lunes, 10 de junio de 2013

La gente. Sala Cuarta Pared.

Iba un poco acojonado porque no me gustan nada los espectáculos participativos y odio los que se basan en que sea el público el que haga la función, en vez de los actores. Me parece mucho morro. Si el espectáculo acabo haciéndolo yo, pues menuda ciencia. Pero sinceramente la publicidad engaña, o al menos lo que yo entendí antes de ir a verlo.



Mira, por suerte o por desgracia he asistido a miles de asambleas profesionales. Bueno, más bien afortunadamente, porque significa que me importa mi profesión y me preocupa. Pero también es verdad que en muuuuchas ocasiones lo que he escuchado en esas asambleas podría ser perfectamente lo que se dijo anoche en la sala Cuarta Pared. Igual es un poquito spoiler, así que si no quieres, no sigas leyendo. Se plantea una asamblea de... no se sabe. Se habla durante hora y pico de... no se sabe, pero cualquiera que haya estado en una asamblea reconocerá las frases hechas, las muletillas, las frases vacías y la demagogia. La asamblea de anoche podría muy bien ser cualquier asamblea de cualquier gremio o de cualquier movimiento social. Así de divertido y así de triste. Durante todo el tiempo se habla de vaguedades que lo mismo sirven para un roto que para un descosido. Y todo esto con unos actores que parece que acaban de pillar por la calle. Parecen de todo menos actores. Una naturalidad aplastante, es como si estuvieras metido en una reunión de verdad, planteando huelgas de hambre y reivindicaciones que servirían incluso para una asamblea de una asociación de familias homoparentales (y no lo digo por decir). En definitiva, un ejercicio divertido, que no cambia tu vida pero te hace reír y estremecerte por cierto vacío social que te hiela la sonrisa y te hace plantearte si lo estamos haciendo bien.

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