domingo, 19 de mayo de 2013

Exils. Canal.

Fabrice Murgia ha llegado a Madrid como un gran nombre de la escena internacional. No le voy a quitar ningún mérito, estaría bueno. De hecho, puede que acabe compartiendo esta opinión. De momento, y por mi ignorancia, lo dejaré en "gran promesa".  
Estéticamente o visualmente el espectáculo es prodigioso. Simplemente el poner una tela entre escena y público es un acierto y te hace forzar la vista para intentar ver más allá de lo que ves. Iluminación, decorados (o más bien atisbos de decorados) y ambientación en general muy chulos. Sugieren, enmarcan, crean una sensación de frialdad y de mundo fantasmal muy interesantes. Hasta los subtítulos que aparecen lo hacen de forma cuanto menos "curiosa". Lo malo es que lo que ves es bastante más simple de lo que cabría esperar.



Escenas con imágenes impactantes como la llamada telefónica del inmigrante a su madre, la cena del médico moribundo con su "alter ego" (aunque era mucho más salvaje y desoladora "Tamaño natural", por ejemplo) te hacen esperar una profundidad o un tono casi metafórico que luego no se cumple. El drama del inmigrante ilegal, que poco a poco nota como se va desvaneciendo (ha tenido que olvidar su origen y está a punto de desaparecer de donde vive ahora) suena poco a poco, cada vez más simplista. Empieza prometiendo pero se va cayendo cada vez más con personajes cada vez más simples o huecos, como la trabajadora simplona de la empresa de venta de "cosas", o la funcionaria medio zombi medio descompuesta de la escena final. En definitiva, un discurso oído muchas veces, y que aunque desgraciadamente siga siendo real y estremecedor, en este caso se queda en un intento algo simplista envuelto en una parafernalia mágica y preciosa que le resta trazos a la historia en lugar de potenciarla. ¿Interesante? Sí, mucho. ¿Resultado? Parafernalia abrumadora para un fondo demasiado trillado y sobre el que no sólo no aporta nada sino que hace que te suene a demasiado oído. Y eso, a un drama como el de la inmigración, no le hace ningún bien.  

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