sábado, 1 de marzo de 2014

Mejor historia que la nuestra. Kubik Fabrik

Ayer es que fue un día extraño. Murió Dunia Ayaso, y aunque no tuve el placer de conocerla, vi a muchísimos amigos destrozados por una muerte a destiempo. Luego estuve comiendo con un amigo al que le ronda la muerte y la enfermedad desde hace tiempo y que en un momento dado de deshizo en lágrimas. Se rompió delante de mí. Así que llegué a ver esta historia sobre un enfermo terminal con mi corazón bastante lleno de de dolor. Y mi alma dispuesta a asumir aún más. 




Espacio frío, sin distracciones. Una mesa y cuatro sillas. Un montón de manteles y algún elemento necesario que irá apareciendo. Pero vamos, los justos. Cuatro actores. Un texto. Mucho respeto. Contención. Y ya. Nada más. Y nada menos.
Luis está hasta los huevos de la quimio y decide pasar de todo y morir en casa. Con su hija. De paso están también el novio de esta y una cuidadora. Y ya.
Con Maite se lleva mal. Bueno, regu. Bueno, casi no se lleva. No hablan mucho y no hablan de mucho. No hablan nunca de la madre ausente ni de hermanos ni del pasado ni casi del futuro. Pero la verdad es que Luis proyecta en ella toda su rabia vital (o mortal) y no le da ni la más mínima tregua. Claro que ella es medio tonta. Sólo se preocupa por decir que sí a todo lo que dice papá. Intenta darle todos los caprichos y no llevarle nunca la contraria. Que no se enfade y que no sufra más de lo necesario. Pa eso ya está ella. Y la caga. Cada cosa que dice, cada cosa que hace la caga. La caga con papá, la caga con su chico, la caga con la cuidadora, Paula y la caga consigo misma. Intenta hacerlo todo tan bien que lo hace todo fatal. Es inútil. Hasta cuando hay que jugar, la pobre es una negada. Y sosa. En su miedo al dolor y a la soledad y en su obsesión por que papá no sufra va cayendo en una metedura de pata tras otra. Angelito mío, pues claro. Claro que papá se pasa tres pueblos con ella. Porque puede, para eso es su hija. Pero se quieren con locura. Con ese amor bloqueado de una hija que nunca ha abrazado a su padre y de un padre que nunca ha dicho "te quiero" a su hija. Es un amor (o cariño) fracasado desde el pasado y sin casi ningún futuro. Pero descomunal e incondicional. Ella es tan negada para los sentimientos que es más hábil explicando la vida de los demás que la suya propia. Explica mejor a qué se dedica su chico que él mismo. Pero no sabe definir su trabajo ni su vida. Roberto y Paula están por ahí. Él con la libertad de poder decir las verdades casi sin pudor y ella representando la libertad y una cierta pureza que la pobre Maite ni tiene ni seguramente haya tenido nunca. 




Chema Muñoz hace una creación brutal. Vocalmente es un prodigio, su actitud, natural, dolorosa, nada autocomplaciente, sabia y cruel a partes iguales y con el capricho egoísta del que se sabe ajeno ya a la vida. Salvaje, triste, acabado y cabrón. Mamen Camacho es la metepatas perfecta. Pobre, ella hace lo que puede, pero es que todo lo hace mal. No consigue un amor que quizá no ha tenido nunca. Ni por las buenas ni por las malas. Fabulosa en su contención. Aunque todavía se puede romper más.
Antonio de Cos está fabuloso. En cada momento está en el punto justo. Ni chupa foco ni lo cede nunca. Tiene un sentido de la mesura y del ritmo magistral. Se luce desde la naturalidad y ese "parecer" que no hace nada. ¡Hostias, y cómo escucha!    
Una dirección de Francesco Carril prodigiosa. Respeto por el textazo de Lucía Carballal y dejar hacer. El texto tiene el 50% del estremecimiento. El otro 50% es el curro de los actores. Y Francesco hace lo mejor que se puede hacer. Respetar. Y dejar que salga lo que tiene que salir; la verdad. Y sale. Sale por boca y gesto de esos actorazos. Francesco toma la postura del sufridor escondido. Entiende, maneja, usa y muestra el escozor de un medicamento que quema por dentro. 

Desde luego hay que verlo. Con el coure dispuesto a que te lo hurguen. Se habla de muerte, sí, y de enfermedad, y de muros y de incomunicación, y de desconexión. De todo lo que te jode. Pero, ¿a quién no le jode la muerte?
Ah, y sólo por el momento globo terráqueo merece la pena todo. Momento naif, básico y demoledor.




Bravo Kubik y bravo a todos y cada uno de los que sacan adelante proyectos así de bellos y de dolorosos.    

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