lunes, 8 de mayo de 2017

Enseñanza libre / La gatita blanca. Teatro de la Zarzuela.

En el compromiso de Daniel Bianco de llevar la zarzuela a nuevos públicos y a todos los rincones de Madriz le ha tocado ahora el turno a los amantes de la revista, del cuplé y del género más liviano. 



Cuerpo de baile plagado de lentejuelas, vedetes enseñando cacha y cantando letras picaronas y sicalípticas y en definitiva, poca complicación, relax y disfrute en estado puro. 
Gerónimo Giménez compuso ambas piezas, la segunda con la colaboración de Amadeo Vives. En este "programa doble" se han conservado los números musicales, mientras que los libretos han sido reescritos en una versión nueva por Enrique Viana. 
Reconozco que el trabajo de Viana es desigual. En "Enseñanza libre" nos cuenta los líos de una familia para montar una zarzuela sin presupuesto. Aunque el libreto es bastante machista y reaccionario, al menos es inocentemente divertido. El humor que destila es cercano, no muy complicado y basado en clichés pasados y éticamente críticos pero, si te dejas llevar por la guasa y el disfrute, te lo pasas bien. No hace falta ponerse puristas para relajarse y disfrutar. La historia no tiene muchas complicaciones ni hay por qué buscárselas. La escena entre las cuñadas, por ejemplo, es tronchante y las dos actrices están fabulosas. Esta primera parte tiene ritmo, es ligerita,  con brío y en definitiva, te hace pasar un rato relajado y divertido. "La gatita blanca" sin embargo es lenta y muy poco graciosa. Da la sensación de que o se ha escrito sin tiempo, cuando ya les pillaba el toro, o que la musa abandonó el despacho de Viana y le privó de chistes ingeniosos, bromas cercanas e incluso del ritmo necesario en la trama para que no se caiga. Aparte de que el lenguaje utilizado es apolillado, anticuado y poco inspirado. Es como si estuviéramos viendo una revista de años muy, pero que muy pretéritos. Y es una pena, porque la primera parte, con su toque ingenuo, funciona bien y es muy divertida, pero esta segunda se cae. Se acaba haciendo larga y la inspiración y la amabilidad de los chistes decae bastante.   



La dirección de actores tampoco es el plato fuerte de Viana. Indudablemente destaca la calidad contrastadísima de Gurutze Beitia, María José Suárez y los grandes Ángel Ruiz y José Luis Martínez. Pero eso es obvio, son grandes y lo han demostrado mil veces. Personalmente me encantó Martínez, dominando el género, el escenario y pisando con la seguridad pasmosa del que hace que lo difícil parezca fácil. También debo decir que Axier Sánchez está en un registro imposible, desaprovechando la ocasión de lucirse en un papel sencillísimo. Y Roko tampoco me gustó demasiado. Cuestión de gustos, porque cantar canta bien, pero en una tesitura rara, pasando del registro lírico a la voz engolada sin más sin razón. Me temo que es cuestión simplemente de técnica. Quizá por eso es la única que canta con micrófono. 



Manuel Coves dirige la orquesta a ratos. Por lo general suena bien, empastada y alegre y a ratos algo más deslavazada. En cualquier caso también creo que tanto la ORCAM como los bajones de ritmo en los actores se debe únicamente a la falta de rodaje. Fijo que en un par de funciones, todo fluye. Pero fijo. El coro brillante y divertidísimo. En cuanto han tenido mayor protagonismo lo han aprovechado como locos. Para muestra, el número de la piscina, magistral.
Fabuloso y divertido el vestuario de Pepe Corzo, plagado de chistes, plumas y lentejuelas.



Daniel Bianco se ha encargado de la escenografía. Y reconozco que todos los autohomenajes me emocionaron. A ver, Bianco fue la primera persona que vació un patio de butacas (hablo de espectáculos que YO he visto). Y si el año 86 entró el público sobre aquella arena azul, ahora nosotros, el público, entramos de nuevo en otro patio vacío. Ahora más público que nunca. Y ese baile de lámparas... es digno heredero tanto de los puritanos como de "The sound of music". 
Bueno, esta vez no ha vaciado el patio. Lo ha cubierto. Pero el efecto es igual de impresionante, como el brillo del espejo reflejando la lámpara; es lámpara impactante del teatro de la Zarzuela. Preciosa labor de escenografía aunque quizá deje demasiada sometida la puesta en escena al espacio circular. Pero es tan flipante que no paras de escudriñar todos los detalles durante las dos horas que dura este espectáculo. 



Espectáculo impresionante en lo visual, con altibajos en el ritmo, en lo musical en el contenido y en las voces pero que en un par de funciones calentará motores y volverá a colgar el cartel de "no hay entradas".        

No hay comentarios:

Publicar un comentario