sábado, 29 de junio de 2013

La lengua en pedazos. Fernán Gómez.

Mira que lo siento, y que no digo yo que Juan Mayorga no sea un gran escritor, pero la función de anoche no me pareció demasiado interesante.
Reconozco que Santa Teresa de Jesús no es una figura que yo conozca mucho, y sí es cierto que la función me despertó la curiosidad de leer algo más sobre esta mujer. Ese es un mérito que no le discuto a la función. Igual que "El diccionario" hizo que me interesara la figura de María Moliner.
Pero lo que es la trama, lo que realmente pasa en la función, me dejó un poco indiferente. Claro, es de estas historias que ya sabes el final, pero el texto en sí me pareció poco interesante, al menos para mí. Y ya te hablo hasta de estilo, porque decir "llamóla" y "anuncióme" sólo de vez en cuando... o lo haces siempre o no lo haces.
La dirección es un poco cruel con los pobres actores sobre todo al principio. Les coloca donde no pueden ver al contrario y están físicamente donde no deben. Luego ya se relaja la cosa, aunque haya momentos un tanto forzados, como cuando tira las patatas y el libro...



Pedro Miguel Martínez estuvo toda la función tosiendo y con evidentes problemas de voz, así que no me atrevo a juzgar su trabajo. Eso sí, en los momentos más íntimos, daba miedo.
Y Clara Sanchís... a ver cómo lo explico. Supongo que tiene que estar hasta el moño de que la comparen con su madre. Lógico. Por mucho que ame a su madre. Pero es que juro por lo más alto que si cierras los ojos, parece que estás oyendo a Magüi. El timbre de la voz, los tonos esos tan particulares de Magüi, las inflexiones, las pausas, los graves, los agudos... es como si estuviera poseída por el espíritu de su mami. Juro que nunca he visto nada igual, son absolutamente clavadas. Y yo, lo siento, pero hay tonos de Magüi Mira que me enervan. Son únicos y particulares, como los de Nuria Espert. Y ambas son grandísimas actrices, no es eso, pero esos tonos tan únicos y exclusivos, hay veces que sí, pero hay veces que no. Y había momentos en los que ese manierismo de Clara Sanchís, me ponía un poco de los nervios. Ya, es una forma de hacer, es la marca de la casa, pero a mí hay veces que me pone malo. Sobre todo cuando lo veo premeditado. Porque cuando Clara subía de tono, gritaba más, se desparramaba más, se ponía más enérgica, gritaba, se desgarraba... entonces está absolutamente brutal. Cuando no tenía tiempo para hacer cosas, para mi gusto, viciadas o amaneradas, en esos momentos Clara Sanchís demostraba ser un actrizón de raza. Y no mido su calidad por el número de lagrimones que se le cayeron, que fueron bastantes, sino en cómo una actriz ves que realmente está metida en la piel de su personaje, y se nota que ama a su personaje.   

2 comentarios:

  1. Pasar por tu blog es ponerse al tanto de los estrenos teatrales.
    Siempre un placer.
    Saludos.

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    1. Y pasar por el suyo es recibir una lección de arte en cada palabra.

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