sábado, 23 de noviembre de 2013

Dido y Eneas. Teatro Real.

Siguiendo un poquito más con Purcell, tras "The indian queen", tocaba la versión en concierto de "Dido and Aeneas". Uno iba atacadito, lo primero por ver si me gustaba tanto como "The indian queen", y por qué no decirlo, por ver si Simone Kermes la montaba. Coño, no es que la mujer monte numerazos así de escándalos ni nada, pero como está tan locatis y no se corta un cagao, daba como morbo ver qué hacía.
Y lo que hizo fue absolutamente maravilloso.




Currentzis al mando otra vez. Y el hombre estuvo tan voluntarioso como siempre. Quizá demasiado, porque marcaba tantísimo ciertos "toques" musicales con sus zapateados, que lo que hacía era añadir unos elementos sonoros que a veces, distraían y no aportaban nada. Eso sí, mola que en plena fiebre, se baje del estrado y persiga por el escenario a los músicos. Yo me meo con él, me encanta. Aunque esta vez, reconozco que tanta efusividad en la "puesta en escena" no se correspondía con más pasión en la orquesta. Quiero decir, que parecía que debía sonar más vibrante y sin embargo sonaba respetuosa, delicada y en su justa medida. Se nota que conocen perfectamente a Purcell, porque los músicos de la Ópera de Perm se han lucido en todo lo que han interpretado en Madrid.
El pobre Dimitris Tiliakos se pudo resarcir del fiasco del McBeth del año pasado. Pobrecito mío, en el McBeth se vio aplastado por un papel para el que le faltaba voz, recursos y de todo y sin embargo ahora ha podido lucir más su bonita voz y su buen hacer. Aunque canta ná y menos. Nuria Rial cantó muy bien la Belinda. Voz fácil, que sube y baja como quiere, con un timbre bello y muchísima dulzura pero sin cargar las tintas. Marie McLaughlin para mi gusto estuvo horrorosa. Aparte de que iba hecha un cristo, cantó realmente mal. Desaforada en las notas altas y descolocada en las medias y bajas. Parecía que estaba cantando la Lola de Cavalleria rusticana. Por supuesto el coro de la Ópera de Perm volvió a lucirse con esos coros maravillosos y sutiles. Sin duda son los amos de los "pianos".
Y Simone Kermes estuvo sublime. Iba muy guapa y bien vestida, no hizo ningún número, cantó de forma respetuosa y estratosférica. No es que la mujer monte pollos continuamente, pero sí da miedo que se pegue sus bailes, o empiece a poner caras o esas cosas que hace. Pero me descubro ante ella. Es evidente que no es ninguna payasa y que estas cosas las hace cuando las puede hacer. Y cuando tiene que cantar, canta. El otro día cantó. Y cantó precioso y sutil. Con unos graves quizá un poco erráticos pero con unas notas medias y altas dulces y terroríficamente dramáticas. Magistral, todo un ejemplo de respeto por una partitura y por un climax dramático que ni conviene enfatizar ni intentar ilustrar. La música lo tiene todo, sólo hay que cantarla como está escrita y ponerle todo el amor del mundo. Y la desesperación del que está muerto, como hizo Simone en el maravilloso "When I am laid in earth" que nos dejó a todos estremecidos. La adoro.

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