miércoles, 9 de julio de 2014

La noche justo antes de los bosques. FRINGE 2014.

Escribo una entrada aparte para este espectáculo porque es un pasote y se lo merece. Así de claro y así de tajante.



Como con cualquier texto, hay varias opciones para contar lo mismo. Vamos a dar por hecho que el director entiende el texto, sabe lo que quiere contar, decide desde qué sitio quiere contarlo y lo cuenta. De los muchos sitios desde donde se puede contar, en este caso Roberto Romei ha escogido uno, el que él ha querido y desde ahí nos cuenta la historia de este hombre que aborda a otro una noche en un callejón para pedirle fuego. Digo todo esto porque hace poco tuve el placer de gozar de otra lectura del mismo texto en "La puerta estrecha". No tiene nada que ver. Pero nada. Y ambas lecturas e interpretaciones (del texto, digo, no las de los actores) son coherentes, válidas, maduras y tremendamente salvajes. No voy a hablar de la otra, voy a centrarme en esta. 
En este caso, Roberto Romei, el director, el artífice, el intérprete de ese vómito que es el textazo de Koltès, ha escogido contar la historia de este ser desde la Tierra. La Tierra como realidad, como lugar donde crecen las raíces. El monumento de Koltès está contado desde lo físico. No hay aquí lugar para lo "universal", para lo simbólico, para el masculino plural. El tipo que te aborda en la calle (literalmente) es un desarrapado de carne y hueso, un tirao, un ser de carne y hueso. Y desde ahí te comunica y te contagia la terrorífica angustia de ese ser diferente, único, corriente, despojado, extranjero, ese ser que pota bilis social y que con cada palabra pega un bocado a la sociedad. Pocos textos hay tan salvajemente antisociales. Y ese vómito desde las tripas parece escrito a propósito para contarlo como lo hacen Roberto Romei y ese ser superdotado que es Óscar Muñoz, el actor, o mejor dicho el médium que presta su físico para que este inadaptado o excluido (no sé qué es, la verdad) circule por Matadero y te lleve a su mundo y a sus imágenes con esa magia potente que sólo te transporta cuando el hecho teatral va más allá de la realidad y entra directamente en tu vida.    




Si queréis vivir una "experiencia" teatral única, desgarradora, visceral, brutal, demoledora, que os arrase emocionalmente, no os deberíais perder este acontecimiento que insisto, va más allá de un mero hecho teatral. Lo de estos dos seres no tiene nombre, no tiene calificativos, es puro Koltès, pura rabia, puro vómito.    

Y ya como puro cotilleo... yo no hablo francés, pero... me da la sensación de que el título no está bien traducido. No sé, yo creo que de lo que habla más bien es del límite del bosque donde está pertrechado ese tirador, esperando que asome el morro cualquier "diferente", cualquier "extranjero" para acabar con él. Si alguien me pudiera aclarar cuál sería la traducción del título original...  

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