Tao Ye, el coreógrafo, no pone nombre a sus trabajos sino que los numera. Dice que es imposible resumir la danza en pocas palabras y que de paso no predispone al espectador. Así que llegas virgen al espectáculo.
Son dos coreografías no muy largas pero que te dejan la sensación de querer más. Son absolutamente hipnóticas. En "4", cuatro bailarines se mueven acompasadamente, sin tocarse, uniéndose y separándose en un ejercicio de virtuosismo alucinante. Si de algo puede pecar es de excesiva frialdad, aunque el efecto hipnótico que crea en el espectador es brutal. Eso unido a un vestuario y un maquillaje que le dan un puntazo imprescindible, son dos personajes más en la coreografía.
"5" es más brutal todavía. Como si nada, los cinco cuerpos se funden en uno, no se separan en ningún momento y empiezan un recorrido por el escenario que te deja pegado y sólo quieres que dure más y más, que sigan dando vueltas por el escenario. Es mágico, hipnótico, embaucador, casi un milagro y de un virtuosismo que lo flipas. Claro, todo está medido y coreografiado, es evidente, pero el mecanismo funciona de tal forma, que es como si un ente con vida propia y latido propio hubiera estado recorriendo en escenario. Brutal. Sin duda lo mejor de "Madrid en danza". Hasta el momento, claro.
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