viernes, 22 de marzo de 2013

Requiem de Verdi. Auditorio Nacional

El Requiem de Verdi es en sí mismo un monumento. Un monumento a la vida, a la muerte, al deseo de pervivencia, un pulso con el destino o con la voluntad divina. Y si encima se lo oyes a Carmen Solís ya se caga la perra.
No voy a decir nada que no se haya dicho mil veces de la obra. El "Dies irae", el "Ingemisco", el "Agnus dei" y por encima de todo, el momento culmen final, ese sobrehumano "Libera me"... no hay palabras. Pocas cosas se han escrito con tanta profundidad. No sé, también es que ahora mismo estoy poseído.
En cuanto al concierto del otro día... tuvo sus más y sus menos.
Para mi gusto, la orquesta estuvo bien, con algunos momentos de ligero descontrol, pero bien llevados, y como casi siempre... con las trompetas decontroladas. Pero en general bien.
A ver, luego me enteré de cosas, pero este análisis es frío, como si no las supiera. Por eso creo que estuvo bien el maestro, llevó bien a la orquesta, respetó a las voces y manejó hábilmente la progresión dramática de la obra.
El coro, otro personaje más como en todo Verdi, para mi gusto estuvo un poco por debajo de lo que la obra requiere. Habría sido mejor contar un un gran coro, más experimentado y menos "zarzuelero". Pero el "Dies Irae" moló. Los pelos como escarpias. Pero claro, mu mal hay que cantar para cargarte algo así.
Laura Vila cantó muy bien. Respetuosa con su compañera. Cantó el dúo con la soprano de muerte. Respetándose ambas. Preciosísimo.
A Marc Pujol le falta voz, al menos para cantar algo así. Pero tiene una voz chula y se entregó con pasión. Andrés Veramendi, el tenor... voz preciosa. 



Y llegamos a la soprano. Carmen Solís. Que todo el mundo se apunte este nombre. Este portento de mujer tiene una voz maravillosa, una presencia que te caes de espaldas, respeto por lo que canta, un dominio de la voz como pocas veces se ha visto, un cantar "fácil" que va de arriba a abajo como si nada, unos agudos preciosos, unos graves prefundos y dramáticos, es una sabia estudiando y comprendiendo lo que dice en cada momento, un chorro de voz capaz de sonar por encima de coro (cantando el "Dies Irae" nada menos), yo qué sé, si es que me quedo sin palabras hablando de ella.
Espero sabiamente durante toda la obra, cantando como si fuera un ángel divino hasta que llegó su momento. Y ahí temblaron el cielo, el infierno, el purgatorio, la Santa Sede, y toda la faz de la tierra.
Hay momentos y momentos. Está la Tosca de la Callas en LOndres, la Norma de la Caballé, el Trovatore de Plácido, la Suor Angélica de la Soviero... y a esa altura estuvo el "Libera me" de Carmen. Su "pulso" con Dios estuvo a la altura de las cimas del arte.
Mira, me estoy poniendo nervioso, así que igual paro aquí y a lo mejor hasta sigo en otro momento. Porque es que vamos...

1 comentario:

  1. Me encantan tus críticas. Me gustan mucho más que las del País, el Mundo, etc, etc. Gracias, David

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