domingo, 11 de marzo de 2018

Aida

Tampoco hay que ponerse exquisitas, a ver, a todos nos mola ver una "Aida" así, mogollónica, fallera y tocha. Claro, ya de hacerla, hacerla a lo grande, no con tres figurantes, escenario vacío y todo conceptual. Bueno, igual también mola, pero está bien ver un espectáculo grandilocuente de vez en cuando. Y ya puestos, pues si recurres a un montaje ya probado, rodado y comprobado, el éxito lo tienes garantizado. Y yo que me alegro. Asó los miembros del patronato se pueden ir de cóctel  tranquilos sabiendo que lo han petado. A 250 nardos, eso sí, pero lo han petado.  
Claro que si en veinte años no se ha hecho ninguna otra "Aida" así chula, mal vamos.    




Muchísima gente en el escenario. Eso es de agradecer porque significa trabajo, cotizaciones y sueldo  para muchos cantantes, actores y bailarines. Es de ley reconocer que TODOS, bailarines y actores estuvieron entregadísimos y sobresalientes. BRAVO. Sin duda, lo mejor de la noche. 

Nicola Luisotti dirige la orquesta. Y según mi parecer, bien. Verdi suena  Verdi y la orquesta vuela entre enérgica y apasionada. Hay momentazos de exaltación adrenalínica que funcionan a la perfección. Aunque tuve la impresión de que en el "Celeste Aida" se recreaba demasiado. Me parecía como que Gregory Kunde iba un poco ahogado y quería darle más marchita y Luisotti no le hacía caso. Lo mismo me pareció en el "O patria mia". El coro sonó bien en los momentos más épicos, aunque la parte femenina estuvo algo deslavazada a ratos.   
Personalmente quizá habría evitado las proyecciones sobre el tul. En general no me gusta mucho que siga bajado durante toda la función, pero en ese caso, las proyecciones de ordenador son algo molestas, no es necesario que veamos la silueta de las palmeras o de las pirámides para saber dónde estamos. Además, la escenografía es lo bastante explícita como para no tener que necesitar de tanta proyección. 
La escenografía de Hugo de Ana es grandiosa. Pirámides, obeliscos, desierto, esfinges... todo lo que uno espera ver en Egipto. Aunque también es curioso ver que ya en esa época las esfinges estaban rotas y las pirámides medio derruidas. Pero bueno, también es un cliché que está admitido. Hasta Leontyne Price cantó junto a esfinges mochas. Pero también es verdad que el suelo parecía estar bastante machacado. ¿Será el mismo de hace 20 años?




El montaje en sí es impresionante y es lógico que funcione estupendamente. Tiene mérito, es lucido, grandioso y muy aparente. Y bueno. Pero para mi gusto adolece de una inexistente dirección de actores. No digo dirección escénica, porque todo el coro, los actores, bailarines y toda la parafernalia está muy bien movida. Pero en los momentos íntimos y en la dirección de actores yo noto fisuras importantes. 
Es lógico que haya que intentar que los cantantes canten de cara al público. De otra forma puede que se pierdan las voces y no se oigan bien en el teatro. Pero cantarse amores y delicadezas con los dos interfectos mirando al frente y sin dirigirse entre ellos una miradita cómplice se hace muy cuesta arriba. Daba la impresión de que Hugo de Ana lo había dado todo con los mogollones y a los pobres solistas les había marcado arrodillarse y levantarse, arrodillarse y levantarse y así todo el rato. Ah, y tirar de los vendajes esos que parecían simbolizar las ataduras del poder.
Vocalmente el elenco en general es bastante compacto. Todas las voces son voces de calidad y la media es bastante más alta que la que a veces escuchamos. La agencia esta vez ha mandado a gente más equilibrada. 




Pero interpretativamente es como si cada uno navegara a su bola, guiándose por la capacidad y experiencia de cada uno. Por eso Violeta Urmana domina el escenario mejor que nadie. Es capaz de sostener la escena del juicio ella solita en escena. Con gestos afectados y tal, sí, pero lo domina. Y convence. Gregory Kunde va y viene y a ratos está más centrado. Vocalmente le noté como un velo todo el rato. Llegar llega y da las notas con poderío y maestría, pero le falta algo de implicación y de limpieza en su timbre.  George Gagnidze  cantó un Amonasro justito vocalmente y totalmente errático en escena. Su dúo con Aida fue realmente dantesco. Ni una mirada, ni una reacción a lo que el otro decía, ni una gesto de vergüenza, de pudor, de valentía, de orgullo, de poder, de algo.
Y Liudmyla Monsatyrska cantó bien (aunque escatimó agudos de esos que lucen tanto) con una voz algo aburrida, monótona y no muy brillante para este rol. Pero como actriz hay yo personalmente le doy un suspenso. Ya el "Ritorna vincitor" fue terrible. Vocalmente no, lo cantó de forma correcta, esquivando los graves que no tiene y salvando los agudos. Pero si la mirabas, no sentía absolutamente nada. No había diferencia entre el amor y el deber. Cantaba igual a su padre y a su país que a su amado. Nada, ni la más mínima emoción. Todo igual. Algo más entregada estuvo en el "O patria mia", pero vamos, poco. Como actriz demostró que ni roza la emoción, no se implica ni busca nada que justifique las notas que canta ni las palabras que dice. Sí, la partitura la da, la canta y no la canta mal. Pero emociona cero y se deja inundar por lo que pasa menos cero. Sólo mantuvo algo de emoción en le dúo final, donde la cercanía de la muerte justifique ella sola la quietud y la inmovilidad. Pero porque lo da la situación, no porque ella lo consiga por méritos propios. 




En resumen, un espectáculo grandioso, que espero que llene el teatro (incluso con los precios del Real, siempre tan.. populares) que merece la pena. Yo me lo pasé pipa, la verdad. Un poquito de cartón piedra y clasicismo a veces no está mal. Ya de ver "Aida", lo suyo es verla así. Grandísimo trabajo de bailarines y actores con papeles pequeños. Muy bien la orquesta y el coro. Buena dirección musical, buen trabajo de luces, vestuario y escenografía y dirección de actores nula. Elenco vocalmente sólido y actoralmente muy, pero que muy desigual, salvando cada uno sus muebles a base de profesionalidad. 

Lo van a petar. Fijo. Y me alegro. Ver un teatro lleno siempre mola. Uno privado con una pequeña participación estatal también.    


Fotacas de Javier del Real, fabulosas. 
     

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