domingo, 15 de febrero de 2015

The table, Abadía versus Ne m'oublie pas, Canal.

Las cosas que hemos visto últimamente en Canal de "teatro visual" o como se quiera llamar tienen todas un poquito la cosa esa como de añejas, como de catálogo de espectáculos que giran por le mundo desde hace años, un poco en plan programa de José Luis Moreno un pelín más fino, pero anticuado y naftalínico.




El espectáculo de Philippe Genty se estrenó el año 92. 1992, hace 23 años, que se dice pronto. Y en 23 ha pasado de todo y la evolución en las artes escénicas ha sido bestial. Creo que con eso está todo dicho. Los actores muy buenos, sí, muy expresivos y lo que hacen, lo hacen muy bien. Pero claro, están haciendo cosas de hace 23 años. Puntín hortera, pasadísimo y muy, muy añejo. 
Igualito, igualito que lo que hacen los de Blind Summit Theatre con "The table" en la Abadía. Esta compañía mítica en creación y manipulación de títeres llegaba a Madrid con un espectáculo que había triunfado primero en el FRINGE de Edimburgo y después por medio mundo. Ellos son los responsables, entre otras mil criaturas y espectáculos, del famoso gato de aquella maravilla que fue "El maestro y Margarita" de los Complicité. Ahí es nada. 
Una especialización que les ha convertido en unos virtuosos de la manipulación de títeres. En este caso, en "The table", parten de la base del bunraku más básico y desarrollan una historia graciosa, sencilla, directa y efectiva. Tres manipuladores a cara descubierta dan forma y personalidad a Moses, mientras este irascible muñeco intenta recrear las últimas 12 horas de la vida de Moisés. La habilidad y el virtuosismo de los manipuladores llega a tal nivel que consiguen que una cabeza de cartón tenga expresiones. Pero así tal cual, tú mirabas al muñeco y veías literalmente cómo le cambiaba la cara, cómo la expresión de su rostro variaba y conseguía que el muñeco sencillo y de líneas indefinidas adquiriera personalidad y carisma. Por arte del arte de los manipuladores, Moses se convertía en un actor con personalidad y un carisma arrollador, consiguiendo que el publico a la salida se quisiera hacer un selfie con él, como si fuera el actor de moda o el protagonista de carne y hueso de la función que acabábamos de ver. La historia por lo demás es cachonda, los manipuladores/actores son fantásticos y te van llevando, junto con ese fenómeno de masas que es Moses por una historia cautivadora, cachonda y banalmente sincera. Creo que en mi vida me he descojonado de la forma que me descojoné el otro día. No podía para de reír con las ocurrencias y las caras de Moses. Uy, perdón, que es un títere, que no cambia de cara. Bueno, este sí, gracias a la labor de filigrana que hacen esos tres manipuladores absolutamente magistrales.




 Yo también trabajé en una compañía mítica de títeres de España, sé lo complicado que es manipular y dotar de vida a un muñeco. Pero también comprobé esa magia que se da cuando consigues que un simple movimiento de mano haga que tu compañero de madera cobre vida. Esa magia es la que lograron los miembros de Blind Summit Theatre en la Abadía. Igualito, igualito que el espectáculo de Philippe Genty.

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