Paco Bezerra escribió hace 8 años este texto en el que "ajusta cuentas" con su infancia, el entorno físico y emocional en el que se crió y seguramente unos cuantos "fantasmas" personales.
Paco se sirve de la fantasía para atacar la realidad, ponerla en su sitio y darle su autentico valor. Igual que el protagonista. Indalecio descubre o cree descubrir lo que sucede en ese invernadero a través de sueños, de apariciones, de fantasmas y de un contacto cercano y vivo con la fantasía de su imaginación. Allí incluso crea historias, relatos que supuestamente corresponderían con la realidad pero que nunca materializa. La verdad que vive en su mente casi de forma religiosa, en un acto de fe.
Las letras de Bezerra son de una riqueza asombrosa. Si él de natural parece que tenga rayos X en sus ojos y allá donde mire es capaz de ver tres capas más de suciedad de las que vemos los demás humanos, en "Dentro de la Tierra" escarba no sólo en la terrorífica realidad de los trabajadores explotados en el mar de plástico sino en las podridas relaciones familiares de ese grupo de seres condenados a compartir raíces; un padre tirano e hijoputa que busca el tomate ario perfecto que le haga millonario. Un hermano refugiado en la crueldad, la empatía con el padre y la negación. Otro hermano superado por la "realidad" y que vive apestado y marcado por un destino fatal, trágico, del que no podrá escapar. En realidad ningún personaje podrá escapar de su destino trágico. Es lo que tiene la Tierra. Y si vives o miras dentro de ella, más.
En esta maraña de culpas, dependencias, secretos, silencios, y redes familiares y sentimentales la brizna del amor no consigue echar raíces. Quizá porque es tierra pocha, llena de gusanos, de pesticidas, de tomates mutantes, de prepotencia y despotismo el amor es una brizna demasiado débil como para germinar. Ángel vive un amor prohibido, o una falta de amor por un deseo prohibido. Farida vive un amor imposible, desigual, secreto y prohibido que lleva escrito en l frente que acabará mal.
Mil capas esconden las bellas palabras de Paco Bezerra que todas parecen crecer hacia el interior de la Tierra, como si "Dentro de la Tierra" fuera una especie de rito de comunión con la madre naturaleza. Una búsqueda de lo profundo, de la respuesta ancestral y primigenia a la barbarie y la salvajada.
Voy a poner un "pero". Que no es que sea algo chungo, pero como no me puedo callar ni debajo de la tierra o lo digo o se me queda dentro y no mola. Quizá el personaje de Mercedes parezca incluso prescindible. Sí, su presencia es como un rayito de esperanza y su buen rollo el punto optimista que necesita tanta densidad, pero quizá quede dibujada ligeramente a medio gas. Es una brizna, pero puede que se quede en eso, en una brizna. A mí hay algo en ella que me falta. Quizá más fatalismo, no sé. Algo.
Ahora todos en pie, porque... toca hablar de Luis Luque.
Si Paco Bezerra nos sirve esta tragedia agreste, seca, dura y sin clemencia, Luis Luque le regala a esta joya de texto una puesta en escena PRODIGIOSA.
Luis conoce a Paco desde hace un huevo, son uña y carne, no se esconden nada y si lo hacen, el otro enseguida lo caza. Y Luque ha cazado todas las claves que puso en palabras Paco y les ha dado vida, aire y espacio.
Este homenaje a la tierra, al barro y a la raíz merecían algo grandioso. Y Luque, junto con Santa Mónica, San Juan y San Luismi se marcan un pedazo de Ópera para corresponder a la grandiosa obra de Paco. Porque lo que vemos es una ópera. Tal cual. Grandiosa, ritual, majestuosa, poderosa, lúcida y hermosa.
Luis Luque da paso a la tragedia desde el mejor sitio posible. El del amor. Luis ama el trabajo de Paco y lo trata con exquisitez, dulzura y amor extremos. Esta vez, en vez de dar paso o de mostrar sin juzgar ha apostado más alto y rozando más el peligro. Luis ha cogido a Paco, le ha pasado el brazo por encima del hombro, se han hecho todos amigos y han formado un ser nuevo llamado Luquerra. Porque Luis esta vez es otro ser, es un ser inundado por el amor hacia Paco. Caminan juntos y Luquerra no tiene el más mínimo pudor en colocarse siempre del lado de Paco y desde ahí contarnos y regalarnos esta Eucaristía. Porque no me jodas, es un puro rito. Bueno, no quiero adelantarme. Luego voy con eso.
Si Luis Luque es uno de mis directores más queridos y admirados, porque siempre elige le mejor sitio para contarnos sus historias (menos en "Oleanna" pero creo que por otro motivo), en esta ocasión hace que sea inevitable que se te llenen los ojos de lágrimas al ver el amor que desprende la puesta en escena. Amor por las palabras, amor por los personajes, por las situaciones, por el homenaje y por la búsqueda de la raíz. Y Luis se funde con Paco. Y forman Luquerra que es el ser perfecto que asume el texto como un miembro propio y lo eleva a los altares del gozo. Que comience el ritual.
Por si fuera poco, Monica Boromello levanta un catedral para envolver esta "pasión". Una catedral tal cual, con la higuera que marca uno de los ejes primordiales de esta tragedia como centro, como si fuera un gran crucifijo pagano. De debajo de las raíces de esa higuera surgirá Ángel, un ángel subterráneo, enterrado en mentiras, culpas, picores, veneno y mutilaciones. Las naves laterales sostienen los tomates rojos, símbolo de avaricia y de muerte. La sangre que se verterá y que quizá brote de la sangre subterránea. Y en la nave central el gran altar donde se celebran los ritos paganos de limpieza del ser manchado y de consagración del santo tomate ario perfecto. Tres tomates, tres hermanos, tres mujeres...
Monica es una diosa sabia y magistral, pero lo que consigue con "Dentro de la Tierra" es que el alma del texto quede arropada por un monumento inmensamente bello y a la vez refleje la esencia ritual del texto y la delicadeza fatal de los personajes.
Luismi Cobo vuelve a poner sonido y vida al silencio. Crea música y belleza de un grano de tierra y convierte en notas lo que siente tu corazón. No hay músico mejor en el mundo.
Y Juan Gómez Cornejo pone la última nota de este inmenso regalo a Paco. Ilumina la noche, ilumina el dolor de Indalecio y el misterio de la tierra. Saca luz de las raíces e ilumina las escenas y los personajes buscando su luz interior. Lo que emana de ellos. Y pone la última pieza del rompecabezas ritual. En ese invernadero "es fácil caerse si no se ha entrenado lo suficiente. Sólo hay que pisar en la cruz" dice premonitoriamente Indalecio. Y ahí están esas cruces, cruces que no sólo son la salvación (de nuevo el rito) sino la prueba de lo que puede que esté pasando ahí debajo, dentro de la Tierra. Magistral.
Almudena Rodríguez Huertas viste a los hombres con tonos terrosos y cálidos, a Ángel de blanco y a las mujeres de azules, los colores del mar y de la posibilidad de libertad, cada una a su manera.
Samy Khalil está fabuloso, sueña, mira, respira y descubre como un niño pequeño, al que querrías abrazar y salvar y va viajando por la ficción, la fantasía y la realidad con solidez y soltura. Bravo. También tiene un "pero" aunque este lo hablaré con Luis en privado, jeje.
Jorge Calvo está para llevarse todos los premios del año. Creo (y mira que tiene trabajos memorables) que quizá sea su mejor trabajo. Ha limpiado, ha pulido y ha dejado su creación en la esencia, dejando que el mayor peso de su Ángel recaiga en su voz, en la palabra y en el poder de esta. Es un tarrito de esencia artística inteligente a rabiar que explota lo mejor que hay en el mundo: la sinceridad. Jorge es sincero al contarnos su Ángel, pule su actuación y da peso específico a la palabra. La suma de eso es el prodigio que vemos en escena.
Mina El Hammani, Raúl Prieto, Chete Lera, Pepa Rus y Julieta Serrano completan este elenco sobresaliente.
En definitiva, creo que entre todos le han regalado a Paco Bezerra un grandioso regalo de amigos. Todos desprende amor por el espectáculo, por el texto. El texto de Paco es el eje y todas las piezas están perfectas y perfectamente entramadas para sacar lo mejor de este espectáculo. Que encima desprende amor por tos laos.
Bravo sr!!
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