogán emocional que lleva su espíritu por caminos jodidos de cojones. ESO, si no lo vives desde una interiorización de grandiosísima actriz, no funciona. Y te juro que a 30 centímetros de distancia, Ana no miente. Mi más profundísima admiración.    

Joder, lo dejo porque se me ha vuelto a agarrar el corazón y ya estoy llorando como un bobo. O por mi vida en blanco. Ni lo sé.