lunes, 17 de marzo de 2014

La abducción de Luis Guzmán. Lara.

Ya se nos escapó en el Fringe, pero claro, no pudimos verlo todo. Así que ahora no podíamos dejar de ver esta marcianada. 
El hall del Lara es lo peor. Tienes que intentar ir prontísimo para plantarte el primero de la cola y luego sacar codos para que los listos que ya se lo saben no te aplasten en sus carreras en cuanto se abre la puerta. Una puta selva, vamos. Pero cual maruja en rebajas, me las acabo ingeniando para pillar primera fila. Y no veas como se agradece, porque si no es en primera fila, aquí no ves un cagao. Y especialmente en este caso, la primera fila me metió directamente en el sofá sentado al lado de Luis, de Max y de Clara.




Todo es flipante en este montaje. Yo me sentía como en el comedor de casa de mi tía Basi, en Burgos. Pero podía ser cualquier parte de España. Y de la España incluso de ahora. Allí está Luis, con su programa de radio sobre fenómenos paranormales. Un programa "torrente" como el torrente mental que tiene Luis. Él no piensa, él se aturde con desbordado por el mogollón de pensamientos que se le agolpan. Pensamientos infantiloides algunos, básicos y efectivos otros, pero con algo de esa sinceridad que te toca las narices. Un mogollón como el que hay en el "disco de oro" de las Voyager. Si en vez de en 1977 se lanzaran ahora las sondas espaciales, yo le encargaría a Luis Guzmán la selección de movidas del siglo XXI. Frente a Luis su hermano Max, anglosajón por decisión o por huida. Contrapunto brutal al mundo de santitos y Cristos de don José Luis, padre de estos dos seres tan alejados y tan cercanos el uno del otro como dos personajes de un Pinter con olor a gachas o a lechazo.

Más fenómenos paranormales: los actores. Los tres. Ana Alonso aparece y con ella entra la duda, la extrañeza, el dolor contenido, la lágrima al borde de caer pero suspendida en un hilillo. Y quieres que no se vaya nunca, que se queda hablando con Luis. No se entienden pero quizá sea la única con la que pueda comunicarse. Se tocan los cojones el uno a la otra como solo se los tocan los novios o los hermanos. Puede que sobre, no te digo que no, porque si no apareciera ella todo sería igual. Pero yo quiero disfrutar de una actriz sufriente e intensa como es Ana Alonso. Emilio Tomé hace una creación de esas de comértelo vivo. Porque sería una tortura, pero si no, te llevarías a Luis a tu casa. Adorable dentro de su verborrea tocapelotas. Pero algo tiene que desde que empieza con las pipas ya te cae bien. Y Francisco Reyes es... desconcertante. Habla raro de cojones. Le ves aparecer y flipas con ese pedazo de torre gigantesca. Guapo y feo, atractivo y repelente, te cae bien y le darías dos hostias, pero te embauca. Concentra tu atención casi tanto como su hermano. Y cuando abre la boca, flipas. Realmente habla raro raro. No sé si como un locutor de un cadena extranjera o como qué. Es un poco el anti-actor. Pero tiene una intensidad tanto en su presencia como en sus forma de sentir y de estar y comunicar con su hermano (no con Emilio, el actor) que te quedas embelesado. Y lo que hace funciona. Y no sólo funciona sino que funciona que te cagas. Te deja pegao. 
Y de repente, cuando los enfrentamientos son insoportables, cuando no hay salida, cuando se lanza el mensaje al espacio exterior, cuando te recuerdan el mensaje de las sondas espaciales y tu espíritu está en el punto más alto, va y se acaba. Y tú te quedas ahí arriba, con la adrenalina y la excitación a tope, en todo lo alto. Y te das cuenta de que te acaban de dar un mazazo y te han dejado abandonado a tu suerte.




De verdad te digo que "La abducción de Luis Guzmán" es una marcianada  fascinante, una rara avis dentro del teatro madrileño. Tan embrujadora como estremecedora y con un capacidad de removerte la asadura como pocas veces he sentido en lo que va de año. Si no lo es ya, va a ser uno de los bombazos del año. Y si hay justicia en el mundo y esto pasa a la pequeña del Español o del María Guerrero, va a petar como se merece. Pablo Remón se saca de la manga y de no sé dónde más esta perla que no tiene desperdicio. Totalmente perfecta para mi gusto tanto como texto como en la forma y ritmo en que está dirigida. Toda una personalidad a tener en cuenta, y si no, acordaos bien de esto, porque de aquí a nada Pablo va a ser de las figuras más importantes del panorama. Quedé admirado con todo y con todos.                

1 comentario:

  1. amosaver que he comentao y antes no ha salio así que pruebo aaahora.Qué majo!

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