domingo, 22 de enero de 2017

Eroski Paraíso. Sala Max Aub.

Confieso, aunque es fácil comprobarlo, que la compañía Chévere nunca me han terminado de convencer. Aunque los disfruté, no salí convencido de los dos espectáculos que había visto hasta ayer. Sin embargo confieso que "Eroski Paraíso" es su trabajo más certero. 

El mejor punto de partida para enfrentarse a las cosas es el respeto. "Eroski Paraíso" plantea una defensa bestial de la dignidad humana desde el respeto más absoluto a su protagonistas. 




Sinopsis: mejor copio literalmente el texto del dossier, porque mejor que ellos no lo podría explicar nadie.
"Eva Martínez y Antonio Formoso se conocieron casualmente en la sala de fiestas O Paraíso de Muros en 1989. Ella tenía 19 años, el 25. Se casaron al quedar ella embarazada y su hija Alejandra (Álex) nació al año siguiente, justo cuando cerró la Paraíso. Al poco tiempo emigraron y anduvieron dando tumbos de un lado a otro dejando que la vida decidiese por ellos. Veinticinco años después, encontramos a Eva de vuelta en Muros cuidando de su padre enfermo de alzheimer y trabajando en el supermercado que abrieron en el mismo local que ocupaba la sala de fiestas. Antonio sigue en Canarias. Álex acaba de terminar un máster de cine en Barcelona, donde vive, y viaja a Muros para hacer su primer documental. Una película sobre sus padres, sobre la distancia que sus vidas abrieron entre aquel paraíso y este supermercado, un retrato del desarraigo vital de una generación que aún conoció lo que era la sociedad tradicional y que vivió en su juventud la irrupción de la sociedad de consumo. Eroski Paraíso es el título que le puso a su película. Esta obra es una invitación para asistir a una de las sesiones de rodaje."




El texto resultante es de Manuel Cortés, aunque parece que nació de los testimonios reales de vecinos de Muros y de Mazaricos. A partir de eso testimonios han creado una historia natural, normal, habitual, cercana y humana. La vida de este matrimonio y de su hija son el reflejo de los cambios en la sociedad gallega y española en los últimos 30 y pico años. En cualquier pueblo o ciudad de España hemos visto cómo el paisaje ha mutado y donde había un prado ahora hay un hotelazo y donde antaño hubo una discoteca de cubatas de garrafón y sofás para magrearse ahora hay un gigantesco supermercado, símbolo del cambio de horizonte de la gente. Nuestro. Antes, te vaciabas un jueves, viernes y un sábado. Hoy aprovechas el sábado para hacer la compra grande. Los sueños de muchos jóvenes viajaron por el mundo buscando un futuro y acabaron de pescaderas en el mismo sitio donde nació un proyecto de vida. Eva desde su naturalidad y su drama interior ha buscado y hoy regresa y mira una estantería vacía en la que realmente tampoco ve gran cosa más allá de una estantería vacía. Antonio ha querido cambiar pero tampoco ha podido; él se plantea ahora, a estas alturas regresar a la casa paterna, medio derruida, tan derruida y vacía como su propia vida. Los sueños frente al consumo, la realidad frente a los posibles.
Los sueños que no consiguieron alcanzar sus padres los ha heredado Alejandra, la hija. Aunque ella es algo más libre (acaba de terminar un máster de cine en Barcelona), necesita rodar una peli contando la vida de sus padres para que no se pierda. Igual que el padre quiere conservar determinadas expresiones para que no pasen al olvido. Alex ha ido con los tiempos, no se ha resistido, los ha vivido según han ido llegando. Como sus padres, como todos. Nadie se lamenta de que hayan desaparecido las verdes praderas. Es así. Ha sido así. Y así lo hemos vivido todos. 
Eva y Antonio, los Eva y Adán que se conocieron en el Paraíso (un microcosmos en el que hasta los habituales se sentaban por pueblos). Y aunque hace 28 años ellos bailaron emulando a la parejita edulcorada de "Dirty dancing", lo cierto es que acabaron dale que te pego en un cementerio, al lado del resto de jóvenes del pueblo. Glamour cero. Un realidad bastante más terrenal que la de la peli esa horrible. Aquí Swayze es Suárez. Y se folla donde se puede. Y se emigra a donde se puede. Y como no se puede se vuelve. Y el Paraíso que nunca estuvo lleno de árboles frondosos y plagados de frutos ahora es un supermercado en el que puedes pagar por casi todos tus sueños adquiridos. Y donde hasta la merluza es de las Malvinas. 




Xron dirige este espectáculo triste y gris con muy buena mano. Utiliza el rodaje de una peli que nunca vemos para jugar con una realidad que puede parecer recreada o reinventada pero que no lo es en absoluto. No hay melancolía ni se añoran las verdes praderas. El avance de la sociedad ha sido eso, hemos cambiado unos sueños edulcorados e irreales por una estantería llena de posibilidades. La sociedad de consumo nos ha invadido y este matrimonio ha cambiado los bocatas de calamares congelados por una estantería vacía. El avance ha sido ese y eso es el progreso. ¿Triste? Puede ser. ¿Inevitable? Seguro. Hasta el abuelo, origen de este recuerdo está ahora oculto en la nube de la falta de recuerdos. La autoprotección máxima del olvido y de la falta de lugares y rostros. Como su hija no recuerda nombres y apellidos, sólo un cabecero azul marino y poco más. Cada uno se defiende como puede.
Xron ama a estos cuatros personajes y los presenta desde el respeto y la dignidad. No hay lamentos ni tristezas, sólo sonrisas y amabilidad. La dignidad de lo sincero. 
Y desde esa misma dignidad y sinceridad Patricia de Lorenzo, Miguel de Lira y Cristina Iglesias, acompañados por Fidel Vázquez y Ricardo Lacámara componen unos personajes comestibles, amables y achuchables. Todos están descomunales aunque reconozco que el trabajo de Patricia de Lorenzo me parece de orfebrería fina. Detalles, naturalidad de la de verdad, complicidad y un amor extremo por Eva. Grandísimo trabajo. 

Y encima me pasó una cosa curiosa: cuando la pareja se queda mirando la estantería vacía, mi mente se trasladó a una casa que teníamos en el pueblo de mi padre y en la que pasábamos muchos fines de semana cuando yo era pequeño. Ese fue mi paraíso. Entonce sentí el paso de los años y la muerte de muchos sueños. Y una felicidad escondida en mi mente y perdida para siempre. 



El público acabó entusiasmado. Normal. El trabajo hecho con amor y respeto merece un aluvión de aplausos. Y si os queréis hacer un favor, no os perdáis este fabuloso y emotivo trabajo de una de las compañías más interesantes e implicadas de España.  ¡¡¡Todos corriendo a Matadero!!!   

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