jueves, 23 de octubre de 2014

La calma mágica. Valle Inclán.

Yo es que soy muy raro, ya lo sabemos todos. "Aventura" no me gustó. Vamos, que sí, pero no. Que estuvo bien pero ya. Y así más o menos esta otra función.   
Comienza el espectáculo con una musiquita como de comedia para que sepas el tono en el que va a ir la cosa. Entonces, sobre un escenario frío frío y desangelado, una mujer rellena unas botellas de agua con un ritmo que nada tiene que ver con la música. Algo ya no me cuadra. Así, na más empezar. Y más o menos así va todo. 



La frialdad de la escenografía contrasta con la supuesta calidez de la función en muchos momentos, aunque la sensación general de toda la propuesta es de que las piezas no terminan de encajar. El texto va y viene, tiene momentos fabulosos y cuando te empiezas a descojonar, pierde fuelle y las siguientes bromas no cuajan, pero las siguientes otra vez sí, y las siguientes no y de nuevo sí, y de nuevo no. El mismo espacio escénico, hiperfrío, está bien utilizado, pero a la vez está llenos de trampas escénica y de marrones para los pobres actores, aunque están bien salvadas. Todo es un poco así, una alternancia de cosas buenas con cosas malas, de cosas que funcionan con cosas que no funcionan, de momentos brillantes con momentos chuscos, de actores convincentes con actores fríos y muy poco...digamos... implicados. 
Esta comedia va y viene de unos terrenos a otros sin terminar de cuajar, al menos en mí. De la comedia al surrealismo pero sin terminar de adentrarse. Cuando aparece "Oscar" crees rozar un giro surrealista apetecible. Pero no. Resulta que Oscar es real. Vaya, qué pena. 
En cuanto a la puesta en escena, para mi gusto, peca de la misma frialdad que otros trabajos de la misma productora. Coño, ya sé que no es cosa de la productora, pero es que es así. Hay una frialdad y una especie de distancia y no demasiada pasión que a mí me deja más frío que un Calipo.



Debo destacar a Iñaki Rekarte porque es de justicia. Hace mogollón de cosas distintas y todas siempre bien. Muy, muy, muy bueno y convincente. Me encantó. Pero sobre todo el gran Aitor Mazo que está soberbio. Da una lección magistral de todo, de control del escenario, del ritmo, de los cambios, de la sutileza, de cómo componer un personaje a la primera, de estar, de escuchar, de recibir y de reaccionar. Magistral, brutal, sensacional.    
Ah, y la confesión final... no sé. Quizá ahí radique el quid del asunto, no lo sé. Pero más que cerrar, me desorienta más y no sé si esa es la pretensión. Aunque... particularmente... que alguien hable de su padre ausente a mí me gana. En ese momento la frialdad se evapora y yo quiero acercarme al señor Sanzol y darle un abrazo cálido, pero no lo hago porque no es plan. 

1 comentario:

  1. A mí tampoco me llenó Aventura, pero espero La calma mágica para reencontrar al gran Sanzol.
    Así que he leído las dos primeras líneas de tu crítica y no he seguido. Lo haré después del día 30 de noviembre que la veo en Logroño. Siempre eres un buen referente
    Saludos

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