lunes, 15 de abril de 2013

Don Giovanni. Teatro Real.

Cuando uno se mete en determinados jardines, debe saber cómo salir de ellos.
He leído que en el estreno hubo abucheos paburrir y tampoco es para tanto. A mí, en general me gustó, aunque tengo que sacarle faltas sí o sí.
Dirección musical sosa. Todo estaba envuelto como de una pátina dulzona que se cargaba un poco el estilo de Mozart. Desde la primera hasta la última nota, todo sonaba como una salsa muy bien ligada, pero a la que tu paladar le pide "picos" de sabor, momentos vibrantes, agitados, dramáticos o jocosos. Nada de eso, todo "políticamente correcto".
Luego hay una cosa que me encanta. No sé si es cosa de Mortier o de quién, pero en todo lo que he visto en el Real, la gente canta tirada por los suelos. Y hasta la pobre Doña Anna, hay un momento en el que sale a escena y directamente se tira al suelo lo ca de los nervios. Jaja, me encanta!!
Dirección de escena: vamos a ver, la ópera es jodida. Es jodido asumir que un señor te diga que te quiere cantando. Es jodido oír a alguien que se tira minuto y medio sólo para decir "le pene del mio cor", pero una cosa es eso y otra justificar lo injustificable. Convertir a Doña Elvira en una histérica barbitúrica esposa de Don Giovanni, está bien. La mujer es una brasas que está todo el rato por ahí quejándose y jurando venganza aunque se esté hablando de otra cosa. El enfoque de anoche le da un toque cachondo y justifica muy bien esa actitud. Pero que Doña Anna sea prima de Elvira y madre de Zerlina... pues como que no. No aporta nada. Y la pobre Anna es prima y madre porque lo pone en el programa. No se ve por ningún lado. Podrían ser cuñadas, vecinas... o nada. Y vale que Masetto se las come dobladas, pero tampoco hay por qué sacarlo como si fuera un garrulo macarra.
Eso no aporta nada aunque tampoco estorba. Vale, aceptado. Pero presentar toda la acción en el mismo espacio tiene sus riesgos. Y cuanod llega el momento del cementerio... churro. Ya nos hemos tragado los cambios de identidad por todo el morro. Ya hemos asumido que igual todos están drogados para no darse cuenta del cambio de identidades... pero que no salga ni tumba del comendador, ni una luz especial, ni una silueta al fondo, ni nada de nada... ya es demasiado. Ahí pensé que Tcherniakov se había metido en un jardín que le había sobrepasado. Eso no me moló.


Cantantes: Christine Schäfer es divina. Canta que te mueres. Pero a pesar de que la pareja parecen un matrimonio paletroncho sacado de "Belleza y poder" o de "Dallas", la pobre mujer, se tira media función tirada por el suelo sin que se sepa por qué. Ese es un fallo en general con todos. Les han marcado determinadas acciones que están bien, pero entre medias se quedan vendidos. Y mi querida Christine estuvo bastante vendida y deambulando. Aún así, la sigo adorando. Zerlina ni fú ni fa. Masetto... pa lo que hace... normal. Paul Groves hizo un primer acto mono, cantando correctamente, pero le segundo acto fué un desastre absoluto y su "Il mio tesoro" fué patético. Kyle Ketelsen hizo un Leporello fabuloso y se comió con patatas al pobre Don Giovanni que ni estuvo a la altura ni lo estará. Presencia horrorosa, como espesito, sucio, y cantando casi como si me pongo yo. Muy de segunda fila el hombre.
Y Ainhoa Arteta hizo una Doña Elvira para llevartela a casa. Graciosa, divertida, dramática, con un vozarrón que se come al resto, a la orquesta y a todo lo que se le ponga al alcance. No la había oído nunca en directo y me maravilló. Inteligente, pizpireta, neurótica, graciosa... y cantando como los ángeles. Lo mejor, junto con Leporello de toda la noche.
Todas las arias en esta obra son jodidas, pero especialmente el "Mi tradi quell'alma ingrata". Y la Arteta respiro donde debía, marcó lo que debía marcar y respetó a Mozart como sólo los sabios hacen.

En resumen, me gustó, aunque con sus peros. Dirección de escena a ratos buena, a ratos curiosa y a ratos, ineficaz. Voces grandiosas y otras mediocres. Pero claro, oír a Mozart siempre es oír a Mozart. 

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