jueves, 28 de noviembre de 2013

Kathie y el hipopótamo. Matadero.

Pues no, no pienso comparar con "La Chunga".
Antes que nada, decir que las fabulosas fotos son de Sergio Parra.
Este texto de Vargas Llosa no me vuelve loco pero tiene sus cosillas que me lo hacen interesante.
Una dama de la alta sociedad limeña contrata a un escritor (un negro) para que le escriba un libro con sus andanzas por esos mundos negros y amarillos. Igual que él "colorea" las experiencias de ella, a nosotros se nos muestran distintas anécdotas de las vidas de ambos. Puede que sean reales o puede que no. Hay muchas, unas más descabelladas que otras. Y ese juego de realidad/ficción/invención/fantasía/diversión/deseo/quimera deja ver diversos niveles de relaciones humanas, casi todas ellas enfermizas, chungas, sucias, crueles, machistas y bastantes repulsivas. Los hombres dan asquito y las mujeres son todas un poco pavas, pero bueno, será el momento. Bien, vale, texto interesante, que se hace ameno, mantiene el intríngulis y no aburre.



El espacio me pareció acertado. El piano de cola y la presencia de David San José es un acierto pleno. Crea clima, pone la banda sonora que muchas veces echamos en falta en nuestra vida. Fabuloso músico. Escenografía correcta y luces normales, a veces poco aprovechadas. No basta con poner una luz más amarilla para los momentos del pasado remoto. Y un crimen no aprovechar el "Ne me quitte pas" de la divina Ana Belén para bajar las luces, iluminar de forma más íntima y hacer que todos acabemos llorando como perrakas.
La dirección no me parece tan prodigiosa como he leído por ahí. Es más, creo que a ratos, deja a los pobres actores vendidos en situaciones difíciles de defender. Como esa escena en la que la divina Ana Belén casi tiene un orgasmo agarrada a la torre de focos, luchando por no hacer lo que le pide el cuerpo, que es revolcarse por ahí o buscar otra acción más acorde con lo que pasa. O la mayoría de las intervenciones de la hermana de Kristin Scott Thomas, digo, de Eva Rufo. Casi siempre vendida a acciones pobres o plantada en medio sin más recursos que su habilidad para salir de esos atolladeros. O como esa escena, que para mi gusto saca lo mejor de la divina Ana Belén, cuando la lectura de las cartas a su ex novio, mientras se agarra desesperada a sus piernas gritando que la deja ser su perra, su puta, pero que no se vaya. Lo mejor de la función y del texto, pero desaprovechado escénicamente y dejando a la pobre divina Ana Belén vendidita en una situación imposible de salvar si no es con toda la profesionalidad del mundo.    
Eva Rufo y Jorge Basanta están muy bien. Hacen muchas cosas, casi todas ingratas y las hacen muy bien. Tiene los papeles menos agradecidos pero los sacan adelante con una profesionalidad abrumadora. Bravo por los dos. Ginés García Millán no me gustó. Le veo que está tan normal y de repente se pone a gritar desaforadamente sin transición. Le veo que hace lo que tiene marcado, pero le falta verdad, esa cosa orgánica. Por ejemplo, hay un momento en el que está gritando como un loco sentado en la mesa. Tiene la vena en el cuello y grita a todo trapo. Pero (es lo que tiene la fila 1, que lo cazas todo) tiene las manos relajadas, reposando tranquilamente sobre la grabadora sin la mas mínima crispación.




Y mi Ana. La divina Ana Belén. Creo que después de mi amigo Chinarro, yo soy la persona del mundo mundial que más adora a Ana Belén. Aunque muy limeña no parece, las cosas como son, está absolutamente arrebatadora como Katie. Va y viene de un estado de ánimo a otro como si tal cosa. Ríe y a los dos segundos llora. Tiene cincuenta y pico años y al segundo tiene diecisiete. Paréntesis: cuando de repente los dos protas se ponen a hacer de chavalines, me temblaron las canillas, me estaba viendo a Meryl Streep en "La casa de los espíritus" o a Kathleen Turner en "Peggy Sue se caso". Pero no, la divina Ana sale bastante más airosa del difícil empeño. Hasta eso tan cruelmente difícil lo hace que te cagas. Te la comes. Es un derroche de profesión el que lanza esta mujer para sacar adelante este vaivén de estados de ánimo y de configuraciones de personajes. Salta de uno a otro sin red y cae siempre de pie, como la grandiosísima actrizona que es. Mariano, perdona, pero como soy bastante mayor que tú, tengo más antigüedad. Yo la vi primero.

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