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miércoles, 26 de febrero de 2020

Los días felices.

Las etiquetas son una putada se mire por donde se mire. 
Está claro que sirven para orientar un poco cuando la cosa está jodida, pero son el elemento perfecto para esconder estereotipos, lugares comunes, tópicos, prejuicios y polladas. 
"Teatro del absurdo". ¿Será porque hay quien no entiende del todo los textos y todo le parece incongruente y chorras? Ya, ya sé lo de Esslin y todo eso. Pero vamos, no me digas que considerar "absurdo" a Pinter...




Y de pronto baja a la Tierra San Pablo y te das cuenta de que es evidente que se entiende. Se entiende todo, todo tiene sentido, todo tiene significado. Y el sentido es exactamente el significado de las palabras.
¿Qué es lo más difícil en teatro? Lo más fácil en la vida real: escuchar y estar. Pues lo más difícil es lo más fácil; leer las palabras.
Allá por el año 84, 85 o así, en la muestra de teatro de Valladolid, uno de los mejores festivales de teatro que ha habido en este país, vi a Rosa Novell hundida hasta la cintura buscando a Willy. Desde entonces la figura de Winnie creándose un tiempo propio y adaptándose a un espacio también propio me ha perseguido. Como me persiguen ahora mismo las ideas que quiero compartir. Y con mi coño moreno decido que no las quiero ordenar, que paso, así que las voy a potar según me vengan. 



Winnie necesita a Willy. Aunque esté a su bola. Necesita que esté ahí para no hablar sola. Necesita al otro para que su discurso, para que sus palabras tengan sentido. 
Winnie no vive en el mundo real. Para empezar está enterrada. ¿Por qué? Pues porque sí. ¿Necesita ella o necesitamos nosotros tener una explicación de por qué para darle sentido? Pues no. Es así y punto.
Winnie está enterrada en un espacio que podría ser una placa de petri o una tesela de un mosaico gigantesco. O quizá vive en un mundo nuevo en el que igual que hay tres soles, el tiempo tiene una dimensión distnta. ¿Cuánto duran los días en ese mundo? Ni lo sabemos ni nos importa. Duran lo que duran. Lo que ella necesita para que la cosa tenga sentido. Antes, los días eran días (a la antigua usanza) pero ahora quizá sí o quizá no. Y ella necesita hablar y hacer cosas para llenar ese tiempo. Ese tiempo nuevo y relativo que pasa y la hunde cada vez más. Ella decide cómo, cuándo y para qué hace cada cosa de las que según dice, hace todos los "días". Ella organiza el tiempo, lo administra y lo moldea según su necesidad. Y tiene una pistola. Aunque no la usa.
¿Podría haber un tercer acto? Qué más da. Damos por hecho que los dos actos son correlativos, pero, ¿y si no lo fueran? ¿Y si el segundo acto ocurriera antes que el segundo? ¿Y si en vez de hundirse, Winnie estuviera creciendo y dándole sentido a su vida poco a poco? ¿Por qué dar por hecho que el tiempo es lineal y en una dirección? Para Winnie el tiempo es otra cosa. Y el mundo es otra cosa. Y Willie es su amor necesario. Es el otro que ella necesita para dar sentido a su estar ahí. Ella podría hablar sola pero no quiere, quiere hablar con él, dirigirle su verborrea a él, porque necesita del otro para que la cosa tenga sentido. 
Pero es que eso es el teatro. Podría ser "hablar sólo" pero se necesita la mirada del otro y la atención del otro para que el hecho exista y tenga sentido. ¿Es teatro una función que haces en casa tú solo, sin espectadores, sin nadie mirando? ¿El teatro no es la mirada y el encuentro con el otro? 
"Los días felices" es teatro y es la vida. Y es el amor. Amar mola todo, pero si amas a otro, mejor.
"Los días felices" es angustia. Es que te falte el aire. Es ver a Winnie escuchando la caja de música y quedarte sin sangre en el cuerpo. Es querer detener la vida y quedarte ahí. Un rato, un minuto, un siglo, para siempre.



Terrenalmente hablando, el trabajo de Elisa Sanz y de Paula Castellano creando la escenografía y el vestuario es asombroso. El trozo en el que viven Willie y Winnie es como un mundo desolado, acabado o quizá la esquinita de un mundo en construcción. ¿Les rodean restos de algo o son las partes que irán formando su mundo? Carlos Marquerie y Óscar Villegas envuelven el luces, claroscuros, ruidos, cobijos y brillos la existencias difusas de los dos seres. El cielo mágico que cambia sin que te des cuenta es una puta obra de arte. Bravo, grandiosos, lo habéis vuelto a hacer.    

Francesco Carril vuelve a hacerlo. Con un personaje casi ausente y casi inexistente, se vuelve necesario. Bestial. 
Y Fernanda Orazi es algo indescriptible. Cada palabra suya tiene sentido. Pero no sólo lo tiene porque ella lo sepa y lo transmita, sino porque lo vive, lo siente y transita de un sentido a otro como si fuera natural y necesario. Todo lo que hace es perfecto: cada respiración, cada pausa, cada grito, cada carcajada, cada agudo, cada grave, cada perfil, cada mano, cada búsqueda, cada mirada, cada pestañeo, cada coma son perfectos. Y el viaje emocional de una palabra a otra es como las olas del mar; natural y necesario. Quizá suene chorras, pero no sé expresarlo mejor: Fernanda logra que creas que Winnie existe, que respira y que vive en el escenario. El trabajo que hace es hipercomplicado, hiperexigente e hipercomprometido y Fer se entrega hasta el final con un riesgo, un compromiso y una generosidad estremecedoras. 
Pablo es el responsable de hacer todo eso de lo que he hablado. No hay más palabras. TODO lo anterior es por él y gracias a él. Es dios.



Hay una cosa que me destrozó especialmente. Pisar el suelo y saber que trabajos como este sólo están al alcance de seres privilegiados y que nunca jamás en la vida seré capaz de tener una mente como la de Pablo ni seré tan buen actor como Fernanda. Y eso te destroza. 

Gracias, Francesco, Elisa, Óscar, Paula, Carlos, Pablo y Fernanda porque la hora y media que pasé mirándoos ha sido uno de los moemntos más felices de mi vida.     








  

martes, 19 de diciembre de 2017

Mi top 10 de 2017




No es que me gusten especialmente estos rankings, o las listas de fin de año o los resúmenes de lo que ya ha pasado y por tanto tiene poco sentido. Pero cuando miras atrás, sea por lo que sea y ves experiencias, momentos que te han marcado, te han cambiado y te han hecho mejor, lo justo es nombrarlas, hacerles la ola, ponerles un piso y dedicarles una entrada en tu blog.
Y puesto que este es mi blog y escribo en él cuando lo necesito y sobre lo que me apetece y cuando me apetece, en este top diez voy a hablar de ocho espectáculos. Porque sí. Y de regalo, de otros cinco más. Eso sí, no os volváis Lorcas porque el orden es simplemente temporal. He empezado por enero y llegado hasta hoy. 


"LA VOZ HUMANA"




  El textazo de Jean Cocteau lo hemos visto cientos y cientos de veces. Se lo hemos visto a las mejores actrices, desde Anna Magnani a Amparo Rivelles. Incluso Poulenc compuso una ópera porque es tan demoledor el texto, tienen tantísimo peso las palabras que es imposible no caer en la tentación de ponerlas en pie. Hasta yo, en mis locuras particulares, tengo dos ideas fascinantes para llevar a escena esta "Voz humana". La versión de Israel Elejalde es brillante. Acerca al siglo XXI este drama. Lógico, quizá en estos tiempos de móviles y Black Mirror quede raro lo del teléfono. Elejalde corta, pega, mueve, se carga todo lo de la operadora y las interferencias y va al meollo del asunto. 
Pau Fullana ilumina de forma prodigiosa un espacio creado por Eduardo Moreno. Luces salidas del corazón de la mujer, ella, la sin nombre. Cada foco es un rincón de su corazón, de su tripa, de su abandono o de su coño. Eduardo Moreno cambia la consabida cama por una especia de tumba/escenario brillante y negra. Otro prodigio. Y para rematar Arnau Vilà ha compuesto una música tan terrorífica como los mazazos que suponen esas notas sencillas. Cada tecla del piano es un escalofrío directo a tus intestinos. Ana López viste a la Wagener de mujer acabada, cubierta con una gabardina ajena y tan desvalida como el gatito de "Desayuno con diamantes".
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"IN MEMORIAM. LA QUINTA DEL BIBERÓN"




Siempre que hacemos teatro hacemos política. De una u otra forma. Al menos así debería ser.
Tras el golpe de estado de Franco, si España ya estaba dividida, se dividió más. Una guerra entre hermanos, vecinos y amigos. En este espectáculo nos recuerdan lo que ocurrió en 1938, cuando el ejército republicano "reclutó" de manera forzosa a chavales de 17 años, "la quinta del biberón", unos niños inocentes "como los niños de 12 años de ahora".
El punto de partida de este trabajo parece ser que fue una lectura entre el director y los actores de testimonios reales de los supervivientes de aquel horror. Esos testimonios reales unidos al ingente material recabado sobre el tema han acabado por llevar a los escenarios este espectáculo necesario y brutal.  
Un tío de Lluís Pasqual fue uno de esos críos muertos de esa quinta. En su casa nunca se habló del tema. Parece ser que tras analizar los testimonios de los pocos supervivientes hay tres ideas que sobrevuelan todos los relatos: el sentimiento de amistad surgido entre ellos, el miedo que pasaron y una especie de pacto para no hablar de la muerte.

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"VIENTOS DE LEVANTE".





El levante es el viento más puñetero. "Destroza nervios, ilusiones y cristales". Es cierto, cuando sopla levante es mejor quedarse en casa y cruzar los dedos para que pase pronto.

Sinceramente creo que en esta ocasión, el alma de este trabajo de Carolina África está compartido. Carlos Matallanas es un origen, un referente y una inspiración casi vital.
Frente al levante lo mejor es cobijarse en casa. Y frente a una enfermedad terminal también. No digo cerrarse, sino buscar calor, sentir calorcito, seguridad, afecto y hogar.
Carolina África es la brillante autora de este texto. También lo dirige. Afortunadamente.
En el texto de Carolina están todos los ingredientes que hacen de este un textazo universal y eterno.
Cuando a un ser humano vivo y sano le dicen que la suerte ha hecho que la enfermedad le toque con su varita cruel, el mundo es posible que se derrumbe. En ese momento puedes optar por dos caminos igual de respetables. Puedes hundirte y no asumir que junto a la vida va pegada la muerte o puedes intentar buscar calor. Puedes optar por intentar asumir que la puta casualidad ha hecho que la célula pocha te toque a ti, que la vida va a tener un fin quizá más programado que el de los demás y que eso no significa que dejes de gozar del sol, de la paz, de un vino, de una puesta de sol o de un beso relleno. 

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"HE NACIDO PARA VERTE SONREÍR"





Hace tiempo un señor me llamó "Paulino" y "Messiánico", supongo que por mi pasión y admiración descomunal y pública hacia Pablo Messiez. Me da que pretendía ser un insulto o al menos un desprecio. Nada más lejos. Para mí es un honor, un lujo y una constante. Viendo espectáculos como "He nacido para verte sonreír" uno sólo puede reafirmarse en sus creencias. 

El comentario que escribí en su día era realmente jugoso. Puedes leerlo entero PINCHANDO AQUÍ.



"FURIOSA ESCANDINAVIA"





Somos lo que contamos. Cierto. Y fuimos lo que podamos recordar. Y seremos lo que nos recordarán. Una de las grandes obsesiones del hombre es la herencia. El por qué estamos aquí, aparte de por la conjunción de unas células. En cierta forma si somos es para dejar algo, seremos lo que dejemos. ¿Existió un hombre llamado Alejandro de Avellaneda que vivió en 1643? Quizá sí, quizá no. Si nadie le recuerda, ¿existió realmente? Ese afán de dejar algo, aunque sea un recuerdo es nuestra trascendencia. Desaparecer pero dejar una huella, dejar algo detrás. 

El resto de mi comentario lo puedes leer si PINCHAS AQUÍ



"LA CANTANTE CALVA"





Luis Luque vuelve a estar feliz. Y se le nota.
"La cantante calva" es un puritito derroche de optimismo, de brillo y de luz. A pesar de la crítica feroz de un texto intemporal que sigue desnudando y destrozando sociedades. Pero eso se puede contar desde la amargura, desde la sombra, desde la pesadumbre y desde el beige o se pude contar desde el sarcasmo, desde la luz al final del túnel y desde el azul brillante de los calcetines de los protas. Y esta cantante calva del siglo XXI es brillante, luminosa y de colores chillones.


Esto es sólo el principio, PINCHA AQUÍ para leer el comentario enterito. 



"ENSAYO"






Si es que Fernanda tiene razón. La estructura se ha derrumbado. Está hecha añicos. ¿Cómo que cuál? Todas. La pareja, la sociedad, el futuro, el entramado, la seguridad, la paz, el bienestar, la belleza, la comunicación, la creación...

Ahí lo dejo. Puedes PINCHAR AQUÍ para leer el resto del comentario. 




"BODAS DE SANGRE"






Lorca es Dios. 

Punto. El resto lo descubrirás si PINCHAS AQUÍ



Y sería injusto no mencionar "Iphigenia en Vallecas". María Hervás vuelve a dar un recital de naturalidad y espontaneidad acojonantes. Iphi te desmonta, te destroza, te saca los colores y te deja en bragas frente a ti mismo. Imprescindible. 
Como imprescindible es "Tebas Land", un bombón, una historia de amor dolorosa y cruel. Dos personajes heridos, uno de ellos en lo más profundo de su ser, su relación con su padre al que ha matado. Los dos se irán acercando poco a poco a base de sinceridad, falta de pudor, de juicio, de vergüenza, de expectativas y de prejuicios. Israel Elejalde y Pablo Espinosa brillan y piden amor con los brazos abiertos. 
"Espía a una mujer que se mata" es un Chéjov de libro. Un grupúsculo humano está encerrado en un espacio mínimo y van a crear poco a poco un ambiente irrespirable, enfermizo y castrante. Alguna de las mejores y más densas interpretaciones del año: Malena Gutiérrez, Ginés García Millán y la divina Natalia Verbeke junto a la diosa Susi Sánchez. En ese espacio reducido se crea lo que debería pasar siempre en un escenario: que todos los actores recojan, se alimenten de lo que está pasando en el momento y juntos creen una atmósfera. Un prodigio escénico.  
Y dos maravillas venidas de lejos. "TERRENAL, PEQUEÑO MISTERIO ÁCRATA", del maestro Kartun, un MILAGRO con un uso del lenguaje y de la palabra realmente mágico y prodigioso. una OBRA MAESTRA TOTAL. 
Y "RABIOSA MELANCOLÍA", una auténtica partitura sonora en la que notas, palabras, ritmos y sentimientos componen una sinfonía milimétrica. Otra auténtica OBRA MAESTRA.


Este es mi resumen de 2017. En general no ha habido demasiado nivel. Se hace mucho pero se hace poco bueno. O sincero. O desde un sitio honesto, coherente, bello o necesario. Todos queremos contar peor no todo merece ser contado. O al menos, no merece ser contado así. Es difícil que se junten las musas para crear buenos espectáculos ,de los que plantean interrogantes, abren heridas o al menos te cambian la vida. Yo si algo del teatro igual que entré, no me sirve. Puede que me entretenga, pero como el humo de los cigarros esos electrónicos, no me va a dejar huella. Y no estamos como para perder ni tiempo ni ganas. 
Menos mal que siempre hay maravillas, joyas estremecedoras y que te cambian. El teatro debe hacernos mejores. A veces se consigue. Por eso enjaulo mis reticencias a los rankings y las carreras de caballos y agradezco a estos espectáculos por haberme hecho mejor ser humano. 

A estos y a "El lunar de Lady Chaterley", a las "Tres hermanas" de Raúl Tejón, a los "Placeres íntimos" de Martret y a los grandísimos espectáculos de danza, música, zarzuela, ópera y circo que he gozado. La danza y el circo sobre todo, los grandes olvidados, de los que nadie se preocupa y que crean algunos de los momentos más mágicos y creativos del año. La danza, la música y el canto salvan el mundo. Y yo vivo para ser salvado.      

viernes, 22 de septiembre de 2017

Ensayo. El Pavón teatro Kamikaze.

Si es que Fernanda tiene razón. La estructura se ha derrumbado. Está hecha añicos. ¿Cómo que cuál? Todas. La pareja, la sociedad, el futuro, el entramado, la seguridad, la paz, el bienestar, la belleza, la comunicación, la creación...



La pareja está rota. La pareja entendida como tal. Se puede amar desde el vacío, como la mirada de Fer escudriñando señales que nadie más ve; se puede amar desde la lejanía, como Jesús, se puede amar a dos y no estar loca como María y se puede amar el amor o la falta de amor como Isra.
La sociedad está rota. Pascal Rambert nació a principios de los 60, es hijo de la generación del 68, de una generación que creyó en un sueño y vio cómo ese sueño se desmoronaba. En realidad... casi como muchas generaciones. Pero está claro que el futuro, aun que depende de todos, está en manos de los jóvenes. Porque la sociedad se ha derrumbado. La estructura ya no vale. "Hay que volver a empezar el mundo".
Lo mismo pasa con todo. La paz, la seguridad, el bienestar, la comunicación, todo lo que nos rodea como seres se ha desmoronado. No hoy, no ayer. Está desmoronado, la estructura como tal ha volado, ha mutado, es otra, "la frase no es esa". Esa estructura que acordamos (y ellos cuatro acordaron) ya no vale.
Puesto que la estructura se ha roto, se ha derrumbado, debemos crear otra. Desde el amor. Hay que amarse. Porque esto ya no sirve. Hay que mirar la ficción. En la ficción está la verdad y la salvación.
No es un drama que la estructura se haya roto. Es. Y nada más. Mira a tu alrededor, hoy hay mil familias distintas, mil formas de amar, mil formas de organizarse, mil formas de protegerse, mil formas de atacar, mil formas de follar, mil formas de odiar, mil formas de morir.



El mundo, la sociedad, la estructura tal y como nos la plantearon yo existe más. Y es normal que Fer muera de pena al ver que su manantial salvador de amor es irreal, está difuminado y se ha secado por varias partes. Es normal que no pueda con la angustia de buscar en el texto, en lo concreto, en su arma hasta ahora. Y es normal que María pida justicia para su cuerpo y para su sentir.Y que Jesús busque la realidad en la creación, en la frase, en la palabra elegida, en el amor  irremediable. Y que Isra vea el fin de la estructura y pida ayuda.
Porque solos no podemos, solos seremos Fer, María, Jesús o Isra, no seremos nada, seremos partes y necesitamos volver a empezar el mundo. Desde la ficción, desde lo irreal, desde la creación, desde el lenguaje nuevo y la relación arriesgada, novedosa y peligrosa con la palabra y con el de al lado.



Es cierto que este "mensaje" es un lugar común, que se lleva escuchando desde hace tiempo y que es incluso algo... "ochentero", pero la crueldad es que sigue siendo vigente y necesario.
También es cierto que hay algo de: "hasta aquí hemos hecho nosotros, nosotros nos hemos cargado esto, ahora os toca a vosotros" con lo que no quiero estar de acuerdo. TODOS tenemos que luchar por crear un mundo nuevo. Los que tienen el dinero y el poder y los que vienen. Esa leve derrota me aleja un pelín.
Como también es cierto que el texto es un derroche de conceptos, un torrente salvaje que merece tiempo de digestión. Es como querer ver el Ermitage en una mañana. O como querer leer "Ulises" en la playa. Siento, preveo y me temo que me he dejado mil vueltas y revueltas que merecen una lectura calmada y abierta. Y es que quizá el texto sea demasiado bestial y con demasiado peso como para una sola lectura, un solo visionado. Tanto peso quizá reste algo de empatía. Aunque reconozco que no pestañeé en ningún momento y salí realmente trastocado.  Pero con todo y con eso, y sintiendo que es un espectáculo descomunal y grandioso, quizá tenga demasiado peso el texto. Aunque como ellos dicen (más o menos): tú dices o escribes unas palabras y luego está el público que pone la otra parte. Tú sueltas una idea y el otro la completa, la interpreta, la asume, la censura o la digiere. En ese sentido lo que sale de la pluma de Pascal Rambert es gigantesco. Somos nosotros los que tenemos que estar a la altura.

La puesta en escena funciona, me funciona. Incluso la luz y el espacio desnudo y aséptico. No me convence que las mujeres añadan un color a su ropa y los hombres no. Me sugiere una dicotomía que no va con la historia.

Es obligatorio que destaque el momento musical. Es curioso que un canción de los 70, "De amor ya no se muere" de Gianni Bella sirva para unir de esa forma a estos dos personajes abandonados y casi humillados. La mutación de Isra y de Fer en este momento debería pasar a la historia del teatro. IMPACTANTE en su simplicidad y desgarradora en su intensidad.



María Morales, Jesús Noguero, Israel Elejalde y Fernanda Orazi sencillamente hacen lo que deben hacer unos intérpretes sobre un escenario: logran crear una situación abrasadora por primera y única vez. Intentar buscar adjetivos es absurdo. María y Fernanda son sobrehumanas, viven sus papeles desde el riesgo y la valentía. Hacen surgir una realidad a golpe de intestino. Jesús e Israel son dos maestros. La declaración de amor de Jesús es tan patética como bella como dolorosa, tres cualidades que es casi imposible que vayan juntas. Y el arrebato y la vulnerabilidad herida e hiriente de Isra conmueve y te abre en canal. Insuperables.

Aunque tenga sus cosillas, "Ensayo" (o "Repetición", en francés) es un espectáculo abrasador y desgarrador. Asentado en un texto quizá demasiado inmenso y con cuatro bestias suicidas. El primer bombazo de la temporada.

¡Ah, se me olvidaba! Quién sabe si estos cuatro vértices, estas cuatro patas del mismo banco, estas cuatro esquinas de la mesa, de hierro o de madera, estos cuatro puntos cardinales, estos cuatro elementos de la naturaleza, estos cuatro trozos del mismo ser, del mismo cuerpo quizá sean cuatro aristas de la misma pieza. ¿De qué color era el puto Golf GTI; azul, verde, amarillo? ¿Acaso importa? ¿No era tal vez de todos esos colores o incluso de alguno más?  



PD: Las fotazas acojonantes son de Vanessa Rabade y espero que no le importe que las haya utilizado.      

sábado, 28 de noviembre de 2015

40 años de paz. Sala negra de Canal.





"La abducción de Luis Guzmán" me da la sensación de que se ha convertido en un espectáculo casi de culto. No sé, igual es cosa mía pero me da la sensación de que mucha gente no la vio, pero sólo se oyen maravillas. Yo fui de los afortunados que lo viví y lo sentí de una forma estremecedora. Sin duda me pareció uno de mis montajes del año.
Y ahora, el mismo equipo junto con Fernanda Orazi han creado este nuevo prodigio, esta joya que también está destinada a ser de culto. 
No hay nada que me guste más que el que los responsables de un espectáculo traten a los espectadores como seres inteligentes. No soporto los diálogos mascados, los mensajes facilones, los recados de carpetera ni los trucos baratos que pretendan llevarme por donde un ser que me menosprecia intente llevarme. Pablo Remón siente tanto respeto por ti como público que te coloca en el mejor sitio, el de la persona inteligente, sutil receptiva y lo suficientemente inteligente como para no tener que decorarle nada ni masticárselo. A mí eso me pone.



El texto es una maravilla de contenido y de estilo. La historia de lo que fue una familia militar franquista, fachorra y repujnante y que tras la muerte chorras del progenitor se encuentra, después de 40 años de paz y treinta y pico de orfandad, sumidos en los restos de un naufragio del que ninguno sale con dignidad y casi ni con vida. Sus almas están tan pochas como el agua de esa piscina testigo de los meaos del papi y de ese polvo que nos cuentan con Julieta... que pa haberlo visto. A fin de cuentas es simplemente una familia normal. Un padre hijoputa así de mente y de alma, una esposa insatisfecha y mala con la maldad del inocente, del que te hunde mientras aguanta la sonrisa en la cara porque todo, todo y todo lo hace por amor. Hasta aniquilarte. Hasta matarte. ¿Y los niños? El mayor es el vivo retrato de su padre, la nena es un cero a la izquierda, una perdedora, una actriz sin carisma y con el mal fario pegao a su chepa. Y el pequeño arrastra todo el pus de la familia entera. Encima, por si no tuviera poco con su sombra, es poeta y maricón. Vamos, en definitiva, lo que puede surgir de una familia así es exactamente eso. Yo aunque nací en Madrid, me crié en Valladolid y recuerdo perfectamente que una compi mía de clase era nieta de uno de los militares golpistas que acompañaron a Franco. Y yo de pequeño he estado en casa de esta chica y he visto al abuelo en su butaca del salón. Claro, yo entonces no sabía quién era, pero esa presencia era aterradora. La bestia no duerme, la bestia está ahí agazapada y sale por los poros y en un regüeldo a destiempo. Y de ahí viene el gen, la herencia, eso de lo que no puedes escapar. Por eso el mayor es clavadito a su padre, la nena es una inútil y el pequeño, el poeta y maricón, es un guiñapo al que ahora le llega se turno. Cuando ya no hay más que la muerte. 
Estremecedor texto, en el que lo que se sugiere y lo que se atisba es más cruel y duro que lo que se ve, que ya tiene cojones. Un texto de una profundidad y de unas vueltas que sobre todo cuentan con la inteligencia del espectador para rumiar todo lo que entre coñas y guasas te van soltando. Y es que la vida de la bestia es así. 



Del reparto poco puedo contar. Ana Alonso está comestible. Triste, gris, apagada y perdedora como hija y torpe y perdedora también como la chica de la oficina, aunque consigue hacer a OTRA perdedora distinta, la perdedora humana frente a la perdedora por su destino gris y enfangado. Brillante. Emilio Tomé está espectacular. Habla y vive desde una verdad y una naturalidad que parecen hasta falsas. Es imposible ser más natural y empático a no ser que seas un actor inconmensurable y trabajes desde muy, muy adentro. Y eso hace Emilio. Brillante. Francisco Reyes está sublime. Es el hijoputa y es el hijo del hijoputa y son dos hijosdeputa distintos siendo el mismo. Es la herencia pura y es el destino asumido desde la hijoputez congénita. Por eso la caja de galletas danesas es lo más natural del mundo. Tan natural como usar y destrozar a quien sea. Y consigue que te descojones con la bestia. Brillante. Y Fernanda Orazi.



Descomunal, ejemplar, mastodóntica, perfecta, sarcástica y perra como ella sola. Es la perfecta esposa asumida. La vida es así y es eso. Lo más natural, ¿no? Destroza a su hija, destroza a su hijo, adora a su pequeña bestia y añora un amor devastador, letal y seguro que maltratador. Pero es lo más natural. Ella asumió en su día imagino que una casi violación junto a la piscina, mamada incluida y desde esa asunción va aniquilando su entorno, crías incluidas. No se puede ser más mala ni más perra. Siempre desde la risa humillante y desde un amor entendido como posesión y muerte. Tan cruel como natural y tan asesina como dulce. Un bicho con todas sus letras que acaba sus días de bilis pidiendo que le enseñen un miembro. Porque a pesar de todo, lo que empezó con una mamada bien puede acabar con un rabo, aunque sea en la distancia. Fernanda consigue en esa mirada al nabo del moldavo tanta intensidad que se te inundan los ojos de lágrimas de puro patetismo y de puritita soledad. Y luego el Pepito Grillo ese que pulula y toca los huevos casi más que Julieta. Divertida, histriónica, arrolladora, briosa... otro despliegue de la Orazi que está absolutamente perfecta en cada gesto y en cada risa. 
Puesta en escena de Pablo Remón prodigiosa, con un sentido del ritmo y de la progresión asombrosas, un espacio precioso y con una frialdad mezcla de Hopper y de Lynch. Tres historias, cuatro protagonistas, una vez son el centro y el resto son secunadarios pero de la misma historia. Cierto, "narramos mientras somos narrados". Luces fabulosas, elementos y recursos escénicos inteligentes y precisos. Remón consigue crear un microcosmos asfixiante, polivalente y decadente que a mí no sé por qué me llevaba a Buñuel. Fantástico montaje, fantástico sitio en el que se coloca Remón y fantástico sitio en el que coloca al espectador. Sin ningún género de dudas, uno de los espectáculos más inteligentes, brillantes y emotivos que he visto este año. Bravo y mil veces bravo. ¡¡Me cago en San Pito pato!!  


     

domingo, 11 de enero de 2015

Rinoceronte. María Guerrero.

Hay veces en las que uno, dentro de su humildad, se pone en contra de to dios y suelta por su pluma burradas que no siempre son bien recibidas. Y lo mismo que dije en su momento que el "laaaargo viaje del día hacia la noche" estaba pasadísimo y era un pestiño repetitivo, de "El rinoceronte" de Ionesco diré que... no es de sus mejores textos. Es evidente que el texto es un clásico, una obra primordial de la literatura mundial, pero eso no quita para que sea... reiterativo. La vigencia del mensaje es total. Es más, en estos días de asesinatos, fanatismos y muertes inútiles, el significado se actualiza de golpe. Y en vez de rinocerontes, yo veía velos, cruces y símbolos actuales. Eso le da sin querer un peso a la función brutal. Pero bueno, vayamos por partes.  



El texto es en toda su primera parte, impecable. La acción comienza muy, muy arriba, inundando el patio de butacas y sigue arriba, con una tensión casi irrespirable durante todo ese primer tramo del texto. Las escenas en la calle, en el periódico, hasta llegar al brutal encuentro entre los dos amigos y la transformación de Juan son pura dinamita. Toda la tensión acumulada como una olla a presión estalla en ese momento álgido. Y lo que que viene después es... más flojo. La conversación con Dudard es realmente eterna y reiterativa y la siguiente con Daisy, igualmente. Son dos escenas larguísimas, en las que el conflicto va y viene continuamente y consiguen que la tensión brutal de toda la primera parte, decaiga. Eso está en el texto, es así. Y o te lo cargas y metes poda salvaje, o... es lo que hay. No ha habido poda salvaje, así que es lo que había. Esto hablando única y exclusivamente del texto. La única salvación posible estaba en la puesta en escena.   
Ernesto Caballero consigue con este su mejor montaje desde que es director del Centro Dramático Nacional (vaya tres palabras grandes, con peso, mastodónticas).  El espectáculo es una maquinaria de relojería puesta al servicio de ritmo, de una coreografía frenética por TODO el teatro y de unos focos no siempre respetados, pero sí muy concretos y salvajes. La primera parte está coreografiada con ritmo, con brío, te descoloca, sorprende, hace que te gires, que busques la acción, que se rompa la postura en la butaca y eso siempre mola (cuando está justificado, claro). La señora del gato jodiendo la escena, el acomodador, la gente del pueblo, Daisy que llega tarde, Juan y Berenger a lo suyo... relojería pura y puro ritmo en un alarde de Caballero. Se ha desmontado o deconstruido el patio del María Guerrero muchas veces y esta es una de esas en las que el resultado es acertadísimo (sin que se "desmonte" literalmente). Sin embargo en esa "segunda" parte a caballero creo que le falta determinación lo primero a la hora de podar el texto y lo segundo, dando nervio a la acción. Está montado como si quedara todavía una hora de función, y lo que pasa es que llevamos YA una hora de función. La escena con Alcobendas es de sofá y la de Orazi en la cama pero igual de estática. Así es difícil. Otra cosa; el hecho de romper las barreras en el primer acto mola, y ver entrar a Fernanda Orazi en el patio de butacas a mí me emocionó. Pero ese acto de romper paredes e invitar al espectador a ser un personaje más empieza ahí y ahí termina. No se vuelve a usar más. Fernanda no vuelve a ser espectadora sino personaje. Con lo que esa aparición primera emocionantísima puede parecer gratuita. 
Vamos a ver, que a mí el espectáculo me gustó muchísimo, que me encantó, pero como lo mismo te digo una cosa como te digo la otra, también te digo que la segunda parte cae un poco, sólo eso. 



Las luces de Valentín Álvarez están bien. NO, están muy bien. La música y el espacio sonoro de Luismi Cobo, el genio Luismi Cobo son tan acertados como todos sus trabajos. La escenografía de Paco Azorín funciona muy bien, aunque me recuerda demasiado a otro trabajo suyo, la famosa cárcel del montaje aquel de "Il prigioniero / Suor Angélica" de Pasqual. Es la misma idea y me recuerda terriblemente. Quizá hasta la filosofía de ambos montajes tenga que ver, pero... a pesar de ser bestial la idea de Azorín, me resultó... eso, que me recordó mucho a su otro trabajo.
Lo que es absolutamente incontestable en este espectáculo es la inmensa calidad de TODO el reparto. Si hubiera un premio al casting del año, este estaría entre los finalistas fijo. TODOS están fabulosos. 


 
Los menciono porque lo merecen. Ester Bellver, Mona Martínez, Juan Antonio Quintana, Bruno Ciordia, Paco Ochoa, Juan Carlos Talavera, Janfri Topera, Pepa Zaragoza, Paco Déniz, José Luis Alcobendas y mi amada Chupi Llorente están soberbios. En esta función NADIE interpreta un personaje menor o intrascendente. Todo es coral y el personaje del pueblo, de la masa, de la manada es tan importante como los protas. Un elenco que te hace amar esta profesión al ver la entrega y el amor que desprenden cada uno de ellos. Gracias a todos por esta lección. 
Pepe Viyuela está inconmensurable. Es un ser normal y corriente. Es un ciudadano con debilidades, con defectos, con su fortaleza, su personalidad, es un vecino más. Y de eso se trata, de hacer del prota un "hombre cualquiera" aún siendo el prota. Hace yo creo que lo más difícil que puede hacer un actor; ser "artificialmente normal". Sin tacha, gigantesco, admirable.


 
Fernada Orazi es una maga. Consigue, como consiguen las hadas, que tu mirada se pose en ella haga lo que haga, esté donde esté. No es que robe foco, es que tú, como espectador no la pierdes de vista porque sabes que todo lo que hace y lo que No hace, es importante, es lógico y que si la sigues a ella, podrías seguir la escena porque en ella está todo. Incluso consigue levantar toda esa escena final reiterativa. Es un peso pesado de la escena, lo ha demostrado siempre y lo sigue demostrando en escenarios más grandes. En definitiva el trabajo es ese, se haga donde se haga y la calidad no va en tamaños, sino en aptitudes y en carisma y la Orazi (como las grandes actrices a las que se llama por el apellido, como para demostrar que lo suyo es de raza, de sangre, de la naturaleza) tiene calidad, carisma, encanto y una inteligencia sobrehumanos. Una bestia haga lo que haga. 



Como Fernando Cayo. Decir que es de los mejores actores de su generación es una obviedad. Si lo habéis visto no hace falta que diga más. Y pal que aún no haya visto este "Rinoceronte" sólo le diré que don Fernando se transforma literalmente delante de nuestros ojos en rinoceronte. Sin FX, sin photoshop y sin croma. Lo hace únicamente con ese don que tiene que lo tiene pocos seres en este universo. Con su capacidad actoral, metamórfica, sobrehumana, metafísica... no sé cómo definirla. Sencillamente NO SE PUEDE ESTAR MEJOR. Y encima con una trabajo vocal perfecto, dificilisimo e inmejorable. Y te lo digo yo, que de eso sé un rato. 

Resumiendo. Texto irregular con una puesta en escena brillante aunque algo renqueante en la parta más jodida y con unos actores inconmensurables y perfectos todos ellos. Sin duda un arranque de 2015 brutal y que pone el listón altísimo. Ahora que hemos superado las "listas de lo mejor del año", apuntad este "Rinoceronte" porque sin duda estará en las listas de diciembre del 15, ya lo veréis. Y por supuesto... si alguien todavía no lo ha visto...que corra al Centro Dramático Nacional (vaya tres palabras, madre mía) y que pille ya. 
Ah... y esa imagen final... para la historia del teatro.
 
(SPOILER de foto. Si no quieres ver esa imagen no sigas pabajo porque no me he podido resistir a poner esa imagen).          



















lunes, 12 de mayo de 2014

Los ojos. Sala Mirador.

Que conecto de una forma extrañamente cósmica con lo que cuenta y con cómo cuanta las cosas San PabloMessiez es ya algo sabido. Que Fernanda Orazi es de las pocas actrices que deja el diccionario sin sinónimos de "talento" es también algo obvio. Que Marianela Pensado es un animal nacido para el escenario es también evidente. Que Óscar Velado es un actorazo elegante y sensible lo sabe to dios. Que Violeta Pérez consigue estar a la altura de tanto mito junto fue un descubrimiento para mí, porque (perdóname, Violeta) no la conocía. Y si encima ves la función con tu novio y con Estefanía (de los dioses) y de los Santos entonces ya qué quieres que te diga. Uno puede morir ya porque habrá vivido un de sus momentos vitales más apoteósicos.

Yo no siento el desarraigo que siente Messiez. Tengo uno pero pequeñito. Nací en Madrid, me crié en Valladolid y con 18 me volví a Madrid. Mi familia sigue en Valladolid y durante estos... muchísimos años que llevo sólo y lejos de ellos he sentido muchos momentos de soledad, de indefensión, de lejanía, de vacío, de absurdo. Yo no me vine por amor. Messiez dejó su país. Marianela y Fernanda también. Tres de los vértices de este milagro son seres desarraigados, criaturas que viven lejos de su "tierra". Los temazos de "los ojos" creo que son esos, la tierra y como siempre, el amor. 




Natalia es el ser central de la función. Se supone que le lugar de uno está donde esté alguien que nos quiera, ¿no? Sí, yo también lo creo. Pero a ella no la quiere nadie. La quiere su hija. Ella se quedó enganchada como un alga a un barco hundido a ese señor con nombre de señora, Andrea. Y se fue tras él. Cruzó un océano y todo. Con su hija. Arrancó a su hija de su sitio, de su tierra. Una tierra en la que no tenía mucho tampoco. Por no tener no tenía ni papá. Aunque tenía abuela, que siempre te quiere no más pero sí mejor que una madre. Total que Natalia se encuentra ahora lejos de su tierra, con una hija a la que ama pero desde su dolor, desde lejos. Desarraigada por amor y abandonada al vacío. Y con esa cría que representa Tucumán. El pasado, una tierra extrañada, un origen, un engaño y un ancla. Vive entre sonrojos, cigarros, alcohol, teléfonos, maletas, llantos y un odio ("vas a llorar dolor licuado", frase para la historia del odio o del amor). Nela no se quiere. No pertenece a ningún sitio en concreto (en todo caso a Tucumán, de donde fue arrancada hace siglos), se sabe fea. Ella tiene novio. Un novio sin ojos. Ella cree que si él viera la dejaría porque es fea. Pero en el colmo de la paradoja ella es precisamente los ojos de su novio. Ella es lo que va a odiar en Pablo. Necesidades complementarias, complementos necesarios. Y una amenaza. Esa doctora a la que nadie toma en serio sólo por su nombre y que opera con canciones. No sé, es como el colmo de la melancolía.

Como siempre, Messiez se enfrenta al tema del amor desde las tripas. Lo digo siempre, pero es que es verdad; hay que estar muy enamorado o muy sano mentalmente para meter el bisturí en esas zonas profundas del alma y que no te pase nada. Coño, a mí me pasa como espectador. Salgo tocado. No estoy preparado para que me hablen de ese dolor del amor, de la falta de amor, de la búsqueda del amor. A todos los personajes les duele el amor. y a mí, como espectador, también porque yo soy sobre todo, un ser amante. Coger la "Marianela" de Galdós y convertirla en una historia de desarraigos físicos y emocionales es de ser un ser absolutamente superior. Si algún día sufro un desamor, llamaré a San Pablo para que me explique cómo vivir. O para que me retuerza por dentro y me saque la bilis y el dolor amargo. La pena. Esa pena que te carcome. 




Violeta Pérez está estupenda en ese personaje desagradecido. El más "soso" de todos. Pero hay que hacerlo de forma inteligente para estar a la altura de los demás. Además si falla Chabuca, se cae todo, deja de ser creíble. Y Violeta está fabulosa. Óscar es un caballero. Un galán elegante, suave, delicado, respetuoso y hace un trabajo bellísimo y elegante. Genial. Marianela es increíble. Desde su primer diálogo con esa virgen con cabeza de muñeca (¿puede haber algo más tierno e irreverente?) te planta un nudo en la garganta. Sólo quieres llevártela a casa, abrazarla mucho y darle todo lo que parece necesitar. El momentazo "fea, fea, fea, fea" es como el aullido de un animal moribundo. El grito de la naturaleza.  




Y luego santa Fernanda Orazi. Siempre es un prodigio ver a la dama de la naturalidad. cada palabra, cada gesto sale de la verdad. Hasta cuando está a oscuras y fuera de foco, el jo se te va a ella, a seguir un poco lo que ella sigue viviendo mientras hablan los demás. No es falta de respeto a los otros, no, es todo lo contrario. Es un respeto tan brutal por lo que está pasando que no baja la guardia ni un segundo. Cada monólogo suyo es un puto prodigio. Su llamada a Andrea es digna de una Magnani colgada de Cocteau. 
Y el momento más espeluznante. Cuando crees que ya te lo has llorado todo, de repente se te viene a medio metro santa Fernanda y te dice que su cría a muerto. Y que le duele. Que le duele el cuerpo. Y ves a medio metro cómo a santa Fernanda le tiembla el labio. Pero sólo una parte. Le tiembla un trozo del labio de abajo. Eso no se "interpreta". Eso te sale. Y yo que ya llevaba hora y pico queriendo morir de pena, me doy cuenta de que no hay dolor mayor que el dolor de esa mujer. El de santa Fernanda en ese momento. Y te quieres ir a Moscú. Y descubres cosas de "Las palabras" y te quieres morir más. Y ves que el amor no salva pero te lleva. Ves que te puede acompañar toda la vida y aún así seguir sólo. Y ves que si nadie te quiere, ¿a dónde coño vas a ir? Y ves que el dolor de cada día no es nada. Y ves que el dolor es como el amor, que no tienen fondo. Y ves que están más cerca de lo que crees. Pero quieres amar y no quieres dolor. Y quieres tirarte al suelo y revolcarte y gritar y llorar y gritar y abrazarte a santa Fernanda y llorar juntos por el amor universal. 




Esa mañana había estado con una amiga a la que se le ha muerto de repente su amor de toda la vida. Y me decía que le dolía el corazón. Literalmente. Le duele el corazón. Le han dicho los médicos que es que es verdad. Que el corazón duele. A santa Fernanda le duele el cuerpo. Le duelen tres sitios. Y es porque es verdad. El corazón duele. 

Messiez  me toca lo que más me duele. Siempre lo hace. Pero me deja tirado después y yo no sé qué hacer con mi dolor. No me cura la música ni me curan las palabras ni me curan las canciones de Nina Simone. Sólo encuentro consuelo en los lagrimones que incluso hoy, escribiendo esto, se me escapan de los ojos sin pedirme permiso.      

domingo, 22 de diciembre de 2013

Resumen 2013. Mis amores y pasiones.

Estamos invadidos por las Navidades, Raphael y Montse ya han hecho su trabajo, el Almendro nos ha devueltos con los nuestros (es un decir) y el espíritu del buen rollito por un día y una noche nos ha aprisionado. Y como yo soy más simple que el asa de un cubo, me voy a dejar llevar por el subidón dulzorro del turrón (que odio) y voy a hacer un recorrido pasional y apasionado por los hitos que han marcado mi año cultural.
 
Ópera.






El año ha sido irregular. De lo malo, por una vez no voy a habar. De lo bueno, evidentemente tengo que destacar por encima de todo la presencia de Carmen Solís en mi horizonte. Lo he dicho y lo he repetido de todas las formas posibles. Es una personalidad única y una de las voces más maravillosas que se han podido escuchar nunca jamás. Canta parriba y canta pabajo como si fuera lo más normal del mundo. Sube y baja con una facilidad innata que no se ve todos los días. Os lo llevo avisando desde hace tiempo. Quedáos con este nombre y el que no la conozca, que lo haga desde ya. Así podréis presumir, cuando Carmen alcance el lugar en el Olimpo operístico universal que le corresponde, de haber sido de los primeros en conocerla. Está todo el día pacá pallá por el mundo, porque ya se la disputan, pero llegará un día merecido en el que la programación de los coliseos se ditinguirá por contar con Carmen Solís para uno, dos o tres montajes al año.




Danza:
 
 
 
Por encima de todo, quiero destacar el trabajo y los resultados de mi adorada Compañía Nacional de danza. José Carlos Martínez está llevando a la CND a unos niveles tanto de calidad como estilísticos que nada tienen que envidiar las grandes compañías internacionales. Queda muchísimo por hacer, está claro, sobre todo, seguir acercando la danza al gran público, que deje de parecer un arte elitista. Pero el nivel de excelencia de la compañía es brutal e indiscutible. Y encima está ahí, currando como un descosido y brillando en cada gesto suyo, mi idolatrado Isaac Montllor. No se puede pedir más.
 
 
 
Y como no, Provisional Danza. Yo lo de Carmen Werner, todos sabéis que es debilidad absoluta, tanto su morro, como su arte como su concepción de la danza, de la expresión, del privilegio de estar en un escenario. Su concepto del cuerpo y de su manipulación artística. Un gusto de artista y un ejemplo. Y mi José Luis Sendarrubias, que no puede ser más artista. Y encima le hemos podido disfrutar en "Montenegro" demostrando lo que yo siempre he dicho, que encima de un prodigioso bailarín, es un peassso de actor.



Autores y directores:
 
Tengo que destacar dos descubrimientos particulares de este año. No descubro nada, además de que se trata de dos seres que llevan muchos años currando. Pero yo los he descubierto este año y su impacto e influencia creo que me acompañan todos los días.
 
 
 
Pablo Messiez apareció en mi vida como de puntillas. De "Return", aparte de la presencia de Chevi Muraday y de Marta Etura, flipé con los textos. Me estremecí con la visión del amor en todas su variantes. Sólo alguien muy sabio o alguien muy experimentado o muy inteligente es capaz de describir con esa inteligencia el amor y sus variantes. Luego "Las plantas", uno de los milagros del año (no lo vi el el Fringe, lo vi en la cervantina). "Muda", otro de los milagros (van dos de San Pablo Messiez), "Cenizas", "Las palabras"... no se puede pedir más. Cada palabra que sale de su pluma me vuela directa al corazón, no he sentido tanta comunicación con ningún autor, es como si escribiera directamente para mi alma. Siempre que hablo de sus trabajos los llamo "Carta de San Pablo al resto de los humanos" y es que alguien con esa capacidad para ahondar en el alma del ser humano, por fuerza está por encima de la realidad. 
Y mi Luis Luque. 
 
 
 
Sus trabajos con Narros, "La escuela de la desobediencia", y los prodigios bestiales "Ahora empiezan las vacaciones" y "Diario de un loco". Si los anteriores fueron años de formación creativa, me da que este 2013 ha sido el año de reventar a crear. Yo hay algo que valoro muchísimo en un director, y es que aparte de orquestar todo el material, entender y dar su punto de vista, me de su toque personal. No tiene que ver con que lo haga todo igual, al contrario, necesito un toque de autoría. Eso sólo se da cuando se comprende al 100% el texto, se ama ese texto, y se tiene totalmente claro. Entonces es cuando se nota una mano maestra en el aire. Existen los directores eficientes, existen los directores que ni lo huelen, los buenos directores, existen los directores buenísimos y luego existen los DIRECTORES con mayúsculas que son lo que yo admiro, de los que uno aprende como espectador y que son los auténticos responsables de la magia de lo que ves. Este año ha habido espectáculos de grandísmos directores, pero directores de los tocados por la mano de la musa, los que deberían pasar a la historia como creadores, los realmente responsables y magos son muy poquitos. Y yo tengo a un par este año. Sin lugar a dudas, el olimpo, mi olimpo, lo ocupa don Luis Luque, el mayor y mejor artista creador inteligente y sensible. Si mi capacidad para describir sus virtudes fuera lejanamente parecida a su capacidad creadora, sería feliz, pero por supuesto, ni me acerco remotamente.
 


Actores:
 
Aquí empiezo a meterme en terreno pantanoso. Me explico; he descubierto a actores prodigiosos, a actores brutales, a actores que me han llegado muchísimo, a actores que me han hecho llorar, a otros que me han desgarrado y a otros que... no sé, que si volviera a nacer querría tener un 10% de su carisma y cualidades. Mitos a los que admiraré eternamente y con los que, si algún día consigo tener delante y mirarles a los ojos, seguramente, el cuerpo solo me pida quedarme callado, decir polladas y echarme a llorar de la intensidad de la emoción. NO hay nada que valore más que a un gran actor/actriz. Sé lo difícil que es ese trabajo, lo sacrificado, lo peligroso, lo arriesgado y lo desgarrador que puede llegar a ser. Por eso no voy a destacar a ninguno, solo a uno pero por un amor especial. En mi saco de prodigios y mitos meto a lo mejor del año y seguramente de muchos años. Mi Fran Boira, mi Raúl Tejón, mi Javier Ruiz de Somavía, mi Alberto Velasco, mi Carlos Tapia, mi Israel Elejalde, mi José Luis Sendarrubias, mi Carlos Pinedo y por encima de todos ellos, no por nada, sino por electricidad personal no sé por qué, mi grandiosísimo José Luis García Pérez. 
    
 




Actrices:


Pues lo mismo que he dicho con los actores pero ahora para ellas. Las que voy a nombrar son actrices que han bordeado la perfección, que se han movido en terrenos espinosos, en arenas movedizas emocionales. El curro de actor es jodido. Si buscas la verdad (que es tu obligación), la implicación emocional debe ser radical, la exploración interna profunda y comprometida y el resultado, cercano, espontáneo, casual, natural y orgánico. Todas ellas son mis diosas de la naturalidad, del trabajo preciso y profundo, de la pasión por su curro y del amor por lo que hacen. 
Ha sido mi año de mi Fernanda Orazi, de mi Marianela Pensado, de mi Nuria Gallardo, de mi Esther Ortega, de mi Inma Cuevas, de mi Rocío Calvo, de mi Lola Casamayor, de mi Ana Rayo, de mi María Hervás, mi diosa Kiti Manver, de mi amada Raquel Pérez, diosa y zarina del arte y por encima de todas también por química personal, mi santa Estefanía (de los dioses ) y de los Santos. Admiración eterna, fanatismo exagerado y pasión y devoción de por vida a todas ellas.





Espectáculos:


Tengo que destacar finalmente una listita de mis espectáculos preferidos, con los que más he gozado, los que más se acercan al teatro que a mi me gusta, en el que creo y el que amo.
Ping Pang qiu, Recortes, Ahora empiezan las vacaciones, Las plantas, Sagrado Corazón 45, La copla negra, Muda, La función por hacer, Sleep no more, MBIG, Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar, Las heridas del viento, Cerda, Cru, Vaca y por encima de todas, lo que más ha revolucionado mi alma este año, mi idolatrada hasta lo enfermizo "Diario de un loco".






En fin, que para mí el teatro es lo que me mueve el alma. Para arriba, para abajo, a veces hacia adentro e incluso otras veces hacia afuera. Pero me la tiene que mover. Se hacen muchas cosas, se llevan adelante bastantes, se estrenan muchísimas, te cobran por todas, todas merecen el respeto del trabajo hecho, del esfuerzo puesto y del coraje y la suerte de poder estrenarlas. Pero no todo es bueno, e incluso a veces no todo merece demasiado aplauso, y en contadas ocasiones crees que lo que ves poco tiene que ver con el teatro, al menos con el que yo amo y lo que yo creo que es el teatro. Pero el acto de ir a una sala, la luz apagandose, el comienzo del ritual, las emociones volando por la sala, los silencios, los temblores, los sufrires, los llorares, y el salir con el corazón estremecido, es y seguirá siendo un acto único e irrepetible, No te lo puedes descargar. Seguirá vivo siempre. Siempre que haya magos que nos lo ofrezcan y público ansioso por sentir. A pesar de los ineptos terroristas culturales que tenemos como ministros. Pero es que le teatro es del pueblo, señores, y el pueblo lo mantendrá vivo, porque el arte y el teatro nos hacen vivos. Y a mí, la capa de "Diario de un loco" me hace volar.