Había mogollón de niños. Normal. Todos descojonados desde el minuto uno. Hablaban, comentaban, flipaban, se reían, exclamaban. Pero a partir del minuto 30, se callaron. Uno detrás de nosotros decía: "¿pero no hay más?". Y la madre le contestaba: "tranquilo, si seguro que ya se acaba". Pero no, todavía quedaba. Y bastante.
A ver, el espectáculo es muy chulo. Te ríes, flipas, te hace gracia el efecto que produce y tratas de ver los dos lados del escenario. La historia no es que sea gran cosa, pero va funcionando. Hasta que la sorpresa inicial y lo que en un principio te llama la atención se diluye y empiezas a mirar el reloj.
No quito ningún mérito a lo que vimos, es más, me pareció muy chulo, pero quizá no de para un espectáculo de una hora. Al menos esta historia. Y claro, no creo que puedan hacer un segundo montaje con estas mismas premisas, porque una vez vale, pero dos ya como que no.
Chulo sí, ingenioso sí, sorprendente, al principio, largo también. O a lo mejor es que los niños y yo eramos muy sosos.
Aquí podrás leer MI opinión sobre los espectáculos que voy viendo. Insisto en que es MI opinión, nada mas. No pretendo adoctrinar ni tener razón. Únicamente te contaré MIS razones para amar o amar menos lo que vaya viendo. El teatro son gustos y aquí leerás los míos. No soy crítico, solo necesito contarle al mundo el porqué de mis amores. Lo que puedes leer aquí es lo que yo he sentido al ver estos espectáculos. Ni más ni menos que mis sensaciones. Si a alguien le sirven, estupendo.
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